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Esta mujer perdió 36 kilos con una dieta: así es como lo consiguió
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Esta mujer perdió 36 kilos con una dieta: así es como lo consiguió

Danielle Holmes-Kirk ha pasado de padecer obesidad mórbida a ser un ejemplo de superación para todo aquel que quiera transformar su relación con la comida

Foto: Foto:  Dani Holmes-Kirk.
Foto: Dani Holmes-Kirk.

Entre 2004 y 2005, Danielle Holmes-Kirk pesaba más de 106 kilos. No le importaba comer mal y ella misma reconoce que "era una floja". Admite que no quería cambiar y que prefería comer a enfrentarse con sus emociones: "Era mucho más fácil".

En 2006 adelgazó pero de una manera extremadamente poco saludable. Era anoréxica y bulímica. Pensaba que lo escondía bien pero dos de sus amigos se acercaron a ella para decirle que sabían lo que estaba sucediendo. "Me dijeron que me amaban y que estaban ahí. Ese apoyo me ayudó a dar un paso para salir del bucle y frenar los malos hábitos", reconoce a 'Prevention'.

Foto: El antes y el después. (Instagram)

Desórdenes alimenticios

Con su ayuda recuperó el control de las enfermedades que padecía pero siguió alimentándose mal con comidas poco saludables. En 2008, su peso volvió a crecer situándose en los 100 kilos. Se mudó a Chicago para trabajar y asegura que todo lo que ingería eran hamburguesas, 'hot dogs' y alimentos poco saludables. "Nunca había tenido tanta variedad disponible y sentí que debía aprovechar. Comía y cenaba fuera todos los días así que podéis haceros una idea", reconoce.

Harta de todo aquello, en otoño de 2009 su cabeza hizo click y decidió cambiar para siempre. Se cansó de ser infeliz dentro de su propio cuerpo y estar al margen de su propia vida. Si le invitaban a ir a la playa, rechazaba la invitación porque no se sentía cómoda en determinados lugares por temor a ser demasiado gorda para caber. Tras verse en una foto de Halloween, acudió a su primera reunión de Weight Watchers, una empresa que te enseña a bajar de peso.

La comida

Tras unirse al grupo, con el que se comprometió a acudir a todas las reuniones de los lunes por la noche, sintió que no estaba sola. Eso marcó la diferencia. Si tenía altibajos podía acudir allí y sentir el apoyo de sus compañeros. "Pensaba que mis amigos no estaban pasando lo mismo que yo en este viaje de adelgazamiento pero acudir allí y saber que había otras personas que no me juzgarían si la noche anterior me había pegado un atracón de helado, me hizo sentir normal", asegura.

Antes de ponerse en serio, acudía el gimnasio durante horas pero después tomaba comida basura como "recompensa"

Las primeras semanas fueron como una llamada de atención. Al ver el valor calórico y nutricional y tener consciencia de ello sus opciones alimenticias cambiaron a frutas y verduras. Decidió que esto se convertiría en un estilo de vida, no solo en una simple dieta: saldría a comer fuera de vez en cuando y bebería cerveza (aunque no tanto como antes).

Lo primero que aprendió fue a saber cuándo tenía hambre antes de hacer realizar cualquier elección de comida. Después de este cambio, su día comenzaba con avena para el desayuno, pavo con patatas y verduras cocidas para la comida y pollo con verduras o ensalada para la cena. "Empecé a ver resultados de inmediato. La primera semana perdí dos kilos y medio y esta bajada se mantuvo durante las primeras ocho", comenta.

Los entrenamientos

Lo cierto es que Dani siempre fue una persona muy activa: nadaba, bailaba y jugaba al 'softball' y voleibol. Incluso cuando ganó peso en la universidad, practicaba rugby. Antes de ponerse en serio, acudía el gimnasio durante horas pero después tomaba comida basura como "recompensa". Una vez se unió a este grupo de adelgazamiento empezó a trabajar de una forma más inteligente. Durante las primeras semanas se concentró en controlar sus hábitos alimenticios. Después, gradualmente, añadió 45 minutos en la elíptica o en la cinta durante tres veces por semana para ganar puntos del programa.

Cuando se empezó a sentir más cómoda con su cuerpo y bajó de peso, decidió probar a salir con un amigo en bicicleta en verano de 2010. En ese momento había adelgazado 13 kilos y comencé a caminar hasta el trabajo tres o cuatro veces por semana. También probó Zumba y bailes (hip hop) cuando algún amigo le pedía ir. Algo que se acabó convirtiendo en un hábito semanal porque adoraban al instructor que impartía las clases.

En diciembre de ese año le diagnosticaron una hernia de disco y tuvo que dejar de hacer ejercicio. Aún así siguió perdiendo peso y abrió un blog para contar sus experiencias y que otros pudieran inspirarse en lo que ella estaba consiguiendo. "Una noche mi pareja decidió que quería empezar a correr y yo me uní una vez me recuperé. En junio del año siguiente el médico me autorizó a volver a hacer deporte e hice siete carreras durante ese mes. Se suponía que no podía forzar demasiado así que la distancia era de entre tres y siete kilómetros. Me enganché", confiesa.

"A día de hoy todo depende de mis entrenamientos. Desde 2011 he completado 58 medias maratones, 12 maratones y 15 triatlones y una ultramaratón. Corro cuatro o cinco veces por semana más el ciclismo, boxeo, pilates e incluso practico natación. Estoy probando cosas nuevas y divertidas constantemente", añade.

Mantenimiento

Es lo más difícil de cumplir. Cuando estaba adelgazando, se motivó cuando vio que la báscula bajaba cada vez más. Mantuvo su peso con éxito durante unos años antes de tener su primera recaída. Cambió de trabajo y le trasladaron a una oficina. Estar de vuelta en el mundo corporativo la metió en un bucle, pero tuvo que adaptarse a la nueva normalidad.

Durante mucho tiempo creí que si perdía peso todo iría bien, pero desafortunadamente una vez que sucede, tienes que lidiar con por qué eres infeliz

Afortunadamente, tiene un excelente sistema de apoyo que constantemente la respalda y la ayuda a volver a la meta. Sus compañeros de Watchers la controlan si se pierde alguna reunión. Además, tener amigos en el gimnasio con los que hacer deporte la mantienen motivada. "Cuando me siento atascada y necesito moverme rápidamente utilizo los trucos de entrenamientos de la oficina: voy al baño de otra planta, a la impresora más lejana, subo y bajo las escaleras un par de veces... lo que haga falta", explica.

En cuanto a comer sano, ahora sabe qué alimentos son más bajos en calorías y más saciantes. Mantiene una lista mental y la utiliza en cualquier momento para dirigirse a las frutas y verduras en vez de a los 'bagels' y las patatas fritas.

Recompensa

Dani por fin se siente en un camino saludable. Su amor propio es uno de los mayores obstáculos a los que se ha enfrentado, pero sus sentimientos hacia cómo era antes han pasado de la vergüenza al amor. "Durante mucho tiempo creí que si perdía peso todo iría bien, pero desafortunadamente una vez que sucede, tienes que lidiar con por qué eres infeliz. El diálogo interno negativo es la gran batalla con la que lucho", confiesa.

En Weight Watchers ha aprendido a utilizar estrategias útiles como pasar una idea positiva cuando tienes una negativa o a decirte tres cosas buenas que hiciste la semana anterior para sentirte mejor en algún bajón o recaída que tengas. "Encuentra tu tribu. No tienes que hacer este viaje solo. Usa las redes sociales, un grupo de apoyo o un amigo con quien compartir estos momentos. Haz lo que haga falta, pero consigue el éxito. Si no puedes o no consigues a nadie, ponte en contacto conmigo y te ayudaré", concluye.

Entre 2004 y 2005, Danielle Holmes-Kirk pesaba más de 106 kilos. No le importaba comer mal y ella misma reconoce que "era una floja". Admite que no quería cambiar y que prefería comer a enfrentarse con sus emociones: "Era mucho más fácil".

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