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ELECCIONES DE EEUU EL 3 DE NOVIEMBRE

Despacho Global | Por qué la victoria de Biden hundiría el Brexit del Trump británico

Si Biden se muda a la Casa Blanca, se plantean ciertas preguntas sobre hasta qué punto la histórica 'relación especial' podría estar más cuestionada que nunca

Foto: Boris Johnson y Donald Trump. (Reuters)
Boris Johnson y Donald Trump. (Reuters)

Si entre el Reino Unido y los Estados Unidos sigue existiendo una 'relación especial' o se trata más bien de un ferviente deseo de Westminster por creerlo, es un tema de debate que, por lo general, no agrada demasiado a sus protagonistas. Pero sí es cierto que, a día de hoy, se mantienen algunos rituales.

El primer líder mundial en recibir la llamada del candidato ganador en las elecciones presidenciales tradicionalmente ha sido el inquilino de Downing Street. Con Donald Trump, es verdad que todo saltó por los aires… No solo el ritual, sino todo en general. La entonces primera ministra británica, Theresa May, fue profundamente humillada cuando el empresario millonario metido a política decidió hablar primero con la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, y se reunió en persona antes que nadie con Nigel Farage, entonces líder del UKIP y protagonista indiscutible del triunfo del Brexit.

La gran duda que se plantea ahora es si el ritual se retomará en caso de que Joe Biden gane los comicios de noviembre o, por el contrario, preferirá hablar por teléfono con Angela Merkel o el irlandés Micheál Martin antes que con Boris Johnson.

Hablemos claro. Biden nunca ha sido fan del Brexit ni del bautizado como 'Trump británico'. Hasta ahora, había guardado las formas. Pero el hecho de que Johnson esté dispuesto a violar el acuerdo de retirada, en concreto, el protocolo de Irlanda, si no consigue cerrar un pacto comercial con la UE, es una amenaza que ha cruzado la línea roja del Partido Demócrata.

El acuerdo comercial, santo grial

Se trata, por cierto, de la formación que tiene mayoría desde 2018 en la Cámara de los Representantes, la misma donde existe un poderoso 'lobby' irlandés, la misma que, en última instancia, debería aprobar un eventual acuerdo comercial entre el Reino Unido y los Estados Unidos, considerado el santo grial para la causa euroescéptica.

En definitiva, si Biden se muda a la Casa Blanca, se plantean ciertas preguntas sobre hasta qué punto la histórica 'relación especial' podría estar más cuestionada que nunca. Porque, entre otros, su Administración estaría particularmente interesada en reconstruir los puentes con la UE, la familia que los británicos abandonarán ya a efectos prácticos en diciembre, una vez termine el periodo de transición.

Un viaje en el tiempo a 2016 ofrece una gran perspectiva para entender cómo están ahora las cosas. El triunfo del Brexit en el histórico referéndum de aquel verano coincidió con una visita de Donald Trump a su club de golf Turnberry, en Ayrshire (Escocia). Al enterarse de que los británicos habían apostado por abandonar el bloque, se congratuló por “la gran noticia”.

placeholder Joe Biden. (Reuters)
Joe Biden. (Reuters)

Por su parte, Joe Biden, entonces vicepresidente de los Estados Unidos, estaba apenas a 289 kilómetros. Ofrecía un discurso en el Castillo de Dublín —al que se refirió, por cierto, como “centro simbólico de la ocupación británica y la opresión de Irlanda”— como parte de su viaje a Irlanda para recibir el título de doctor honorífico del Trinity College. Al enterarse de la victoria euroescéptica, recalcó que “hubiéramos preferido un resultado diferente” y advirtió sobre “políticos reaccionarios y demagogos que trafican con xenofobia, nacionalismo y aislacionismo” tanto en Europa como en Estados Unidos.

La Cámara Baja, clave en la decisión

Si bien por parte paterna Biden desciende de Sussex, él se identifica apasionadamente con la herencia irlandesa de su madre. Es un incondicional de las recepciones de la embajada irlandesa en Washington, donde los invitados se muestran realmente impactados por el vínculo emocional tan fuerte que siente hacia el llamado Tigre Celta.

Por lo tanto, es más que evidente que, si gana las presidenciales de noviembre, el demócrata no va a permitir que Londres lleve a cabo ninguna estrategia que ponga en peligro el proceso de paz en el Ulster, imponiendo de nuevo una frontera dura entre la República de Irlanda y la provincia británica de Irlanda del Norte.

“No podemos permitir que el Acuerdo del Viernes Santo que trajo la paz se convierta en una víctima del Brexit. Cualquier acuerdo comercial entre EEUU y el Reino Unido debe depender del respeto del acuerdo y la prevención del regreso de una frontera dura”, tuiteó el mes pasado, haciéndose eco de las advertencias que ya había realizado previamente Nancy Pelosi, portavoz de la Cámara Baja y una de las figuras más influentes en el escenario estadounidense.

"Cualquier acuerdo comercial entre EEUU y el Reino Unido debe depender del respeto del acuerdo y la prevención del regreso de una frontera dura"

Es poco habitual que los políticos de un país se inmiscuyan en asuntos de otros. Y menos aún en plena campaña electoral. Por lo que los comentarios fueron de lo más relevantes y empañaron por completo la visita oficial que el ministro de Exteriores británico, Dominic Raab, realizó a Washington precisamente con el objetivo principal de intentar impulsar las negociaciones comerciales.

El responsable de la diplomacia británica tuvo ocasión de reunirse con su homólogo norteamericano, Mike Pompeo, y el vicepresidente, Mike Pence. También pudo verse brevemente con Pelosi. En cualquier caso, la embajadora del Reino Unido en los Estados Unidos, Dame Karen Pierce, no se ha reunido con Biden desde que asumió su cargo en marzo.

Algunas teorías apuntan a que el candidato demócrata mantiene a todas las potencias extranjeras a distancia para evitar las acusaciones de conspiración que acosaron a Trump en 2016. Sin embargo, no es menos cierto que en los corrillos de Westminster hay cierta preocupación por la poca química que existe con el que podría llegar a ocupar la Casa Blanca.

Foto: Donald Trump y Xi Jinping, en una imagen de 2019. (Reuters)

Con el Brexit, Londres puede cerrar ya acuerdos con nuevos socios. Inicialmente, una de las estrategias de Downing Street fue presionar a Bruselas asegurando que las conversaciones con los Estados Unidos cada día iban mejor. Aunque Trump esté completamente centrado ahora en la campaña, su Administración siempre ha tenido interés en llegar a un pacto lo antes posible. Eso sí, quiere que sea de gran alcance y presiona para que el Reino Unido se distancie de las regulaciones alimentaria y agrícola de la UE, que considera “proteccionistas”, en otras palabras, diseñadas para bloquear la competencia extranjera.

Sin embargo, para los demócratas, está claro que si Londres no cumple el tratado internacional de divorcio firmado el año pasado con la UE, con ellos tienen poco que hablar. En realidad, si uno ve estos días la televisión estadounidense, encontrará diferentes entrevistas a congresistas de apellido irlandés diciéndole al entrevistador británico que están de acuerdo con Biden.

Este 'lobby' en Capitol Hill no es en absoluto nuevo, pero las advertencias contundentes de Biden sobre el Brexit sí lo son. Y esto supone un gran hándicap para el actual primer ministro británico, porque la cuestión se percibe de igual manera tanto en Dublín como en Bruselas.

Con todo, Simon Hix, de la reputada London School of Economics and Political Science, asegura que, “irónicamente”, la mayoría en Westminster y el propio Partido Conservador se alegrarían de que ganara el candidato demócrata. “Seguramente no fuera el caso de Dominic Cummings [el polémico asesor del primer ministro] y otras facciones más radicales de las filas 'tories”, afirma a El Confidencial. “Pero Biden es más moderado en términos de acuerdos globales comerciales comparado con el ala más populista de los republicanos y el propio Trump”, añade.

"Se van a defender, por tanto, antes los intereses de Irlanda que los del Reino Unido"

No obstante, el experto advierte de que, independientemente de quién gane las presidenciales el próximo mes de noviembre, se plantean dos importantes cuestiones. “Por parte del lado norteamericano, hay que entender que seguirá habiendo un poderoso 'lobby' irlandés que no va a permitir que el Brexit ponga en peligro ahora los Acuerdos de Viernes Santo. Se van a defender, por tanto, antes los intereses de Irlanda que los del Reino Unido”, apunta.

“Y por la parte británica, el Gobierno se ha encontrado con que cerrar cualquier pacto comercial con Estados Unidos es más complicado de lo que pensaba”, explica. “Son los propios ciudadanos los que son más conservadores respecto a la regulación de alimentos. Se decantan más por las normas comunitarias que por las norteamericanas. Asimismo, los ciudadanos no quieren ni oír hablar de la privatización del Sistema Nacional de Salud y Washington siempre ha estado interesado, entre otras, en las patentes de medicamentos”, explica. “En definitiva, va a ser muy complejo. Y es interesante que los políticos británicos no quieran hablar de ello”, concluye.

Si entre el Reino Unido y los Estados Unidos sigue existiendo una 'relación especial' o se trata más bien de un ferviente deseo de Westminster por creerlo, es un tema de debate que, por lo general, no agrada demasiado a sus protagonistas. Pero sí es cierto que, a día de hoy, se mantienen algunos rituales.

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