Cómo adelgazar 50 kilos solo con meter dos cosas en la cesta de la compra
Liz Ash siempre había sido "la niña grande". Pero un buen día, decidió dar un cambio a su vida de 180 grados y adoptar una dieta sana y una vida activa
"Hubo un momento en el que ya tuve suficiente. Empecé a hacer las paces conmigo misma. Me había pasado 38 años comiendo lo que quería, y al fin se acabó". La vida de Liz Ash tiene todos los ingredientes de una historia de superación. Habiendo llegado a pesar casi 120 kilos, supo que necesitaba dar un giro de 180 grados a su vida. Y la única manera de conseguirlo estaba clara: dieta saludable y ejercicio físico regular.
A pesar de que toda su vida había estado familiarizada con estas dos cosas (de pequeña jugaba al fútbol y hacía natación), siempre se vio acomplejada por su peso. "Siempre fui la niña grande", relata a 'Pop Sugar'. De gran complexión física, una vez se hizo adulta y ya no tuvo a sus padres encima para que le cocinaran, gozó de la libertad de comer todo tipo de cosas. Y claro, los problemas aparecieron cuando empezó a trabajar a tiempo completo en un empleo que le deparaba grandes dosis de estrés. Pero gracias a sustituir dos alimentos de su carrito de la compra logró ver cumplido su propósito: el pan blanco por el integral y el queso por verduras.
En mi carro siempre hay tres cuartas partes de verdura y proteínas magras como pavo cocido, pechugas de pollo y pescado fresco
"Estaba tan centrada en mi vida profesional que la comida se convirtió en un factor liberador, para disfrutarla", asegura Ash. "Pero claro, no tenía moderación, y antes de darme cuenta, gané 35 kilos, lo que se vio reflejado en mi talla de ropa". Pero no solo lo notó en los pantalones y vestidos, también en su físico: tenía poca energía y comenzó a experimentar un frecuente dolor de cadera, en el talón y en el nervio ciático.
En 2015, una invitación llegó a su buzón. Se trataba de una reunión para conmemorar los 20 años después de su graduación de la escuela secundaria. "Mientras recorría la lista de invitados en Facebook, personas a las que no había visto ni pensado en ellas durante décadas, me sacudió una ansiedad terrible en el pecho", comenta. Entonces, empezó a pensarse bien si es que iría, porque incluso después de todos estos años, se sorprendió ante sus propios sentimientos de inseguridad por su físico.
Ash cosechaba éxito en su vida personal y profesional, pero sabía que no se sentía del todo bien. Se había graduado, ejercía de abogada y estaba casada. Sin embargo, algo fallaba. "Temía que todo el mundo viera cuán grande era", admite. "Finalmente, supe que lo que me preocupaba estaba más en mí que lo que ellos pudieran pensar. Y no, no quería escabullirme para no acudir a la cena". Al día siguiente, comenzó su viaje hacia la pérdida de peso. No le quedaban más excusas. Si quería presentarse a la quedada y sentirse bien, debería bajar de peso cuanto antes. ¿Cómo se puso en marcha?
Tres asuntos clave: formación, planificación y coherencia. Nada de dietas milagro. Anteriormente, había probado con regímenes alimenticios de moda que nunca habían servido. Podía perder un poco de peso, pero nunca acababa llegar a su objetivo, y aún así los fines de semana se despreocupaba y volvían a comer mal. También después de las largas jornadas de trabajo que le dejaban exhausta. Entonces, ¿cuál fue la novedad que implementó? Evidentemente, los productos de su carrito de la compra.
Otra de las claves de su éxito fue la variedad. Nada de rutinas ni ejercicios repetitivos o dietas fijas
"En mi carro siempre hay tres cuartas partes de verdura y proteínas magras como pavo cocido, pechugas de pollo y pescado fresco", explica. "Nada de alimentos procesados, aunque en alguna ocasión sí que opto por una pizza vegetal". El truco es bastante simple: "no excluyas; elige". Esto quiere decir que antes de preocuparte por lo que no debes comer, mejor enfocarte en lo que te gusta, pero eso sí, solo si es sano.
Una de sus mayores aliadas fue su gran pasión por la cocina casera. "Para mí, modificar la dieta nunca consistió en establecer un control de las porciones que ingería, sino de tomar mejores decisiones sobre los ingredientes y las proporciones para poder comer comida de verdad y sentirme llena sin ingerir demasiadas calorías", asegura. Una de sus recetas favoritas era la de calabacín frito con queso parmesano con salsa de tomate y queso, servido sobre dos tazas de pasta 'al dente'. Pero ahora, si tuviera que reformular el plato, lo que haría sería echar pan integral rayado en vez de queso por el calabacín y hornearlo a fuego alto para que quedase crujiente. Luego, añadiría menos espaguetis, también integrales, y trocearía el calabacín. Y por su puesto, nada de queso.
La dieta fue la responsable del 85% de su éxito, ya que no disponía de tiempo para matarse a entrenar en el gimnasio. "Un entrenamiento normal de 30 a 45 minutos me ayudaría a quemar entre 200 y 400 calorías, por lo que nunca sería suficiente si a la vez seguía una mala dieta", reconoce. Pero aún así, el deporte para ella es esencial, no solo para estar en forma, sino sentirse mejor mentalmente.
Otra de las claves de su éxito fue la variedad. Nada de rutinas ni ejercicios repetitivos o dietas demasiado fijas. "Si trato de seguir una pauta, me aburriré y pararé en seguida", considera Ash. Su ejercicio favorito sigue siendo nadar, aunque también hace spinning, yoga, levanta pesas y realiza entrenamientos HIIT (de alta intensidad a intervalos). Por último, abrió un blog en el que anotó sus pensamientos e ideas, a la vez que celebró sus logros y pasos tomados en la dirección correcta. Ahora, solo espera que otras personas puedan aprender de ella.
"Hubo un momento en el que ya tuve suficiente. Empecé a hacer las paces conmigo misma. Me había pasado 38 años comiendo lo que quería, y al fin se acabó". La vida de Liz Ash tiene todos los ingredientes de una historia de superación. Habiendo llegado a pesar casi 120 kilos, supo que necesitaba dar un giro de 180 grados a su vida. Y la única manera de conseguirlo estaba clara: dieta saludable y ejercicio físico regular.