2022 fue un año de mierda para Pablo Casado, pero peor le fue a Vicky White

Si por cada predicción fallida que hiciera un experto en 2023, me bebiera un chupito de mezcal, la industria de los trasplantes de hígados colapsaría por mi culpa. En efecto, si ya era difícil atinar algo antes, en la década del covid y la guerra de Ucrania se ha puesto directamente imposible.

Corren tiempos inestables y a cualquiera le puede pasar un tren por encima sin comerlo ni beberlo. Pablo Casado comenzó el año como el hombre fuerte del PP y acabó el año como el hombre del que no se acuerda ni dios. Se sabía que el liderazgo de Casado era frágil, que Isabel Díaz Ayuso era la novia de España en la prensa castiza, y que había fuertes tensiones internas, pero nadie fue capaz de predecir que Casado sería purgado en un golpe palaciego relámpago. Aunque Casado se veía en Moncloa y acabó en el INEM, cuando el 31 de diciembre eche la vista atrás, bien podría pensar: vale, mi año ha sido una completa mierda, pero peor le fue a Vicky White...

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Mira que han pasado cosas locas e imprevistas en 2022, mira que ni Nostradamus de peyote hubiera vaticinado que un cómico ucraniano (Zelenski) se convertiría en el nuevo Churchill o que la nueva primera ministra británica (Truss) duraría ¡un mes! en el cargo tras reventar los mercados con un hachazo fiscal promercados, pero nada se puede comparar al inverosímil vuelco que dio la vida de Vicky White el 29 de abril de 2022.

Ni sus familiares, ni sus compañeros de trabajo, ni nadie que la conociera podía imaginarse que White, agente penitenciaria en una cárcel de Alabama, de 56 años, conocida por su sobriedad laboral, su rectitud personal y su respeto a la ley, iba a protagonizar la mayor huida hacia adelante del año.

Ese día, White se convirtió (que sepamos) en la primera funcionaria de prisiones de la historia en fugarse de una cárcel, lo que ya es raro de por sí, solo que encima lo hizo junto a un preso peligroso, Casey W., de 38 años, que cumplía condena por asesinato. La extraña pareja se dio a la fuga. La ley les describió como "armados y peligrosos" y ofreció recompensa.

Tras 11 días de persecución por carreteras polvorientas y moteles decadentes de América, en escenas vistas antes en Bonnie & Clyde y Malas tierras, la pareja se vio acorralada por la policía y Vicky White... parece que se pegó un tiro. Unos segundos de recogimiento y seguimos...

Tras el fatal desenlace, supimos que la agente y el preso iniciaron una relación sentimental secreta en la cárcel. Vicky White malvendió precipitadamente sus tierras (valoradas en 235.000 dólares, las vendió por 95.000), compró armas, víveres y municiones, se enfrentó a las fuerzas del orden y acabó bajo tierra... convirtiendo el año de mierda de Pablo Casado en un mero traspiés sin importancia.

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Vicky White era viuda y no tenía hijos, había ganado cuatro veces el título de empleado del año en la cárcel y se iba a jubilar justo el día que se dio a la fuga. Vicky White cambió la burocracia vital por el amor a quemarropa y perdió.

Sombreros fuera para Vicky White y un consejo para Pablo Casado (date con un canto en los dientes) y el resto de españoles: uno nunca sabe cuándo el suelo se moverá bajo sus pies o cuándo le entrarán ganas de echarse al monte.

Hasta aquí el año 2022. Déjense llevar en 2023. A vivir que son dos días.