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La pelea entre ganaderos y veterinarios que amenaza con extender la tuberculosis bovina
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La pelea entre ganaderos y veterinarios que amenaza con extender la tuberculosis bovina

Los incidentes de Salamanca ocultan el difícil manejo de una enfermedad animal al alza debido a su prevalencia en fauna salvaje y a las condiciones de las zonas de dehesa

Foto: Protestas de ganaderos en Salamanca. (EFE/J. M. García)
Protestas de ganaderos en Salamanca. (EFE/J. M. García)
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Los graves incidentes ocurridos este lunes en Salamanca, cuando cientos de ganaderos intentaron entrar en la Delegación Territorial de la Junta de Castilla y León, han puesto en el primer plano de la actualidad el motivo de su protesta: las restricciones a las que ven sometidas sus explotaciones por culpa de la tuberculosis bovina. La convocatoria de la asociación Unión por la Ganadería reclamaba “el cese inmediato” de varios responsables de sanidad animal, tanto regionales como nacionales. La violenta protesta de los profesionales del campo se producía después de semanas de vaivenes en torno al control de esta preocupante enfermedad animal.

La polémica comienza a gestarse cuando el pasado 15 de mayo la Consejería de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural, en manos de Vox, flexibiliza los controles establecidos para la tuberculosis bovina, permitiendo el movimiento de ejemplares y relajando los requisitos para considerar una explotación libre de la infección. El Gobierno contraatacó mediante una orden publicada en el BOE el día 29 para impedir el movimiento de las reses de algunas provincias de Castilla y León a otras comunidades, ya que entendía que la resolución autonómica iba en contra de la normativa estatal y comunitaria y ponía en riesgo a toda la cabaña ganadera española. Finalmente, el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León atendió, este mismo lunes, un recurso del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación para dejar las cosas como estaban al principio. Sin embargo, más allá del conflicto político, ¿qué está pasando con esta enfermedad animal? ¿Por qué preocupa tanto y en qué situación está España?

La tuberculosis bovina provoca neumonía, pérdida de peso y, a la larga, la muerte de los animales afectados. Según los datos de la propia Consejería de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural de Castilla y León esta enfermedad está al alza. En la provincia de Salamanca, pasó de una prevalencia del 2,53% de las explotaciones en 2021 al 4,47% en 2022, mientras que en el resto de la región el incremento no es tan dramático. Hace décadas que España lucha contra esta enfermedad causada por un grupo de bacterias conocido como complejo Mycobacterium tuberculosis, pero diversos factores están incrementando el riesgo en algunas zonas.

Las dos Españas (de la tuberculosis)

Los expertos explican que la situación es muy distinta en unas regiones y en otras. Todo depende de si los controles ganaderos son suficientes o si en la expansión de la infección influyen factores externos, más difíciles de controlar. “En el norte y en el este la vaca es la protagonista del mantenimiento de la infección, así que en estas zonas se puede actuar sobre las explotaciones ganaderas con los programas clásicos de saneamiento, eliminación de positivos y control de movimientos”, explica a El Confidencial el experto Christian Gortázar, científico del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC, centro del CSIC, la Universidad de Castilla-La Mancha y la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha). De esta manera, Galicia, Asturias, País Vasco o Cataluña han tenido éxito en el control de la enfermedad. De hecho, los planes de saneamiento que se llevan aplicando desde los años 80 han permitido rebajar el problema del 10% al 2% en promedio.

placeholder Explotación ganadera. (EFE)
Explotación ganadera. (EFE)

Sin embargo, la situación es muy diferente en gran parte del oeste de España, una amplia zona que va desde Salamanca hacia el sur, abarcando toda Extremadura y gran parte de Castilla-La Mancha y Andalucía. ¿Por qué? La clave es la dehesa, un ecosistema que favorece la convivencia de las especies domésticas con la fauna silvestre. El clima mediterráneo y el terreno árido acentúan los riesgos epidemiológicos, especialmente en situaciones de sequía como la que se viene arrastrando estos últimos años. “Al cabo del día diferentes especies animales visitan el mismo punto de agua y así se produce la transmisión”, explica el investigador.

El problema es que la tuberculosis bovina no afecta solo al ganado, sino que existen multitud de hospedadores que transmiten la bacteria. La superpoblación de jabalís es uno de los factores más destacados. La incidencia de la infección en esta especie es espectacular: los cálculos de los biólogos indican que en el suroeste de España más de la mitad de los ejemplares pueden estar afectados. Sin embargo, tampoco se libran los ciervos (con una prevalencia de entre el 10% y el 15%) o el tejón. No obstante, un reciente estudio de la Universidad de León (ULE) y el Instituto de Ganadería IGM (centro mixto del CSIC y la ULE) demuestra que la influencia de la fauna salvaje es mínima si no se producen las circunstancias adecuadas. La investigación se realizó en Asturias, comunidad considerada libre de la enfermedad en explotaciones ganaderas. Sin embargo, los investigadores encontraron una abundante presencia de cepas de Mycobacterium bovis en los jabalís de algunas zonas del Principado. De hecho, son las mismas que se pueden encontrar en el ganado vacuno, así que la teoría de los autores, encabezados por Ana Balseiro, es que en algún momento la enfermedad saltó a este animal salvaje y que podría volver a pasar a las vacas si se dieran ciertas condiciones.

placeholder Un veterinario trata a una vaca. (EFE)
Un veterinario trata a una vaca. (EFE)

Todo se complica en las zonas de dehesa. Allí donde este paisaje es protagonista, “incluida parte de la provincia de Salamanca, los avances son más lentos, hagas lo que hagas con la vaca, porque no estás abarcando todo el problema”, comenta Gortázar. De hecho, “da la sensación de que se va para atrás y no es así, pero se produce un estancamiento que acaba siendo desesperante para los ganaderos”. La interacción entre especies es tan importante para el mantenimiento de la tuberculosis bovina que existe una estrategia nacional específica para luchar contra esta vertiente de la enfermedad, el Plan de Actuación sobre Tuberculosis en Especies Silvestres (PATUBES).

En los lugares con peor situación, “hay que ir más allá de las actuaciones sobre el ganado bovino”, es necesario monitorizar a la fauna salvaje, como ya se está haciendo, y “considerar todo el conjunto de especies que participan en el problema”. Además de las medidas de bioseguridad que implementan las administraciones, “los propios ganaderos pueden realizar algunas mejoras en relación a los puntos de agua o la administración de alimentos al ganado para que haya menos riesgo”, comenta el investigador del IREC.

El riesgo para la salud humana

Si la situación empeora, el gran problema lo tienen los propios ganaderos, no solo los directamente afectados, que se ven obligados a sacrificar ejemplares, sino todos los de la zona, que no podrán exportar productos. Pero ¿puede afectar también al ser humano? En principio, la tuberculosis humana y la bovina están causadas por dos especies de bacterias distintas, Mycobacterium tuberculosis y Mycobacterium bovis, respectivamente. No obstante, de forma puntual se detectan infecciones cruzadas, así que la tuberculosis del ganado bovino está considerada una zoonosis, es decir, una enfermedad que puede transmitirse de los animales al ser humano.

placeholder Carne de vacuno. (EFE)
Carne de vacuno. (EFE)

En teoría, esto solo supone un problema para regiones en vías de desarrollo (según la Organización Mundial de Sanidad Animal, la tuberculosis bovina afecta a 82 países del mundo). En condiciones de extrema pobreza, “donde hay una convivencia muy estrecha con los animales, a veces en la misma casa, la tuberculosis zoonótica sigue siendo un problema muy serio”, destaca Gortázar. En cambio, en España “es un problema minúsculo”, aunque ocasionalmente se registra algún caso leve en ganaderos, veterinarios o personal de mataderos. Es decir, personas que mantienen un contacto muy estrecho con los animales.

Tampoco hay riesgo a través de los alimentos, según los expertos. “Hay suficientes controles como para que eso sea imposible; además, la transmisión es muy difícil tanto a través de la carne como de los lácteos”, asegura el experto. Si la carne está cocinada o la leche pasteurizada, se convierte en imposible. De hecho, los estrictos controles sanitarios son los que garantizan que no se pueda producir. “Es una enfermedad crónica y la vaca tarda mucho en tener las lesiones que facilitan la transmisión. Como los animales se envían al matadero en cuanto dan positivo, no llegan a darse las condiciones”, afirma.

Pruebas positivas y negativas

Paradójicamente, este desfase entre la detección de la enfermedad a través de pruebas microbiológicas y la visibilidad de las lesiones ha exacerbado las quejas de los ganaderos, porque creen que a veces se sacrifican los animales demasiado pronto. De hecho, se ha difundido la idea de que, tras una prueba positiva, a veces se produce otro diagnóstico negativo ya en el matadero. “Es un mito que corre muchísimo por el medio rural y que es muy difícil de corregir. Precisamente, al sanearse tan a menudo, los animales dan positivo al poco tiempo de infectarse, pero todavía no han desarrollado las lesiones que se pueden detectar en el matadero, donde se realiza una inspección visual”, aclara el experto. Al final, “la interpretación del ganadero es que su vaca estaba sana, pero no es así”.

Además, una investigación experimental del propio Gortázar explica que no todas las infecciones son iguales. “Infectamos terneros por vía oral y por vía respiratoria. La vía oral es la que probablemente se esté produciendo en las situaciones de múltiples hospedadores en la dehesa, mediada por un punto de agua o de alimentación común. En este caso, las lesiones son mínimas y no son las habituales de la tuberculosis clásica, pero seguramente es el tipo de infección que sufre un animal si bebe agua de una charca contaminada”, explica. Por el contrario, la vía respiratoria, que ocurriría dentro de una granja al contagiarse los animales entre sí, provoca una enfermedad generalizada y lesiones pulmonares muy aparatosas que sí se detectarían con facilidad en el matadero.

placeholder Vacas en el campo. (EFE)
Vacas en el campo. (EFE)

En estas circunstancias, los veterinarios consideran que relajar los controles es un error y recuerdan que, en todo caso, estas cuestiones no se deciden a una escala local, sino a través de programas coordinados desde la Comisión Europea. “El ganadero afectado es el que tiene el gran problema económico, pero hay que pensar también en que más del 90% de las explotaciones están libres de tuberculosis gracias, precisamente, a que se restringen los movimientos de los positivos”, destaca el investigador del IREC. En ese sentido, lamenta que “los veterinarios, que son los encargados de aplicar las medidas, se encuentran entre la espada y la pared, con presiones desde el lado ganadero y de la administración. Ellos son profesionales que tienen que seguir estándares bien establecidos y están en una situación incómoda”, añade.

Por qué no hay vacunas

Así que cabe preguntarse si, en la lucha contra la enfermedad, existe o puede llegar a existir alguna otra alternativa a las duras medidas de control que tienen que aplicar las zonas afectadas. Por el momento, solo existe una vacuna, pero es la misma que para las personas, conocida como BCG y que ya ha cumplido un siglo. Sin embargo, hoy por hoy, es absolutamente inviable aplicarla en la Unión Europea por una sencilla razón: inyectar a un animal una de estas dosis provocaría que diera positivo en las pruebas de tuberculosis. En el momento en el que no se pudiera distinguir una vaca infectada de una vacunada, no tendrían sentido los programas de saneamiento, que están basados en esa diferencia.

No obstante, algunos países están aplicando la vacunación contra la tuberculosis en la fauna silvestre. Es el caso de Irlanda, que incluye inmunizar a los tejones como parte de su programa de control de la tuberculosis, aprobado por la Comisión Europea, o de Francia, que está realizando algunos experimentos similares. En teoría, podría hacerse lo mismo con el jabalí, que es el animal más problemático en España. Sin embargo, los expertos no son partidarios: “No es la bala de plata, simplemente va a reducir un poquito los riesgos y habría que preguntarse quién se haría cargo de un coste tan brutal, porque estaríamos hablando de miles y miles de animales”.

Los graves incidentes ocurridos este lunes en Salamanca, cuando cientos de ganaderos intentaron entrar en la Delegación Territorial de la Junta de Castilla y León, han puesto en el primer plano de la actualidad el motivo de su protesta: las restricciones a las que ven sometidas sus explotaciones por culpa de la tuberculosis bovina. La convocatoria de la asociación Unión por la Ganadería reclamaba “el cese inmediato” de varios responsables de sanidad animal, tanto regionales como nacionales. La violenta protesta de los profesionales del campo se producía después de semanas de vaivenes en torno al control de esta preocupante enfermedad animal.

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