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Sexta ola covid de sobrerreacción: Europa revive las restricciones pese a que las muertes están en mínimos
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VUELVEN LOS CONFINAMIENTOS

Sexta ola covid de sobrerreacción: Europa revive las restricciones pese a que las muertes están en mínimos

Confinamientos, vacunas obligatorias o cierre de la vida pública en Austria, Alemania o Bélgica. El tren de las restricciones recorre el continente... ¿Pero las justifican los datos?

Foto: Un policía en Viena pide el estatus de vacunación. (Lisi Nielser/Reuters)
Un policía en Viena pide el estatus de vacunación. (Lisi Nielser/Reuters)

En los primeros compases de la pandemia, allá por marzo de 2020, reinaba el desconcierto entre los diferentes países del mundo sobre cómo actuar frente a un virus que se multiplicaba exponencialmente. Entonces, tres palabras comenzaron a elevarse sobre las demás: aplanar la curva o 'flatten the curve' en su versión internacional. Algunos gobiernos establecieron confinamientos estrictos, otros optaron por estrategias más nórdicas de convivencia con el virus, pero todas se iluminaban con este mantra. Las medidas de salud pública tenían el único objetivo de que el sistema sanitario no colapsara ante un aluvión demasiado repentino de casos de covid-19.

Nos metimos en casa, dejamos de pasear a nuestros hijos y cerramos nuestros negocios durante meses para aplanar la curva, pero no solo eso. En todas partes se construyeron hospitales, sólidos o de campaña, se habilitaron camas UCI en pasillos y se contrataron médicos o enfermeras para ampliar la capacidad de esa curva. Por aquel entonces no se aspiraba a tener cero contagios o bajar de una incidencia de 50 nuevos casos a la semana por cada 100.000 habitantes, todo lo que importaba era aplanar la curva.

Foto: Los agentes de policía montan guardia mientras los manifestantes se reúnen para protestar. (Reuters/Leonhard Foeger)

Hoy, casi dos años más tarde, la curva está relativamente aplanada, los países de Europa tienen a su disposición millones de dosis de cuatro vacunas diferentes y aun así, las restricciones han vuelto. Austria ha sido la primera en anunciar un nuevo confinamiento nacional, el cuarto en 20 meses. Además, el canciller Alexander Schallenberg ha decretado el cierre de hoteles, restaurantes y atracciones culturales hasta, al menos el 13 de diciembre, hundiendo la temporada turística navideña, y ha convertido al país centroeuropeo en el primero que declarará obligatoria la vacunación a partir de febrero de 2022.

Una situación similar se experimenta en Alemania, donde la tasa de infectados también duplica el momento con más contagios —que se registró en diciembre del año pasado— pero las muertes ahora están cuatro veces por debajo. Sin embargo, varias regiones del país ya han asumido decisiones impopulares, como la suspensión de los tradicionales mercadillos navideños, mientras que el pasaporte covid y las mascarillas FFP2 son obligatorias en bares, restaurantes y otros espacios públicos.

Las restricciones han agitado también el debate sobre si seguir la senda austríaca y hacer la vacuna obligatoria para llegar a ese 30% de la población que todavía falta por vacunar.

Foto: Cada país busca la forma de disminuir sus casos diarios. (EFE)
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"Las vacunaciones obligatorias no violan el derecho a la libertad. Es más, es una precondición para que podamos reconquistar nuestra libertad", escribieron los gobernadores de Baviera, Markus Söder, y de Baden-Wurtemberg, Winfried Kretschmann, en una tribuna publicada el pasado martes en el diario 'Frankfurter Allgemeine Zeitung'.

Bélgica y Países Bajos también se unieron a la espiral de restricciones este viernes. Bruselas volvió a endurecer sus medidas para frenar el aumento de casos, incluyendo el cierre de discotecas, conciertos y bares nocturnos, y restricción de aforos. Además, el Gobierno anunció que será obligatorio teletrabajar cuatro días a la semana hasta el 19 de diciembre, y tres días desde entonces, mientras se aceleran los pinchazos de refuerzo, con prioridad para el sector educativo.

"El número de camas de cuidados intensivos ocupadas se ha duplicado en una semana. La línea roja ha sido cruzada y eso es muy preocupante", dijo el primer ministro, Alexander De Croo, en conferencia de prensa el viernes. "El análisis de ayer es mucho peor que el peor escenario previsto por los expertos [...] a pesar de las vacunas, la situación sanitaria no es sostenible", agregó el mandatario, cuyo país se acerca a niveles de infección récord, pero mantiene la tasa de fallecidos diez veces inferior a la del año pasado.

Por su parte, Países Bajos anunció también el viernes un toque de queda de tres semanas para comercios no esenciales desde las 17.00 horas hasta las 05.00 horas, lo que impactará a bares, restaurantes y eventos culturales. "Las cifras de test positivos de las recientes semanas son extremadamente elevadas", dijo el ministro de Sanidad, Hugo de Jonge, a los medios. "La dura verdad, desgraciadamente, es que detrás de estos números hay más de 70% de los que acaban en cuidados intensivos no están vacunados", agregó.

Confinamientos = Fracaso

El aislamiento —mediante confinamientos o cuarentenas— es el arma más desesperada de la salud pública, aquella a la que las autoridades recurren cuando no tienen otro remedio. Que distintos países se vean obligados a desenfundarla a estas alturas solo puede ser considerado un fracaso, tanto en la prevención como en la articulación de las políticas de vacunación.

Austria, Alemania o Francia no han sido capaces a finales de noviembre de alcanzar el objetivo enunciado a principios de año por Ursula von der Leyen: que el 70% de la población adulta tuviera la pauta completa de la vacuna para finales de agosto de este año. El país centroeuropeo ha inmunizado con dos dosis a apenas dos de cada tres individuos de su población diana. La media en la Unión Europea se ha estancado también en ese 66%, una cifra insatisfactoria teniendo en cuenta que Australia, que en junio de 2021 solo había vacunado al 2% de su población, supera actualmente a UE en seis puntos.

Para más inri, los inmunólogos llevan meses advirtiendo de que ese 70% era simplemente una estimación realizada en los albores de la pandemia y que la verdadera 'inmunidad de grupo' está probablemente por encima del 80% debido a factores ambientales y de mejora genética del virus por medio de las variantes.

Pero incluso aunque todos estos países estén por debajo de Portugal o España en inmunización, haber vacunado a más de la mitad de la población está teniendo consecuencias positivas sobre el número de hospitalizaciones y, sobre todo, de muertes.

Por ejemplo, aunque Austria ha alcanzado a finales de noviembre unos niveles de incidencia inéditos en el último año, las muertes que están registrando son residuales en comparación con las que padecieron en noviembre de 2020. Estos días, pese a tener el doble de incidencia (1563 nuevos casos semanales por millón de habitantes) que el año pasado, los fallecimientos suponen una tercera parte: cinco muertos a la semana frente a los 14,3 de aquella ola.

Schallenberg ha deslizado que este nuevo confinamiento de diez días no tendrá solo un trasfondo sanitario para aliviar el saturado sistema hospitalario, sino —lo que es más preocupante— también pedagógico. Espera que obligue a ese tercio de austríacos que rehúsan ser vacunados a reflexionar. "Queremos escapar este círculo vicioso de olas de infecciones impredecibles seguidas por debates sobre el confinamiento. Para lograrlo, necesitamos que un porcentaje mayor de la población se vacune", dijo el canciller en una entrevista con 'Politico'.

Vacunados pero confinados

En el otro extremo de Europa en cuanto a la tasa de vacunación está Portugal. Nuestros vecinos lideran esta estadística con un 87% de su población vacunada con pauta completa. Incluso en este contexto, el gobierno de António Costa se ha sumado esta semana al resto de países enumerados al anunciar acciones tan enérgicas como un 'confinamiento light' para la primera semana de enero.

Los portugueses estarán obligados a teletrabajar y se retrasará el arranque de las clases para evitar el auge descontrolado de los contagios tras las fiestas decembrinas. Además, hicieron obligatorio un test de covid negativo para entrar al país vía aérea, incluyendo los vacunados con pauta completa, y anunciaron la obligatoriedad del llamado pasaporte covid para determinados visitantes.

De nuevo, pese a un repunte que ha llevado la incidencia a superar los 200 nuevos casos semanales por cada millón de portugueses, las muertes no se han visto inquietadas y siguen estables en torno al 1,2. Un número bajo observando su evolución de este año, aunque por encima de los 0,39 que marca ahora España.

Foto: Varias personas en un mercado en Países Bajos durante la pandemia del covid. (Ramon van Flymen/EFE)

"Estamos mejor que la generalidad de los países europeos, pero no estamos tan bien como querríamos. Por eso es el momento adecuado para adoptar nuevas medidas", señaló el primer ministro, António Costa, en rueda de prensa tras el consejo de ministros. La estrategia ha pasado de aplanar la curva para no colapsar a hundirla preventivamente antes incluso de que se eleve.

Quizá la definición más precisa sobre esta última ola la haya dado el ministro de Salud alemán, Jens Spahn: "Es una pandemia de los no vacunados", dijo recientemente. Sin embargo, Alemania y el resto de países europeos sigue tomando decisiones basándose en la incidencia, pese a que la correlación entre esta métrica y la mortalidad se ha roto. Las restricciones, dispuestas para aleccionar a la minoría sin vacunar, recaen ahora sobre el grueso de la población.

En los primeros compases de la pandemia, allá por marzo de 2020, reinaba el desconcierto entre los diferentes países del mundo sobre cómo actuar frente a un virus que se multiplicaba exponencialmente. Entonces, tres palabras comenzaron a elevarse sobre las demás: aplanar la curva o 'flatten the curve' en su versión internacional. Algunos gobiernos establecieron confinamientos estrictos, otros optaron por estrategias más nórdicas de convivencia con el virus, pero todas se iluminaban con este mantra. Las medidas de salud pública tenían el único objetivo de que el sistema sanitario no colapsara ante un aluvión demasiado repentino de casos de covid-19.

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