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Boris Johnson no quiere ser Carlos I: así busca el 'premier' salvar su cuello político
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Boris Johnson no quiere ser Carlos I: así busca el 'premier' salvar su cuello político

Johnson trata de resetear su gobierno tras la salida de su polémico consejero Cummings. Pero el Brexit, la pandemia y los contínuos escándalos en su gobierno no pintan un panorama sencillo para el 'premier'

Foto: Johson comparece de forma remota en el Parlamento. (Reuters)
Johson comparece de forma remota en el Parlamento. (Reuters)
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El Duque de Buckingham era el asesor más influyente de Carlos I, rey de Inglaterra, Escocia e Irlanda. Pero sus maneras despóticas le granjearon poderosos enemigos y acabó asesinado en 1628 por uno de sus tenientes —lo que causó muestras de regocijo en la calle—. Los problemas, sin embargo, no se acabaron allí. El monarca —que era gran orador pero muy mentiroso— se puso en contra al Parlamento y acabó decapitado un 30 de enero de 1649 a las puertas del Palacio de Whitehall.

Boris Johnson no quiere terminar como Carlos I. La salida de su oscuro consejero político Dominic Cummings, muy celebrada dentro del Partido Conservador, fue interpretada como la voluntad de un nuevo comienzo. El primer ministro se comprometió a reconciliarse con sus filas, recuperar la identidad de la formación y acabar la guerra contra las instituciones, entre ellas la propia BBC y el 'civil service' (el cuerpo de funcionarios). Pero, de momento, el botón del 'reseat' no está funcionando. Y el tiempo pasa.

En diciembre de 2019, el excéntrico político consiguió una victoria apabullante para los 'tories' en las elecciones generales no vista desde los tiempos de Margaret Thatcher. Los comicios se celebraron en circunstancias excepcionales: el Brexit volvió a monopolizar la campaña y el candidato laborista era Jeremy Corbyn, uno de los líderes políticos más impopulares de la historia británica.

Foto: El ex consejero del Primer Ministro británico Dominic Cummings sale del nº10 de Downing Street. (Reuters)

El problema es que la próxima vez que el país acuda a las urnas en 2024, el Reino Unido ya habrá salido de la UE y como contrincante estará el moderado y respetado Keir Starmer. En definitiva, Johnson tiene tres años para demostrar que sigue siendo la mejor opción. Y, a día de hoy, no son pocos dentro de la formación quienes le ven cada vez más cara de monarca del siglo XVII. En otras palabras, Downing Street se ha desecho de su particular Duque de Buckingham, solo para darse cuenta de que el verdadero problema es el hombre que siempre soñó con ser “el rey del mundo”.

Pandemia y acoso

¿Será capaz de cambiar las tornas? No sería la primera vez. Aunque, en esta ocasión, el escenario no luce sencillo. Reino Unido sigue inmerso en las negociaciones para su desconexión definitiva de la Unión Europea el próximo mes de enero, mientras el país lidia con la pandemia del coronavirus. Además, no ayuda que Johnson tenga que liderar esta transición confinado tras haber estado en contacto con un diputado que dio positivo en coronavirus. Y tampoco facilita las cosas mostrar una “total confianza” hacia unos de los principales miembros del Gabinete acusado, tras una investigación interna, de haber incumplido el código de conducta.

Pitri Patel, responsable de la cartera de Interior y pieza clave del ala dura de los 'tories', fue señalada por varios casos de "acoso laboral" hacia sus subordinados. Patel —la misma que en marzo había protagonizado titulares que la acusaban desde hacer 'bullying' al 'civil service' hasta alentar a su equipo para “actuar fuera del Estado de derecho"— pidió el pasado viernes disculpas por si sus “actuaciones en el pasado habían molestado”.

Foto: Priti Patel, ministra del Interior del Reino Unido. (EFE)

Pero muchos los consideran un gesto insuficiente. Es la primera vez en la historia de Reino Unido que un ministro no dimite o es despedido tras haber roto las normas internas de su partido. El que sí decidió marcharse fue Alex Allan, asesor del primer ministro sobre códigos de conducta ministeriales y autor del informe sobre la conducta de Patel, mostrando así su rechazo a la gestión de la crisis.

Johnson no aprende. La defensa a ultranza que en su día realizó hacia Cummings cuando este rompió el confinamiento le costó muy caro a su liderazgo. Así que para los analistas es un tanto incomprensible que ahora decida mantener a Patel pese al potencial coste político cuando él mismo se había comprometido a terminar con la “cultura del acoso” dentro del Número 10.

Alumbrar una era entre sombras

El episodio ha ensombrecido sobremanera los dos grandes anuncios realizados para alumbrar esta llamada “nueva era”. Johnson quiere llevar ahora a cabo una “revolución industrial verde” centrada en el impulso de los vehículos eléctricos y las energías renovables. Para ello ha presentado una hoja de ruta con diez prioridades medioambientales, respaldadas por un paquete de 13.430 millones de euros.

Por otra parte, ha inyectado 18.460 millones de euros en el presupuesto militar previsto para los próximos cuatro años, lo que representa el mayor programa británico de inversión en defensa desde el final de la Guerra Fría. Con el país a punto de dejar la UE, Downing Street quiere reafirmar su posición e influencia en el tablero geoestratégico internacional, disputado de alguna manera en los últimos años por Francia. Y, ante todo, demostrar al presidente electo Joe Biden que puede seguir contando con los británicos como el principal socio de Estados Unidos.

Foto: Foto de archivo de Boris Johnson y Donald Trump. (Reuters)

En plena pandemia y con un país ya en recesión, el Ejecutivo va camino de pedir prestado 450.000 millones de euros para el actual año fiscal (abril 2020-abril 2021), un déficit récord en tiempos de paz. La oposición laborista pregunta cada día si el 'Chancellor' ha plantado un árbol especial de dar dinero. Pero está visto que Johnson no va escatimar ahora en gastos para redirigir a su Gobierno y al propio Partido Conservador.

¿Quién está al volante?

La pregunta que se plantea ahora es ¿quién ocupa realmente el asiento del piloto en Downing Street y hacia dónde se dirige? Johnson siempre ha delegado el poder y, como ocurrió cuando fue alcalde de Londres, al llegar al Gobierno se rodeó de un fuerte equipo de asesores. Tras la salida de Cummings, la batuta parece que ahora la han cogido su prometida, Carrie Symonds —quien trabajó en su día como responsable de comunicación de los 'tories' y está muy comprometida con el medio ambiente— y Allegra Stratton, una reputada periodista de 39 años que es la nueva portavoz del Gobierno.

Pero ¿cuáles son realmente las opiniones de Johnson? Cuando se discute el futuro del partido, el 'premier' permanece la mayor parte del tiempo callado. Y esta es la raíz del problema. El político sigue siendo un gran indeciso. En su círculo cercano algunos le comparan con un “inestable carro del supermercado” que van chocando por las estanterías. Otros aseguran que va cambiando continuamente de opinión, según sea la última persona con la que haya hablado. Las posibilidades de que sea el candidato 'tory' para los próximos comicios ya no está tan claro como cuando en enero se veía como el primer ministro más poderoso en décadas.

Foto: Carrie Symonds. (Reuters)

Tras la salida de Cummings, las distintas familias que componen la formación conservadora quieren ahora recuperar su influencia e imponer su criterio. El ERG —núcleo duro del movimiento Brexit— no quiere que se pierda la esencia euroescéptica, los del 'One Nation' quieren que se vuelva a posiciones más centristas y los del 'Muro Rojo', cuyos escaños arrebatados a los laboristas fueron esenciales para conseguir la mayoría absoluta en 2019 y ahora quieren conservar unos distritos que solo votaron por los 'tories' para ejecutar el Brexit. Conciliar sobre todo los intereses de este electorado con los principios del Partido Conservador será complicado. En definitiva, se fue el Duque de Buckingham. Y ahora el tiempo dirá si Johnson sigue los pasos de Carlos I hacia el cadalso o es capaz de improsivar de nuevo para salvar su cuello político.

El Duque de Buckingham era el asesor más influyente de Carlos I, rey de Inglaterra, Escocia e Irlanda. Pero sus maneras despóticas le granjearon poderosos enemigos y acabó asesinado en 1628 por uno de sus tenientes —lo que causó muestras de regocijo en la calle—. Los problemas, sin embargo, no se acabaron allí. El monarca —que era gran orador pero muy mentiroso— se puso en contra al Parlamento y acabó decapitado un 30 de enero de 1649 a las puertas del Palacio de Whitehall.

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