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¿Quién es Ramón Paso? El hombre que esta noche llenará varios teatros a la vez
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¿Quién es Ramón Paso? El hombre que esta noche llenará varios teatros a la vez

Su abuelo fue Alfonso Paso y su bisabuelo Jardiel Poncela y ahora él es quien hace reír al público con comedias de enredo, divertidas y entretenidas que no huelen a cerrado

Foto: El dramaturgo Ramón Paso en el Teatro Lara, uno de los escenarios de sus éxitos. (Lucía Romero)
El dramaturgo Ramón Paso en el Teatro Lara, uno de los escenarios de sus éxitos. (Lucía Romero)

Su bisabuelo fue Enrique Jardiel Poncela, su abuelo Alfonso Paso y su madre, la actriz Paloma Paso Jardiel. Con esta cadena de ADN, a Ramón Paso (Madrid, 1976) le quedaban pocas posibilidades para escapar de su destino, que diría un determinista. Fue un niño de camerinos y, pese a que su madre no quería, acabó donde solo podía acabar: como dramaturgo y director llenando varias salas madrileñas a la vez con comedias de enredo, divertidas y entretenidas que encantan al público. Como ya hicieron su abuelo y bisabuelo hace más de cincuenta años.

"Me sorprende muchísimo porque en esta profesión lo normal es morirse de hambre. Tener la suerte de que el público va a ver lo que escribo y dirijo, se ríen y se lo pasan bien en un país en el que la cultura no importa nada… me hace sentir muy bien. De escritura teatral vivimos quince personas como mucho en Madrid. Yo tengo la suerte de que conecto con el público y tengo mi compañía [Paso Azorín] con Ana Azorín e Inés Kerzan. Cuando los empresarios no encuentran un hueco para mí me lo genero, no hay más. Es muy importante la autogestión del trabajo en el creador porque estar en manos de empresarios al final es estar en manos de explotadores, con gloriosas excepciones", comenta a El Confidencial por teléfono.

"Me sorprende muchísimo [el éxito] porque en esta profesión lo normal es morirse de hambre"

Lo hace un día después del estreno de su último éxito, 'El secreto', que se puede ver en el Teatro Lara hasta el 17 de septiembre. En el día grande estaba hasta la bandera y con un público que no dejó de reírse con los giros de guion —los actores estuvieron realmente estupendos— y que aplaudió a rabiar al caer el telón. No es la única obra que tiene en los escenarios: en el Quique San Francisco dirige 'Blablacoche', de Eduardo Galán y en el Gran Vía estrena este martes 'Bitchcoin', escrita por él y dirigida por José Masegosa. A finales de julio estrenará en el Lara 'El abanico de Lady Windermer', de Oscar Wilde. Y en los últimos meses ha llenado con obras como 'Filomena', 'El móvil', 'El mensaje' y 'Sigue la liebre blanca'. Esta última, además, con un cambio de tercio pues aborda con un tono más dramático la relación entre una mujer adulta y una niña y una posible historia de abusos sexuales. Esta obra ha sido una de las preferidas por la crítica en esta temporada según la revista especializada 'Godot'. Paso es el verdadero fenómeno soterrado del teatro actual.

Reivindicación de la comedia

Pese a estas incursiones en el drama si hay algo que este dramaturgo reivindique por encima de todas las cosas es la comedia. Pero esa en la que brota la carcajada potente, no la media sonrisa burguesa. "Es que este es un país donde el sentido del humor está muy marcado, pero tendemos a despreciar la comedia. Aquí los grandes premios van a dramas. Cualquier drama de tercera b funciona en crítica mejor que una comedia excelente. En mi compañía hay dos líneas: propuestas esencialmente feministas siempre y comedia. Y, además, hacer reír es muy difícil", reflexiona Paso.

placeholder El dramaturgo y director teatral Ramón Paso (Lucía Romero)
El dramaturgo y director teatral Ramón Paso (Lucía Romero)

La dificultad también estriba en encontrar el tono cómico. ¿Cómo evitar la matrimoniada en una comedia de enredo de parejas en 2022? ¿Cómo evitar el chiste fácil? Alerta prejuiciosos: Paso consigue caminar bien por esa cuerda floja. "Creo que no hay chistes fáciles, hay chistes elegantes y vulgares. Yo siempre intento no hacer cosas vulgares. Soy palabrotero, no soy pacato, hablo mucho de sexo, religión, política, hablo en términos agresivos incluso, pero siempre intento que el nivel no baje. Eso se hace partiendo de la base de que el público es inteligente y entiende, no todo es caca culo pedo pis", comenta. Además, resalta que hay una fiscalización mayor para la comedia en estas cosas que para el drama. "La gente que se dedica al drama tiende a pensar que la comedia es la tarta en la cara, pero no, eso es el equivalente en drama al niño con cáncer. Porque claro, quién es tan hijo de puta para que no le dé pena un niño con cáncer, y quién es tan serio para que cuando alguien se lleva un tartazo no se ría. Se trata de elevar el listón, nada más".

"Este es un país donde el sentido del humor está muy marcado, pero tendemos a despreciar la comedia. Aquí los grandes premios van a dramas"

En este asunto también señala a los teatros públicos, sobre todo al Centro Dramático Nacional y al Español, el primero de titularidad estatal y el otro municipal. Los últimos estrenos de Paso han sido todos en salas privadas. "Es que hay cosas muy buenas en los teatros públicos, pero no saben reírse. Y además en este país, si tienes un par de éxitos en la privada no quieren saber de ti en los teatros públicos y si tienes un par de éxitos en los públicos, los privados creen que vas a ser un aburrido y no te quieren recibir", analiza.

Cuenta que a él le ocurrió con 'Sigue la liebre blanca', que para más inri era un drama. "El CDN no me dio cancha y me la acabó dando el Lara", confiesa. También relata la historia de otro montaje, 'Jhonny Chico', de Víctor Palmero, un retrato sobre la homosexualidad, la violencia y la homofobia. "Fue rechazada en el Español y en el CDN porque Víctor viene de la tele y de hacer comedia. Ahí hay un problema. Lo normal sería que pudieras estrenar en el CDN y en el Maravillas. Pero les cuesta. Y cuando el CDN te pone pegas pues te vas donde te tratan con cariño", resume. ¿Un ejemplo que ha roto esta regla tácita? 'La ternura', de Alfredo Sanzol, que hoy, paradójicamente, es el director del CDN. "Empezó en La Abadía [titularidad público-privada] y luego viajó al Infanta Isabel [sala privada]. Eso es un éxito clarísimo", sostiene.

Jardiel y Paso

No se puede negar de dónde bebe Paso. Su comedia entronca directamente con la de sus familiares, que fueron dos dramaturgos muy exitosos, y a la vez muy distintos y con una reivindicación hoy en día también muy diferente. Jardiel Poncela estrenó en la II República —'Usted tiene ojos de mujer fatal' y 'Cuatro corazones con freno y marcha atrás', entre las más conocidas— y en la primera década del franquismo —'Eloísa está debajo del almendro', 'Los ladrones somos gente honrada' y 'Madre (el drama padre)', entre otras. Murió en 1952, a los cincuenta años, de cáncer y, aunque en vida recibió el aplauso del público, no gustaba tanto a la dictadura, que le llegó a prohibir sus novelas (por suerte, no el teatro). Fue muy recuperado en los ochenta y, aunque sus montajes ahora no suben tanto a las tablas, sí está más presente su narrativa, que está siendo reeditada por Blackie Books.

placeholder El dramaturgo Enrique Jardiel Poncela. (Cedida)
El dramaturgo Enrique Jardiel Poncela. (Cedida)

Por su parte, Alfonso Paso fue uno de los autores más representados en los cincuenta y los sesenta. Llenaba varios teatros todos los días con obras como 'Las que tienen que servir' —que José María Forqué convirtió en película— 'Los Palomos' —también llevada al cine por Fernando Fernán Gómez— o 'Cómo está el servicio' —también llegó a los cines dirigida por Mariano Ozores—. Eran sainetes de la época que a día de hoy han quedado más anquilosados en ese contexto histórico. De alguna forma, Paso es un autor al que se relaciona más con el Régimen franquista que Jardiel y hoy su obra está mucho más polvorienta.

"Es verdad", concede su nieto y bisnieto, que recuerda que Paso empezó con obras de denuncia social como 'Los pobrecitos' y de humor macabro como 'Usted puede ser un asesino', pero que después encontró una fórmula que le permitió vivir bien y ahí se quedó. "Jardiel no. Era mucho más artista y renovador del humor. Además quería que la gente se riese y se riese como no se habían reído nunca. Luego aparece Mihura que le copia mucho o bebe de él. Pero es verdad que cambian el humor, lo mueven de lado. Por eso yo a Jardiel lo reivindico mucho pero no porque sea familia ya que es un bisabuelo que no conocí. Para mí está a la altura de Oscar Wilde. Dos señores brillantes a los que su tiempo trató muy mal", apostilla.

placeholder Alfonso Paso, el autor más representado durante el franquismo. (Cedida)
Alfonso Paso, el autor más representado durante el franquismo. (Cedida)

No obstante, el dramaturgo también quiere romper una lanza por su abuelo, que, al fin y al cabo, consiguió meter a millones de personas en las salas de teatro y eso no es fácil para nadie. "Le pasó lo peor que te puede pasar en España y es que tuvo mucho éxito. Si te lees 'Los pobrecitos' o 'Catalina no es formal', ves una ideología muy progresista. Claro, luego hizo otras donde lo que se ve es comedieta barata y misógina a veces. Pero hay que tener cuidado porque los momentos históricos te pueden convertir en un hijo de puta sin que te des cuenta y hay que preguntarse si uno se puede escapar del momento que le toca vivir", manifiesta.

La tele, mejor lejos

Antes de conseguir el éxito en el teatro, Ramón Paso fue guionista de televisión durante doce años. Había que ganarse el pan, pero hoy lo recuerda como su paso por galeras y un sitio al que no desea volver por muy mal que le vayan las cosas. Sobre todo, dice, porque todo ha ido a peor. "En 2012 tuve mi última reunión en televisión. Se me hizo un encargo para una serie que llegase a una audiencia muy amplia con temas blancos, de moda, para toda la familia, especial, pero moderna. Y ahí fue cuando me levanté y me fui y me puse a hacer teatro. Hace dos semanas tuve una reunión para un producto de televisión que parecía muy seductor y me encontré con la misma reunión que en 2012", relata.

"Los productores de tele solo buscan complacer. Si la moda es ser feminista, de puta madre, si la moda es ser fascista, también de puta madre"

El problema de la televisión, según él, es que "los productores solo buscan complacer, no quieren sorprender al público. Si la moda es ser feminista, de puta madre, si la moda es ser fascista, también de puta madre. Por eso son productos baratos", señala, lamentando que por aquí "no se ponga el corazón" como lo hacen en EEUU con las series. "Aquí se intenta satisfacer a un público al que no entienden, porque nadie entiende al público. Tú tienes que hacer lo que te sale del corazón y rezar para que al público le interese. Si no le interesa tienes un fracaso y si le interesa, un éxito. No hay más".

El cine actual tampoco le seduce. "El cine español siempre lo intenta pero no lo consigue. Cada equis tiempo surge una película especial. Estuvo Almodóvar, Amenábar, hay directoras ahora mismo muy interesantes, pero es como que se desgastan pronto", señala. De ahí que prefiera continuar en el teatro, que le permite montajes de primer nivel "que no son tan caros como una película de primer nivel, por lo que las posibilidades de riesgo son mayores. En 2020 nosotros metimos once actores en el Fernán Gómez y salió bien. Si hubiera salido mal nos podríamos haber arruinado, pero eso mismo en cine, ya no nos levantamos".

Menos impuestos al teatro

Pero, como el propio Paso decía, el teatro es un sector muy precario en el que son pocos los que viven plenamente de él. Más aún cuando el modelo actual consiste en una sobreproducción de obras que genera que duren muy poco en cartel para enseguida darle el espacio a otra. Y a esperar a que suene la flauta.

"Eso es muy perjudicial porque un actor tiene que pagar el alquiler todos los meses. Cuando un actor está trabajando tres meses al año, eso no da, y acaban haciendo publicidad, que siempre es mala para el alma o esos papeles ridículos en televisión de réplica al superactor. Eso es lo precario. Mucha producción que es deficiente da la sensación de que hay mucho, pero en el fondo es mentira", comenta.

placeholder 'El secreto', su última obra, que se puede ver estos días en el Lara. (LUCÍA ROMERO)
'El secreto', su última obra, que se puede ver estos días en el Lara. (LUCÍA ROMERO)

¿Qué hacer? ¿Se le ocurre alguna solución a este dramaturgo que, de momento, surfea bien las miserias de su profesión? 'A priori', ofrece dos iniciativas: fortalecer la educación "para crear una masa de público que tenga amor por la cultura y que cuando crezcan se conviertan en espectadores. Eso también es dar libertad"; y bajar la carga impositiva para las pequeñas producciones. "El mejor teatro que he visto ha sido en salas pequeñas, porque ahí se arriesga más, pero el Gobierno, comunidades y ayuntamientos deberían apoyar más estos pequeños proyectos. Por ejemplo, retirando el IVA a ese tipo de producciones o si no has recuperado, que no tengas que pagar impuestos por ese tipo de proyectos. Más que dar… se trataría de no quitar", afirma. En definitiva, el modelo instaurado en Francia desde hace décadas.

Mientras eso sucede o no, lo cierto es que Paso es ahora mismo uno de los reyes de la pista. Solo en el mes de julio tendrá cuatro obras en cartelera. Y tiene muy claro, como el resto de socias de la compañía que montaron hace casi diez años, que del escenario no le mueve nadie. “La otra opción sería volver a la tele con lo que da igual cómo estén las cosas de mal. Siempre es mejor seguir en teatro”, zanja.

Su bisabuelo fue Enrique Jardiel Poncela, su abuelo Alfonso Paso y su madre, la actriz Paloma Paso Jardiel. Con esta cadena de ADN, a Ramón Paso (Madrid, 1976) le quedaban pocas posibilidades para escapar de su destino, que diría un determinista. Fue un niño de camerinos y, pese a que su madre no quería, acabó donde solo podía acabar: como dramaturgo y director llenando varias salas madrileñas a la vez con comedias de enredo, divertidas y entretenidas que encantan al público. Como ya hicieron su abuelo y bisabuelo hace más de cincuenta años.

Teatro Fernando Fernán Gómez Gran Vía
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