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El experimento con buitres durante años que desmonta las quejas de ganaderos españoles
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UN SORPRENDENTE ESTUDIO

El experimento con buitres durante años que desmonta las quejas de ganaderos españoles

Un exhaustivo seguimiento revela la dieta de los buitres ibéricos: es diferente en el norte y en el sur, pero no se alimentan de lo primero que encuentran. Las conclusiones cuestionan las quejas de algunos ganadores sobre los ataques al ganado

Foto: Suelta de buitres leonados en un centro de recuperación. (EFE/Marcial Guillén)
Suelta de buitres leonados en un centro de recuperación. (EFE/Marcial Guillén)
Las claves
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lleva 27 años dándoles de comer a diario

Buitreman, el hombre que se recluyó en una masía de Teruel para vivir con los buitres
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El buitre es un animal majestuoso, aunque no tiene buena fama para todo el mundo. A su tradicional imagen de ave carroñera se añade que en los últimos años los ganaderos denuncian ataques. En teoría, después de la prohibición de abandonar restos de animales muertos en el campo, estas aves estarían hambrientas y habrían optado por matar al ganado. Los biólogos rechazan esa interpretación, pero ahora un nuevo estudio aclara cuál es exactamente la dieta los buitres españoles y las conclusiones son sorprendentes, porque revelan un comportamiento complejo e inesperado.

El trabajo, publicado en la prestigiosa revista científica Proceedings of the Royal Society B: Biological Sciences, está basado en un largo seguimiento a decenas de buitres de dos localizaciones diferentes: una en el valle del Ebro y otra en la sierra de Cazorla. Los investigadores les colocaron GPS y acelerómetros para detectar exactamente dónde comían. Después, al visitar esos puntos geolocalizados, comprobaban de qué se había alimentado cada uno de los individuos. Tras analizar todos los datos, los científicos se han llevado una sorpresa: estos animales no solo tienen una dieta diferente en el norte y el sur de España, sino que cuando se desplazan hasta las dehesas de Extremadura y alrededores, donde disponen de un amplio menú, siguen alimentándose de lo mismo que en su tierra. Esto quiere decir que este animal no come lo primero que encuentra, como se pensaba, sino que adquiere una especie de cultura gastronómica aprendida que lo acompaña allá donde va.

Foto: Conejo en una viña. (EFE/Abel Alonso)

“Es un esfuerzo de muchos años y de mucha gente”, comenta a El Confidencial el autor principal del artículo, Eneko Arrondo, biólogo de la Universidad de Granada, que en el transcurso de esta investigación también ha pertenecido a la Universidad Miguel Hernández de Elche y a la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC). Junto a otros colegas, llegó a visitar más de 4.000 localizaciones a lo largo de dos años y medio en las que se habían alimentado 55 buitres leonados (Gyps fulvus). Además del GPS, el acelerómetro les daba la pista de los movimientos.

“Es un dispositivo que está integrado en cualquier móvil, por ejemplo, para hacer que gire la pantalla de horizontal a vertical, y a nosotros nos servía para interpretar si el animal se había posado a comer”. Al visitar cada lugar, se podía comprobar “si estaba el esqueleto de un jabalí o si había una granja de cerdos, y así compusimos la dieta de cada uno de los individuos marcados”.

“Es como si juntas en un restaurante a un valenciano y a un japonés y, aunque estén en el mismo lugar, uno pide paella y otro 'sushi”.

El estudio estadístico posterior fue revelador, encontrando diferencias marcadas entre el norte y el sur, pero también entre machos y hembras. Sin embargo, lo más inesperado fue que la dieta no cambiaba cuando los buitres del valle del Ebro y de la sierra de Cazorla visitaban el oeste de la Península. En una publicación anterior, los mismos investigadores ya habían identificado que la mayoría de los buitres de España y gran parte de los de Francia visitan en algún momento de su vida la zona de grandes dehesas que se reparte entre Extremadura, Ciudad Real, Córdoba y Huelva.

“Es un lugar que les atrae y donde más carroña encuentran”, afirma el experto. Este resultado es llamativo porque “hasta ahora se pensaba que eran animales oportunistas y comían lo primero que encontraban muerto, pero ahora sabemos que tienen preferencias según lo aprendido en su lugar de origen”. En otras palabras, “es como si juntas en un restaurante a un valenciano y a un japonés y, aunque estén en el mismo lugar, uno pide paella y otro sushi”.

placeholder Buitres comiendo. (EFE)
Buitres comiendo. (EFE)

Ganadería y caza

Pero ¿qué comen exactamente? El estudio muestra que los buitres del norte prefieren la ganadería intensiva, por ejemplo, los restos de animales muertos que encuentran en granjas de cerdos, y que incluso acuden a vertederos; mientras que los del sur se decantan por la ganadería extensiva, los ungulados silvestres como los ciervos de las fincas de caza y otro tipo de carroña que ocasionalmente pueden encontrar en la naturaleza. En general, se puede decir que los del norte peninsular acuden más a los recursos antrópicos, es decir, los procedentes de la actividad humana, que son más predecibles.

En realidad, “la dieta que siguen es lógica, porque en el valle del Ebro hay muchas granjas de cerdos; mientras que en la sierra de Cazorla o en sierra Morena se encuentran muchas fincas destinadas a la caza”. Lo que llama la atención de los científicos es que cuando se reúnen en las dehesas de Extremadura y provincias limítrofes, donde la oferta es la misma para todos, mantienen estas diferencias. “En esta zona, hay de todo y mucho de todo”, destaca Arrondo, “porque tienen granjas de intensivo, ganadería extensiva con el cerdo en montanera y las mayores fincas de caza”. Entonces, si cada individuo sigue comiendo lo que comía, la conclusión es que los buitres son capaces de desarrollar una especie de cultura gastronómica.

placeholder Pareja de buitres leonados. (iStock)
Pareja de buitres leonados. (iStock)

La palabra cultura asociada a un animal es muy atrevida, pero en este caso refleja muy bien lo que quieren transmitir los biólogos. “Tienen preferencias según lo que han aprendido en su población de origen. El buitre no es un animal social, porque no establece relaciones sociales, como los lobos, pero sí es gregario. Esto quiere decir que vive junto a otros miembros de su especie y que actúan todos a la vez, así que van desarrollando conductas similares”, comenta el investigador de la Universidad de Granada. Teniendo en cuenta que viven más de 20 años, “la dieta pasa a ser un aspecto cultural y no es fácil cambiar”.

El estudio también establece ciertas diferencias entre la alimentación de uno y otro sexo. Los machos tienden a alimentarse algo más de los recursos antrópicos, de ganadería intensiva, independientemente de la población a la que pertenezcan. Por el contrario, las hembras tienen una dieta más variada y buscan recursos más impredecibles. En general, esto encaja con diferencias que han establecido otras investigaciones. Por ejemplo, los machos mueren más electrocutados o atropellados por cualquier causa.

placeholder Buitre negro, en una dehesa. (Andoni Canela)
Buitre negro, en una dehesa. (Andoni Canela)

Lo que no ocurre y lo que no debería ocurrir

En cualquier caso, ¿qué lecciones deja este trabajo acerca de los aspectos más polémicos del comportamiento de esta especie? Por una parte, los autores no han encontrado ni una sola evidencia de que, en los más de 4.000 puntos de alimentación que revisaron, se hubiera producido ni un solo ataque a animales vivos, aunque la metodología del estudio no está diseñada para poder detectarlo. De todos modos, “que un buitre se coma a un animal vivo es algo excepcional, ocurre en muy pocas ocasiones y la mayoría tiene que ver con circunstancias especiales, por ejemplo, un parto complicado”, aclara el experto. Los biólogos están seguros de que la inmensa mayoría de los buitres que hay en España (están censadas 30.000 parejas) “jamás han comido un animal vivo ni lo van a comer”.

No obstante, el trabajo publicado revela otra anomalía que no debería estar ocurriendo: la dependencia de los buitres de los restos de ganadería intensiva para su alimentación. La crisis de las vacas locas dio paso a la prohibición de abandonar carroña que pudiera contribuir a la diseminación de enfermedades. Sin embargo, algunos expertos consideran que la normativa no se cumple porque no es realista. Por ejemplo, aunque los ganaderos disponen de cajones donde echar a los animales muertos hasta que pasen a recogerlos, por distintas circunstancias se pueden acumular restos de animales que pueden ser aprovechados por los buitres. Incluso aunque todo el mundo cumpla con su obligación, pueden ocurrir descuidos e incidencias que un animal carroñero sabe cómo aprovechar.

Foto: Imagen: cedida.

El problema es que abandonar restos de ganado intensivo sigue siendo un peligro incluso para los propios buitres. En 2021, una carta de expertos publicada en Science alertaba sobre el uso del fármaco diclofenaco, que se usa para el ganado. En los años noventa, la utilización masiva de este antiinflamatorio provocó la muerte del 95% de estas aves carroñeras en la India y Pakistán, pero se sigue utilizando en las granjas europeas y, de hecho, en 2020 se registró la muerte de un buitre negro por esta causa en Lleida.

En realidad, los buitres están haciendo un gran trabajo, lo que técnicamente se conoce como “servicios ecosistémicos”. Los ecólogos utilizan este término para hablar de las aportaciones de la naturaleza al ser humano y uno de estos servicios es el tratamiento de los restos de ganado extensivo que estos animales eliminan, de forma que no tenemos que hacerlo nosotros incinerándolos o enterrándolos. De hecho, el ahorro está contabilizado: más de un millón de euros anuales en España y miles de toneladas de CO₂. En particular, Arrondo destaca "la importancia de las dehesas ibéricas para mantener la diversidad cultural de los buitres y garantizar su conservación".

El buitre es un animal majestuoso, aunque no tiene buena fama para todo el mundo. A su tradicional imagen de ave carroñera se añade que en los últimos años los ganaderos denuncian ataques. En teoría, después de la prohibición de abandonar restos de animales muertos en el campo, estas aves estarían hambrientas y habrían optado por matar al ganado. Los biólogos rechazan esa interpretación, pero ahora un nuevo estudio aclara cuál es exactamente la dieta los buitres españoles y las conclusiones son sorprendentes, porque revelan un comportamiento complejo e inesperado.

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