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Meta ha creado este mueble para sus empleados y dice mucho del problema de volver a la oficina
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"ESTO ES UN PROBLEMA GENERAL"

Meta ha creado este mueble para sus empleados y dice mucho del problema de volver a la oficina

Las tecnológicas son las que mejor representan que el fin del teletrabajo se ha cerrado en falso. El modelo híbrido obliga a reinventar las oficinas para que no estén desiertas y los empleados quieran volver

Foto: El cubículo ideado por los de Zuckerberg. (Carolyn Fong/Redux)
El cubículo ideado por los de Zuckerberg. (Carolyn Fong/Redux)
Las claves
placeholder El primer empleado de Walmart desde España es una señal del teletrabajo que viene

TRABAJAR DESDE LA PLAYA YA NO ES PARA TODOS

El primer empleado de Walmart desde España es una señal del teletrabajo que viene
Manuel Ángel Méndez
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Ni la aplicación que por fin deje clara la utilidad del metaverso, ni una inteligencia artificial que sea capaz de sacarse artículos científicos de la manga en un abrir y cerrar de ojos, ni el remedio definitivo contra esa tortura china llamada TikTok. Una de las cosas más llamativas que ha creado esa empresa antes conocida como Facebook es un mueble. Un invento al que han bautizado como The Cube (El cubo, en español) que, tras meses de ensayos y preparativos, dentro de poco empezarán a instalarlo en todas las filiales que la multinacional de Menlo Park tiene repartidas por el mundo.

El objetivo es conseguir un ambiente de trabajo mucho más silencioso. Después de dos años largos de teletrabajo, a más de uno se le debe haber atragantado eso de tener que volver a calentar silla y empieza a desquiciarse por cosas como el ruido que hacen sus compañeros. Algo que a veces es un mal inevitable, como esas oficinas abiertas que han apostado por un modelo híbrido, combinando presencialidad y trabajo en remoto, donde las videollamadas y conferencias se multiplican ya que algunos miembros del equipo están en casa y otros no.

Las compañías se encuentran con el reto de tener que rediseñar sus sedes para adaptarse a los nuevos flujos de trabajo

Este experimento de la multinacional gobernada por Mark Zuckerberg resume a la perfección el reto al que se enfrentan miles de empresas en todo el mundo tras la pandemia, cuando, obligados por el covid, consagraron el modelo laboral a distancia. Desde hace meses, muchos de los que proclamaron que el teletrabajo y los nómadas digitales iban a ser la norma y habían llegado para quedarse están recogiendo cable. Pero el debate está lejos de cerrarse y las compañías no solo se encuentran con la oposición de parte de sus plantillas, sino con el marrón de tener que rediseñar sus sedes para adaptarse a los nuevos flujos de trabajo. Una adaptación que tiene que estar hecha casi quirúrgicamente, para tener espacio suficiente indiferentemente del día que sea o la afluencia que haya pero sin pasarse de frenada para que no queden sitios eternamente vacíos con el coste económico que ello puede llegar a suponer.

"Un entorno para Zoom"

"Nos dimos cuenta que como resultado de la pandemia y con empleados trabajando desde casa, la gente necesitaba un entorno para Zoom. Y eso es muy complicado en una oficina abierta sin interrumpir a otros compañeros", contaba al Wall Street Journal John Tenanes, vicepresidente de bienes raíces de Meta. El rotativo estadounidense, que desveló el proyecto, recoge que se valoraron opciones más tradicionales como cabinas individuales o separadores clásicos, pero aquello chocaba con la política de trabajar en lugares diáfanos.

The Cube echó a andar en 2021. Se convocó a un puñado de empleados para que idearan una serie de prototipos. Luego se expusieron para que sus compañeros señalasen cuales les gustaban más y les parecían más prácticos. Una vez echa esta criba, entraron en el proceso estudios de arquitectura y colaboradores para pulir los conceptos. El resultado final fue una solución modular que tiene tres paredes fijas y una móvil, que puede acercarse al escritorio para conseguir mayor aislamiento. El concepto está inspirado en el funcionamiento de las cámaras anecoicas, esas habitaciones acolchadas capaces de absorber las ondas acústicas. Para lograr ese efecto se utilizó plástico reciclado y un acabado de textil, concretamente de fieltro. El resultado, según las pruebas de la compañía, es que este accesorio reduce el ruido percibido desde los puestos de trabajo en 20 decibelios.

placeholder Sundar Pichai, CEO de Google. (EFE)
Sundar Pichai, CEO de Google. (EFE)

No es la primera vez que una empresa tecnológica decide hacer algo por el estilo, aunque fuese con la finalidad opuesta, la de hacer que los empleados estuviesen más cómodos haciendo sus tareas desde sus casas. Google, por ejemplo, diseñó en plena pandemia un accesorio llamado DLight, una lámpara de diseño exclusiva para sus trabajadores. El fin no era otro que mejorar la iluminación en las videollamadas, permitiéndoles ajustar la dirección o la tonalidad automáticamente o manejarla con el asistente de voz de Android. Precisamente, los de Mountain View han sido noticia en los últimos días por los cambios que está intentando implementar para el retorno presencial a las oficinas.

"Tenemos inmuebles caros y solo los utilizamos el 30% del tiempo debemos prestar atención a cómo los gestionamos", afirmó su CEO, Sundar Pichai. Lo hizo en un encuentro con otros directivos en el que defendió la política de mesas compartidas que ha levantado ampollas y burlas en algunos departamentos. "Hay gente que suele quejarse de que se encuentran grandes zonas de escritorios vacías y parece un pueblo fantasma; no es un ambiente agradable". Google, al igual que otros pesos pesados de Silicon Valley, ha invertido miles de millones de dólares en crear sus sedes y cuarteles generales.

Pichai tuvo que salir a defender su política de sitios compartidos en una reunión con directivos

Obras de tintes faraónicos que se quedaron completamente vacías hace un par de años y que ahora vuelven a intentar llenar, al menos parcialmente, con el pretexto de que si todos trabajan desde casa hay cosas que se pierden en el camino. "Este modelo revisado mejorará nuestra capacidad de trabajar de manera flexible, al tiempo que preserva la colaboración en persona que es tan esencial para nuestra cultura", afirmó Tim Cook, CEO de Apple, el pasado mes de septiembre cuando impuso dos o tres días de presencialidad tras meses de tiras y aflojas. El Apple Park, su impresionante sede de Cupertino, fue una obra cara. Solo la oficina central, en forma de anillo, costó cientos de millones de dólares. Es de cajón que no les haga gracia tener eso completamente desierto.

Amazon también ha optado por un modelo idéntico, que echará a rodar en mayo. "Sabemos que no será perfecto al principio, pero la experiencia de la oficina mejorará constantemente en los próximos meses a medida que nuestros equipos de bienes raíces e instalaciones suavicen las arrugas y, en última instancia, sigan evolucionando en la forma en que queremos que sean nuestras oficinas", aseguró Andy Jassy, sucesor de Jeff Bezos al frente del gigante del comercio electrónico y los servicios en la nube. Otras firmas han ido todavía más lejos, como Tesla o el minorista Walmart, el mayor empleador privado del mundo, ha sido mucho más radical. Ha dado un giro de 180 grados y ha decretado un 100% de presencialidad salvo casos puntuales y excepcionales.

placeholder Apple Park, la sede soñada por Jobs que albergará la presentación del iPhone 14. (iStock)
Apple Park, la sede soñada por Jobs que albergará la presentación del iPhone 14. (iStock)

"Este debate afecta más a las tecnológicas que a otros sectores porque su actividad y negocio son muchos más propicios para el trabajo remoto, pero también requiere innovación y colaboración constante. Por eso los trabajadores de esta industria suelen tener mayores expectativas y demandas para su entorno de trabajo que otros", detalla a este periódico Gleb Tsipursky, CEO de la consultora Disaster Avoidance Experts, que trabaja para varias empresas del Fortune 500. "No me sorprende que Meta haya tenido que diseñar algo así", remata este experto, autor de varios libros sobre organización empresarial, que no sabe concretar "si el ajuste está terminado o si habrá más cambios" en lo que se refiere al modelo híbrido. "Todo depende de cómo lo acaben aceptando los trabajadores y el resultado que tenga".

"Venimos de años de una auténtica guerra por fichar talento. Ahí el sueldo era una variable importante, pero también había otras como las stock options o la flexibilidad. Y eso era imprescindible si querías tener ciertos perfiles", desvela un directivo de una importante fintech europea. "Obviamente había gente que te pedía estar todo el rato desde su casa. Pero no siempre era la norma y se optaba mucho por la flexibilidad. Ahora ya no es una cosa de perfiles top, te lo piden prácticamente todos. Y con razón", añade, a la par que señala que ahí tus posibilidades dependen de tu carga inmobiliaria. "Si te has comprado el cojoedificio o lo has reformado de arriba a abajo hace dos años estás más atado que si estás de alquiler para hacer cambios".

Foto: Foto: Getty Images/Sean Gallup.

"Está claro que los empleados prefieren un modelo flexible que les permita elegir dónde y cuándo trabajar. Eso va a ir a más en el medio plazo con tecnologías como realidad aumentada y realidad virtual que facilitarán las tareas a distancia, aunque la mayoría no trabajarán a tiempo completo de forma remota", defiende Tsipursky. Asegura que eso está afectando de lleno a las oficinas, aunque de "diferentes maneras". "Algunas empresas están reduciendo el espacio o desplazándose a ubicaciones más distribuidas. Otras, las rediseñan para que sean más colaborativas y cómodas. Y otras las mantienen o incluso las amplían", sentencia.

'Traders' de muebles de oficina: el negocio de moda en SF

Esta cascada de reformas, mudanzas e incluso cierres ha tenido una consecuencia completamente lógica, pero no por ello menos sorprendente: un brutal aumento del mercado de la compraventa de muebles de oficina. "Las peticiones están disparadas", reconoce a este periódico Brandi Susewitz, fundador de Reseat, una pequeña firma de San Francisco, donde este se ha convertido en el negocio de moda . Esta empresaria de 49 años montó esta compañía en 2020 cuando, después de 25 años en este sector, la pandemia le mandó al paro y sus ingresos se vieron notablemente recortados.

"No me apetecía reinventarme a esa edad". Decidió utilizar sus conocimientos para crear una plataforma que sirviese de escaparate a las empresas que querían deshacerse del mobiliario y material que les sobraba. "Es una oportunidad para otras empresas, que pueden comprar muebles de fabricantes reconocidos a mitad de precio o incluso más barato". Un buen ejemplo de esto es lo que ocurrió en Twitter tras la compra por parte de Elon Musk. Además de ejecutar un recorte masivo y dejar la fuerza laboral de la red social a la mínima expresión, el magnate organizó una subasta para dar salida a los bienes de las oficinas de San Francisco, cuyo alquiler, por cierto, se dejó de abonar, con la consiguiente demanda por impago.

El proyecto de Reseat empezó con una página web sencilla hecha con WordPress de forma autodidacta. "Tuve cierto éxito desde el primer momento y varias empresas me contactaron", recuerda. La hormona del crecimiento llegó en el momento que un periódico local se hizo eco de su idea. Aquello generó un efecto dominó que le llevó a aparecer en la CNBC o incluso en el New York Times. "Pasamos de una situación en la que mi preocupación era cobrar el paro y no tener dinero para marketing o comunicación a poder conseguir financiación, contratar a 14 personas y crear una herramienta mucho más profesional", resume Susewitz, que ahora tiene entre sus clientes a Google, L´Oreal o WeWork.

placeholder Algunos de los muebles que compra y vende Reseat. (Cedida)
Algunos de los muebles que compra y vende Reseat. (Cedida)

Aunque no es exclusivo de aquel lugar y en internet se pueden encontrar decenas de ejemplos, este fenómeno se ha dejado notar singularmente en San Francisco y Silicon Valley. Susewitz lo atribuye a la mayor concentración de "empresas emergentes y startups", más proclives a estos cambios de modelos. "He comprado muebles a Uber, Pure Storage, Oracle, Yelp, Twitch, Cruise...", enumera. "Más que cierres, lo que más he visto ha sido compañías que han cambiado grandes oficinas por otras de la mitad de tamaño. Los despidos también influyen. Sea cual sea el motivo, la cuestión es que hay que dar salida a mucho material".

Su compañía tiene una singularidad. No necesita invertir en almacenes o trasteros porque la mayor parte de las ocasiones, venden el mobiliario mientras está en su antigua ubicación. "Las empresas grandes saben con 8 o 12 meses de antelación que se van a mudar. Eso les da tiempo de sobra para saber qué se quieren llevar y que no. El problema que tienen, tradicionalmente, es que no quieren ocuparse de todo el proceso de venta, buscar compradores...", remata la empresaria, que explica que los residuos de mueble de oficina siempre han sido un problema y miles de toneladas, según las estadísticas, acaban en la basura cada año. "Habitualmente, se esperaba al tramo final y por eso terminan pagando para llevarlos al vertedero. Parece que con la pandemia se ha prestado más atención y hay más conciencia".

"Esto no es solo cosa de tecnológicas"

"Antes estos cambios se producían principalmente cuando alguien quería modernizar la oficina o cambiar de identidad. Pero la pandemia lo ha multiplicado mucho", cuenta Paco Rus, de Factory Oficina, una empresa de Illescas que se dedica a la compra venta de material corporativo desde hace años. "Afecta a todos, es muy transversal. No es solo cosa de grandes compañías. Cada semana yo tengo 2 o 3 llamadas de empresas que quieren dejar sus oficinas en sitios como el centro de Madrid, en zonas como Serrano, e irse a un coworking. Se ha generado una bolsa importante de muebles en los últimos años por el covid". Ellos adquieren esos excedentes a un precio acorde, lo reacondicionan y lo vuelven a poner en el mercado. "Es un win win para todos. Los que venden amortizan la inversión, los que compran pueden conseguir ahorros de hasta el 70%. Y luego está el tema de las políticas de sostenibilidad y reutilizar este material ayuda a cumplir estos objetivos".

¿Por qué esto ocurre ahora con tanta intensidad y no hace un año o año y medio cuando las empresas empezaron a desactivar sus políticas de teletrabajo? Rus lo tiene bastante claro: el ahorro de costes en un momento de turbulencias económicas. "En una zona como puede ser el interior de la M-30, los gastos derivados de un puesto de trabajo y su mantenimiento pueden suponer miles de euros al año", subraya. "Cuando han llegado las cuentas al director general y ve que la tasa de ocupación, que antes era del 100% ahora es del 60%, es cuando se deciden hacer este tipo de cambios". La tendencia parece que no dejará de crecer. Según un estudio de la consultora IDG Research, el 85% de las empresas españolas contarán con algún grado de trabajo híbrido en 2023.

Los 'coworkings' fueron la avanzadilla de lo que ahora se ve en las empresas privadas

Rus sostiene que todo esto está provocando un gran cambio de paradigma de forma generalizada. "Estamos en un momento que toca convencer al trabajador de que vaya a la oficina, de que merece la pena y ellos no siempre quieren, porque se ha sido productivo desde casa", argumenta en base a lo que observa día a día con sus clientes. "Ya no son simples espacios de alta ocupación. Se construyen anfiteatros y auditorios, zonas de relax, se ponen futbolines y zonas de recreo...", resume. "Esto parecía cosa solo de empresas estadounidenses y tecnológicas. El problema es que algunos, a pesar de todos estos cambios, no consiguen llenar las oficinas de nuevo".

"Se ha abierto el melón y esto es algo que va a ir a más y va a ser generalizado", comenta Iker Alzola, director de elastiko architecs, un estudio de Barcelona especializado en espacios de trabajo y en la investigación del futuro de los mismos. Esta empresa, entre otros, ha trabajado con CloudWorks, una de las empresas de coworking españolas más conocidas; así con otro tipo de empresas como MagicBox o startups radicadas en el @Distrito22, esa zona de la Ciudad Condal que el Ayuntamiento transformó para atraer compañías de corte tecnológico.

placeholder Uno de los coworkings diseñados por elastiko architecs. (Cedida)
Uno de los coworkings diseñados por elastiko architecs. (Cedida)

Alzola afirma que "los coworkings fueron la avanzadilla" de lo que se está viendo ahora en otro tipo de empresas, que apuestan por espacios abiertos, salas y espacios que se transforman fácilmente para diferentes usos o que promueven el trabajo colaborativo. "El diseño del espacio de trabajo es importantísimo para la retención de talento. Hay que conseguir que el trabajador se sienta a gusto en el lugar porque eso se traduce en un beneficio directo".

Alzola asegura que esta filosofía está empezando a desbordar el ámbito de lo privado y saltando a lo público. Ellos mismos han ganado una adjudicación del Departamento de Salud de la Generalitat catalana para reformar un edificio de 8.000 metros cuadrados. "Vamos a aplicar esos mismos conceptos de open office, trabajo colaborativo y sitios compartidos que ya hemos aplicado en otros proyectos". Sobre las ventajas de apostar por este modelo en la administración pública, este arquitecto pone varios ejemplos. "El tema de los sitios compartidos, que se reservarán por días o semanas a través de una app, te permite, por ejemplo, concentrar a los trabajadores en unas plantas y que no estén repartidos por varias, evitando el consumo energético de tenerlas todas activas".

Ni la aplicación que por fin deje clara la utilidad del metaverso, ni una inteligencia artificial que sea capaz de sacarse artículos científicos de la manga en un abrir y cerrar de ojos, ni el remedio definitivo contra esa tortura china llamada TikTok. Una de las cosas más llamativas que ha creado esa empresa antes conocida como Facebook es un mueble. Un invento al que han bautizado como The Cube (El cubo, en español) que, tras meses de ensayos y preparativos, dentro de poco empezarán a instalarlo en todas las filiales que la multinacional de Menlo Park tiene repartidas por el mundo.

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