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Christina Rosenvinge se viste de Safo de Lesbos y se va de rave (caliente) con las musas
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Christina Rosenvinge se viste de Safo de Lesbos y se va de rave (caliente) con las musas

La cantante da vida a la poeta griega en un espectáculo creado junto a la directora Marta Pazos y la dramaturga María Folguera y estrenado en el Teatro Romano de Mérida

Foto: 'Safo' (Jero Morales)
'Safo' (Jero Morales)

Será poeta y música. Cantará a las diosas, a Afrodita y a las musas. Cantará por encargo, en las bodas, y cantará su propia historia, obviando la épica que tanto gusta a los poetas de su época. Inventará la estrofa sáfica y el plectro -la púa de la guitarra-, y compondrá diez mil versos, de los que solo sobrevivirán ciento noventa y dos. Dirán que se suicidó por amor, pero morirá de vieja, en su cama, en Lesbos, una isla al final del Mar Mediterráneo, hace miles de años, en el siglo VI antes de Cristo.

Justo antes de que eso ocurra, siete parcas que luego serán musas empujan el féretro de Safo al centro del escenario del Teatro Romano de Mérida y la invocan. Llevan vestidos negros, los hombros descubiertos, el cabello recogido en coletas larguísimas y tirantes. Cubren sus ojos con gafas de sol. Parecen las siete hermanas pequeñas de Trinity, aquel personaje de Carri-Anne Moss en 'Matrix'. Pero en esta realidad, también paralela, no hay persecuciones ni oscuros agentes con traje. Aquí todo es rosa. Rosa peonia, el color de la túnica que vestía Safo cuando la imaginaron los pintores románticos. La batería, los teclados, las guitarras, el micro de pie, todo es rosa en este universo.

También es rosa la reproducción del teatro romano que vemos sobre su propio escenario, donde sucede esta historia dentro de la Historia, una reproducción del teatro envuelta en telas, como si hubieran llegado a Mérida Christo y Jeanne-Claude y hubieran intervenido las ruinas romanas igual que hicieron con el Reichstag de Berlín o el Arco del Triunfo de París. Hasta Ceres está envuelta, esa deidad protectora de la tierra, la agricultura y la fertilidad que ninguna escenografía en el Teatro Romano de Mérida puede tapar bajo ningún concepto. Aquí Ceres sí está oculta. Quizá porque Safo no hizo caso cuando le dijeron aquello de 'esto no se hace, esto no se toca'. Quizá porque Safo ya no es “la décima musa”, como la definió Platón, sino el genio, aquella que reivindica su propio escenario en la Historia. Y quizá porque en ella resuenan, siglos después, esas palabras de Simone de Beauvoir, que dijo que ascenderla a la categoría de musa era una manera de excluirla del canon. De ese canon creado por los hombres, claro.

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'Safo' (Jero Morales)

Y ese viaje por la dimensión poética y creativa de una mujer cuyo rostro acuñaba monedas y que hoy sería una estrella del pop es lo que lleva a escena la directora Marta Pazos en ‘Safo’, un montaje con textos de María Folguera y dirección musical de Christina Rosenvinge, que debuta en el teatro dando vida a la poeta de Lesbos e interpretando canciones que ha compuesto a partir de sus textos, acompañada por siete intérpretes de primer nivel: las músicas Irene Novoa, Xerach Peñate, Lucía Rey y Juliane Heinemann y las actrices Lucía Bocanegra, María Pizarro y Natalia Huarte. La obra, que se estrenó el pasado miércoles, es uno de los platos fuertes de esta edición del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida y, tras su paso por la ciudad extremeña, se podrá ver a partir del 14 de julio en el Festival Grec de Barcelona, el 20 de agosto en Sagunto y, en otoño, en los Teatros del Canal de Madrid.

La obra gira en torno a la gloria, a esa obsesión de la poeta por la inmortalidad

'Safo' traza la historia de la poeta, tan fragmentada como la obra que se conserva de ella, a través de catorce escenas, dibujando un arco narrativo que va desde la invocación hasta la gloria: “Ella está justo en un momento muy preciso, está en el umbral de la muerte, y las musas no la dejan sola, la acompañan hacia la luz, hacia la gloria”, explica a este diario Marta Pazos, que concibe este espectáculo como “un canto a la materialización de la pérdida, a la materialización de lo que falta, al fragmento y al silencio, al espacio que hay entre la palabra que aparece y la palabra que no está”. Folguera, autora de los textos que acompañan a las canciones, sostiene que la obra gira, fundamentalmente, en torno a la idea de gloria, a esa “obsesión de la poeta por la inmortalidad, por esa pregunta acerca de qué será de mi nombre cuando yo muera”. Las musas son, en escena, sus compañeras en un viaje a su pasado y a su futuro, son ellas quienes le explican a la poeta “qué será de los fragmentos de su obra, donde aparecerán, cómo será leída en el futuro, qué mitos se construirán en torno a su figura”

Rave (caliente) de diosas

'Safo' es, como todo el trabajo escénico de Pazos, exuberante y de una plasticidad orgánica, con texturas que van del cuero al terciopelo, de la seda a la transparencia, del papiro al mármol o a la piel velada. Sobre las ruinas romanas, guitarras eléctricas, una escena feroz y disfrutona de sexo lésbico; una musa con pamela, bañador retro y taconazos paseándose por un escenario convertido en una playa de color rosa chicle; Afrodita, desnuda en una bañera de espuma, interpretando un poema de Safo como una canción de rock; Ovidio, con una sandía a modo de rostro, hablando de Safo como una poeta fea, pero talentosa. Y flores y un árbol cargado de manzanas y cuerpos desnudos y vestidos de gasa y música electrónica y luces estroboscópicas en esta obra que tiene mucho de celebración, de "fiesta de diosas", dice María Folguera, como si Safo, antes de morir, (esto lo decimos nosotros) se fuera de rave con sus musas después de haber leído ese poema de María Bastarós que se convirtió en viral: "A veces sueño con la amiga feminista definitiva/ La conoceré en una rave/ se me acercará/ sigilosa/ con oscilantes pasos de Doctor Martens/ y un trozo de pastilla en la mano/ y me dirá:/ Toma, tía/ un cuartito pa ti sola/ como la Virginia Woolf".

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'Safo' (Jero Morales)

Dice Christina Rosenvinge que, cuando le llegó la propuesta de Focus, productora del espectáculo, se encontraba "un poco harta" de sí misma "porque mi último disco fue muy intenso, tuvo una gira increíble y mucho éxito, pero conté cosas muy íntimas de mi vida y necesitaba respirar". La cantante acepta el proyecto, estudia las distintas traducciones de los textos de Safo para después convertirlos en canciones y descubre que su obra es "revolucionaria" porque “en ella no hay arrepentimiento, hay una celebración que va más allá del eros, del amor, es una celebración del ahora y la vida, su forma de ver el amor nunca es exclusiva, habla de bodas y de la fiesta, pero no habla de matrimonio y muy poco de los hijos". Rosenvinge, que proyecta ya grabar estas canciones en un disco, cree que Safo “habla del amor como algo efímero y lo que exige no es la fidelidad ni la fecundidad, sino apreciar eso, el aquí y ahora, y desprecia a quien no es capaz de apreciar el valor de la pasión del momento y del cuerpo".

Es una obra en la que se acabó la culpa y tu cuerpo es para el placer, tu cuerpo es tu templo

Safo será, además de una defensora del amor efímero, la primera voz de un yo poético subjetivo, alejada de la épica y centrada en la experiencia íntima y personal. Una voz “sin culpa y sin castigo, por eso la amamos”, dicen Pazos, Rosenvinge y Folguera al unísono, una voz que dialoga con el presente desde una mirada feminista actual, con todos los matices que eso tiene, teniendo en cuenta que su obra conservada es muy escasa. Una obra, señala Marta Pazos, en la que “se acabó la culpa y tu cuerpo es para el placer, tu cuerpo es tu templo, algo que a las mujeres del mundo contemporáneo nos ha sido arrebatado absolutamente”. Safo será una voz que inspirará a los y las poetas que vendrán luego, una autora que, señala María Folguera, “pone su atención en lo cotidiano, en lo pequeño, en lo doméstico. Una poeta que, dice Aurora Luque, es la poeta de la experiencia de lo femenino, la primera en poner en valor un monedero, una bolsa de maquillaje, unas palabras encontradas en un verso perdido”.

Una Rosalía periférica

El hecho de que su obra nos haya llegado tan destruida y esté tan fragmentada, explica Rosenvinge, "es lo que la convierte en moderna porque lo fragmentario ahora es rabioso, es siglo XX, vanguardia del siglo XX, y eso no pasa con otros poetas clásicos". La artista respeta en escena el uso de la lira, que aquí es una lira eléctrica que pega a su cuerpo como si fuera un fusil: "Hemos intentado jugar con todos los elementos que nos daba su obra para traerlos aquí y hacer un equivalente de lo que ella tocaba en bodas. Ella era famosísima. Era una popstar, un equivalente una Rosalía de ahora". La actriz y directora musical del espectáculo cree que Safo fue, sin embargo, “una anomalía”, una poeta cuyas canciones perduraron durante siglos, "precursora de juglares y cantautores". Pero, ¿por qué ella pudo y otras no? Rosenvinge dice haber encontrado esa respuesta en un paper de una universidad americana, en el que se explicaba que "ella pudo por una cuestión geográfica porque no vivía en Atenas ni en Esparta, era periférica y estaba en una islita un poco fuera del camino hacia Oriente en la que no había una moral tan rígida: Lesbos era una especie de Ibiza de los años 60 y por eso hubo ese milagro allí, esa anomalía".

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'Safo' (Jero Morales)

'Safo' es también una anomalía dentro de la programación habitual del Festival de Teatro de Mérida, plagado en los últimos años de rostros televisivos, comedias y una clara vocación comercial. A pesar del esfuerzo de Marta Pazos por dotar a la puesta en escena de peso teatral, 'Safo' es, fundamentalmente, una sucesión de canciones (maravillosas todas e interpretadas de forma magnifica por las cuatro músicas) compuestas por Christina Rosenvinge. La artista debuta en un teatro y se nota, y son muchas las ocasiones en las que no domina el espacio ni se mueve con naturalidad sobre el escenario. Escenario dificilísimo el de Mérida, por cierto. El peso de los textos de Folguera recae en la actriz Natalia Huarte, espectacular en escena, igual que las bailarinas y actrices Lucía Bocanegra y María Pizarro, carismáticas y un torrente de talento, pero se echa de menos una dramaturgia con más profundidad frente a esta propuesta, muy al servicio de las canciones.

*'Safo'. Dirección de escena: Marta Pazos. Dirección musical: Christina Rosenvinge. Dramaturgia: Christina Rosenvinge, Marta Pazos, María Folguera. Canciones originales de: Christina Rosenvinge (inspiradas a partir de poemas de Safo). Textos: María Folguera (inspirados a partir de poemas de Safo). Intérpretes: Christina Rosenvinge, Irene Novoa, Xerach Peñate, Lucía Rey, Juliane Heinemann, Lucía Bocanegra, María Pizarro y Natalia Huarte. Del 6 al 10 de julio en el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida. En el Teatro Romea de Barcelona, dentro del Festival Grec, a partir del 14 de julio.

Será poeta y música. Cantará a las diosas, a Afrodita y a las musas. Cantará por encargo, en las bodas, y cantará su propia historia, obviando la épica que tanto gusta a los poetas de su época. Inventará la estrofa sáfica y el plectro -la púa de la guitarra-, y compondrá diez mil versos, de los que solo sobrevivirán ciento noventa y dos. Dirán que se suicidó por amor, pero morirá de vieja, en su cama, en Lesbos, una isla al final del Mar Mediterráneo, hace miles de años, en el siglo VI antes de Cristo.

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