Llega 'la guerra de las oficinas': la pandemia ha acabado, la pelea por el teletrabajo solo empieza
Tras más de dos años de la explosión del teletrabajo, las empresas se enfrentan ahora a la vuelta al trabajo más compleja en años. Un terremoto que alcanza los cimientos del sistema
Juan Pablo es informático y trabaja en una de las decenas de multinacionales que tienen su sede en Madrid. Concretamente, a las afueras de la M-30, en Alcobendas, un importante polo empresarial de la capital. Su oficina debería volver a la normalidad en septiembre pero, como ocurre en otros muchos sitios, el teletrabajo sobrevive por ahora a la pandemia. Después de largos meses de indecisión y procastinación, el nuevo curso despierta con un tenso tira y afloja entre trabajadores y empresas. Un conflicto que está afectando a millones de personas en todo el mundo, desde Apple hasta la redacción del 'Washington Post'.
La empresa de Juan Pablo, de origen japonés, lo vio claro hace tiempo. La experiencia en el confinamiento salió bien y decidieron regular prácticas compartidas en muchas de sus sedes. Ahora, este ingeniero es uno de los muchos empleados, sobre todo del sector IT, que cuentan con un sistema de los llamados híbridos: una mezcla de teletrabajo y jornadas presenciales. "Todos los empleados tenemos que ir dos días a la semana a la oficina y el resto lo hacemos a distancia. Además, si tienes que ir a un cliente, por ejemplo, también se considera trabajo presencial. Tenemos una pequeña compensación de unos 20 o 30 euros al mes por los gastos", detalla. Un cambio radical que llega a los cimientos de la organización empresarial y en el que, sí, su empresa es aún una excepción.
En este caso, esta nueva forma de entender el trabajo ha propiciado incluso una reorganización de las infraestructuras. "Antes, trabajábamos en tres plantas y ahora la empresa ha reducido el espacio a la mitad. Tenemos solo una planta como oficina y el llamado 'showroom", comenta. Desde que estalló la pandemia, se ha venido especulando con que el teletrabajo pueda hacer temblar los cimientos del negocio de las oficinas. Pero basta con darse un paseo por esta zona de oficinas de Alcobendas para entender que la transición hacia estos modelos híbridos es todavía excepcional y lo que reina es la confusión. "Tenemos cerca varias empresas y, bueno, sabemos que hay algunas que están como nosotros. Pero la mayoría siguen yendo a trabajar todos los días y solo algunos están teletrabajando 100%... Cada uno tiene una situación diferente", añade.
Tras dos años de pandemia y experimentación con el teletrabajo, largos meses en los que muchos directivos defendieron nuevos modelos de organización laboral, ahora ese empacho empieza a pasar factura sin saber muy bien cómo se va a digerir. Ciudades como Londres ya han dado la voz de alarma porque las oficinas del centro están más vacías que nunca, y algo parecido ocurre en otros países como EEUU. En España, las últimas estadísticas hablan de una vuelta generalizada al lugar de trabajo, pero nadie es ajeno al terremoto del trabajo en remoto. Informes como 'The Office Property Telescope', de EY, señalaban ya en enero un proceso de vacío en las zonas de oficinas más alejadas de Madrid y Barcelona en favor de ubicaciones más céntricas y pequeñas. ¿El problema? Que no parece que nadie tenga claro cuál es la mejor opción y hay una gran brecha entre empresarios y empleados.
Estudios de empresas como Cisco señalan ese choque. Según sus estadísticas, el 80% de los trabajadores españoles con modelo híbrido se encuentran ahora más felices y productivos que cuando tenían uno 100% presencial. El de Edenred y BTS, 'Expectativas laborales de empleados y empresas 2022', va más allá y asegura que el 90% de los españoles prefiere algún tipo de modelo con trabajo remoto. Sin embargo, la última EPA habla de que el 90% de los asalariados españoles ha vuelto a ir todos los días a la oficina.
Casos concretos de gigantes como Banco Santander también dan pistas de lo que viene. Se han abierto a firmar algo de trabajo flexible, pero son movimientos timoratos para algunos empleados que gozaban hasta ese momento de una flexibilidad no 'firmada' mayor, y que ahora se quedan en 16 días por trimestre. En ese tira y afloja que también ha llegado a los sindicatos se ve que el debate, lejos de acabar con el fin de la alerta sanitaria, solo ha empezado.
Del sueño en remoto al miedo al cambio
Como indica el experto en organización laboral y fundador de ZityHub, Ángel Serrano, la pelea ha empezado, sobre todo, por las reticencias de una alta dirección que al principio se mostró bastante abierta a ese trabajo en remoto, a seguir con un modelo muy abierto. Dudas sobre qué hacer con los gastos de las oficinas, el miedo a dejar espacios vacíos o perder la cultura de la empresa están haciendo que muchos cambien su forma de ver el teletrabajo y choquen con sus empleados. "Es incluso un tema generacional. La idea que tienen de la oficina las generaciones mayores que ahora están en la alta dirección es diferente a la que tienen perfiles más jóvenes y, sobre todo, si han crecido en entornos digitales y sus puestos se centran en estos sectores", comenta. "Para muchos de ellos, ir a la oficina es una forma de teletrabajo presencial, por lo que no se ve necesario".
Serrano ha defendido abiertamente un cambio en las empresas que les lleve a creer en modelos mucho más abiertos y flexibles. Y lo ve totalmente necesario si quieren atraer o retener talento. "Estamos en un momento que yo llamo la revolución flexible. El paradigma de la empresa está cambiando y las compañías necesitan dar cada vez más libertad a los empleados para mantener el talento. Claro, como cualquier revolución, es difícil". Esa teoría de la revolución se apuntala con situaciones como la vivida en Apple en las últimas semanas. Tras varios años de teletrabajo prácticamente libre, la empresa quería iniciar este curso con un modelo más estricto en el que todos los empleados deberían volver a sus sedes tres veces por semana. La dirección de una de las tecnológicas más punteras del mundo se ha encontrado, de momento, con un rechazo interno al plan que amenaza con acabar en conflicto.
No es la única gran entidad con una situación similar. La confusión en torno al teletrabajo ha llegado a situaciones tan rocambolescas como la que contaba hace un mes un empleado en Reddit. Su compañía le obligaba a volver a la oficina una vez al mes para fomentar la cultura empresarial, pero al llegar descubrió que estaba solo en el edificio. "Hablar de otro tipo de organización es fácil, pero llevarlo a cabo será lo difícil. Es un cambio radical en los modelos de trabajo y eso cuesta. Lo que hay que tener claro es que ya va a ser muy difícil volver atrás y sobre todo en ciertos sectores", añade Serrano.
Magnates como Elon Musk también se han posicionado contra el teletrabajo y no es el único magnate con postura clara. Uno de los momentos más llamativos en este choque entre direcciones y empleados que se han visto en nuestro país llegó hace unos días con unas declaraciones de Ismael Clemente, CEO del grupo inmobiliario Merlin Properties, uno de los mayores propietarios de oficinas de España. En una intervención que se hizo viral hace unos días, defendía que el teletrabajo era la opción preferida para "los que no quieren trabajar", como "la Administración pública". O "los que trabajan en cosas tremendamente aburridas e inespecíficas" como "los programadores de líneas". Su comentario se volvió viral y acabó uniendo a toda esta profesión, mostrando las diferencias en el mundo laboral.
Aquí tenemos a Ismael Clemente el CEO de Merlin Properties, el cuñadismo llevado a lo absurdo.
— Miguel (@Dormidera) August 29, 2022
-El teletrabajo lo quieren los que no quieren trabajar (funcionarios) o gente que trabajan en cosas extremadamente aburridas (programadores) pic.twitter.com/BLcSRg0ff5
No solo critican los CEO
Nadie se libra de la crítica, incluso entre cargos medios o sindicalistas que piensan que esto del teletrabajo puede generar "más desigualdad" y hasta un "Armagedón de la deslocalización". Así lo defendía en un análisis publicado en 'The Washington Post' el experto en datos Andrew Van Dam. Su teoría, apoyada en análisis del economista Richard Baldwin, es que, al igual que la globalización acabó con buena parte de los trabajadores industriales de los países más desarrollados, el trabajo en remoto puede acabar con muchos empleos urbanos de estos países en favor de una deslocalización mucho más barata. “Si puedes hacer tu trabajo desde casa, ten miedo. Mucho miedo”, aseguraba Baldwin.
Incluso la propia Unión Europea se encuentra ante un gran dilema de este tipo con sus oficinas en Bruselas. Todo apunta a que se extenderá un modelo híbrido, pero eso ha despertado los temores de lobistas e incluso de los vecinos de la capital belga, que ven en este cambio una caída en picado de la ciudad, que en buena parte vive de estas instituciones. “Existe el riesgo de que el verdadero cambio de cultura promovido por la Comisión no se produzca porque el teletrabajo no se aplique de manera uniforme”, aseguraba Cristiano Sebastiani, funcionario de la Comisión y presidente de Renouveau et Démocratie, uno de los sindicatos más grandes que representan a los funcionarios de la UE, al medio 'Politico'. “Una Comisión de dos velocidades es lo que nos gustaría evitar”, añadía.
La imagen de las oficinas cada vez más vacías es solo un paso más dentro de "una revolución" que continuará con los años
Algunas multinacionales buscan con estos modelos híbridos evitar desigualdades y los peligros para la cultura de la empresa achacables a los modelos totalmente en remoto. Serrano, sin embargo, apuesta por un futuro distinto. ¿Cómo? Con un modelo de trabajo híbrido líquido. Que cada empleado pueda decidir dónde trabaja cada día. "Cada vez más empresas están abriéndose a tener redes de oficinas repartidas o llevar sus centros a lugares más pequeños y céntricos que coincidan con lo que quieren sus empleados. La llamada 'gran renuncia' está dando paso a una 'gran resistencia' en la que el empleado no se marcha de la empresa, pero se resiste a seguir con el mismo estado. Necesita que la empresa le ofrezca lo que quiere para estar comprometido", detalla.
Serrano aboga por no frenar los cambios aunque el virus haya remitido, sino todo lo contrario. La imagen de las oficinas cada vez más vacías es solo un paso más dentro de "una revolución" que, en su opinión, se intensificará con los años. "Todo dependerá de las grandes tecnológicas y multinacionales similares y parece claro cuál será su apuesta. Sabemos que el mercado laboral se va moviendo cada vez más hacia el entorno digital, por lo que aunque ahora veamos muchos trabajos que no se pueden hacer sin estar presencialmente, todo indica que en los próximos años ese número irá bajando".
Juan Pablo es informático y trabaja en una de las decenas de multinacionales que tienen su sede en Madrid. Concretamente, a las afueras de la M-30, en Alcobendas, un importante polo empresarial de la capital. Su oficina debería volver a la normalidad en septiembre pero, como ocurre en otros muchos sitios, el teletrabajo sobrevive por ahora a la pandemia. Después de largos meses de indecisión y procastinación, el nuevo curso despierta con un tenso tira y afloja entre trabajadores y empresas. Un conflicto que está afectando a millones de personas en todo el mundo, desde Apple hasta la redacción del 'Washington Post'.
- El Corte Inglés demolerá Méndez Álvaro para hacer dos torres de oficinas de 27 plantas E. Sanz
- Cambian las tornas: el jefe a la oficina y el empleado a la playa The Wall Street Journal. Callum Borchers
- Merlin revisa al alza su previsión para este año tras vender las oficinas de BBVA R. Ugalde