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El PSOE busca un 'plan b' para rearmarse después del fracaso de Pedro Sánchez
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EL FUTURO DE LOS SOCIALISTAS

El PSOE busca un 'plan b' para rearmarse después del fracaso de Pedro Sánchez

El partido se resigna y cree casi inevitable el 26-J. La dirección asume que deberá dar la pelea por el relato para hacer ver que quien quiso evitar las elecciones fue su líder y quien las provoca es Podemos

Foto: Pedro Sánchez, a su llegada a la reunión con su comisión negociadora, este 8 de abril en el Congreso. (EFE)
Pedro Sánchez, a su llegada a la reunión con su comisión negociadora, este 8 de abril en el Congreso. (EFE)

Un agujero. Un vacío de tres semanas, de 23 días hasta la disolución automática de las Cortes Generales y la convocatoria de elecciones generales para el 26 de junio. El PSOE tiene por delante tiempo, demasiado tiempo, como para mantener viva la ilusión de que aún es posible el "Gobierno del cambio" presidido por Pedro Sánchez. El abismo que se cierne sobre la dirección y el secretario general es demasiado grande como para aguantar la tensión de un relato que se hizo trizas en cuestión de horas. Los socialistas buscan ahora cómo recomponer su discurso y su estrategia después del doloroso sopapo de Podemos y el abrupto estallido de su sueño de conquistar La Moncloa. Cómo alimentar la esperanza y al tiempo mirar al escenario más seguro, el de la repetición de los comicios. Soplar y sorber al mismo tiempo.

Al equipo de Sánchez le pilló a contrapié el plante de Pablo Iglesias. Otra nueva 'performance' vía rueda de prensa en el Congreso, rodeado de la plana mayor de Podemos y de las confluencias. El secretario general de la formación morada anunciaba la consulta a los casi 400.000 inscritos para la próxima semana -entre el 14 y el 16 de abril-, para saber si prefieren facilitar un Gobierno del PSOE con Ciudadanos o bien respaldar su apuesta inequívoca por un Ejecutivo "a la valenciana". Un referéndum con resultado conocido de antemano, ya que Iglesias -con Íñigo Errejón- anticipó su respuesta y qué ocurriría si recibía un revés de las bases: una posible dimisión de la dirección. O sea, un plebiscito en toda regla.

Sánchez se encontraba reunido en esos momentos con su comisión negociadora estudiando el documento con 20 "cesiones" que Podemos les había entregado a ellos y a C's en la reunión tripartita de la víspera. Y siguieron juntos la comparecencia de Iglesias "con sorpresa e indignación". Se sentían engañados porque el clima de la 'cumbre' a tres había sido "bueno" y no pensaban que Podemos iba a romper tan pronto la baraja. "Estábamos preparados porque era una hipótesis posible. Otra cosa es que lo que hizo Pablo no tenía nada que ver con lo que ocurrió el jueves", indicaba uno de los negociadores de Sánchez.

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Sorpresa por el momento

Como expresaba otro de los integrantes del equipo de diálogo, la cúpula esperaba que la formación de la mesa se levantara más tarde, cuando afirmara no sentirse convencida por las transacciones a su texto que tenían en mente enviar PSOE y C's. "Sabíamos que iba a ser muy difícil el encaje, pero se iba a intentar -relata esta fuente-. También es verdad que ellos se pusieron muy insistentes durante la reunión con el tema de las sillas, sobre todo Íñigo Errejón e Irene Montero, mientras que Carolina Bescansa se puso muy dura con su programa. Nacho Álvarez se limitó a explicarnos el papel y Pablo intervino en tono muy conciliador, como en los últimos días".

"Estábamos preparados. Era una hipótesis posible. Otra cosa es que lo que hizo Pablo no tenía nada que ver con lo que ocurrió el jueves", dice un negociador

Antonio Hernando, el portavoz de los negociadores, salió como una fiera en rueda de prensa. Cambió radicalmente el tono empleado la noche anterior. De ver el acuerdo "posible" y ofrecer diálogo a diestro y siniestro pasó a cargar sin compasión contra Iglesias por usar "artimañas" para dinamitar toda posibilidad de entendimiento, por haberse enmascarado en una "piel de cordero" cuando su objetivo, "desde el primer día", era provocar la repetición electoral, igual que Mariano Rajoy. "Gracias por no intentarlo en absoluto, Pablo", le lanzó Hernando.

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El portavoz capeó la comparecencia de prensa fiel a su estilo. Rocoso, inmutable. No quería dar por seguras las elecciones ni romper él las conversaciones, pero el pesimismo ya era evidente. "Vamos a seguir trabajando por un Gobierno del cambio". No dijo cómo ni con quién.

Todo el PSOE, en Ferraz y más aún en las federaciones, se resigna al 26-J. Pero hay que llenar un agujero que se ha descubierto con demasiado tiempo de antelación. "Ahora se trata de dar la pelea por el relato, de cómo vestir estas semanas hasta la disolución de las Cortes [el 2 de mayo], de desarrollar el plan b, de ver quién pone el punto final a la negociación y cómo", explicaban a El Confidencial desde el equipo de diálogo socialista. En el entorno del líder lo cuentan así: "Hay que parar para reflexionar y analizar la situación y preguntarse si Podemos es de fiar. La respuesta es no". Sánchez va a intentar por todos los medios que se visualice que quien lleva a España a las urnas es Iglesias. Y solo él.

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No había "voluntarismo"

En Ferraz niegan haber pecado de "optimismo" o de "voluntarismo". No solo porque la reunión tripartita "no fue mal", sino porque "lo que le dijo Pablo a Pedro [en su entrevista de la semana pasada] fue radicalmente distinto a lo que ha acabado haciendo". Aseguran que Iglesias prometió "no levantarse de la mesa" y negociar "sobre la base del acuerdo con C's". "Nuestro optimismo estaba fundado en certezas, no era un deseo", justifican. Dado que la dirección sigue proclamando que la alianza con Albert Rivera "es sólida", la esperanza que le queda a Sánchez es que Podemos rectifique en el último minuto: "Cuando tienes un interlocutor de un partido tan inestable, es posible que cambie de parecer. En política, la palabra 'imposible' no existe".

La dirección subraya que Iglesias trasladó a Sánchez que no se levantaría y que hablaría sobre la base del texto con C's. Concluye que Podemos "no es de fiar"

¿Cabe un volantazo de última hora de Sánchez? Rechazo rotundo de su equipo. "No solo se le enfrentaría la mitad del partido, sino que probablemente se le iría la mitad de la comisión negociadora", señala un dirigente que conoce bien la trastienda de estos meses. Las federaciones críticas, no obstante, siguen en guardia, recelan de las conversaciones entre el primer secretario del PSC, Miquel Iceta, y el portavoz de En Comú Podem, Xavi Domènech, y confían en que el líder no viole su palabra y se alíe con Iglesias y los independentistas, contraviniendo así la resolución del comité federal del 28 de diciembre, que le imponía una hoja de ruta muy clara: no al referéndum y no al PP.

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La estrategia, pues, se irá reelaborando en los próximos días, sin "mantener mucho más la comedia de que es posible el acuerdo" y poniendo un ojo en la siguiente campaña electoral. Por ahora, no obstante, Sánchez no ha convocado a su ejecutiva. Un paso que los negociadores calculan que se producirá es la llamada de Rajoy. Aunque, según advirtió este viernes la vicepresidenta en funciones, Soraya Sáenz de Santamaría, esa conversación no se producirá hasta que el PSOE admita que es imposible su pacto. En cualquier caso, la posición del partido es firme: no habrá acuerdo con el PP. Luego, habrá que despejar otra incógnita: si el Rey hará una nueva ronda de contactos, aunque de ella no salga un encargo para formar Gobierno ni un candidato a la investidura, simplemente para constatar que no hay acuerdo. Una veterana dirigente alertaba de que en las tres semanas que quedan de compás de espera "el PSOE va a recibir muchísima presión por la izquierda y la derecha". "Pedro ha demostrado que sabe aguantarla", le defienden los suyos.

De momento, prudencia

Las federaciones más alejadas de Ferraz no emitían apenas señales. "Nos toca guardar un silencio prudente", indicaban desde el entorno más directo de la presidenta andaluza, Susana Díaz. Misma respuesta desde el equipo del extremeño Guillermo Fernández Vara. En el círculo más próximo del jefe del Ejecutivo asturiano, Javier Fernández, advertían de que lo conveniente para el partido era "no estirar más el chicle" y "asumir cuanto antes que no habrá pacto y sí elecciones", para preparar la campaña. "No nos beneficia en nada ir ya de la mano de Ciudadanos, porque eso da bazas a Podemos", añadían. Discrepaban fuentes próximas al presidente manchego, Emiliano García-Page: "No hay que precipitarse. Hay que cargarse de razones y ser coherentes. No tenemos por qué ser los primeros en disparar".

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Los críticos reprochan a Sánchez que se haya aferrado a una esperanza que solo existía en Ferraz porque la aritmética era imposible desde el 20-D y realmente solo había dos caminos: o coalición con el PP o pacto con Podemos y las fuerzas de izquierdas y la abstención de los secesionistas. "Más allá de la cuestión de Pedro o Susana, la crítica que hacíamos era esta: que el teatrillo no iba a aguantar y que podíamos caer en una trampa. Pablo ha logrado arrinconarnos con la derecha de C's, y nosotros hemos centrado a Rivera firmando un pacto que no sirve para nada porque no suma. Se tenía que haber escuchado esto", lamenta una veterana dirigente.

Los críticos guardan silencio. Algunos dirigentes consideran que no se debe "estirar más el chicle", que hay que romper con C's y pensar en la campaña

La previsión, al menos a día de hoy, es que los barones se mantengan en silencio hasta que el camino a las elecciones sea totalmente irreversible. Sánchez ya se quitó una losa de encima, al desplazar 'sine díe' el congreso del PSOE, lo que en la práctica le blindó como candidato por segunda vez, aunque hay quienes en el partido empujan a Díaz a que asuma el reto.

A Sánchez se le derrumbó su sueño antes de tiempo. Le queda margen de maniobra y sobre todo la posibilidad de repetir de cartel electoral de su partido. Pero ya se aproxima a su última vida si fracasa en las urnas otra vez. Sus propios compañeros, aquellos que están enfrente, están dispuestos, entonces sí, a provocar su hundimiento definitivo.

Un agujero. Un vacío de tres semanas, de 23 días hasta la disolución automática de las Cortes Generales y la convocatoria de elecciones generales para el 26 de junio. El PSOE tiene por delante tiempo, demasiado tiempo, como para mantener viva la ilusión de que aún es posible el "Gobierno del cambio" presidido por Pedro Sánchez. El abismo que se cierne sobre la dirección y el secretario general es demasiado grande como para aguantar la tensión de un relato que se hizo trizas en cuestión de horas. Los socialistas buscan ahora cómo recomponer su discurso y su estrategia después del doloroso sopapo de Podemos y el abrupto estallido de su sueño de conquistar La Moncloa. Cómo alimentar la esperanza y al tiempo mirar al escenario más seguro, el de la repetición de los comicios. Soplar y sorber al mismo tiempo.

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