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El inicio del fin de la pandemia no eran las mascarillas, era el 'tijeretazo' laboral de Amazon
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LA VENTA POR INTERNET SE FRENA

El inicio del fin de la pandemia no eran las mascarillas, era el 'tijeretazo' laboral de Amazon

Durante los dos últimos años, la compañía de 'e-commerce' se ha convertido en el segundo empleador privado del mundo. Ahora, la vuelta a la normalidad le obliga a reorganizar su fuerza productiva en medio de su gran batalla sindical

Foto: Foto: G. Fuentes (Reuters)
Foto: G. Fuentes (Reuters)
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El canario que hace de faro en la mina dejó de cantar la pasada semana. Amazon, una de esas empresas a las que el covid le sentó como la hormona del crecimiento, presentó sus peores resultados en dos décadas. No cosechaba un balance tan negativo desde los tiempos de la burbuja de las 'puntocom', tras dejarse en los últimos tres meses un total de 4.000 millones de dólares. La inversión en uno de esos fabricantes de coches eléctricos que prometen ser un gigante el día de mañana, Rivian, tiene mucha culpa de estos guarismos. Pero las cuentas esconden otra bengala roja, al menos para los intereses de la multinacional: el 'e-commerce' empieza a enfriarse tras vivir en un eterno agosto desde 2020.

Foto: Bicicletas de la turca Getir en una ciudad europea. (Reuters/Piroschka van de Wouw)

Esta situación en absoluto es una tangente inesperada. Varias de las cosas que decían que habían llegado para quedarse al calor de la pandemia, se han achicharrado y están retrocediendo posiciones casi hasta la casilla de salida en los peores casos. Se ha visto con el 'quick commerce' y la idea peregrina de llevar a casa la compra en 10 minuto y se ha visto también con el derrape en Bolsa de las plataformas de comida a domicilio y otras cosas como el teletrabajo. El asunto es que Amazon ha escalado durante este tiempo hasta convertirse en el segundo mayor empleador del mundo para adaptar su fuerza laboral al aumento de la demanda. Y ahora, ese músculo productivo, tiene que adaptarse al actual escenario, donde las previsiones no se parecen nada a los días de vino y rosas que acaba de dejar atrás.

Tras la presentación de sus resultados, la propia compañía ha afirmado que los compradores están regresando a sus hábitos de gasto previos al covid-19. Mark Zuckerberg también deslizó esta idea en la última presentación de resultados de la compañía, donde aseguró que si se vende menos en línea, se invierte menos en publicidad. Amazon ha tenido que reconocer que este cambio de tendencia le ha pillado a pie cambiado, con una capacidad logística hormonada durante los dos últimos años y medio hasta el extremo y que ahora resulta exagerada tanto en el número de empleados como de espacio. Y son plenamente conscientes de que tienen que meter tijera y ajustarse a la vieja normalidad.

Un crecimiento desbocado

Pero ¿tan exagerado ha sido el crecimiento de esta multinacional? En 2018 entró en el top 10 de empresas del Fortune 500 con más empleados. Un año más tarde escaló hasta el número siete. Cuando la pandemia se echó encima rondaba los 800.000 empleados. Al terminar el 2021 ya eran más de 1,6 millones de trabajadores fijos. A esto hay que sumar las riadas de temporales a los que la compañía suele recurrir en fechas señaladas, como 'Prime Day', 'Black Friday' o el resto de la campaña navideña.

Pero, como ellos mismos admiten, no solo les sobran manos. También les sobran metros cuadrados. En algunas fases de lo más duro de la pandemia, Amazon llegó a abrir un almacén (de los muchos tipos de instalaciones que maneja) al día en EEUU. El 'Wall Street Journal' aseguró que desde finales de 2019 a la recta final de 2021 fueron 450 emplazamientos bien para guardar, enviar y clasificar artículos. El motivo de esta expansión tan agresiva, inédita en la historia de la compañía, era cumplir su programa de entregas en 24 horas. De repente, el mayor rival de Amazon era el propio Amazon y su práctica de llevar hasta el cliente el paquete en unas pocas horas, algo que ha supuesto un quebradero histórico de cabeza para muchos de sus rivales y, en general, para la logística, especialmente en el ámbito urbano, donde no son pocas las voces que ven el modelo inasumible.

Esa obsesión por seguir ofreciendo el mejor tiempo posible, ha supuesto que los costes operacionales de su red de envío, que se han disparado, hasta suponer el 35% del total. Antes de la pandemia, era de siete puntos menos. Eso es una importante piedra en la mochila. Como muestra, un lunar. Las ventas, tanto de producto físico como servicios y descargas digitales, en los últimos tres meses, sumaron cerca de 53.800 millones de euros. La partida que mencionábamos ascendió en esa misma ventana a 38.000 millones. Es decir, el margen se estrecha. Teniendo en cuenta que la perspectiva para el trimestre en curso no es mucho más prometedora, el problema empieza a requerir soluciones.

El plan de expansión geográfica y la apertura de nuevos centros de distribución quedará en punto muerto. Pero ¿qué hacer con el exceso de plantilla? Porque no se puede decir que Amazon sea un perro flaco al que le asaltan las pulgas, pero lo cierto es que tiene que realizar los recortes con el pulso de un cirujano. Cortar por lo sano solo podría suponer más gasolina para los sindicatos y los grupos de trabajadores que están intentando montar comités de empresa en los distintos centros que tienen la compañía en Estados Unidos, donde se encuentra la mayor parte de sus trabajadores, con alrededor de dos tercios radicados allí.

Este asunto lleva mucho tiempo sobre la mesa. A este lado del Atlántico, hace tiempo que los empleados están organizados. Incluso en España fue el campo de batalla donde se organizó una de las mayores huelgas y una de las más mediáticas que ha tenido que enfrentar la multinacional. Concretamente, se vivió en el centro de San Fernando de Henares, el primer centro que abrió en nuestro país. Sin embargo, en Estados Unidos estas organizaciones no tienen el mismo músculo que en Europa. Por eso, los episodios que están ocurriendo en varias instalaciones de Amazon a lo largo y ancho del país son seguidos con un gran interés. La empresa ha sido seguida con lupa por la seguridad laboral, ya que tradicionalmente sus tasas de accidentes han sido muy superiores a las de la competencia. El pasado año, sufrieron el doble de incidentes que la media que sufrían en otros almacenes de otras compañías.

Una de cal y una de arena

El movimiento empezó en 2020 en Alabama. Tras una primera votación, los trabajadores rechazaron asociarse y organizarse. El asunto acabó judicializado, entre sospechas de presiones y coacciones de la empresa. Hace escasos días se repitió la votación. El resultado fue el mismo. Se decantaron por el 'no'. Y la reacción fue igual. El Sindicato de Tiendas Minoristas y Mayoristas acusó el jueves a la compañía de interferir ilegalmente en las elecciones sindicales e incluso amenazar a los trabajadores con cerrar la instalación si ganaba el sí. Parece que el asunto volverá a dirimirse en la arena judicial.

placeholder Foto: Dustin Chambers/Reuters.
Foto: Dustin Chambers/Reuters.

Muy diferente ha sido la historia en Nueva York. Allí el centro logístico JFK8 ha sido el escenario de una victoria histórica. El pasado 1 de abril, más del 60% de los trabajadores apoyaron sindicarse. Tras conocer el resultado, la dirección emitió un comunicado mostrando "decepción con los resultados" porque, según su filosofía, "tener una relación directa con la empresa es lo mejor para nuestros empleados". Además, aseguraron estar sopesando las opciones, entre ellas, acudir a la justicia.

El pulso sigue muy vivo. Así lo demuestra, una inversión de 4,3 millones que realizó Amazon en una compañía llamada Burke Group, que como indicaban algunos medios, promete formar a equipos directivos para evitar intentos de sindicación. La compañía aseguró que solo los contrató para tareas de consultoría sobre formación y educación interna sobre procesos electorales. Una política muy agresiva de recorte podría suponer más combustible para el movimiento sindical en EEUU.

El canario que hace de faro en la mina dejó de cantar la pasada semana. Amazon, una de esas empresas a las que el covid le sentó como la hormona del crecimiento, presentó sus peores resultados en dos décadas. No cosechaba un balance tan negativo desde los tiempos de la burbuja de las 'puntocom', tras dejarse en los últimos tres meses un total de 4.000 millones de dólares. La inversión en uno de esos fabricantes de coches eléctricos que prometen ser un gigante el día de mañana, Rivian, tiene mucha culpa de estos guarismos. Pero las cuentas esconden otra bengala roja, al menos para los intereses de la multinacional: el 'e-commerce' empieza a enfriarse tras vivir en un eterno agosto desde 2020.

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