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'Las últimas horas de Mario Biondo': ¿qué sabe tu madre de ti?
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'Las últimas horas de Mario Biondo': ¿qué sabe tu madre de ti?

La serie sobre el caso Biondo resulta fascinante por el empeño de una madre en que la realidad obedezca a sus emociones

Foto: Raquel Sánchez Silva junto a la madre de Mario Biondo en el entierro de este en Palermo. (Gtres)
Raquel Sánchez Silva junto a la madre de Mario Biondo en el entierro de este en Palermo. (Gtres)

Me vi en verano Las últimas horas de Mario Biondo (Netflix), con la ventaja añadida de no conocer ni por las puntas los pormenores del caso. La prensa y la tele rosas dieron mucho recorrido a este suceso, que implicaba a la presentadora de televisión Raquel Sánchez Silva. Recuerdo portadas en el quiosco y debates en las teles de los bares. Nunca fui más allá de esas portadas ni de esos televisores. Me ha pasado lo mismo ahora con lo del destazamiento en Tailandia. Cuando una noticia dura más de dos telediarios, suele ser porque el negocio ya no está en la información, sino en el embrutecimiento.

Quizá por eso Las últimas horas de Mario Biondo me ha interesado mucho: todo era nuevo. En 2013, el cámara Mario Biondo aparece ahorcado en su casa de Madrid. Su esposa, Raquel, está de viaje. La muerte de Biondo es catalogada como suicidio accidental, pues se debió a la búsqueda extrema de placer solitario. La familia Biondo duda de este cierre del caso. La duda se acrecienta cuando Raquel publica en sus redes sociales fotos felices con sus amigos en la playa. ¿Cómo una viuda puede estar tan contenta pocos días después de enviudar? Habrá sido ella, piensa la familia.

placeholder Raquel Sánchez Silva y Mario Biondo, durante su boda. (EFE/Claudio Onorati)
Raquel Sánchez Silva y Mario Biondo, durante su boda. (EFE/Claudio Onorati)

Todo el culebrón que vino luego, y toda la serie, parten exactamente de ahí: de una madre que necesita otra verdad.

Es la madre italiana la que se empeña en encontrar un asesino, un decoro, un final mejor para su hijo. Morir por prácticas de masturbación de riesgo no es lo que quiere ninguna madre para sus hijos.

Morir por prácticas de masturbación de riesgo no es lo que quiere ninguna madre para sus hijos

Para encontrar esta verdad, la familia Biondo hace lo que haría cualquiera familia iluminada: ir a la televisión. De pronto, buscar la verdad y vender intimidad y escándalo se alían y confunden, como si cuanta más audiencia dieras a un canal de televisión italiano más posibilidades hubiera de que en un piso en Madrid apareciera un arma humeante, con huellas muy claras en las cachas.

La madre, en fin, sabe mejor que nadie lo que le pasó a su hijo porque ella lo trajo al mundo, y a partir de ahí todos los hechos son irrelevantes, capciosos, falsos o de otro hijo.

Minuto a minuto

En el primer capítulo de la serie, se siguen los pasos de Mario Biondo durante sus últimas hora de vida. Esto es escalofriante. Cómo, si fuera necesario, todo lo que ha hecho hoy alguien puede certificarse mañana a través de la tecnología: los pagos con tarjeta nos dicen dónde estuviste, el historial de búsquedas de Google, en qué pensabas solo en tu casa; las cámaras de un bar de alterne, de qué hora a qué hora tomaste ese número exacto de copas que un ticket aún conservado delata. Sobran datos, hechos, certezas. Pero más datos, contrariamente a lo que podría pensarse, no suponen más verdad, sino más interpretaciones.

Foto: Una imagen del documental 'Las últimas horas de Mario Biondo'. (Netflix)

Cuanto más se sabe, más puede jugarse con lo sucedido. La familia necesita esos datos no para estar segura de lo que pasó, sino para poder dudar de lo que pasó. Así, dudan de que su hijo utilizara esa tarjeta, niegan que consumiera cocaína. Alguien utilizó su tarjeta y le puso la droga en las fosas nasales. Él no consumía; la madre, desde Italia, lo sabe infaliblemente. Y dice más: ¿cómo va ir mi hijo con prostitutas si es muy guapo?

placeholder Los padres de Mario Biondo, en una imagen de archivo. (Gtres)
Los padres de Mario Biondo, en una imagen de archivo. (Gtres)

Diez años después, en Netflix, lloran como por primera vez. Esto es también impresionante, cómo todos sabemos que, si hemos vivido una desgracia y Netflix hace una serie, llorar para Netflix es llorar de verdad, el momento sagrado de nuestra pena. Da igual que hayan pasado años, décadas, que uno lo haya asumido; si se hace una serie, hay que recalentar el dolor, llorar más, entender que la hora del registro (la serie) es mucho más importante que la hora puntual del duelo. Cuando toca llorar es cuando ese llanto va a quedar para siempre. Es un dolor auténticamente actuado.

La familia Biondo no cesa en su empeño por conocer la verdad, verdad que ha sido decidida lo primero de todo, antes de buscarla

La familia Biondo no cesa en su empeño por conocer la verdad, verdad que precisamente ha sido decidida lo primero de todo, antes de buscarla. Contratan detectives, peritos, extraños americanos que les ofrecen teorías nuevas para su fabulación familiar. No se busca al culpable del asesinato, sino el asesinato mismo. Faltan archivos en el ordenador del hijo, había un folio debajo del teclado que ya no está… Todo es una prueba de algo (de la vida); pero la vida se ha vuelto testimonial, nos quiere decir algo, nos quiere dar la razón. Sólo hay que encontrar al tipo que sabe cómo la vida te acaba dando la razón. Un estafador.

Las últimas horas de Mario Biondo hoza sin duda en el morbo, la intimidad ajena y la desesperación de una familia, pero su valor no reside en contar un suceso, sino en radiografiar la tenacidad con la que podemos llegar a negarlo.

Me vi en verano Las últimas horas de Mario Biondo (Netflix), con la ventaja añadida de no conocer ni por las puntas los pormenores del caso. La prensa y la tele rosas dieron mucho recorrido a este suceso, que implicaba a la presentadora de televisión Raquel Sánchez Silva. Recuerdo portadas en el quiosco y debates en las teles de los bares. Nunca fui más allá de esas portadas ni de esos televisores. Me ha pasado lo mismo ahora con lo del destazamiento en Tailandia. Cuando una noticia dura más de dos telediarios, suele ser porque el negocio ya no está en la información, sino en el embrutecimiento.

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