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El cómic que te cuenta todo lo que siempre quisiste saber sobre Quentin Tarantino
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El cómic que te cuenta todo lo que siempre quisiste saber sobre Quentin Tarantino

La editorial Redbook publica la novela gráfica 'Quentin por Tarantino', del guionista e ilustrador francés Amazing Améziane, una biografía poco al uso de uno de los cineastas vivos imprescindibles para entender la cultura pop

Foto: Una viñeta de 'Quentin por Tarantino'. (Redbook Ediciones)
Una viñeta de 'Quentin por Tarantino'. (Redbook Ediciones)

Que Quentin Tarantino sea uno de los directores vivos más importantes es una anomalía. Que Quentin Tarantino sea director de cine es un milagro en una industria endogámica, nepotista y reservada para aquellos que puedan pagar las tasas demenciales de la UCLA. Un milagro que nace de la tozudez, el genio y la capacidad para pedir favores de un tipo con más determinación que vergüenza de este epítome de la cultura pop noventera, de la batidora referencial en la que nos hemos convertido. Todos. Tarantino es, probablemente, el cineasta más locuaz (verborreico) que ha pisado Hollywood, y nunca ha tenido pudor de hablar en público de sus fetichismos, de sus éxitos y sus fracasos, de su pasado. Su vida sentimental, eso sí, siempre la ha guardado en privado.

Como sus películas, el fan de Tarantino ha tenido que recomponer cronológicamente la vida del director de Pulp Fiction a través de sus entrevistas y charlas y making of y libros y del intertexto de su filmografía, pero ahora un cómic ha venido a darle esa coherencia estructural necesaria para conocer la génesis de un héroe inesperado: el guionista e ilustrador de novela gráfica francés Améziane Hammouche, autoproclamado Amazing Améziane (Améziane el Fantástico), publica Quentin por Tarantino (Redbook, 2023), una biografía en viñetas tan entretenida como precisa —aunque el autor reconoce haber ficcionado algunos de los pasajes—, que imita la esencia tarantiniana de tal manera que pareciera que Quentin Tarantino estuviese detrás del propio Améziane, como en un capítulo de Scooby-Doo cualquiera.

placeholder Portada de 'Quentin por Tarantino'. (Redbook Ediciones)
Portada de 'Quentin por Tarantino'. (Redbook Ediciones)

El Tarantino ficticio, salido de la pluma de Améziane, monologa con el lector en primera persona, lo que favorece esa intimidad que busca cualquier biografía. Améziane ha buceado en decenas de publicaciones —algunas escritas por el propio Tarantino, como, por ejemplo, la edición novelada de Once Upon a Time en Hollywood (Weindenfeld & Nicholson, 2021); otras por autores que han estudiado su trabajo, como Tom Shone con su Tarantino Rétrospective (Gründ, 2017), para entretejer la historia vital y profesional de un hijo de madre soltera —su padre, Tony Tarantino, un aspirante a actor que abandonó a su la madre de Quentin, Connie Zastoupil, cuando este siquiera había nacido— y para entender la fuente de todas esos homenajes escondidos en sus películas. Améziane, además, juega con distintas técnicas de ilustración y no escatima en humor para firmar una novela gráfica tan entretenida y lenguaraz como una película de Tarantino.

Cuenta el Tarantino ficcionado que nació "en un pueblo de palurdos", en Knoxville, donde los vecinos "no tocaban el banjo como en Deliverance, pero bebían como cosacos, como en Dos chalados y muchas curvas". De madre adolescente medio irlandesa y medio cherokee y padre ausente descendiente de sicilianos, Tarantino tenía todas las papeletas para haberse convertido en white trash. Pero, al contrario, ha cumplido el sueño americano que acaba en el jacuzzi de su propia mansión, comiendo caviar, viajando por el mundo y, sobre todo, transformando la industria del cine tal y como se conocía en los 90: ¿puede ser su Palma de Oro —la ganó en 1994 con Pulp Fiction la más popular entre el público joven? Cuenta la leyenda —y este cómic— que fue un artículo de la crítica de cine estadounidense Pauline Kael —quien, por cierto, inspira la próxima película de Tarantino, The Movie Critic— el que descubrió al de Tennessee el cine de Godard, lo que le llevó a la siguiente epifanía: su cine debía "hacer arte noble con arte popular".

placeholder Otra ilustración de 'Quentin por Tarantino'. (Redbook Ediciones)
Otra ilustración de 'Quentin por Tarantino'. (Redbook Ediciones)

Cuando Tarantino tenía apenas dos años, su madre y él se trasladaron a un suburbio de Los Ángeles. Mientras ella sacaba los estudios de Enfermería, a Tarantino lo cuidaban las vecinas de un barrio multicultural, una herencia palpable en la admiración del director por el cine blaxploitation y sus estrellas: Pam Grier, a quien mucho más tarde dirigió en Jackie Brown, era uno de sus mitos sexuales de la adolescencia gracias a papeles como en de Cuffy, de chica dura, sexy y vengadora. De ese tipo de personajes del cine de serie B beben muchos de sus personajes femeninos, mujeres poderosas y atractivas que se vengan de hombres que las han violado o intentado asesinar. Fue el nuevo marido de su madre, Curt Zastoupil, un músico negro que tocaba por los clubes de Los Ángeles, quien le inoculó a Tarantino el gusto por la gran pantalla: lo cuenta el propio director en Meditaciones de cine (Reservoir Books, 2023), su autobiografía cinéfila, publicada en español el pasado enero. Es también esa dificultad para encajar con "la normalidad" que exige la adolescencia la que hace que un Tarantino poco amoldado a la norma se refugiase en las salas de cine.

Más allá de la anécdota archiconocida del trabajo en un videoclub —cuando cerró, Tarantino les compró los 9.000 VHS que tenían catalogados—, el camino hasta la cima fue tortuoso, pero también lleno de felices coincidencias. Quentin por Tarantino recuerda que uno de los primeros cargos que consiguió Tarantino fue el de vendedor de chucherías y bebidas en un cine porno de Los Ángeles. También cómo su primer largometraje, My Best Friend's Birthday, coescrita junto a su compañero en el videoclub Craig Hamann, y que tardaron tres años en rodar, se quemó en el laboratorio de positivado. O cómo fue Tony Scott uno de los primeros en abrirle las puertas de la industria al comprarle el guion de Amor a quemarropa. O cómo cogió un avión por primera vez en su vida para hacer un casting de actores para Reservoir Dogs y cómo fue Harvey Keitel quien sufragó todos los gastos. O cómo los actores de su ópera prima debían llevar sus propios trajes de casa y cómo Steve Buscemi apareció con pantalones vaqueros negros, en vez de pantalones de pinzas.

placeholder Leonardo DiCaprio en el 'Django' de Améziane. (Redbook Ediciones)
Leonardo DiCaprio en el 'Django' de Améziane. (Redbook Ediciones)

Con su estilo ligero y humorístico —pero a la vez bien documentado—, Améziane consigue meter al espectador en la cabeza del genio. Cuando el protagonista de Quentin por Tarantino se emociona al relatar cómo Samuel L. Jackson ha nacido para recitar sus diálogos —a Jules en Pulp Fiction iba a interpretarlo Laurence Fishburne, pero su equipo de agentes fue demasiado altivo y perdió el papel— o cómo se empeñó en que Vincent Vega fuese John Travolta, a pesar de llevar los últimos años protagonizando "películas de perros que hablan". O cómo David Carradine acabó sustituyendo en Kill Bill a Kevin Costner —que "siempre rechaza" sus propuestas— y Warren Beatty —que no quería "pasarse meses en Hong Kong ni entrenarse para las escenas de acción"— en el papel de Bill. O cómo estuvo dándole vueltas al guion de Malditos Bastardos, que entonces se llamaba Once Upon a Time in the Nazi-Occupied France, durante 10 años —estaba escrito antes de rodar Kill Bill— hasta encontrar la estructura, o cómo las malas críticas de Jackie Brown y de Four Rooms le hicieron pasar un bache en su carrera.

El cómic llega incluso a adentrarse en la vida personal del Tarantino de los últimos años, el que ha formado una familia con Daniella Pick, con quien se casó en 2018 y con quien ha tenido dos hijos. El eterno adolescente, el Tarantino indomable, el friki de videoclub, casado y padre ahora a los 60. "Volví a ver una entrevista de hacía tiempo donde por una vez hablaba de mi intimidad y dije: 'Todo el mundo se ha ido, salvo a quienes pago'. Y no quiero esto nunca más", escribe Améziane en la voz de Tarantino. Desde 2021, el cineasta reside con su familia en Tel Aviv mientras prepara su décima película, The Movie Critic, de la que dice que será su último largometraje. Y, como queda claro en Quentin por Tarantino, es un hombre absolutamente fiel a su palabra.

Que Quentin Tarantino sea uno de los directores vivos más importantes es una anomalía. Que Quentin Tarantino sea director de cine es un milagro en una industria endogámica, nepotista y reservada para aquellos que puedan pagar las tasas demenciales de la UCLA. Un milagro que nace de la tozudez, el genio y la capacidad para pedir favores de un tipo con más determinación que vergüenza de este epítome de la cultura pop noventera, de la batidora referencial en la que nos hemos convertido. Todos. Tarantino es, probablemente, el cineasta más locuaz (verborreico) que ha pisado Hollywood, y nunca ha tenido pudor de hablar en público de sus fetichismos, de sus éxitos y sus fracasos, de su pasado. Su vida sentimental, eso sí, siempre la ha guardado en privado.

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