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¿Adiós, Elon Musk? Por qué Twitter está más cerca que nunca de la bancarrota
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ESTE VIERNES TIENE QUE PAGAR 300M

¿Adiós, Elon Musk? Por qué Twitter está más cerca que nunca de la bancarrota

Elon Musk tiene que afrontar este viernes un pago de 300 millones para mantener a flote la red social, que no para de perder dinero. La situación de la tecnológica es cada vez más crítica y no tiene visos de mejora

Foto: Elon Musk, durante una presentación de The Boring Company. (Getty/Joshua Lott)
Elon Musk, durante una presentación de The Boring Company. (Getty/Joshua Lott)

"¡Empieza la fiesta!". Con esa frase, Elon Musk dejaba caer hace unos días que Twitter estaba remontando el vuelo y volviendo a atraer de nuevo a algunos anunciantes. Sin embargo, la realidad de la red social está muy lejos del confeti que trataba de esparcir su dueño. Cerca de medio millar de empresas han dejado de publicitarse en la plataforma —algunas de ellas eran sus principales clientes—, provocando que los ingresos de Twitter hayan caído entre un 35 y un 40% en el último trimestre. Es algo que deja la tecnológica en una situación que ya era de lo más delicada, ya la adquisición también supuso la asunción de un crédito de 13.000 millones de dólares por parte del nuevo dueño. Este viernes, 27 de enero, tendrá que hacer frente a un primer pago, de 300 millones de dólares, y nadie tiene muy claro de dónde va a salir el dinero.

El fantasma de la bancarrota lleva planeando sobre Twitter desde mediados de noviembre. Lo alentó el propio Musk en su primera charla con los empleados de la red social, donde ya les avisó de que venían "tiempos difíciles". Hace un mes, el multimillonario —que cuenta con cerca del 80% de las acciones— aseguró que la compañía contaba aún con cerca de 1.000 millones en efectivo, pero también que iba camino de perder 3.000 millones en 2023. Después, dijo que ya no estaba en el "camino rápido" a la quiebra, pero sin ofrecer ningún dato concreto.

Foto: Elon Musk. (Reuters / Andrew Kelly File)

La cuestión es que, a partir de ahora, tendrá que devolver parte del préstamo multimillonario cada tres meses, en un momento en el que el pájaro azul sigue en una situación crítica y sin visos de mejora, más allá de la agresiva política de recorte de gastos que ha llevado a cabo. Tal y como adelantó El Confidencial este martes, eso ha supuesto deshacerse de más del 80% de la plantilla en España, que ha quedado reducida a cinco personas.

Musk busca un salvavidas para evitar la quiebra

Los prestamistas de Twitter han sido siete de los bancos más importantes del mundo, entre los que destaca el papel de Morgan Stanley. En una situación en la que hubiera tipos de interés bajos y mercados al alza, lo más probable es que se hubiera renegociado ese pago. No es el caso. De hecho, las decisiones de la Reserva Federal están siendo duramente criticadas por el multimillonario, que lleva semanas tuiteando sobre ello.

Cabe recordar que, pese a ser uno de los hombres más ricos del mundo, Musk no tenía suficiente efectivo para comprar Twitter, por lo que tuvo que vender varios paquetes de acciones de Tesla. Fue así como consiguió aportar un total de 26.355,5 millones de dólares, a los que se sumaron los 7.144,5 que aportaron algunos socios del magnate, como el príncipe saudí, Al Waleed Bin Talal, o el fundador de Oracle, Larry Ellison. Para la cantidad restante, no le quedó otra que pedir un crédito que, además, decidió endosar a la nueva adquisición.

Así se financió la compra de Twitter

Aquella deuda se dividió en tres partes. La primera es un préstamo convencional de 6.500 millones; después, se concedió un crédito puente garantizado de 3.000 millones, que se devolvería mediante la emisión de bonos, y, por último, otro de 3.000 millones, también del tipo puente, pero no garantizado, que las entidades bancarias tenían previsto vender en forma de bonos basura, según fuentes Bloomberg. Los 500 millones restantes estarían en forma de línea de crédito renovable. Es decir, un salvavidas con el que seguir pagando cuando se acabe el efectivo, pero que no parece suficiente.

Este miércoles, The Wall Street Journal ha adelantado que Musk está explorando una nueva opción para solventar la situación: recaudar nada menos que otros 3.000 millones de dólares para aliviar la carga financiera, aunque sin identificar qué actores podrían estar interesados. Otra alternativa sobre la mesa sería ofrecer participación en Twitter a los acreedores o vender más títulos de Tesla, algo que se ha comprometido a no hacer en un par de años. De todos modos, ya ha hecho afirmaciones similares en el pasado y, finalmente, acabó deshaciéndose de las acciones. Por ahora, se desconoce si el contrato firmado con la banca deja algún margen para efectuar los cobros, un punto que no ha aclarado ninguna de las partes.

Foto: Foto: Dado Ruvic (Reuters)

En cambio, si Musk se negara a desembolsar esos 300 millones, Twitter podría declararse en quiebra, una situación que dañaría aún más el patrimonio del magnate, que perdió 350 millones de dólares al día en 2022. "Hay demasiado en juego para Musk y sus coinversores", ha destacado Jordan Chalfin, analista de la firma de investigación CreditSights, en declaraciones a Bloomberg. "Twitter hará sus pagos de intereses a corto plazo, contra viento y marea, y le dará tiempo para dar un giro al negocio".

De la publicidad al mercadillo

No se trata solo de una deuda que supone casi la tercera parte de los 44.000 millones que pagó por Twitter (en realidad, la empresa valía mucho menos). Desde la llegada de Musk, se ha producido una huida masiva de los 500 principales anunciantes de la red social. Al principio, fue un movimiento de contención ante las dudas que levantaba la moderación de contenidos con Musk al frente de la plataforma, una cuestión a la que se ha sumado la bajada general de la inversión publicitaria. Según distintas fuentes de medios especializados, la caída de ingresos ha sido de entre el 35 y el 40%, por debajo de unas previsiones que ya eran malas de por sí. Hasta ahora, los anuncios habían supuesto cerca del 90% de la facturación de Twitter.

En el tuit con el que comenzaba este artículo, Musk enlazaba a una información de Axios en la que se explicaba que una treintena de anunciantes habían firmado acuerdos comerciales con la red social. La información citaba únicamente ligas deportivas y medios de comunicación estadounidenses, que son solo una pequeña parte del total que ha huido, entre los que estaban algunos de los principales clientes de la tecnológica. "En un momento económico difícil para los medios, Twitter ha demostrado ser demasiado útil", aseguraba el artículo. Sin embargo, hay quien apunta en la dirección contraria. "Twitter ha pasado de ser una fuente de tráfico pequeña a pequeñísima para la prensa", explicaban hace unos días en NiemanLab, un prestigioso centro de investigación sobre periodismo.

placeholder Elon Musk, entrando en la sede de Twitter. (@elonmusk)
Elon Musk, entrando en la sede de Twitter. (@elonmusk)

Es lo que explica que el multimillonario haya hecho todo tipo de recortes de gastos que van mucho más allá de haber despedido a cerca del 80% de la plantilla que había cuando llegó. Los tijeretazos han llegado hasta el punto de suprimir el servicio de limpieza y dar la orden de no pagar determinadas facturas, como el alquiler tanto de su sede como de varias de sus oficinas en todo el mundo. Sin ir más lejos, esta semana ha sido demandado por la Crown State por no abonar lo correspondiente a los últimos meses de la sucursal en Londres. Es algo que también ha ocurrido en su central en San Francisco (California), donde ya deben 3,4 millones de dólares.

Twitter, además, ha subastado el mobiliario de sus oficinas. La empresa colgó más de 600 productos de todo tipo [puedes ver aquí el listado completo] en la plataforma Heritage Global Partners, donde se podían encontrar desde banquetas y mesa hasta varios elementos decorativos, como varias estatuas o luminosos con la forma del pájaro azul. Los precios a los que han sido vendidos no son públicos, aunque hay informaciones que apuntan a que una de las figuras con el logo corporativo se vendió por 100.000 dólares. Eso sí, el jefe de la casa de subastas no ha podido ser más cristalino: "Si alguien piensa que con estos ingresos pagarán la deuda de Twitter, es imbécil".

Foto: Elon Musk durante la fiesta de disfraces de Heidi Klum. (Getty/Noam Galai)

Además, la gestión de la red social sigue siendo caótica. Uno de los principales planes para sacar dinero era impulsar Twitter Blue, una suscripción de ocho dólares al mes —por ahora, no ha llegado a España— que da ciertas ventajas, como la reducción de publicidad o una mayor difusión de los tuits. Su gran reclamo era incluir el famoso tick azul en aquellos que usuarios que pasaran por caja, un reconocimiento que hasta entonces solo tenían las personas que la plataforma consideraba relevantes. Desde el primer momento, muchos advirtieron de que el riesgo era alto, y así fue. En los primeros días, una suplantación de la identidad de la farmacéutica Eli Lilly hizo que perdiera 14.000 millones de capitalización. Es un aspecto que ha seguido siendo explotado. El penúltimo caso ha sido el de varios líderes talibanes en Afganistán, que tuvieron la insignia durante varios días, según alertó la BBC.

A juicio por un tuit

Mientras tanto, Musk también está afrontando un juicio por fraude. Si bien este caso gira alrededor de Tesla, el causante del proceso judicial ha sido un tuit que publicó en 2018. El 7 de agosto de aquel año, el multimillonario escribió en Twitter que estaba pensando en sacar de la bolsa a la automovilística a un precio de 420 dólares por acción —un 20% de más de lo que marcaba el mercado—, algo que nunca sucedió. Los inversores ahora le acusan de haber perdido dinero con aquella inversión, ya que se fiaron de sus palabras y compraron con la esperanza de que se produjera esa subida.

"Solo porque haya tuiteado algo no significa que la gente lo crea o que vaya a actuar de acuerdo con eso", ha defendido el magnate en sede judicial, donde ha justificado sus palabras porque contaba con que el fondo soberano saudí PIF fuera a comprar acciones de SpaceX. El problema es que su mensaje indicaba que tenía "la financiación asegurada". "La única razón por la que esto no es seguro es que depende del voto de los accionistas", escribió poco después. Por ahora, no ha podido acreditar algún documento que respalde su versión. Además, la cifra era una referencia evidente a la marihuana, algo que ahora ha negado en sede judicial. Lo ha atribuido a una casualidad, pese a ser una broma más que habitual en él. Sin ir más lejos, en Twitter ofreció 54,20 dólares por acción, sin que hubiera un estudio que justificara ese precio.

Cabe recordar que Musk ya tuvo que pagar una multa de 40 millones a la Comisión de Bolsa y Valores (SEC) por aquel comentario, que le apartó temporalmente de la presidencia de Tesla. Si se le declarara culpable en este juicio por fraude, ese dinero pasaría a parecer calderilla. En su declaración, él mismo reconoció que no estaba siendo una situación fácil: "Por desgracia, no estoy en mi mejor momento".

"¡Empieza la fiesta!". Con esa frase, Elon Musk dejaba caer hace unos días que Twitter estaba remontando el vuelo y volviendo a atraer de nuevo a algunos anunciantes. Sin embargo, la realidad de la red social está muy lejos del confeti que trataba de esparcir su dueño. Cerca de medio millar de empresas han dejado de publicitarse en la plataforma —algunas de ellas eran sus principales clientes—, provocando que los ingresos de Twitter hayan caído entre un 35 y un 40% en el último trimestre. Es algo que deja la tecnológica en una situación que ya era de lo más delicada, ya la adquisición también supuso la asunción de un crédito de 13.000 millones de dólares por parte del nuevo dueño. Este viernes, 27 de enero, tendrá que hacer frente a un primer pago, de 300 millones de dólares, y nadie tiene muy claro de dónde va a salir el dinero.

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