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'Flor de leyendas': ahora puedes leerle a tu hijo el libro de cuentos que te leía tu abuelo
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'Flor de leyendas': ahora puedes leerle a tu hijo el libro de cuentos que te leía tu abuelo

El editor de Ediciones Modernas El Embudo relata en primera persona cómo se decidieron a publicar una nueva edición de uno de los grandes clásicos de la literatura infantil de todos los tiempos

Foto: Ilustración de 'Flor de leyendas'
Ilustración de 'Flor de leyendas'

Tendría unos nueve años cuando mi abuelo me leía 'Flor de leyendas' frente al mar Caribe. Lo hacía a finales de la tarde, antes de que se pusiera el sol y llegaran los mosquitos. De sus labios oía hablar de tierras que eran muy lejanas para un niño venezolano, como el bosque sagrado a los pies del monte Himavat, las crestas heladas de los Alpes "donde viven los hombres libres de Suiza" o la colina sobre la que se halla Zaragoza, sometida al rey moro Marsil. Recuerdo la inquietud que entonces me produjo 'La muerte del niño Muni' y escuchar por primera vez hablar del destino y del karma; el asco que sentí cuando el rey Marco entregó a la bella Iseo a los leprosos y la primera impresión que me causaron Aquiles y Héctor. Juzgué a Aquiles como un niño mimado, malcriado y tramposo y, en cambio, reconocí en Héctor la nobleza y valentía de las que, a mi juicio, carecía el primero. En esas vacaciones el héroe troyano fue, junto a Guillermo Tell, el gran protagonista de mis juegos infantiles entre cactus, lagartijas, limoneros y flores de cayena.

No conservo ese ejemplar de 'Flor de leyendas'. De hecho, después de aquel mes de julio no volví a verlo. Y, hasta hace pocos años, este libro y los recuerdos a él asociados permanecieron en el olvido. Fue mientras leía 'Diario de un maestro exiliado' de Herminio Almendros (Pre-Textos) que tuve noticias de la faceta de Alejandro Casona como maestro, inspector de enseñanza primaria y director del Teatro del Pueblo de las Misiones Pedagógicas. Solo entonces tomé consciencia de que esas leyendas que mi abuelo me leyó en la casa de playa de las Tunitas eran obra del autor de 'Prohibido suicidarse en primavera' y 'Los árboles mueren de pie'.

placeholder 'Flor de leyendas' (Ediciones Modernas El Embudo)
'Flor de leyendas' (Ediciones Modernas El Embudo)

No fue difícil ni costoso hacerme con una primera edición de 'Flor de leyendas'. Y mi sorpresa fue mayúscula con lo que experimenté cuando, tantos años después, tuve el libro entre mis manos: antes de pasar una página me venía a la memoria la imagen de la ilustración que a continuación aparecía frente a mis ojos. A pesar del tiempo transcurrido, recordaba las ilustraciones de Rivero Gil con la precisión y emoción de la mirada infantil.

¿Recuperamos a Casona?

El proyecto de publicar en Ediciones Modernas El Embudo una edición de 'Flor de leyendas' que rescatara las ilustraciones originales no se consolidó hasta hace menos de un año. Somos una editorial minúscula, que apenas publica dos o tres libros al año y siempre de producción propia. Este sería nuestro décimo título, primera recuperación que haríamos y el único Premio Nacional de Literatura (obtenido en 1932) que seguramente incluiremos en nuestro catálogo.

Asumir un nuevo título siempre implica para nosotros un riesgo económico. Nuestro sello nació pocos meses antes del confinamiento y la idea de publicar una obra para niños que tiene más de noventa años, 264 páginas, en tiempos de escasez de papel, aumento de los costos de impresión y recesión económica era algo que teníamos que valorar con cuidado. Y, al margen de estas preocupaciones pecunarias, ¿realmente vale la pena recuperar este libro en una edición infantil?, ¿habrá envejecido el texto?, ¿supondrá un nivel de dificultad excesivo para nuestros lectores?, ¿tiene sentido darles a leer relatos tan lejanos a los chavales de hoy? Ante estos interrogantes, volví una vez más a la lectura de Flor de leyendas.

¿Tiene sentido darles a leer relatos tan lejanos a los chavales de hoy?

'El anillo de Sakúndala', 'Nala y Damayanti' y 'Tristán e Iseo' son tres hermosísimas historias de amor, capaces de trascender la distancias temporales y culturales y cautivar por igual a niños y adultos. 'La historia del pájaro que habla, el árbol que canta y el agua de oro' de 'Las mil y una noches', 'Lohengrin' y 'El cantar de Roldán' son narraciones emocionantes, que se recrean en la aventura y el heroísmo y nos sumergen en un imaginario épico donde la valentía, la lealtad, la justicia y la libertad constituyen valores que rigen la vida de sus protagonistas. 'La muerte del niño Muni', 'Héctor y Aquiles', 'Villancico y pasión' y 'La leyenda de Balder', nos confrontan con la complejidad de justicia y la irreversibilidad de la muerte desde marcos culturales muy distintos, propiciando preguntas y reflexiones que merecen ser compartidas entre niños y adultos.

Ciertamente el contenido de esta selección es tan variado como rico. Alejandro Casona consigue, leyenda tras leyenda, captar la voz narrativa del aeda, juglar o trovador correspondiente a cada historia. Su profundo conocimiento literario del 'Mahabaratha', el 'Ramayana', 'Los nibelungos', 'El poema de mio Cid'… le permiten sintetizar la historia, recrear diálogos, incorporar descripciones o epítetos sin perder nunca la fluidez y manteniendo en todo momento el difícil equilibrio entre ser fiel al original y accesible al lector actual. Además, en esta obra temprana se advierten ya sus grandes dotes como dramaturgo en una prosa que destaca por su sonoridad, cadencia y que invita a la lectura en voz alta.

Muy bien, desde el punto de vista literario merece la pena. Pero, pronto nos asaltaron nuevas preguntas: ¿de verdad tiene sentido publicar libros de leyendas para niños hoy en día?, ¿es oportuno?

Amor, valor, honra, envidia, sacrificio, destino, traición, lucha, dioses… son categorías inherentes a las catorce leyendas incluidas en este volumen. Es posible que en estos tiempos de tanta corrección política, hipersensibilidad y crispación, muchos adultos prefieran proteger a sus niños de este 'tóxico' pasado. Sin embargo, pienso que al privar a los chavales de este universo simbólico, de este legado cultural, de este imaginario colectivo… más que resguardarlos de malas influencias heteropatriarcales y premodernas, lo que se está cercenando son sus raíces culturales y la posibilidad de que sean los propios niños, por ellos mismos, quienes disciernen entre lo bueno y lo malo, la fantasía y la realidad y den sus primeros pasos fuera del entorno familiar y conocido.

Estoy convencido de que hay una edad para escuchar, leer, disfrutar y 'creerse' aquello que se cuenta en estas (y otras) leyendas. En ese momento de la vida del niño cobran todo su sentido y cumplen una función psíquica y formativa. El problema está justamente cuando, por una razón u otra, esta etapa no se vive o no se supera. En este sentido, a pesar de la abundante oferta, hay pocos repertorios infantiles de leyendas que tengan la calidad y sensibilidad de 'Flor de leyendas'. Y aquí encontramos otra razón de peso para recuperarlo.

Hay un último motivo por el que sacamos este proyecto adelante y, en buena medida, se relaciona con la experiencia autobiográfica con la que comencé este texto. En Ediciones Modernas El Embudo abogamos por la importancia de que la lectura sea un acto compartido. No creemos en los milagros ni las fórmulas mágicas cuando se trata del desarrollo infantil del gusto por la lectura. Como toda pasión, la lectura es una afición que se cultiva, que requiere esfuerzo y, a cambio, puede resultar muy placentera. Es verdad que muchos niños lo consiguen solos. Pero también es cierto que, a través de la lectura en voz alta, niños y adultos participamos juntos de un espacio en el que no solo los chavales se desarrollan intelectualmente, sino que además se afianzan vínculos afectivos y se propician conversaciones y reflexiones que, de no producirse alrededor del libro, en nuestra agitada vida diaria muy probablemente no tendrían lugar.Nos apropiamos del libro

Una vez que decidimos apostar por publicar 'Flor de leyendas' vino el trabajo propiamente editorial. Dar con los herederos de Alejandro Casona y Francisco Rivero Gil y llegar a un acuerdo económico fue más fácil de lo que esperábamos. En cambio, escanear las imágenes, retocarlas y ampliarlas supuso algo más de tiempo y dedicación del que habíamos contemplado inicialmente. A mi socia, la ilustradora Elena Odriozola, le producía verdaderos dilemas éticos restaurar, por ejemplo, la nariz de alguna protagonista. Por si esto no fuera suficiente, Elena además se enfrentó al reto de ilustrar tres leyendas y la contraportada del libro a la manera de Rivero Gil, pues cuando cotejamos distintas ediciones descubrimos que conforme pasaron los años, Alejandro Casona incorporó tres nuevas leyendas que no llegaros a ser ilustradas por Rivero Gil.

Dar con el diseño final del libro también llevó mucho tiempo y trabajo. Sabíamos que en vez de reproducir tal cual las pequeñas ilustraciones maquetadas dentro de la caja de texto de la edición original de Espasa Calpe, las queríamos a página completa para así destacar la fuerza expresiva de Rivero Gil. Optamos por márgenes generosos, un tamaño de letra un poco más grande del habitual. En un principio, apostamos por el bitono, marrón y verde, para enfatizar la distinción entre el texto y la ilustración, pero más adelante decidimos también emplear la segunda tinta para distinguir los diálogos. Elena compuso una tipografía original para los títulos y a esta la acompañó primero una flor y, después, un pajarito para caracterizar cada leyenda. Plantas y aves también anidaron en las guardas y en el índice. Todos estos detalles fueron pensados no solo para hacer más atractivo al libro, sino, sobre todo, para facilitar la lectura en voz alta.

Cuando ya casi teníamos terminada la maqueta, nos dio por investigar en la Biblioteca Nacional cuáles podrían haber sido las fuentes bibliográficas de las que se valió Alejandro Casona para escribir estas leyendas. En la búsqueda dimos inesperadamente con el pliego La muerte del niño Muni. Lectura dialogada. Adaptación de El Ramayana de Valmiki. No llevaba firma y solo indicaba que había sido publicado en Madrid por Gráficas Ibarra en 1961. Al cotejar el texto era evidente que había sido escrito por el propio Casona quien, muy probablemente, no lo firmó por ser un autor represaliado por el franquismo.

Después de conseguir los permisos pertinentes y su escaneo en alta resolución, decidimos incorporarlo de forma facsimilar en nuestra edición. Junto al pliego incluimos lo que consideramos que es nuestro mayor aporte: las ocho viñetas ilustradas que invitan al lector infantil a apropiarse de estas leyendas, convirtiéndolas en teatrillos, recitales o pinturas murales. Haciendo así suyas, leyendas que vienen de tiempos y tierras lejanas y que confiamos que, de un modo u otro, sigan pasando de generación en generación.

Tendría unos nueve años cuando mi abuelo me leía 'Flor de leyendas' frente al mar Caribe. Lo hacía a finales de la tarde, antes de que se pusiera el sol y llegaran los mosquitos. De sus labios oía hablar de tierras que eran muy lejanas para un niño venezolano, como el bosque sagrado a los pies del monte Himavat, las crestas heladas de los Alpes "donde viven los hombres libres de Suiza" o la colina sobre la que se halla Zaragoza, sometida al rey moro Marsil. Recuerdo la inquietud que entonces me produjo 'La muerte del niño Muni' y escuchar por primera vez hablar del destino y del karma; el asco que sentí cuando el rey Marco entregó a la bella Iseo a los leprosos y la primera impresión que me causaron Aquiles y Héctor. Juzgué a Aquiles como un niño mimado, malcriado y tramposo y, en cambio, reconocí en Héctor la nobleza y valentía de las que, a mi juicio, carecía el primero. En esas vacaciones el héroe troyano fue, junto a Guillermo Tell, el gran protagonista de mis juegos infantiles entre cactus, lagartijas, limoneros y flores de cayena.