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Alfredo Sanzol, autor de la obra del año: "El bar es una metáfora de España"
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Alfredo Sanzol, autor de la obra del año: "El bar es una metáfora de España"

El dramaturgo y director del Centro Dramático Nacional firma 'El bar que se tragó a todos los españoles', una obra sobre la libertad que tiene todas las entradas ya vendidas

Foto: El director del CDN Alfredo Sanzol
El director del CDN Alfredo Sanzol

El director teatral y dramaturgo Alfredo Sanzol(Madrid-Pamplona, 1972) ha metido a todos los espectadores en un bar y este se los ha tragado. Todas las entradas de su obra 'El bar que se tragó a todos los españoles', su primer texto para el Centro Dramático Nacional desde que tomó sus riendas en enero de 2020, están agotadas y las críticas son unánimes: son tres horas en las que nadie se despega de la butaca ni mira al reloj. No obstante, todavía se puede ver: a partir del 4 de abril inicia gira por Sevilla, Barcelona, Valencia, Santiago de Compostela y Pamplona. Y para septiembre vuelven a Madrid.

La historia es la de Jorge Arizmendi, un chico navarro que en 1963, a los 33 años -esa edad de Cristo reveladora- decide dejar de ser sacerdote y se marcha a EEUU a emprender una nueva vida ya como seglar. Aunque pueda parecer algo un poco estrambótico, eso fue precisamente lo que le ocurrió al padre de Sanzol en quien se basa el texto, aunque está muy tamizado por la ficción. Una trama, que va de bar en bar, y que abunda sobre todo en el concepto de la libertad y en nuestro derecho a cambiar de opinión. El director y autor ya ha conseguido premios por obras como 'La ternura' y 'La respiración', pero este bar tiene visos de ser la explosión total.

PREGUNTA: 'El bar que se tragó a todos los españoles' es tu primer texto como director del CDN y está siendo toda una sorpresa. Entradas agotadas desde hace semanas, reponéis en septiembre... Y eso que son tres horas, pero es que ni te mueves del asiento. La verdad es que ya desde el título llama la atención.

RESPUESTA: Este título surgió antes de la obra y me ha servido un poco de guía y de inspiración. Yo quería desde hacía tiempo hacer una obra que transcurriera en un bar por el poder metafórico que tiene de España ya que es una especie de metáfora del país y me interesaba la atmósfera que se crea en los bares, que son una especie de aglutinador de personajes de todas las clases sociales. Esa era la idea, una obra en la que muchos personajes hicieran un poco de mosaico de España actualmente y que pasan por ese bar. Lo que pasa es que arranqué con la historia de Jorge Arizmendi y los rancheros y me di cuenta de que ahí había una historia que tenía por contar que tenía que ver con hacer un homenaje al periplo vital de mi padre. Me metí a hacer la historia de Jorge Arizmendi y el resto de los españoles han ido pasando como personajes secundarios.

placeholder Escena de 'El bar que se tragó a todos los españoles'
Escena de 'El bar que se tragó a todos los españoles'


P: Casi me respondes a dos preguntas que tenía ahora planteadas. La primera, ¿qué tenemos los españoles con los bares?… Igual alguna presidenta ha cogido ese guante al azar estos días.

R: [risas] De eso no me hables… Yo hablo del bar. Yo creo que en todos los países el pub o el bar es un sitio de sociabilidad muy importante. De hecho, en el mundo anglosajón encontré un artículo que hablaba de lo bien que sentaba a la salud…, pero sí que es verdad que los españoles llamamos la atención por el número de bares per cápita. Y, de alguna manera, eso hace que cada bar tenga su parroquia y que cada parroquia tenga su intimidad. Se convierte en una especie de pequeña segunda casa. Y eso es lo que los hace aquí más acogedores.

P: No sé si es cierto, pero siempre se habla de que en España se queda en el bar para sociabilizar, aunque también se beba. Es decir, hay menos gente sola bebiendo que en otros países.

R: Sí… al menos lo que he visto yo es que el objetivo..., está el alcohol, pero hay mucha gente que es muy aficionada a los bares y conozco a unos cuantos que son abstemios. Es más importante la parte social.

P: La obra es la historia de tu padre, ¿esto es así, no? Un cura que dejó de serlo y se marcha a EEUU. ¿Cuándo te enteras de esta historia familiar?

R: Mi padre fue sacerdote en los años sesenta. Él es de 1930, con 12 años fue al seminario y en 1963 entró en crisis y cuando entraban en crisis les apartaban un poco del lugar en el que estaban ejerciendo. Y él decide irse a EEUU a aprender inglés y márketing. Y allí tuvo muchas aventuras que él nos contaba, pero siempre dejaba para lo último lo importante y eso era que había sido sacerdote. Pero nunca nos lo llegó a contar. Era la manera que tenía de protegernos para que en el colegio no fuéramos los hijos de uno que fue cura. Pero los años fueron pasando y se le pasó a él el momento de contárnoslo y nosotros nos enteramos por otros familiares cuando teníamos unos 12 años.

"Mi padre nunca nos dijo que había sido sacerdote. Era su manera de protegernos para que en el colegio no fuéramos los hijos de uno que fue cura"

P: ¿Y cómo fue tu reacción?

R: Pues como si hubiese sido cirujano. Tampoco le di mucha importancia cuando era niño. La importancia se la he dado ahora con 48 años cuando me he puesto a escribir y he dicho: oye, aquí mi padre hizo un cambio muy importante. El nivel de empatía necesario para entender qué le pasó lo he logrado ahora cuando me he parado a reflexionar sobre esto y he dicho, joer, esto tuvo que ser una crisis y una aventura muy grande. Pero la historia, aunque está basado en el cambio de mi padre, todo lo que viste es ficción, salvo lo de los rancheros, que sí es verdad, y creo que es interesante que ese personaje se convierte también en representante de miles de hombres que dejaron de ser sacerdotes acogiéndose al Concilio Vaticano II. Es una obra muy enmarcada en ese contexto histórico.

"Es una obra que pone sobre la mesa qué es la libertad. Creo que es algo a lo que seguimos dándole vueltas"


P: También creo que es una historia sobre el derecho a cambiar de opinión. Y sobre la libertad.

R: Sí, es una obra que pone sobre la mesa qué es la libertad. Hay una escena en la que el obispo pone sobre la mesa el concepto de libertad de la Iglesia y de lo que significa el compromiso del sacerdocio y Jorge pone sobre la mesa un concepto de la libertad más posmoderna donde el compromiso de por vida es algo que se puede deshacer, que no existe. Y eso me interesa mucho. Todos los momentos en los que los personajes reflexionan sobre la libertad. Aunque en esa época de los años sesenta se habló de ese tema de una manera muy intensa y de hecho esas reflexiones llevaron a mayo del 68 y a todo el concepto de libertad del que hablamos ahora creo que es algo a lo que seguimos dándole vueltas. Hoy [jueves] se ha aprobado la Ley de Eutanasia y tiene también que ver con la libertad acerca de la última decisión.

P: Otra escena es cuando la novia acude al médico estando embarazada y le dice a este que no tiene ningún derecho a decirle qué tiene que hacer o no con su embarazo o cuándo quedarse embarazada. Es decir, que no la trate como una menor de edad. Le recalca la falta de libertad que tenían las mujeres en el franquismo. Y eso que le dice "soy una mujer de derechas".

R: Sí, me gusta mucho porque dice “soy una mujer de derechas que piensa que no es de izquierdas ni de derechas”. Había esa mentalidad de “haga como yo, no se meta en política”. Era una manera de ser reaccionario de forma inconsciente.

placeholder La Iglesia en la obra
La Iglesia en la obra


P: Pero él sí que muestra sus ideas contrarias al régimen… Y es mucho más moderno que ella.

R: Sí, es un personaje moderno que le lleva a ella un poco de delantera en la reflexión acerca de lo que es la libertad por la decisión que tiene que tomar. Que sea sacerdote y querer dejar de serlo es una situación de crisis que le hace cuestionarse muchas cosas, pero él es muy consciente de que no va a saber lo que es la libertad. Hay un momento en El Pardo en el que él le dice a ella: “Creo que tú y yo nunca vamos a saber lo que es la libertad porque la libertad se aprende de niño. Y es hacerse cargo de la responsabilidad que exige la libertad". Y ese sí es un debate que me interesa mucho, la libertad como responsabilidad, no como una concesión. Nadie te concede ser libre sino que ser libre nace de hacerte responsable de tu libertad y por tanto de desarrollar un pacto social.

P: ¿Y qué te parece este conversación sobre la libertad que ha aparecido con las próximas elecciones en Madrid?

R: No… ahí no quiero…esos eslóganes... mira, creo que nosotros debemos hablar de las cosas que nos interesan a nosotros. A mí me encanta hablar sobre cuestiones políticas, filosóficas, pero las que decidamos nosotros. A veces pienso que en el CDN no sé si debería hacer un ciclo sobre este tema, pero bueno, en fin.

P: Sigamos con el teatro. Creo que hay algo aquí del teatro americano, de Tenesse Williams, con estos dramas familiares…

R: Seguro. Yo a veces pienso en la obra ‘Nuestra ciudad’ de Thornton Wilder. Y sí, Tenesse Williams seguro que está ahí. Todo lo que tiene que ver con el viaje… es una obra que es muy Odisea, está dentro de la saga de lo épico, del viaje, del deseo de volver a casa. Él, desde que sale, está deseando volver a su pueblo, pero el conflicto del ser humano es que para poder estar en su lugar de origen necesita irse, cambiar y volver. Y esa es la estructura que tiene la función. Una estructura de crecimiento muy primitiva, pero que reconocemos de una manera muy potente.

placeholder El humor está muy presente en 'El bar'
El humor está muy presente en 'El bar'

P: Y son tres horas con un ritmo espectacular, sobre todo en la última parte con ese dechado de humor. Son como gags de comedia antigua.

R: La función tiene una estructura tan larga que permite meter diferentes géneros. Toda la parte final, como dices muy bien, es estructura de comedia un poco de Billy Wilder en ‘Un, dos, tres’. De repente tiene un ritmo frenético, pero hay momentos de escenas de comedia romántica, otras de road-movie, otras de dramas… A mí eso me gusta mucho porque una estructura épica permite un recorrido tan grande que los géneros van entrando para componer esa estructura tan grande. Y me gusta porque produce una sensación de que te has metido un viaje grandísimo.

P: Te quiero preguntar también por tu función como director del Centro Dramático Nacional porque llegaste el 1 de enero de 2020 y tres meses después estalló la pandemia. ¿Cómo fueron aquellos tiempos?

R: Pues, como dice Jorge Arizmendi, fueron muy intensos porque yo me puse malo el 13 de marzo, de Covid, me pegó fuerte. El 14 fue la declaración del Estado de Alarma, cerramos los teatros y nos fuimos a casa. Arrancamos toda la programación web. Aquí todo el equipo fue fundamental porque no dejó de trabajar ni un día para trasladar la actividad al online. Y en cuanto pudimos nos subimos a un escenario aunque no podía entrar público. Montamos los streamings de ‘La pira’ con los textos que encargamos para hablar de la experiencia del confinamiento, retomar la temporada, hacer la presentación, fue el fallecimiento de Gerardo Vera, que también nos afectó muchísimo, hacerme cargo del MacBeth, estrenar El Bar… El recuerdo que tengo es de muchísima intensidad, de mucha admiración de todo el equipo y por cómo mantuvimos el ánimo para seguir trabajando… Y, no sé, aunque es muy duro y doloroso, es algo que recuerdo con sentimientos buenos, sobre todo por la admiración hacia los que tenía alrededor, los que me cuidaron y por los que he trabajado codo con codo.

"España siendo el ejemplo para Europa de que es posible mantener la seguridad del público y de los profesionales en el teatro"

P: Aquellos tiempos fueron complicados para músicos, actores etc, de hecho, el mundo de la cultura hizo manifiestos, salió a la calle.

R: Nosotros lo que hicimos fue no parar. Nuestro objetivo era encargar actividad pagada a los artistas. Todo lo que encargamos para las páginas web estaba pagado. Lo que se trataba era de seguir manteniendo la actividad profesional y de que el público no se desconectara de la actividad del CDN. Y luego mantuvimos mucha tensión porque no sabíamos en qué momento se nos iba a dar luz verde para volver a los escenarios. Eso nos hacía que cada quince días que se iba renovando el Estado de Alarma nosotros estuviéramos en tensión para volver en cualquier momento. Luego vino todo el tema de los procedimientos para el público, que tambén ha sido algo muy difícil. Ha dado muy buenos resultados, porque no se ha producido ningún foco de contagio dentro del teatro, y me gustaría recopilar todos estos datos para ponerlos a disposición de los responsables de otros países de Europa que aún mantienen los teatros cerrados.

P: En ese sentido, España sí ha dado una lección de que la Cultura puede estar abierta. Y, de hecho, el público los llena.

R: Sí, sí, de hecho están viniendo compañeros y compañeras de Europa, en concreto una directora de un teatro europeo, que ha estado tomando nota de cómo estamos haciendo las cosas en España… Estamos siendo el ejemplo para ellos de que es posible mantener la seguridad del público y de los profesionales.

P: Me comentabas antes que pusisteis en marcha obras en streaming durante el confinamiento. ¿Es un formato que continuará o fue para un momento concreto?

R: En mi caso formó parte de un momento muy concreto y que tenía que ver con que el público no podía entrar en la sala. Me gusta encontrarme con el público en la sala porque el público es el que da sentido al hecho teatral. La comunidad del público es la que transforma el espacio. Para mí el streaming es simplemente algo puntual. Ahora, sí que es cierto que ahí queda para el que lo quiera usar y le guste.

P: Veo que en la programación de este año figuran obras que yo creo que van a tener su conversación y su debate, como ‘Los papeles de Sísifo’, de Harkaitz Cano, sobre el caso del cierre del periódico Egunkaria. También se estrenará Shock 2, la segunda parte de la obra de Andrés Lima basada en la doctrina del shock de Naomi Kleoin. Es decir, te interesa esta línea de temas políticos.

R: El teatro es el arte de la comunidad, de la polis, y creo que debe ocuparse de las cuestiones fundamentales que articulan la convivencia. Y en este caso sí, 'Los papeles de Sísifo' se ocupa de manera explícita de la libertad de expresión y de un proceso que se produjo contra el periódico Egunkaria, que le llevó al cierre y que luego se demostró que era totalmente injustificado, y ‘Shock’ también se ocupa de asuntos que tienen que ver con la manipulación muchas veces también en la comunicación. Pero aunque hay piezas que de manera más explícita se ocupan de estos temas yo creo que cualquier tipo de teatro es teatro social y es teatro político. ‘El bar que se tragó a todos los españoles’ está lleno de contenido social y político, aunque a veces no lo haga de manera expresa. E incluso las piezas que se declaran apolíticas de alguna manera seguro que están dando una visión social y política porque la política es parte de la convivencia de los seres humanos, no es algo externo. No es algo que se nos dé, es algo que somos. El ser humano es político.

placeholder Escena de 'Los papeles de Sísifo', que se estrenará a finales de abril
Escena de 'Los papeles de Sísifo', que se estrenará a finales de abril

P: ¿Y qué ventana nos abre el teatro en estos tiempos en los que se habla y también vemos el pésimo nivel en los parlamentos, desde el lenguaje a la confrontación? ¿Para qué está el teatro en estos tiempos de pandemia, de restricciones, de batallas?

R: A mí no me gusta enjuiciar si el nivel de los políticos tiene altura o bajura. Lo que quiero es hablar de lo que hago, de los objetivos que tengo como director del CDN. Y sí que creo que intentamos que nuestra programación se cree con espectáculos que tienen objetivos de profundidad, de desarrollo, excelencia, confianza en el desarrollo del talento y de la inteligencia del público. Mi objetivo sí que es que la comunicación entre artistas y público esté llena de riqueza, profundidad y sosiego.

P: Hace poco alguien me comentaba que veía al cine español peor que al teatro, ya que el nivel de las obras es muy alto. Son obras que además generan conversación sobre temas muy de actualidad. Y otro hecho evidente es que va mucha más gente al teatro que al cine. ¿Es tu impresión también?

R: Yo también soy un gran público de cine. Creo que se siguen haciendo películas buenísimas. El problema del cine ahora es que se están haciendo menos películas, pero las que se hacen me interesan mucho. Donde sí veo el problema es que la gente está dejando de ir a los cines y que a los artistas audiovisuales se les está encargando muchísimo trabajo para series, por lo que hay menos películas. Pero sí echo de menos el poder ir más al cine a ver nuevos estrenos.

El director teatral y dramaturgo Alfredo Sanzol(Madrid-Pamplona, 1972) ha metido a todos los espectadores en un bar y este se los ha tragado. Todas las entradas de su obra 'El bar que se tragó a todos los españoles', su primer texto para el Centro Dramático Nacional desde que tomó sus riendas en enero de 2020, están agotadas y las críticas son unánimes: son tres horas en las que nadie se despega de la butaca ni mira al reloj. No obstante, todavía se puede ver: a partir del 4 de abril inicia gira por Sevilla, Barcelona, Valencia, Santiago de Compostela y Pamplona. Y para septiembre vuelven a Madrid.