La tecnología suma ya miles de despidos, pero a estos profesionales no les va a faltar trabajo
Desde pequeñas 'startups' hasta gigantes como Microsoft y Google han anunciado que se aprietan el cinturón. La coyuntura económica es la principal razón, pero no la única
La fiesta que ha protagonizado la industria tecnológica durante los últimos años parece haber llegado a su fin. Es probable que se vuelvan a vivir días de vino y rosas donde los gigantes del sector no dejen de batir récords de ingresos y beneficios un trimestre sí y otro también, mientras que las 'startups' disfrutan de barra libre de financiación para conseguir sus aspiraciones. Pero ahora toca relajarse. La euforia financiera se ha cambiado por la prudencia y una dieta, severa en algunos casos, para solventar los excesos de los últimos tiempos en los que el desenfreno, las contrataciones masivas o los planes de internacionalización exprés eran la norma.
Las primeras señales de alerta ya empezaron a dejarse ver hace semanas. Empresas emergentes como Gorilla o Getir, que pocos meses antes habían sido regadas con cientos de millones por parte de los inversores, anunciaban que se ajustaban el cinturón. Le seguían otras como la 'fintech' Klarna, el gigante sueco del 'compra ahora y paga después' y quinto unicornio más valorado del mundo. Pero ya nadie parece a salvo de un incendio económico al que la guerra en Ucrania ha sentado como un buen chorro de gasolina. La última que ha decidido levantar un cortafuegos ha sido una empresa del tamaño de Microsoft.
La empresa dirigida por Sayda Nadella ha sido la última en anunciar un tijeretazo a su fuerza laboral. Ha anunciado que reducirá cerca del 1% su plantilla, que ronda los 180.000 empleados. La dirección aseguró que se trata de "un reajuste estratégico" coincidiendo con el inicio de su ejercicio fiscal, como explicó a la CNBC. La compañía aseguró que los recortes no afectarán a todos los departamentos y que seguirá "invirtiendo en ciertas áreas". Además, espera volver a aumentar su número de trabajadores para el próximo año.
Este anuncio es una cuenta más del rosario de recortes que vienen anunciando empresas tecnológicas de todo tipo, tamaño y origen en los últimos meses, algo que se ha traducido en una cuenta de cientos de miles de despidos en todo el mundo.
La última bengala parece haber sido la de Apple, quien planea reducir la contratación en 2023 en algunas áreas para afrontar la recesión que todo el mundo da por descontada, según una publicación de Bloomberg News. Los cambios no afectarán a todos los equipos, según fuentes de la compañía, pero algunos grupos no verán un aumento de personal el próximo año y algunos puestos no se cubrirán. Al mismo tiempo, la empresa sigue planeando el lanzamiento agresivo de productos para el 2023 como sus rumoreados dispositivo de realidad mixta.
Sin embargo, Microsoft y Apple no han sido la únicas 'big tech' afectadas. El canario en la mina fue Amazon, una multinacional que se convirtió en el segundo mayor empleador privado de todo el planeta debido a la explosión del comercio 'online' por culpa del covid, el confinamiento y las restricciones.
La vuelta a la normalidad le pilló con el pie cambiado y ahora toca reducir el exceso de trabajadores y de almacenes con el que se ha encontrado en lugares como EEUU una vez la población ha ido recuperando su ritmo de vida tras la pandemia. Otros nombres ilustres que han visto las orejas al lobo y han tomado medidas ante lo que se les echaba encima son Netflix, Twitter, Intel, Nvidia, Uber o Salesforce. Obviamente, la ola expansiva se ha cebado con el sector de las criptomonedas, cuya crisis se está cobrando importantes víctimas. Coinbase, una de las mayores empresas de compraventa de estos activos, anunció el adiós a 1.180 de sus trabajadores, un 18% de su plantilla. Open Sea, el Amazon de los NFT, ha sido el último en añadirse a esta lista, anunciado que despedirá a uno de cada cinco empleados.
Los perfiles que están a salvo
Obviamente, ni todas las empresas han tomado las mismas decisiones ni todas se han visto afectadas por igual. Un buen ejemplo es Google. Los responsables del buscador más conocido de internet admitieron en público hace unos días una reducción en su ritmo de contratación. El argumento, el mismo que todos: dar una respuesta a una "perspectiva económica global incierta". El anuncio se realizó internamente a través de un correo del propio Sundar Pichai, CEO de la compañía, y al que tuvo acceso el 'Washintgon Post'. El comunicado reconocía el frenazo, pero aseguraba que se pondría el foco y los esfuerzos en conseguir "personal de ingeniería y otras funciones técnicas".
La posición de los de Mountain View sirve para entender que, por muchos recortes que estén sucediendo, la guerra por el talento y los trabajadores cualificados no va a bajar su intensidad. Aunque este problema varía de intensidad dependiendo del mercado en el que uno se fije (en España, por ejemplo, a las 'startups' cada vez les ponen más difícil retener a sus empleados especializados, tal y como contábamos en este reportaje) lo cierto es que la oferta de perfiles técnicos no da para cubrir toda la demanda.
"Departamentos de talento, que se dedican a la captación, han sido y van a seguir siendo los primeros en caer. La razón es que probablemente sean los más prescindibles en caso de que haya que meter la tijera", asegura un ejecutivo de un importante unicornio europeo, quien añade que para muchas compañías emergentes toda esta situación ha sido un auténtico "baño de realidad" sobre los recursos, la organización y el sobredimensionamiento de algunos departamentos.
Hay varios ejemplos de este diagnóstico. Twitter, por ejemplo, anunció el cese del 30% de su división de recursos humanos, así como la ruptura de varios contratos con servicios externos de reclutamiento. Es cierto que la red social tiene una situación particular: a la mala marcha de la economía se une la incertidumbre del culebrón de la posible compra por parte de Elon Musk. En Netflix, la gran mayoría de roles afectados no estaban tampoco relacionales con la tecnología. Según documentos a los que ha accedido la CNBC, han prescindido, en gran medida, de gerentes y coordinadores. A pesar de estos recortes, se puede ver que en su página de empleo publican regularmente posiciones técnicas.
"Está claro que los recortes en ingeniería son mucho más difíciles de tomar y no tienen lógica desde el punto de vista de la guerra por el talento que se vive. Todo depende de lo que te estén apretando tus inversores. Si tienes un margen muy bajo o eres muy intensivo en capital, hay muchas más posibilidades de que te impongan una dieta de gasto estricta", afirman dichas fuentes.
Esas dietas estrictas también parecen haber sido impuestas a algunas de las pesos pesados como a Meta. "Si tuviera que apostar, diría que esta podría ser una de las peores recesiones de la historia reciente", así se expresó Mark Zuckerberg en un encuentro con empleados. Lo cierto es que la empresa antes conocida como Facebook se ha visto mucho más afectada que otras de las grandes empresas de Silicon Valley e, incluso, ha tenido que hacer recortes en áreas muy sensibles. No hay que olvidar que la multinacional ha fiado su futuro al metaverso, a pesar de que nadie sabe cuantificar en qué quedará la que supuestamente será la próxima gran revolución tecnológica. Un cambio que necesita ingentes cantidades de dinero y que llega en un momento en el que tanto el crecimiento de su principal plataforma, Facebook, se ha estancado, al igual que el crecimiento de su facturación.
Meta lleva todo el año sufriendo unas enormes turbulencias. En febrero, mucho antes de que la crisis económica empezase a hacer acto de presencia, ya reconoció que reduciría sus planes de contratación en torno a un 30%, pasando de los 10.000 previstos inicialmente (la cifra que estableció como necesaria para avanzar en el desarrollo del metaverso) a 7.000. Pero ahora parece que han ido un paso más allá. El viernes pasado, Maher Saba, jefe de Ingeniería de Facebook, escribió a los directivos con la orden de identificar a todas las personas de su equipo que podrían englobarse en la categoría de "necesitan apoyo", según una nota interna a la que ha tenido acceso Business Insider. Esto ha sido interpretado por muchos como un paso previo a despidos en un departamento tan crítico como este.
¿Vacas flacas o coartada?
"Las tecnológicas en general y las ‘startups’ en particular viven de su fama como buenos empleadores, una imagen que les ayuda a captar perfiles clave sin necesidad únicamente de recurrir al sueldo", explican voces de la industria, que también reconocen que puede haber casos en los que la mala perspectiva de la economía en general sea una coartada y aprovechen para "hacer limpia entre los trabajadores más productivos". "Normalmente, puedes tener algo de rotación, pero tienes que mantener ese nivel en cifras bajas porque entonces el discurso de gran lugar de trabajo se desmorona. Pero, si dices lo de la coyuntura económica, la cosa cambia. Obviamente, no es el caso de todos, pero algunos hay", reconocen estas fuentes.
Hay otra dimensión del problema que ha pasado más desapercibida. "No puedes decir que vas a echar a 1.000 personas en EEUU, otras 500 en Reino Unido y otras tantas en Alemania porque toca apretarse el cinturón, ya que los ingresos van a caer brutalmente, pero montar una división con 2.000 personas en otro país", aclaran en referencia a la posible paralización o retrasos en la puesta en marcha de 'hubs' de innovación. Ese ha sido el caso de Klarna. La 'fintech' sueca, que se ha visto obligada a reducir un 10% su plantilla, ha cancelado la apertura del centro de innovación que tenía previsto en Madrid.
La fiesta que ha protagonizado la industria tecnológica durante los últimos años parece haber llegado a su fin. Es probable que se vuelvan a vivir días de vino y rosas donde los gigantes del sector no dejen de batir récords de ingresos y beneficios un trimestre sí y otro también, mientras que las 'startups' disfrutan de barra libre de financiación para conseguir sus aspiraciones. Pero ahora toca relajarse. La euforia financiera se ha cambiado por la prudencia y una dieta, severa en algunos casos, para solventar los excesos de los últimos tiempos en los que el desenfreno, las contrataciones masivas o los planes de internacionalización exprés eran la norma.
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