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Los órdagos son para no cumplirlos: Boris Johnson no se levantará de la mesa del Brexit
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Los órdagos son para no cumplirlos: Boris Johnson no se levantará de la mesa del Brexit

Boris Johnson había marcado este jueves como fecha límite para cerrar un acuerdo comercial con la UE. El pacto brilla por su ausencia, pero nadie espera que el 'premier' se levante de la mesa

Foto: Boris Johnson en el Parlamento británico (EFE)
Boris Johnson en el Parlamento británico (EFE)

En las negociaciones del Brexit hay una regla no escrita: los órdagos están ahí… para no cumplirlos. Boris Johnson había marcado este jueves, cuando comienza el Consejo Europeo, como fecha límite para cerrar un acuerdo comercial con la UE. El pacto brilla por su ausencia, pero nadie espera que el 'premier' se levante de la mesa de negociaciones para preparar al Reino Unido ante una salida económica caótica el 31 de diciembre, cuando los británicos saldrán ya a efectos prácticos del bloque.

La pena para los viñetistas de los periódicos es que, en esta ocasión, no ha dejado frases tan memorables. El año pasado, el líder 'tory' aseguró que prefería “estar muerto en una zanja” antes que pedir extensión de plazos y aquello dio mucho juego cuando finalmente tuvo que mandar carta a Bruselas para dar tiempo a tramitar el Acuerdo de Retirada.

Foto: Boris Johnson y Donald Trump. (Reuters)

Lo cierto es que el Johnson de las amenazas, no es el mismo Johnson que ahora deambula por Westminster. Aquel político que entró triunfante en Downing Street cual Julio César ha mutado en un primer ministro golpeado en los sondeos, superado incluso en popularidad por el líder de la oposición y presionado por un Gabinete más dividido que nunca ante la gestión de una pandemia que no da tregua. Los ingresos hospitalarios en el Reino Unido por coronavirus superan ya los de marzo, cuando se decretó el confinamiento nacional.

El covid-19 ha obligado al Ejecutivo conservador a transformarse por completo. Los 'tories', que siempre habían criticado a los laboristas de pecar como “papá Estado” no les ha quedado otra vía ahora que incrementar las ayudas públicas e irrumpir en la actividad económica de un país que ya está en recesión.

Igual no es el mejor momento para tensar, por tanto, la cuerda. Aunque el núcleo duro de conservadores euroescépticos siempre ha querido una salida “limpia”, “sin ataduras”, y considera que la situación juega a su favor, ya que se podría echar al virus la culpa de todos los males que provocaría un divorcio sin pacto comercial.

Foto: Boris Johnson. (Reuters)

En gran problema para Johnson es que la pandemia es global. En otras palabras, no todo gira ya entorno al Brexit. Francia, en concreto, que siempre ha sido uno de los países más influyentes y duros con respecto a Londres, es ahora uno de los más castigados por la segunda ola del coronavirus. En definitiva, los mandatarios tienen otras prioridades. La UE debe además negociar en el Consejo Europeo que comienza este jueves el marco financiero plurianual para el periodo 2021-2027 y el polémico instrumento de Estado de derecho, que supedita la llegada de fondos europeos a que cada país miembro cumpla con los valores de separación de poderes de la UE.

Pero vayamos al meollo de la cuestión: ¿hay posibilidades de cerrar acuerdo comercial entre Londres y Bruselas en las próximas semanas? Según un portavoz del Número 10, el primer ministro tomará una decisión sobre los “próximos pasos” el viernes. Aunque fuentes británicas consultadas por El Confidencial aseguran que Johnson “realmente quiere llegar ahora a un pacto”. “No va de farol, realmente quiere tener un acuerdo, aunque no a cualquier precio como es lógico”, matizan. Este fue mensaje que trasladó el 'premier' a la presidenta de la comisión europea Ursula von der Leyen en la video conferencia que ambos protagonizaron el miércoles.

"Flecos pendientes"

El líder 'tory' quiere que esta semana se alcance al menos “una base” y se cierren luego “los flecos pendientes”. El problema es que los flecos pendientes llevan ahí enquistados desde hace meses y ninguna de las partes está dispuesta a realizar concesiones.

Los puntos más conflictivos siempre han sido tres. El primero de ellos, la supervisión del futuro acuerdo, donde Londres se niega categóricamente a que el árbitro sea luego el Tribunal de Justicia Europeo.

El segundo, el llamado “level playing field”, lo que viene a ser la competencia justa. Bruselas no quiere que el Reino Unido se convierta ahora en un nuevo Singapur al otro lado del Canal de la Mancha. Aunque bien es cierto que el Reino Unido destina actualmente el 0,4% de su PIB en ayudas estatales, frente a la media del 0,8% en la UE (en el caso de Francia es el 0,8% y en Alemania, el 1,3%).

Foto: Futbolín. (Reuters)

La UE quiere además que Reino Unido siga todavía ciertas reglas del mercado único. Pero Downing Street considera que eso no es aceptable. En este sentido, defiende que la UE ya tiene acuerdos con Canadá y Japón, por ejemplo, donde no hay una obligación de adoptar las normas comunitarias, creadas específicamente para afrontar las particularidades del mercado único. Bruselas asegura que la cuestión geográfica, con Reino Unido a un tiro de piedra del territorio continental de la UE, es clave, pero Londres recalca que la cercanía física no ha impedido a Estados Unidos, Canadá y México cerrar convenios respetando las peculiaridades de cada país.

En tercer lugar está la cuestión de la pesca. Se trata de un sector que representa solo el 0,12% del PIB del Reino Unido, que es casi 60 veces menos que el de los servicios financieros. Si bien el Gobierno británico ha aceptado que el acceso a los mercados de la UE será limitado para las empresas financieras británicas de la City después del Brexit, la pesca siegue siendo un campo de batalla. La gran espina, al fin y al cabo, que podría acabar atragantándose en las negociaciones echando todo a perder.

¿Cómo se entiende? Puede que el sector pesquero tenga poca relevancia a nivel económico, pero políticamente es totémico. Para los euroescépticos, la promesa de recuperar el control de las aguas británicas fue crucial y abandonar eso ahora sería visto como una gran traición.

Aparte tiene un gran significado electoral para Johnson. La gran mayoría de los distritos costeros de Inglaterra, donde la pesca todavía tiene una resonancia práctica o emocional, están ahora en manos de los conservadores. Algunos de estos escaños tradicionalmente laboristas como Great Grimsby apostaron por los 'tories' en las elecciones de 2019 precisamente por las promesas sobre pesca. Ceder, por tanto, en esta cuestión podría poner en juego la mayoría absoluta.

Y luego está Escocia. La pesca escocesa representa casi la mitad del sector de todo el Reino Unido. No lograr un acuerdo en la materia fortalecería, por tanto, el argumento independentista del SNP y que lidera todas las encuestas con la promesa de un nuevo plebiscito para las elecciones al parlamento de Edimburgo del próximo mes de mayo.

Francia y Dinamarca están particularmente atentos a cualquier sugerencia de que sus pescadores puedan sufrir como resultado del Brexit. En el caso concreto de París, en los últimos días ha habido hasta rumores de que podría ser Emmanuel Macron quien se levantara en última instancia de la mesa. Por su parte, en España más de 10.000 puestos de trabajo en esta área también estarían en juego. A día de hoy, 113 pesqueros españoles faenan en caladeros británicos y su actividad podría desaparecer si no se pactan nuevas reglas.

placeholder FILE PHOTO: Britain's Prime Minister Boris Johnson welcomes France's President Emmanuel Macron at a NATO leaders summit in Watford, Britain December 4, 2019. REUTERS Christian Hartmann File Photo
FILE PHOTO: Britain's Prime Minister Boris Johnson welcomes France's President Emmanuel Macron at a NATO leaders summit in Watford, Britain December 4, 2019. REUTERS Christian Hartmann File Photo

En definitiva, mientras que con el Acuerdo de Retirada firmado el año pasado, la UE actuó como un solo bloque, en las actuales negociaciones comerciales, cada estado miembro tiene sus propios intereses.

Lo cierto es que, en caso de que finalmente no se lograra cerrar pacto antes de diciembre, nada impide que en un futuro ambas partes retomaran un diálogo. Aunque, entre tanto, las relaciones entre el Reino Unido y la UE se regirían únicamente bajo las pautas de la Organización Mundial de Comercio, con el caos de cuotas y aranceles que eso llevaría implícito a partir de enero.

La canciller alemana Angela Merkel -que ocupa ahora la presidencia de turno del Consejo de la UE- ha advertido esta semana que el bloque debe ser más realista al aceptar la posición negociadora de Londres. Cerrar un acuerdo, señala, es “particularmente urgente desde la perspectiva irlandesa”. “Vamos a seguir unidos en estas conversaciones. Pero también tenemos que tener en cuenta la realidad: un acuerdo tiene que ser en interés de ambas partes, en los intereses británicos así como en los intereses de los 27 miembros de la UE”, matizó.

Violar el acuerdo

Evitar una frontera dura entre la República de Irlanda y la provincia británica de Irlanda del Norte fue el principal escollo de las negociaciones de divorcio. Sin embargo, Johnson amenaza ahora con “violar” el Protocolo de Irlanda recogido en el tratado internacional del Acuerdo de Retirada, en caso de que no se logre cerrar un pacto comercial.

Las áreas principales de dicho protocolo que quedaron pendientes de definir en el Comité Conjunto de implementación son tres. Primero, la definición de “bienes en riesgo”, es decir, los productos que cruzan el mar de Irlanda desde Gran Bretaña a Irlanda del Norte, pero se considera que están en riesgo de entrar en la UE y, por lo tanto, tienen que cumplir con el proceso aduanero comunitario. Segundo, cómo funcionaría en la práctica el “acceso sin restricciones” para bienes desde Irlanda del Norte a Gran Bretaña. Tercero, cómo se ejecutaría el compromiso de que las normas de ayuda estatal de la UE se aplicarían en Irlanda del Norte.

Foto: El primer ministro británico, Boris Johnson. (EFE)

Si no se consiguiera un acuerdo comercial, todas las mercancías que van de Gran Bretaña a Irlanda del Norte se considerarían “en riesgo”, y por tanto, estarían potencialmente sujetas a aranceles de la UE. Los exportadores de Irlanda del Norte tendrían que cumplir con engorrosos procedimientos aduaneros al enviar mercancías a Gran Bretaña. Y en este contexto, Londres defiende que existe el riesgo de una confusión legal sobre si potenciales ayudas estatales del Gobierno británico a empresas de Gran Bretaña tendrían que cumplir con las normas comunitarias.

Esto separaría a Irlanda del Norte financieramente y mediante barreras físicas, representando una posible amenaza para el proceso de paz del Ulster. Los unionistas han dejado claro que la expulsión de Irlanda del Norte del territorio del Reino Unido sería inaceptable.

En este sentido, Johnson insiste en que, “como gobierno responsable”, debe actuar para tener “una red de seguridad”. Por lo tanto, actualmente está tramitando en Westminster un proyecto de Ley de Mercado Interno “para crear los poderes que permitan no aplicar el concepto comunitario de efecto directo como establece el Artículo 4 del Acuerdo de Retirada en unas circunstancias determinadas y muy limitadas”.

La UE dio a Downing Street de plazo hasta finales de septiembre para retirar del proyecto de ley las polémicas cláusulas. Pero Londres no movió ficha, por lo que la Comisión Europea abrió a principios de este mes un procedimiento de infracción contra el Reino Unido que, en cualquier caso, no impide seguir con las actuales negociaciones comerciales.

En las negociaciones del Brexit hay una regla no escrita: los órdagos están ahí… para no cumplirlos. Boris Johnson había marcado este jueves, cuando comienza el Consejo Europeo, como fecha límite para cerrar un acuerdo comercial con la UE. El pacto brilla por su ausencia, pero nadie espera que el 'premier' se levante de la mesa de negociaciones para preparar al Reino Unido ante una salida económica caótica el 31 de diciembre, cuando los británicos saldrán ya a efectos prácticos del bloque.

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