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El coronavirus, la coartada perfecta para el desastre económico del Brexit en UK
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LA TELENOVELA BREXIT NO HA ACABADO

El coronavirus, la coartada perfecta para el desastre económico del Brexit en UK

El Brexit sigue su curso y si, para finales de año, el Reino Unido sale a efectos prácticos del bloque, coincidiendo con la gran recesión global que los expertos vaticinan, la situación será compleja

Foto: Boris Johnson. (Reuters)
Boris Johnson. (Reuters)

Día clave en el calendario: 30 de junio. Y no, no se trata del inicio de una nueva fase de desescalada ante el confinamiento, sino de la fecha límite en la que Downing Street puede pedir una extensión del periodo de transición para facilitar cerrar un acuerdo comercial con la Unión Europea. El coronavirus ha monopolizado el mundo. Con la cuarentena, los días pasan lentos. Hablar ahora de cualquier cuestión que no tenga lugar la próxima semana es plantear un escenario futurista de ciencia ficción.

Pero el Brexit sigue su curso y si, para finales de año, el Reino Unido sale a efectos prácticos del bloque (oficialmente lo hizo este 31 de enero) sin más pacto que los términos marcados por la Organización Mundial de Comercio (OMC), coincidiendo además con la gran recesión global que todos los expertos vaticinan, la situación será compleja. Tanto para Londres como para los miembros del bloque, entre ellos España. En 2019, solo en bienes, España exportó al Reino Unido 19.000 millones de euros y el Reino Unido a España 12.000 millones de euros, según la Oficina Nacional de Estadística del Gobierno británico.

Foto: El puerto de Cowes, en la isla de Wight. (Reuters)

¿El covid-19 va a presionar ahora a Downing Street para evitar el divorcio duro? ¿O Boris Johnson cortará ahora todos los vínculos con Bruselas porque precisamente podrá culpar al virus de todos sus problemas? De momento, el Ejecutivo británico recalca que “bajo ninguna circunstancia” se pedirá ampliación de plazos.

Esta semana ambas partes han iniciado una nueva ronda de negociaciones. A día de hoy, seguimos sin grandes (ni pequeños) avances. Abundan las líneas rojas sobre regulaciones de competencia, cuotas de pesca, el acceso de Londres a las bases de datos de Europol. En definitiva, todo bastante parado.

Jugar contra el tiempo

En este sentido, en Bruselas consideran que el Número 10 está perdiendo el tiempo deliberadamente para forzar en otoño a la UE a ceder ante sus demandas para evitar el caos. Así lo advertía una carta de Michel Barnier (negociador europeo) a las capitales del bloque filtrada a la Prensa: “es una estrategia de presión de tiempo”.

Por su parte, la semana pasada, Phil Hogan, comisionado de Comercio de la UE, declaró: “solo estamos avanzando muy lentamente (...) No hay ninguna señal real de que nuestros amigos británicos se estén acercando a las negociaciones con un plan concreto (…) Creo el gobierno del Reino Unido ciertamente ha decidido que se culpará al covid-19 por todas las consecuencias del Brexit y mi percepción es que no quieren extender las negociaciones hasta 2021 porque pueden culpar efectivamente al coronavirus de todo”.

Pese a la inacción por parte del Downing Street, la Comisión Europea está estudiando un sistema para implementar el control de bienes que circulen de Gran Bretaña a la isla de Irlanda. De momento, existe un primer borrador a fin de evitar el contrabando. No hay que olvidar que la cuestión de la frontera entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda fue el principal escollo de las negociaciones de divorcio.

Foto: Boris Johnson, con el nuevo lema de Reino Unido sobre el coronavirus. (EFE)

El acuerdo de retirada ofrece una solución tan solo a corto plazo. De momento, la provincia británica formará parte de la Unión Aduanera del Reino Unido, pero deberá cumplir con las reglas del Mercado Único Europeo. Se dejaron para esta nueva fase de negociaciones varios flecos, entre ellos, los mecanismos para imponer aranceles a productos que van a ser exportados a un país de la UE, pero parece que Londres no muestra demasiado interés. Es más, no son pocas voces —como la del ex fiscal general del Estado, Dominic Grieve— las que advierten que Johnson no tiene ninguna intención ahora de cumplir lo pactado.

¿Está el Gobierno británico jugando realmente contrarreloj? En los corrillos de Westminster las cosas no están tan claras. Fuentes del círculo del Partido Conservador aseguran a este diario que ven “improbable” que en el último minuto se vaya a pedir una prórroga este verano. Aunque tampoco lo descartan del todo. “Va a depender mucho de la economía”, matizan. El PIB británico cayó en un 2% entre enero y marzo, la mayor contracción desde 2008. No es una cifra récord y queda por debajo del 3% sugerido por el Banco de Inglaterra. Pero en marzo, el mes que comenzó el confinamiento, el desplome fue de un 5,8%.

Un triunfo que no será de nadie

En cualquier caso, dicha fuente considera que el objetivo de Johnson “es lograr a finales de año un acuerdo similar al que tiene UE con Canadá” y si no lo consigue “no le va a temblar el pulso para salir sin pacto” y regirse únicamente por las normas de la OMC. Con todo, otras voces bien conectadas con Westminster señalan que no habrá extensión y que lo más probable es que a finales de año se cierre “otro periodo de transición con distinto nombre”. “Ambas partes lo presentarán como un triunfo, pero en la práctica no habrán cerrado nada concreto y seguirán negociando”, señalan.

Si se diera el caso, ¿qué ocurriría a partir del 1 de enero de 2021 con la libre circulación de personas? El Gobierno de Johnson quiere imponer ahora un modelo estricto de puntos similar al de Australia. Sin embargo, llama la atención la decisión tomada por la ministra de Interior, Priti Patel, de haber retirado de la agenda parlamentaria la nueva Ley de Inmigración que se estaba tramitando en los Comunes. El movimiento tuvo lugar a mitad de abril, en plena crisis por coronavirus, y precisamente por este motivo ha pasado completamente desapercibido.

placeholder Keir Starmer, nuevo líder laborista. (EFE)
Keir Starmer, nuevo líder laborista. (EFE)

Otro de los grandes cambios que ha habido en Westminster durante la pandemia ha sido el nombramiento del nuevo líder laborista, Keir Starmer (un punto más popular que Boris Johnson en las últimas encuestas). El que fuera fiscal —ferviente europeísta— es ahora el único líder de la oposición que no demanda al Gobierno una extensión de plazos. “Considero bastante improbable que se pueda cerrar un acuerdo comercial para finales de año, pero si el Gobierno dice que puede conseguirlo, veamos cómo lo hace”, afirma.

La jugada es inteligente. De esta manera, no solo aumenta la presión sobre el Gabinete, sino que además deja sin munición al primer ministro para retratar, como hacía hasta ahora, a los laboristas como el “partido anti Brexit”. Por primera vez en mucho tiempo, el Gobierno tiene ahora en los Comunes a una verdadera oposición. Y la presión llega en un momento en el que el Número 10 se encuentra en sus horas más bajas.

Johnson logró una aplastante mayoría absoluta en las últimas generales de diciembre. Los británicos confiaron en él e incluso le veían capaz de sacar lo mejor del Reino Unido aun si finalmente se salía del bloque tan solo bajo la regulación de la OMC. Todo se basaba en esa idea del excepcionalismo británico. Sin embargo, ahora las cosas han cambiado. La fe de los británicos en sus instituciones, principalmente en el Gobierno, no es la misma.

Foto: Boris Johnson. (Reuters)

Con más de 33.000 muertos, el Reino Unido es ahora el país más afectado de Europa por coronavirus. A nivel global, solo es superado por los Estados Unidos. Con una respuesta tardía, sin test suficientes y criticas diarias por no suministrar a los sanitarios el equipo de protección necesaria, la gestión ante una crisis no está siendo la esperada. Para el 60% de los ciudadanos, el Número 10 no aprueba ahora el examen. Una mayoría considera incluso a que el Gobierno lo está haciendo peor que España y que Italia, según un sondeo de Opinium para 'The Observer'.

El problema es que, con la telenovela del Brexit, los ciudadanos no están ahora preocupados porque se han acostumbrado a que todo se acaba solucionado en el último minuto.

Londres, más sola que nunca

Pero la pandemia del coronavirus cambia el escenario. ¿Angela Merkel y Emmanuel Macron van a priorizar el Brexit a fines de este año cuando se encuentran ante el mayor reto global en tiempos de paz y precisamente en invierno es cuando más posibilidades hay de un segundo pico? En julio, Alemania asume la presidencia rotatoria del Consejo de la UE y una carta del embajador alemán ante el bloque asegura que, bajo su mandato, los problemas que no estén relacionados con el covid-19 “inevitablemente se superpondrán o desaparecerán por completo”.

Por su parte, la OMC predice que el comercio mundial podría caer hasta un 32% este año. Varios países han comenzado a bloquear la exportación de bienes considerados vitales en la lucha contra la pandemia, suministrando más munición al instinto nacionalista. La recuperación global llevará años, tiempo durante el cual negociar un acuerdo de libre comercio con el Reino Unido no será lo más importante en muchas agendas, entre ellas, la de Washington con su lema 'America First', por mucho que quiera Londres estrechar más que nunca los lazos transatlánticos.

Día clave en el calendario: 30 de junio. Y no, no se trata del inicio de una nueva fase de desescalada ante el confinamiento, sino de la fecha límite en la que Downing Street puede pedir una extensión del periodo de transición para facilitar cerrar un acuerdo comercial con la Unión Europea. El coronavirus ha monopolizado el mundo. Con la cuarentena, los días pasan lentos. Hablar ahora de cualquier cuestión que no tenga lugar la próxima semana es plantear un escenario futurista de ciencia ficción.

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