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Una versión sobrecogedora de ‘Sansón y Dalila’
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FESTIVAL DE TEATRO CLÁSICO DE MÉRIDA

Una versión sobrecogedora de ‘Sansón y Dalila’

Crónica del estreno de una nueva versión de la ópera marcada por los refugiados. El director de escena, Paco Azorín, reúne en el escenario a más de 450 personas

Foto: El dueto de Sansón y Dalila, anoche, en Mérida (Jero Morales/Festival Teatro Clásico Mérida)
El dueto de Sansón y Dalila, anoche, en Mérida (Jero Morales/Festival Teatro Clásico Mérida)

177 millones de personas han sufrido en conflictos bélicos a lo largo de la historia. He visto cómo los adultos ausentes ordenaban guerras. He visto cómo permanecíais impasibles ante las barbaridades que se ejecutan ante vuestros ojos. Ahora os voy a mostrar por qué el odio se perpetúa.

(Texto proyectado en el friso del escenario al inicio de la obra)

El Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida arranca su edición número 65 con una demoledora versión de ‘Sansón y Dalila’, la ópera de Camille Saint-Saëns estrenada en Weimar el 2 de diciembre de 1877.

Basada en el relato bíblico que se encuentra en el ‘Libro de los Jueces’ del Antiguo Testamento, la ópera narra la historia del general hebreo Sansón que pierde la virtud y la fuerza al dejarse seducir por la bella Dalila, lo que el general ignora es que la filibustera sólo busca venganza para su pueblo. Dalila embauca a Sansón y éste le confiesa que el secreto de su fuerza radica en su cabellera. El desenlace de la historia forma parte de la cultura popular. Ella le corta la cabellera y lo entrega indefenso a sus enemigos.

La obra habla sobre el odio de las personas que ni siquiera se acuerdan por qué odian

“La historia de ‘Sansón y Dalila’ habla sobre el odio, el odio de las personas que ni siquiera se acuerdan por qué odian, pueblos que nacen aborreciendo al prójimo sin explicación ni sentido. El odio es el germen, el autentico cáncer de las guerras, esas que algunos parecen tener interés en perpetuar. Con esta propuesta quiero reflexionar, creo que la única manera de acabar con el odio es a través del amor”, desvela Paco Azorín, director artístico del montaje.

Por eso, Azorín traslada la ópera al siglo XXI, al conflicto palestino israelí, presenta una sólida y desgarrada propuesta formal que durante más de dos horas y media mantiene en vilo el alma del espectador. La versión de ‘Sansón y Dalila’ es una bofetada sin manos a la deshumanización que vive la sociedad occidental.

Nada más sonar los primeros acordes, más de 300 personas, entre ellas miembros de diversos colectivos de discapacitados, invaden el sobrecogedor escenario del Teatro Romano de Mérida convertidos en refugiados, presos de un conflicto que nadie parece querer solucionar.

“El teatro para mí es un arma de denuncia y de transformación, un canal que debemos utilizar para no silenciar las injusticias. Siempre he pensado que la cultura es el mejor escenario para la igualdad, por eso me gustaría hacer historia, no por la cantidad de gente que ponemos en el escenario, sino por la cantidad de barreras que rompemos. La ópera es para mí es un ‘modus viviendi’ y quiero que llegue al último rincón del mundo. Este es el sentido de hace una ópera inclusiva”, matiza el murciano.

El teatro es un arma de denuncia y transformación


La Orquesta y el Coro de Cámara de Extremadura, bajo la batuta del maestro Álvaro Albiach, se suman a esta valiente apuesta que se estrena el jueves 27 de junio y que ofrecerá otras dos funciones los días 29 y 30 de junio. ‘Sanson y Dalila’ cuenta con un doble reparto encabezado por las mezzosopranos María José Montiel y Cristina Faus (Dalila), los tenores Noah Stewart y Alejandro Ruy (Sansón) y el bajo Simón Orfila.

Para Azorín se trata de un proyecto “muy especial”, que permite que personas que nunca habían accedido a la ópera pongan un pie en ella y no solo como espectadores, sino en el escenario. “Una forma de hacer ópera, democrática y sin barreras”.

Licencia poética

Azorín se toma una licencia poética e introduce un nuevo personaje, una reportera de guerra que, con la cámara al hombro, se convierte en testigo mudo del conflicto. Es ella quien guía la mirada del espectador, es ella la que inmortaliza las desgracias y las miserias de los dos bandos en conflicto. Su presencia permite muchos privilegios. Por ejemplo utilizar un lenguaje audiovisual durante la representación con imágenes de conflictos bélicos actuales y, especialmente, del conflicto palestino-israelí que “de alguna manera está presente en la historia original de la ópera de Camille Saint-Saëns”.

La versión de ‘Sansón y Dalila’ que estrena el Festival de Mérida rezuma metáforas en cada uno de sus actos. Azorín, respeta el papel central que el compositor otorgó al coro como elemento semejante a los protagonistas, ya sea entre los figurantes o cuando como preámbulo a la bacanal lo coloca delante de los vomitorios, abrazando al público.

Esta versión es una bofetada sin manos a la deshumanización que vive la sociedad occidental

En esta composición la tensión dramática no recae en un triángulo emocional, como suele ser habitual en las grandes tragedias, la pulsión surge de la relación de los amantes y de sus intereses ocultos. Uno muere de amor, la otra de ganas de venganza. El momento decisivo, el clímax brota en el dúo del segundo acto, donde una sublime melodía zizaguea cual serpiente y termina inoculando el veneno en el cuerpo de Sansón para despojarle de su vigor. Un dúo que transcurre en medio de una tormenta, alegoría de la ira divina y de la pérdida de la castidad del general hebreo.

Como en todos los conflictos, las víctimas afloran desde todos los bandos y tras un bestial, inhumano y despiadado segundo acto, la obra culmina con un sólo testigo en pie.

Mi oficio requiere coraje y atrocidades. Sin condenarlas las observo. Levanto acta de lo ocurrido, con toda la fidelidad que me permite la memoria. No pregunto por qué, pues sé bien que siempre es por lo mismo. Las guerras estallan porque quienes las declaran se creen llamados a ganarlas. Margaret Attwood (1995).

(Texto proyectado en el friso del escenario al final de la obra)

177 millones de personas han sufrido en conflictos bélicos a lo largo de la historia. He visto cómo los adultos ausentes ordenaban guerras. He visto cómo permanecíais impasibles ante las barbaridades que se ejecutan ante vuestros ojos. Ahora os voy a mostrar por qué el odio se perpetúa.

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