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Joe y Boris nunca serán amigos: ¿puede salvarse la 'relación especial' UK-EEUU?
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Golpe para Johnson

Joe y Boris nunca serán amigos: ¿puede salvarse la 'relación especial' UK-EEUU?

La nueva Administración de la Casa Blanca quiere reconstruir los puentes con Europa, que tan dañados han quedado con los últimos cuatro años de Trump. Y eso no es ideal para Boris

Foto: Foto de archivo de Boris Johnson y Donald Trump. (Reuters)
Foto de archivo de Boris Johnson y Donald Trump. (Reuters)

“Soy irlandés”. Nunca dos palabras habían tenido tanto significado. Tras conocerse la victoria de Joe Biden, las televisiones de todo el mundo se agolparon ante el hombre del momento. La BBC le pidió “unas palabras” y la respuesta del demócrata fue directa: “Soy irlandés”. Cuando los británicos están a punto de dejar ya a efectos prácticos la UE, cuando Boris Johnson amenaza con violar el Protocolo de Irlanda recogido en el acuerdo de retirada, cuando el Reino Unido necesita más que nunca apoyarse en su gran aliado al otro lado del Atlántico, el nuevo presidente de la primera potencia mundial, el mismo que considera el Brexit como un grave error, deja claro que se identifica apasionadamente con la herencia irlandesa de su madre.

La nueva Administración de la Casa Blanca quiere reconstruir los puentes con Europa, que tan dañados han quedado con los últimos cuatro años de Donald Trump. En este sentido, la pregunta es la siguiente: ¿dónde queda ahora la supuesta 'relación especial' entre Reino Unido y Estados Unidos en la era Brexit?

Foto: El 'premier británico' Boris Johnson. (EFE)

Johnson y Biden no se conocen personalmente. Pero, 'a priori', tampoco parece que tengan una especial sintonía. En diciembre del año pasado, el norteamericano mostró su sorpresa al descubrir que los británicos habían dado la mayoría absoluta a un hombre al que describió como “un clon físico y emocional” de Donald Trump.

Aunque la animadversión venía ya de antes. En la Administración Obama, donde Biden fue vicepresidente, no hizo ninguna gracia cuando Johnson aseguró que el entonces presidente estadounidense había retirado un busto de Winston Churchill del despacho oval como “símbolo de su aversión contra el Imperio británico por sus orígenes de Kenia”.

Una 'relación especial' no correspondida

Durante este fin de semana, el inquilino de Downing Street bromeó con su círculo más cercano mostrándose optimista sobre las 'relaciones especiales' con Estados Unidos, relaciones, dicho sea de paso, que Londres siempre ha defendido con vehemencia, pero que en Washington no tienen el mismo eco. “Joe Biden es uno de los pocos líderes mundiales a los que no he insultado”, señaló el líder 'tory'. Los presentes le rieron la gracia, pero es 'vox populi' que se respira ahora cierto nerviosismo.

“No se ve a Boris como un aliado. Se ve al Reino Unido como un aliado, pero con Boris no habrá una relación especial”, aseguraba a 'The Sunday Times' una fuente del Partido Demócrata. Asimismo, un político de alto rango que se espera que acepte un trabajo en la nueva Administración norteamericana recalcaba: “Si creen que Joe lo odia [refiriéndose a Johnson], deberían escuchar a Kamala [Harris]”.

Boris Johnson: "Joe Biden es uno de los pocos líderes mundiales a los que no he insultado"

En el Número 10, la máquina diplomática lleva tiempo funcionando a pleno rendimiento para limar asperezas. Una de las figuras clave es John Bew, asesor de política exterior del primer ministro británico. Pasó tiempo en Washington en la Biblioteca del Congreso y está bien conectado. Los esfuerzos tuvieron su recompensa, porque este martes, Johnson habló telefónicamente con el nuevo presidente electo. Según el portavoz del Ejecutivo, se trató de una conversación “amigable” de alrededor de 25 minutos. Ambos se comprometieron a trabajar “en prioridades compartidas, desde abordar el cambio climático hasta promover la democracia”.

Eso sí, Biden también habló el mismo martes con el primer ministro irlandés, Micheál Martin, la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Emmanuel Macron. Por lo tanto, aunque Johnson fuera el más rápido en ponerlo en Twitter, no queda muy claro si fue realmente el primero.

Salvo con Trump —cuando todo saltó por los aires y no le importó humillar a Theresa May—, históricamente la primera llamada a Europa que siempre ha hecho el presidente electo de los Estados Unidos ha sido al inquilino de Downing Street. No se sabe aún el orden de las llamadas.

En cualquier caso, está ya asumido que, a diferencia de Trump, el demócrata no quiere que Europa se desmorone. Por lo tanto, se da por hecho que estará muy pendiente de la reelección de Emmanuel Macron o el futuro que depara a Berlín tras la incógnita aún no resuelta del sucesor de Merkel.

El Brexit, "una mala idea"

Entonces, ¿qué pasa con el Brexit? Biden siempre creyó que fue una mala idea. Desde luego que lo acepta, pero entre sus prioridades no va a estar ahora cerrar un acuerdo de libre comercio entre Reino Unido y Estados Unidos, el sueño que siempre han defendido los euroescépticos a la hora de vender el concepto de 'global Britain'.

Es más, durante la campaña, el demócrata ya dejó claro que si Johnson viola el Protocolo de Irlanda recogido en el acuerdo de retirada firmado el año pasado con la UE, no tendrá nada que hablar con la nueva Administración de la Casa Blanca.

El primer ministro británico se resiste a quitar las polémicas cláusulas del proyecto de Ley de Mercado Interno que estos días se debate en Westminster. Insiste en que, si finalmente no hay pacto comercial con Bruselas, no le quedará más remedio que violar parte del acuerdo de divorcio para proteger el mercado entre Gran Bretaña e Irlanda del Norte. No obstante, la prensa local coincide en que su posición queda ahora sumamente debilitada y ya no puede permitirse el lujo de lanzar determinados órdagos que puedan dejar al país aislado.

Foto: El primer ministro británico, Boris Johnson. (EFE)

En cualquier caso, independientemente de que Reino Unido y la UE alcancen pacto comercial y Johnson cumpla su palabra, cerrar un acuerdo de libre comercio entre Reino Unido y Estados Unidos no va a ser tarea fácil.

Los expertos consultados consideran que hay muchos puntos complejos, como la regulación agroalimentaria, la polémica con el pollo clorado o las demandas de una privatización del Sistema Nacional de Salud. Teniendo además en cuenta que Biden se centrará ahora en la política nacional y que queda aún por ver quién controla el Senado, no se prevé convenio antes de finales de 2021 o inclusive principios de 2022.

Para Reino Unido, Estados Unidos representa su primer mercado en exportaciones y el actor extranjero que más empleo genera en el país. Pero para Estados Unidos, Reino Unido, en términos de exportaciones, no es tan imprescindible como sería el caso de China o de la propia UE.

Mantener el 'statu quo'

Con todo, se antoja improbable que 'uncle Joe' vaya ahora a dar la espalda a Londres. El demócrata es un veterano en esto de la política y no va a permitir que químicas (o más bien falta de) en relaciones personales enturbien las cosas. Su intención es recuperar el 'statu quo' y, por encima de todo (y a pesar de Johnson), seguirá trabajando en beneficio de las relaciones transatlánticas.

Por su parte, Johnson, como buen oportunista que es, hará todo lo que esté en su mano para acercar posturas a lo largo del próximo año, cuando Reino Unido será el anfitrión de la cumbre del G-7 —en la que el primer ministro británico planea lanzar el grupo D10 de democracias preocupadas por las acciones de China— y de la próxima conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático, cuestión en la que Biden se muestra de lo más comprometido.

Asimismo, ya se habla de una posible cumbre de la OTAN el próximo marzo en Bruselas, en la que Johnson no dudará en recordar que el Reino Unido, pese al Brexit, sigue siendo el actor en defensa e inteligencia más fuerte del Viejo Continente.

Foto: Eduardo Serra, exministro de Defensa español, en su despacho en Madrid. (David Brunat)

Al fin y al cabo, esta es clave de todo. Dejemos falsos romances aparte. Olvidémonos de Churchill y Roosevelt, Maggie y Ronnie, Donald y Boris. Las verdaderas relaciones especiales siempre se han curtido en el enorme jardín trasero de Winfield House, la opulenta residencia de Regent's Park del embajador de Estados Unidos en la capital británica, durante las famosas fiestas del 4 de julio. Las celebraciones no están llenas de diputados o magnates inmobiliarios, sino de generales de las fuerzas armadas y espías del MI6 y GCHQ. Por lo tanto, Johnson y Biden puede que nunca labren una relación 'especial'. Quizá ni siquiera estrecha. Pero el vínculo que une Downing Street y la Casa Blanca va más allá de sus inquilinos.

“Soy irlandés”. Nunca dos palabras habían tenido tanto significado. Tras conocerse la victoria de Joe Biden, las televisiones de todo el mundo se agolparon ante el hombre del momento. La BBC le pidió “unas palabras” y la respuesta del demócrata fue directa: “Soy irlandés”. Cuando los británicos están a punto de dejar ya a efectos prácticos la UE, cuando Boris Johnson amenaza con violar el Protocolo de Irlanda recogido en el acuerdo de retirada, cuando el Reino Unido necesita más que nunca apoyarse en su gran aliado al otro lado del Atlántico, el nuevo presidente de la primera potencia mundial, el mismo que considera el Brexit como un grave error, deja claro que se identifica apasionadamente con la herencia irlandesa de su madre.

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