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La OTAN revive: esta es la cruda realidad que se esconde tras el rearme alemán
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LA CUMBRE DEL 'MÁS'

La OTAN revive: esta es la cruda realidad que se esconde tras el rearme alemán

El encuentro de la Alianza Atlántica en Madrid ha dejado una conclusión clara: habrá una mayor presencia militar y un rearme. Lo cierto es que todo lo que han dicho tras las reuniones estaba escrito mucho antes

Foto: Lanzamiento de una bomba B61-12 inerte desde un F-35A. (USAF)
Lanzamiento de una bomba B61-12 inerte desde un F-35A. (USAF)
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Una vez terminadas las reuniones de la OTAN en Madrid, toca hacer balance y sacar conclusiones. Uno de los aspectos en los que más énfasis se ha hecho ha sido la existencia de amenazas y la preparación para afrontarlas; es decir, una mayor presencia militar y un rearme. Quizás el caso alemán sea el ejemplo más evidente, con su impresionante capítulo de inversiones extraordinarias. Lo cierto es que estas declaraciones, incluida la reacción alemana, ya estaban escritas con antelación. Y es que si hubiera que poner un sobrenombre al encuentro de la Alianza Atlántica, hay un claro candidato: la Cumbre del 'más'.

Si se compara la OTAN de hace un año con la de ahora, lo primero que resalta es que hay más enemigos. Rusia ya no es un país 'socio' y se ha convertido en una amenaza, un peligro tangible desde que puso en marcha su "operación militar especial", que en realidad fue la invasión de otro país. China también asciende y ya es considerada un "desafío sistémico", por lo que no es solo cosa de Estados Unidos, sino de todos los países miembros.

Foto: Avión de combate JAS Gripen C de la Fuerza Aérea sueca. (Saab)

También hay más socios. Si Rusia quería parar lo que Putin había denominado como expansión de la OTAN, desde luego que el tiro le salió por la culata. Lejos de ello, hoy hay una Alianza más unida, más cohesionada y donde dos países, Suecia y Finlandia, con tradición de estados neutrales, se han apresurado a pedir su adhesión. Hay, además, una mayor presencia norteamericana que se materializa en mayor número de tropas y en una defensa muy comprometida con los países bálticos y Polonia. Tal y como adelantaba este periódico hace unos días, esto es una cesión ante el clamor de esos países que ven al enemigo demasiado cerca. Por último, se concluye que es necesaria una mayor fuerza militar, lo que lleva al rearme.

Quizá el caso más evidente lo brinda Alemania, que va a invertir en Defensa nada más y nada menos que 100.000 millones de euros, aparte de su inversión anual recurrente. Es decir, una abultada partida de dinero extra que vendría a paliar las debilidades detectadas. Esto tampoco es nuevo ni afecta solo a los alemanes. Por eso, antes de entrar en el detalle teutón, convendría incidir en por qué se ha apostado por un rearme generalizado.

El examen de conciencia europeo

En realidad, las conclusiones de la Cumbre de la OTAN quedaron grabadas aquella madrugada del 24 de febrero, cuando las tropas rusas cruzaron la frontera ucraniana. En ese momento, todo lo que algunos veían como amenazas difusas, como algo que no iba a suceder, se materializó en cuestión de segundos. Los amedrentamientos ahora tenían forma y nombres, y provocaron un apresurado examen de conciencia en muchos estados europeos y no europeos. El interrogante era evidente: ¿está nuestro ejército preparado para afrontar un desafío militar como este?

Las respuestas a esta sencilla pregunta, que muchos políticos debieron hacer a sus mandos militares, no debieron ser nada tranquilizadoras. Muy pocos países, salvo Estados Unidos, están de verdad preparados para afrontar una guerra simétrica. No debemos olvidar que otra de las formas con la que se denomina al enfrentamiento contra un país con similar tecnología es combate de alta intensidad. Esta denominación no es casual, porque es precisamente la elevada intensidad del combate lo que define este tipo de guerra. Es lo que estamos viendo en Ucrania y sus consecuencias son palpables: el consumo de material militar es abrumador.

placeholder El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, interviene durante la primera jornada de la Cumbre de la OTAN. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, interviene durante la primera jornada de la Cumbre de la OTAN. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)

En estas circunstancias ya no vale escudarse solo en una magnífica tecnología y en unos sofisticados medios. El número cuenta. El consumo de munición se dispara a cifras abrumadoras y mantener unas reservas de armamento suficientes se vuelve un factor crítico. Disponer de un armamento avanzado genera disuasión —que no es poco—, pues proporciona capacidad militar, pero si se llega al combate, no basta con tener la capacidad, sino que hay que mantenerla en el tiempo.

De todos modos, no es un tema novedoso. Otros países ya realizaron este ejercicio con anterioridad, como es el caso de Francia, cuyo ejército giró hacia la guerra simétrica, algo que quedó materializado en su Programa Scorpion de principios de año. Uno de sus mandos más prestigiosos, el general Eric Laval, afirmaba entonces que la imagen del ejército francés era magnífica —"es un ejército hermoso"— pero inútil ante un conflicto de alta intensidad. Por ello, se preguntaba si en ese hipotético escenario, podría sostenerse más de 48 horas.

Foto: El AMX-56 Leclerc francés. (US Army)

Todo el mundo ha sido muy crítico con el desempeño del ejército ruso. Es cierto que ha cometido errores de bulto y se han visto grandes carencias. Es verdad que su material no ha dado el resultado que se esperaba de él, pero también que ningún ejército europeo —salvo el británico desde el conflicto de las Malvinas— se ha visto sometido a un desgaste ni siquiera parecido. Como decía el general francés, todos tienen —tenemos, más o menos— unas fuerzas armadas impecables, con medios dotados de alta tecnología y con personal muy bien adiestrado. ¿Cuánto durarían así en un entorno de combate de alta intensidad? Esa es la verdadera cuestión.

Alemania: golpe de timón

El cambio de época es evidente y ya no vale tener ejércitos pensando solo en la disuasión y en intervenciones en conflictos de baja intensidad. Este tipo de apreciaciones, aplicadas a las fuerzas armadas de cualquier país europeo, han hecho saltar algunas alarmas. Entre ellas, las de la Bundeswehr. La virtud germana es que no han dudado en dar un giro a la situación, aunque también es cierto que quién, sino ellos, tiene hoy en día la potencia económica para acometer la tarea en la que se han embarcado.

Berlín venía incumpliendo el compromiso de alcanzar unas inversiones en Defensa del orden del 2% de su PIB, pues en los últimos años se ha estado quedando medio punto por debajo, con un porcentaje del 1,53% en 2021. Si este hecho se une con el análisis realizado por los estados mayores de sus ejércitos, se entiende el compromiso de mayor esfuerzo en esta materia, por más que choque con el panorama español. El problema alemán es que allí es complicado cambiar los presupuestos, por lo que se estableció esa cuantía extraordinaria de 100.000 millones de euros, aprobado por el Bundestag el pasado 29 de mayo. Este dinero irá a parar tanto a complementar los presupuestos de defensa para alcanzar y mantener ese 2%, como a varios programas clave, tendentes a reforzar tanto las fuerzas terrestres, la marina y la Luftwaffe, su fuerza aérea. Ni un solo euro irá a parar a Ucrania, no se equivoquen.

placeholder Eurofighter alemán con la decoración del Programa Quadriga. (Bundeswehr)
Eurofighter alemán con la decoración del Programa Quadriga. (Bundeswehr)

Es la Luftwaffe la gran beneficiaria y se llevará 41.000 millones del pastel. Irán a parar al programa de adquisición de nuevos helicópteros CH-47 Chinook Foxtrot, de los que llegará un paquete de 60 ejemplares por un importe de 5.000 millones de euros. Es el mismo que España está recibiendo, pero en este caso no llegarán más de 18. Que haya resultado el modelo elegido para reemplazar a sus veteranos CH-53G Super Stallion no ha de extrañar a nadie. El Chinook, más aún en su versión Foxtrot, es un helicóptero magnífico y con él se multiplican las capacidades de transporte del ejército alemán.

El gran capítulo va con el polémico F-35. Anteriormente, con el Gobierno de Merkel, parecía que la opción F-35 estaba vetada. De hecho, le costó el puesto al jefe de Estado Mayor de la Luftwaffe por insinuar lo contrario. Pero había un gran problema. Alemania está comprometida con el programa de disuasión nuclear de la OTAN, denominado Nuclear Sharing. Un acuerdo que obliga no solo a estacionar en suelo alemán un cupo de bombas nucleares, sino a mantener un tipo de avión capaz de lanzarlas. Esta misión la desempeñan hoy los viejos aviones Tornado, de los que todavía hay 93 en servicio, pero con su tiempo de vida operativa al límite.

placeholder CH-47F del ejército de EEUU en Afganistán. (US Army)
CH-47F del ejército de EEUU en Afganistán. (US Army)

La opción lógica para reemplazar al Tornado era el F-35, toda vez que el Eurofighter no tiene integrada la capacidad de empleo de las bombas nucleares B-61 (ni la tendrá), mientras que el caza norteamericano lo trae de serie. En este contexto de rechazo al producto de Lockheed, se evaluó la adquisición de Super Hornet, avión al que Boeing se comprometió a realizar la integración de la B-61. Se dio casi por segura su compra. Sin embargo, ya fue muy sospechoso el hecho de que, hacia finales del año pasado, la integración de la bomba en los Super Hornet desapareciera sin más explicaciones de todos los documentos del fabricante. Aquí alguien sabía más que los demás. Al final, 35 ejemplares del polémico caza aterrizarán en suelo alemán.

El resto de la porción aérea irá por un lado al Eurofighter, con quien Alemania —con apoyo español— sigue firmemente comprometida. No solamente se adquirirán ejemplares nuevos, sino que se acometerá una importante tarea de modernización y actualización del modelo, algo que se aplicará a la flota de aviones alemanes, pero de lo que se beneficiará también España. Por último, y para tranquilidad de franceses, se seguirá metiendo dinero en el programa FCAS, pese a los cada vez más fuertes rumores de desavenencias entre los socios.

placeholder Submarino alemán U-34 de la clase 212A. (Bundeswehr)
Submarino alemán U-34 de la clase 212A. (Bundeswehr)

En la parte naval, que se lleva 19.000 millones, se incrementarán los buques, tanto corbetas como fragatas, pero lo más importante será el refuerzo de la flota submarina. Llegarán más ejemplares del modelo 212CD, una versión agrandada del exitoso 212, uno de los mejores submarinos convencionales del mundo —con permiso del S-80 español, pronto en servicio— que incorpora mayor desplazamiento y características furtivas. Esto se consigue encerrando el casco bajo un casco exterior que reduce el eco ante un sonar activo. Será algo necesario, puesto que el diseño de submarinos ha avanzado tanto que son cada vez más silenciosos, por lo que la búsqueda mediante sonar pasivo —hasta ahora la mejor baza para detectarlos— será cada vez más y más difícil. Esto obligará a emplear sonar activo y ahí entra en juego el doble casco del modelo alemán.

Para tierra, el importe asignado es de 17.000 millones. Se empleará en drones armados, desarrollo tecnológico de sistemas y renovación de los blindados de infantería. Todo ello supone un rearme en toda regla. ¿Se imaginan que tan solo una de esas partidas cayera en manos de nuestras Fuerzas Armadas?

Una vez terminadas las reuniones de la OTAN en Madrid, toca hacer balance y sacar conclusiones. Uno de los aspectos en los que más énfasis se ha hecho ha sido la existencia de amenazas y la preparación para afrontarlas; es decir, una mayor presencia militar y un rearme. Quizás el caso alemán sea el ejemplo más evidente, con su impresionante capítulo de inversiones extraordinarias. Lo cierto es que estas declaraciones, incluida la reacción alemana, ya estaban escritas con antelación. Y es que si hubiera que poner un sobrenombre al encuentro de la Alianza Atlántica, hay un claro candidato: la Cumbre del 'más'.

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