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Por qué los buques menos sexis de la Armada tienen ahora la misión más crucial
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¿el patito feo del programa de armamento?

Por qué los buques menos sexis de la Armada tienen ahora la misión más crucial

El plantel de buques auxiliares no atrae la atención de medios y aficionados, pero los acontecimientos de los últimos años ponen su misión en el centro de los intereses estratégicos de España

Foto: Buque hidrográfico militar Malaspina, encallado en Ibiza. (EFE/Sergio G. Cañizares)
Buque hidrográfico militar Malaspina, encallado en Ibiza. (EFE/Sergio G. Cañizares)

De los casi 4.000 millones de euros que el Consejo de Ministros aprobó el pasado 18 de abril para varios programas de tecnología militar, el que sin duda recibió menos atención fue el destinado a la construcción de dos buques hidrográficos costeros, por un valor estimado de algo más de 162 millones de euros entre 2023 y 206. Esos dos barcos se suman al ya aprobado buque de rescate de submarinos que conforman un plantel de buques auxiliares que no atraen la atención de medios y aficionados pero cuya misión, paradójicamente, está en el centro de los intereses estratégicos de España tras los acontecimientos de los últimos años.

Los buques auxiliares de la Armada rara vez son noticia. Cuando lo son, son por circunstancias excepcionales. Como el estallido de un volcán en la isla de La Palma que sepultó varias poblaciones y cuyas coladas modificaron el litoral occidental de la isla. La Armada debió desplazar al buque hidrográfico A-31 Malaspina a levantar nuevas cartas marinas porque el relieve submarino de la isla había cambiado. El A-31 Malaspina volvió a ser noticia recientemente porque quedó encallado mientras cartografiaba los bajíos en la costa de Ibiza a finales de abril de 2023. Pero el conocimiento del fondo marino no solo tiene como propósito levantar mejores cartas marinas, sino que tiene implicaciones geopolíticas.

placeholder BIO A-33 Hespérides. (Armada)
BIO A-33 Hespérides. (Armada)

En 2012, el buque oceanográfico A-33 Hespérides emprendió una campaña de exploración de los fondos marinos al oeste de la isla de El Hierro con el propósito de comprobar si tenían las mismas características geológicas y, por tanto, eran una "prolongación natural del archipiélago canario". Los resultados de la campaña confirmaron las sospechas y sirvieron a España para sustentar con datos científicos una reclamación de extensión del límite de la zona económica exclusiva que rodea a Canarias de las 200 a 350 millas náuticas ante la Comisión de Límites de la Plataforma Continental de Naciones Unidas. Esa extensión significa que España tendría derechos sobre una nueva área del Océano Atlántico de 220.000 kilómetros cuadrados.

Foto: Un MH-60R Sea Hawk de la Marina de EEUU. (Reuters)

La zona reclamada por España en el Océano Atlántico incluye en su relieve el monte Tropic y podría esconder recursos naturales valiosos, como el mineral telurio. El asunto, cómo no, ha suscitado una disputa con Marruecos. Reflejo de la importancia de contar con medios técnicos capaces de explorar el fondo marino y así sustentar reclamaciones de soberanía o exclusividad, la Marina Real de Marruecos encargó su propio buque oceanográfico, el Dar al Beida, que fue entregado por el astillero francés Piriou en octubre de 2018. Un segundo buque oceanográfico fue encargado a un astillero del Grupo Toyota gracias a un préstamo firmado en 2017 por Rabat con la Agencia de Cooperación Internacional de Japón. El buque llegó a Marruecos en su primer viaje en marzo de 2021.

Buque de Acción Marítima

Antes de encargar los dos nuevos buques hidrográficos costeros, el Ministerio de Defensa español firmó en noviembre de 2021 la orden de ejecución del contrato de construcción del nuevo buque de acción marítima de intervención subacuática (BAM-IS) con la empresa pública Navantia. Ese nombre tan largo esconde que en su momento se pensó que el nuevo buque sería una variante del diseño Buque de Acción Marítima (BAM), un patrullero oceánico del que Navantia ha construido hasta ahora seis unidades para la Armada. Buscando economías de escalas, se planteó emplear el mismo casco y un diseño parecido para varios tipos de buques auxiliares, incluyendo la obtención de inteligencia, la investigación oceanográfica y el apoyo y rescate de submarinos.

Cuando finalmente el proyecto del nuevo buque BAM-IS se puso en marcha y se mostró su apariencia en imágenes hechas por ordenador, pudo comprobarse que poco tenía que ver con los BAM originales. En realidad, el nuevo buque de la Armada tiene mucho más que ver con los grandes buques civiles de apoyo a infraestructuras marinas (Off-Shore Supply Vessel) que con un buque de guerra.

placeholder BAM-IS. (Navantia)
BAM-IS. (Navantia)

Según una orden ministerial, publicada en marzo de 2023, el nuevo buque recibirá el numeral A-21 y el nombre Poseidón, siendo así evidente sucesor del actual A-20 Neptuno. Cuando entre en servicio, el nuevo A-21 Poseidón supondrá todo un salto de capacidades, ya que su predecesor es un remolcador de altura cuyo desplazamiento no llega a las 1.900 toneladas a plena carga. El nuevo A-21, en cambio, es un buque diseñado específicamente desde cero para cumplir las misiones encomendadas y su desplazamiento se elevará a las 5.000 toneladas, dejando muy atrás en materia de desplazamiento no solo al A-20 Neptuno y a los BAM, sino también a las fragatas clase Santa María.

La misión principal del diseño BAM-IS es auxiliar a los nuevos submarinos S-80+ que Navantia construye para la Armada en Cartagena, sirviendo principalmente de buque de rescate. Para ello contará con un pequeño submarino operado remotamente que puede servir de vehículo de escape. Ese submarino corresponde a un estándar OTAN, lo que permitirá prestar auxilio a armadas aliadas. De hecho, no solo son habituales los ejercicios multinacionales en el contexto OTAN, sino que la colaboración en tiempos de paz se extiende incluso a otras armadas, ya que existe un mecanismo global de cooperación en rescate de submarinos.

Foto: Fragatas F-100, predecesoras de la nueva F-110. (EFE)

Así, aunque ahora parezca mentira, la Armada rusa envió un submarino al ejercicio Bold Monarch que tuvo lugar en aguas de Cartagena en 2011. Cuando en tiempos de paz la tragedia golpea a una armada, como el caso de la rusa con el submarino Kursk o la argentina con el submarino San Juan, prima la camaradería de los hombres del mar.

Patrimonio sumergido (sí, tesoros)

Más allá de las funciones meramente militares de apoyo y rescate de submarinos, el A-21 Poseidón tendrá otras funciones que han surgido por acontecimientos que han ocupado grandes titulares. En agosto de 2008, los Ministerios de Defensa y Cultura llegaron a un acuerdo para la protección del llamado patrimonio sumergido. Se trata de localizar y proteger yacimientos arqueológicos submarinos que corren el riesgo de ser expoliados por buscadores de tesoros sin escrúpulos.

El asunto alcanzó amplia notoriedad en la sociedad española por el caso de la empresa estadounidense Odyssey Marine Exploration, que en 2007 había anunciado el descubrimiento de los restos de un buque cargado de 595.000 monedas españolas provenientes de América. Los abogados que defendieron los intereses de España demostraron que el tesoro había sido extraído de los restos de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes, hundido en una batalla contra los ingleses en 1804 en su viaje de Montevideo a Cádiz. Al tratarse de un buque de guerra, según las leyes del mar, los restos siguen siendo exclusiva propiedad del Estado español.

placeholder Buque ruso Yantar. (Armada rusa)
Buque ruso Yantar. (Armada rusa)

El problema que presentan empresas como Odyssey Marine Exploration no es solo que con sus actividades se apropian de la carga valiosa de buques naufragados, aunque no tengan derecho a ello, sino que sus métodos implican despreciar por completo el trabajo arqueológico. Su único interés es extraer los objetos de valor del fondo de mar, operando sin cuidado alguno en preservar el resto del yacimiento y sin los protocolos que los investigadores seguirían para extraer el máximo de información posible en beneficio del saber histórico y científico.

Sabotajes críticos submarinos

La otra misión del nuevo A-21 Poseidón viene también marcada por acontecimientos de la agenda informativa. Primero fue la proliferación de sospechosas actividades de buques rusos y chinos en áreas por donde transcurren cables submarinos de telecomunicaciones, lo que elevó la preocupación sobre la protección de infraestructuras críticas. Hablamos de casos como el del buque ruso Yantar, oficialmente un buque oceanográfico, cuya pista fue seguida muy cerca en torno a los cables submarinos cercanos a la base estadounidense de Guantánamo en 2015 y a finales del año siguiente en el Mediterráneo Oriental. Pero también como el del buque oceanográfico chino del Tipo 636A, que a finales de abril de este año pasó por el Estrecho de Gibraltar, bien lejos de donde uno podría pensar que China tiene intereses en investigar los fondos marinos.

El sabotaje del gasoducto NordStream 2 ha puesto el asunto de máxima actualidad. El 15 de febrero de 2023, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, anunció la creación de una Célula de Coordinación de Infraestructura Crítica Submarina en el cuartel general de la organización. El nuevo organismo tendría como misión coordinar los esfuerzos de armadas y empresas privadas, además de estudiar buenas prácticas o promover innovaciones tecnológicas en la materia. Por su parte, la armada británica recibió en enero de este año el primero de dos buques civiles para ser modificados en los nuevos Buques Oceanográficos Multi-rol (MROS en inglés) destinados específicamente a la protección de conducciones submarinas de telecomunicaciones, gas y petróleo.

Los oceanógrafos nos cuentan que sabemos más de la superficie de la Luna que del fondo del mar. El nuevo panorama de máxima preocupación por la seguridad de las infraestructuras críticas submarinas y el interés de España en ampliar su zona económica exclusiva supone un renovado interés por todo aquello que pasa debajo del mar. Así que, aunque no llenen titulares ni sus jornadas de puertas abiertas atraigan grandes colas de público, podemos tener la seguridad que los futuros buques auxiliares de la Armada van a tener bastante trabajo y en sus despliegues van a llevar a cabo misiones de máxima relevancia para el país.

De los casi 4.000 millones de euros que el Consejo de Ministros aprobó el pasado 18 de abril para varios programas de tecnología militar, el que sin duda recibió menos atención fue el destinado a la construcción de dos buques hidrográficos costeros, por un valor estimado de algo más de 162 millones de euros entre 2023 y 206. Esos dos barcos se suman al ya aprobado buque de rescate de submarinos que conforman un plantel de buques auxiliares que no atraen la atención de medios y aficionados pero cuya misión, paradójicamente, está en el centro de los intereses estratégicos de España tras los acontecimientos de los últimos años.

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