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Doble o nada en el casino militar: la noche de los generales que salvó al rey y cambió España
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Doble o nada en el casino militar: la noche de los generales que salvó al rey y cambió España

A finales de agosto de 1923, entre el humo de tabaco y los licores, el capitán general de Valencia, Miguel Primo de Rivera, convencía a los reticentes africanistas y urdía la trama final del golpe de Estado

Foto: Miguel Primo de Rivera, en una estación telefónica. (Cedida)
Miguel Primo de Rivera, en una estación telefónica. (Cedida)

El aburrimiento propio del mes de agosto en Madrid no alcanzó a las altas esferas del ejército, que llevaban conspirando meses en varias direcciones distintas, al menos con dos claras tramas, para poner fin al gobierno liberal de Manuel García Prieto, suspender la constitución y salvar al rey Alfonso XIII. Ambas acabarían por confluir en una noche crucial de principios de mes en el Casino Militar de Madrid, en sus inconfundibles salones de club inglés, con sofás tipo chester, cuero, madera y grandes tapices, donde muchos años más tarde se escucharían de nuevo los ruidos de sables el 23-F de 1981 con otro rey en la picota, Juan Carlos I.

Entonces, en 1923, entre el debate sobre gasear a los rebeldes rifeños con armas químicas, humo de tabaco y licores, el marqués de la Ensenada, Miguel Primo de Rivera, capitán general de Barcelona, se propuso directamente como la figura para encabezar la rebelión y obtuvo el apoyo mayoritario de los generales que conspiraban. Primo de Rivera había organizado la reunión con el denominado cuadrilátero: un grupo de cuatro generales muy próximos al rey que formaban Jose Cavalcanti, Federico Berenguer, Leopoldo Saro y Antonio Dabán.

Foto: El presidente del Gobierno Adolfo Suárez y el rey Juan Carlos. (Telemadrid)

No dejaba de ser irónico que Primo de Rivera acabara por cerrar sus aspiraciones a la cúspide en el Casino Militar de Madrid —orientado en realidad como club de oficiales y ateneo—, cuando era conocida su afición al juego, que en sus tiempos de capitán general de Valencia había derivado en ludopatía, arriesgando incluso su carrera en el casino de la ciudad del Turia. En Barcelona haría más tarde exhibición de mujeriego en los palcos de los teatros. Como dictador, cultivaría una imagen distinta.

El cuadrilátero palatino

En aquella ocasión, sin embargo, Primo de Rivera iba con las ideas claras a Madrid: ganarse el apoyo de los golpistas cercanos al rey, que además eran africanistas y no veían con buenos ojos a un Miguel Primo de Rivera que se había manifestado prácticamente desde siempre en contra de mantener el Protectorado de Marruecos, lo que le había costado en dos ocasiones el cargo de gobernador militar, primero el de Ceuta en 1917 y después el de Madrid en 1921. Esto último lo explica a El Confidencial, Alejandro Quiroga Fernández de Soto, en una charla telefónica con motivo de la publicación de su magnífica biografía sobre el general: 'Miguel Primo de Rivera. Dictadura, populismo y nación' (Crítica), que recoge esa reunión y todos los hilos que llevaron al golpe, además de la personalidad y el gobierno de la dictadura de Primo de Rivera hasta que fue defenestrado por el mismo Alfonso XIII.

placeholder 'Miguel Primo de Rivera. Dictadura, populismo y nación'. (Crítica)
'Miguel Primo de Rivera. Dictadura, populismo y nación'. (Crítica)

El círculo de los 'palatinos', los generales próximos a palacio, eran clave para aunar los esfuerzos en los cuarteles y porque informaban puntualmente al rey Alfonso XIII de los movimientos golpistas. Todo lo que no salió el 23F de 1981 y sí el 13 de septiembre de 1923, porque fue el único golpe de Estado de los tres que triunfó en el siglo XX en España y el que menos se conoce.

Tal y como explica Alejandro Quiroga, el momento no era, en cambio, el de mayor crisis, precisamente con el verano encima y después de unos años tumultuosos, con el Desastre de Annual en 1921 y las comisiones de investigación posteriores sobre lo sucedido, incluyendo las acusaciones de participación de la corona en el cúmulo de errores e imprudencias que llevaron a la muerte de 5.000 soldados. En primavera, sin embargo, la huelga de transportes había encendido la chispa de nuevo, lo que aprovechó Primo de Rivera para liderar una de las tramas en Barcelona, apoyada por patronal y ejército.

Todo lo que no salió el 23-F de 1981 y sí en 1923, el único golpe de Estado que triunfó en el siglo XX

"Es interesante comprobar los mecanismos propios de los pronunciamientos, en este caso de los golpes de Estado", explica Alejandro Quiroga, "hay un contexto de crisis muy amplio, pero cuando se da el golpe de Estado en septiembre de 1923, no es el más álgido, que había sido en el 21 o el 22. Los propios militares golpistas no estaban en ese momento preparados, así que había unas dinámicas propias dentro de lo que es dar un golpe de Estado que no necesariamente coinciden con el peor momento de crisis del país. Sin embargo, en la primavera del 23, estando Primo de capitán general de Cataluña, la huelga del transporte, que acaba con decenas de muertos y una situación de crisis brutal que deja completamente paralizada la ciudad durante meses, beneficia sus aspiraciones. A las élites catalanas les da mucho miedo la deriva que tomaba todo y le dan carta blanca como salvador de la patria ante la amenaza anarquista".

Gasear Marruecos

En realidad, Primo de Rivera tampoco era la primera opción para los conspiradores, que podía ser el general Francisco Aguilera y Egea, pero en una escena decimonónica es abofeteado y humillado en público por el político conservador José Sánchez Guerra, a cuenta del desastre de Annual, lo que se interpreta como una humillación al estamento militar en el Parlamento y su nombre deja de sonar.

placeholder El dictador Primo de Rivera despacha con el rey Alfonso XIII.
El dictador Primo de Rivera despacha con el rey Alfonso XIII.

La crisis de Barcelona hace pensar, en cambio, a Primo de Rivera que se puede erigir como el salvador de la patria —y tendrá que ser con el rey— y así se llega repentinamente al escenario de verano con la propuesta de Martínez Anido de gasear nada menos que a los rifeños. Una oportunidad para el marqués de la Ensenada que aprovecha, como a lo largo de su carrera política, jugando a dos bandas. La noche en el casino despeja dudas tal y como explica Alejandro Quiroga:

"Convence a los africanistas, cuando, en medio del debate de bombardear a la población civil y de usar armas químicas contra los rifeños, les dice que no hay ningún problema, que él está con ellos, con la propuesta de Martínez-Anido [que es la que apoya el Cuadrilátero]". En ese momento los militares conspiradores, africanistas, envalentonados por las críticas de los políticos a la gestión de la guerra del Rif en Marruecos, habían propuesto por medio de Martínez Anido el uso de armas químicas y Primo de Rivera que en principio aboga por abandonar Marruecos, se amolda.

Primo de Rivera apoyó la idea de los africanistas de usar armas químicas contra los rebeldes rifeños

"Primo va adaptando su discurso y, aunque él sigue pensando incluso más tarde que salir de África es bueno para España, que canjear Ceuta por Gibraltar es lo mejor que le puede pasar al país —que había ya expuesto en 1917 y que repite en 1921, costándole la capitanía general de Madrid—, a los africanistas les dice que no, que hay que mantener el Protectorado, que es lo que quieren oír. Luego, cuando es jefe de Gobierno, se encuentra con la crisis francesa y la operación conjunta de Alhucemas, que es irrechazable, pero de cara a esos meses se gana su confianza".

El primer populista

Para terminar de armar la conspiración faltaba el rey, que no tenía aprecio por Miguel Primo de Rivera, ni éste formaba parte de su círculo de generales, pero que dadas las circunstancias se había ganado ya el apoyo de los golpistas. Alfonso XIII, de hecho, cuando se produce el golpe, que apoya claramente, le dice a Santiago Alba —ministro de Gobernación— que lo peor de toda la historia iba a ser tener que despachar con ese pavo real. Cuando en la noche del 13 al 14 y tras una trifulca en Barcelona a cuenta de la celebración de la Diada, Miguel Primo de Rivera entiende que no hay mejor momento que ese para adelantar el golpe, solo tiene de verdad como apoyo dos capitanías generales, pero de fondo ya se ha erigido como la única opción y simplemente le dejan hacer. Lo que no se conseguiría en 1936, con muchas más capitanías en el ajo ni mucho menos en el 81, se había logrado sin apenas violencia.

placeholder Miguel Primo de Rivera en San Sebastián en 1927
Miguel Primo de Rivera en San Sebastián en 1927

En el golpe de Primo de Rivera de 1923 estaba el rey detrás aunque no lo organizara, informado puntualmente por el cuadrilátero. Alfonso XII consintió inmediatamente con el giro autoritario y el fin del régimen de la Restauración. Primo de Rivera, que no era africanista y eso a pesar de haber perdido a su hermano Fernando, el jefe del heroico regimiento de caballería Alcántara, en el terrible asedio de Monte Arruit tras el desastre de Annual había logrado situarse al frente del gobierno por una situación que se había empezado a desmadrar a partir de los sucesos del Rif que amenazaron al rey y que acabaron estallando sin embargo en un momento de crisis menor: se había acariciado tanto que al final una conjunción menor dio al traste con el régimen parlamentario sin mucha dificultad.

Con Alfonso XIII temporalmente a salvo de las comisiones de investigación que pedían su cabeza, Primo de Rivera impuso un régimen claramente nacionalista a través de Unión Monárquica Nacional y, como apunta Quiroga, con un especial énfasis en el populismo moderno que se empezaba a configurar: el uso de los medios de comunicación de masas, la concesión al emergente movimiento obrero con la única inclusión de la UGT de Largo Caballero como agente político y en teoría para desactivarlo al acercarlo al poder en vez de arrojarlo a la clandestinidad. Impone un discurso claramente populista de salvador de la patria frente a las élites liberales y de alguna forma pavimenta el camino a los otros generales africanistas para que años más tarde y tras la Segunda República puedan consumar el golpe.

Primo de Rivera impone un discurso claramente populista de salvador de la patria frente a las élites liberales

Para Quiroga, el directorio militar de Primo de Rivera resulta clave en la Historia de España y ha estado un tanto olvidado por la historiografía porque, además de que moderniza al país con la creación de infraestructuras, tales como ferroviarias, telefónicas, eléctricas, etc., tiene un proyecto de escuelas y de nacionalización además de encomendar a los militares responsabilidades políticas que serán uno de los puntales para que cuando llegue la Segunda República estos piensen que pueden hacerse de nuevo con el gobierno. La crisis del 29 y el despilfarro del caudal político con el que llega, porque acaba quemando todos sus apoyos, incluyendo al propio rey, acaban con su gobierno y, en realidad, deja tocado de muerte al rey que no podrá levantarlo ya nunca con los sucesivos cambios: Berenguer, Aznar, no con la reforma para volver a la constitución, ya que el movimiento republicano apoyado incluso por algunos conservadores y con la pasividad del ejército firman su sentencia.

El aburrimiento propio del mes de agosto en Madrid no alcanzó a las altas esferas del ejército, que llevaban conspirando meses en varias direcciones distintas, al menos con dos claras tramas, para poner fin al gobierno liberal de Manuel García Prieto, suspender la constitución y salvar al rey Alfonso XIII. Ambas acabarían por confluir en una noche crucial de principios de mes en el Casino Militar de Madrid, en sus inconfundibles salones de club inglés, con sofás tipo chester, cuero, madera y grandes tapices, donde muchos años más tarde se escucharían de nuevo los ruidos de sables el 23-F de 1981 con otro rey en la picota, Juan Carlos I.

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