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Portugal, el héroe que España no quiso ser en la crisis del coronavirus
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Ataques a la insolidaridad de Holanda

Portugal, el héroe que España no quiso ser en la crisis del coronavirus

António Costa no hace prisioneros cuando enfrenta rivales, y Holanda ha atacado a un socio fundamental desde el punto de vista comercial y emocional: España

Foto: El primer ministro de Portugal, António Costa. (EFE)
El primer ministro de Portugal, António Costa. (EFE)

Iba a ser una declaración tranquila hasta que una reportera preguntó por la propuesta de Países Bajos de investigar por qué España no tiene margen presupuestario para hacer frente a los efectos de la crisis del coronavirus. António Costa, de pie ante el atril en Lisboa, cambia el gesto, chasquea la lengua y entra de lleno al trapo. "Mire, ese discurso es repugnante en el marco de la Unión Europea", regaña el primer ministro de Portugal. Es 26 de marzo y acaba de nacer el nuevo héroe sin capa del sur de Europa. Dos semanas después, dejaba caer si Países Bajos estaría mejor fuera de la UE. Todo eso, unido a lo que parece una gestión impoluta de la crisis del coronavirus en sus propias fronteras, con el apoyo político sin fisuras de la oposición, ha reivindicado a uno de los 'patitos feos' de la UE, especialmente entre el público español.

Sin titubeos, enfatizando la erre de 'repugnante', Costa ya no es el negociador con fama de ajedrecista: es inesperado defensor del vecino ibérico; es némesis del ministro de Finanzas holandés, Wopke Hoeskstra. Su arrebato es recibido con júbilo en España, y en Portugal se reacciona con una satisfacción mal disimulada ante el elogio del otro lado de la frontera. Pero no con sorpresa. António Costa no hace prisioneros cuando enfrenta rivales, y el holandés acaba de meterse con un socio fundamental desde el punto de vista comercial y emocional, España, y con un líder político de su misma familia, Pedro Sánchez. El socialista portugués no se calla. Tampoco lo deja pasar.

Foto: Wopke Hoekstra, junto a Mark Rutte. (Reuters)

"Tenemos que saber si podemos seguir con 27 en la Unión Europea, con 19 [países en la zona euro], o si hay alguien que quiera quedarse fuera. Naturalmente, me estoy refiriendo a Holanda”, dice Costa el 10 de abril, con la herida aún abierta. En una entrevista con la Agencia Lusa, acusa veladamente a los halcones holandeses de ser “rehenes de populismos electorales” y se lamenta de que “quizá no se puede responder a un desafío de esta naturaleza con 19 [en la eurozona], porque hay por lo menos un país de la zona euro que, de hecho, se resiste a comprender que el hecho de compartir una moneda común implica compartir un esfuerzo común”.

Tres años de disputas con Holanda

Que el primer ministro portugués haya elevado el tono de esta manera no una sino dos veces, no se explica solo porque esté a favor de mutualizar la deuda a través de los llamados coronabonos. Mucho de su ataque dialéctico tiene raíces en agravios anteriores de figuras holandesas, en concreto de Jeroen Dijsselbloem, que hace tres años, cuando era presidente del Eurogrupo, acusó en una entrevista a los países del sur de la UE de "gastarse todo el dinero en copas y mujeres".

“Dijsselbloem debe desaparecer”, dijo entonces Costa, que tachó las declaraciones del holandés de “racistas, xenófobas y sexistas” y pidió su dimisión. El holandés acabó yéndose del Eurogrupo al concluir su mandato, para ser sucedido por el protegido de Costa, el ministro Mário Centeno.

placeholder El primer ministro de Portugal, António Costa. (Reuters)
El primer ministro de Portugal, António Costa. (Reuters)

Ahora, los recelos de Hoeskstra han recordado la afrenta al sur en un país, Portugal, que ha cumplido con ejemplaridad los dictados de Bruselas y ha conseguido cerrar 2019 con el primer superávit de su historia democrática. Lecciones a otros, comentan en Lisboa, donde mientras se atiza al ministro holandés, el primer ministro matiza sobre los coronabonos. "Se tiene que entender que tenemos que hacerlo (responder al virus) de una forma común y solidaria. Si es con eurobonos o coronabonos, si es con apoyos directos con base en el presupuesto de la UE o, incluso, si es con recurso a emisión de deuda o con contribuciones extraordinarias de los Estados miembros, eso ya son opciones técnicas donde no está el meollo del asunto”, dice ahora.

Apoyo sin fisuras al Gobierno socialista

Las tensiones son solo europeas. En casa no hay oposición a Costa o a sus medidas. Su ya fluida relación con el líder de la oposición, Rui Rio (líder del PSD, de centro derecha), ha facilitado que durante la pandemia el conservador mantenga la tendencia de los últimos años y se haya limitado a ofrecerle la mano. “Le deseo coraje, nervios de acero y mucha suerte, porque su suerte es nuestra suerte”, le dijo Rio desde la tribuna del Parlamento hace unos días.

Poca sorpresa dentro de Portugal, donde Rio ha mostrado su deseo de hacer una "oposición útil" desde que se convirtió en líder del PSD en 2018. Tanta colaboración y disponibilidad de grandes pactos ha propuesto, que Rio ha cosechado bastantes enemigos dentro de su partido, que juzga esta actitud colaborativa como la responsable del descalabro de la formación, que en las últimas generales, el pasado octubre, perdió 12 diputados y cosechó los peores resultados desde 1983. Mientras, Costa se quedó a ocho escaños de la mayoría absoluta.

Foto: Imagen: Enrique Villarino.

Desde esa noche, Rio no tiene demasiado margen para hacer oposición, según han subrayado varios analistas. Si antes tenía complicado hacer frente a un Partido Socialista que lograba éxitos macroeconómicos, territorio en el que se han sentido tradicionalmente cómodos los conservadores, ahora lo tiene mucho más para criticar medidas ante una pandemia. Si hay algo que gusta poco a los portugueses es el conflicto político en momentos de preocupación nacional, sobre todo cuando diariamente comprueban que sus datos, aunque no son especialmente buenos, están a años luz que los vistos en España o Italia. Pero también de otros países europeos como Francia, Bélgica o el propio Países Bajos.

¿Receta portuguesa con el Covid?

Portugal cuenta hasta ahora 567 fallecidos y 17.448 contagiados por coronavirus. Tiene 1.711 positivos y 56 muertes por cada millón de habitantes, mientras que en España hay 3.690 casos y 386 muertes por cada millón. La curva portuguesa muestra incrementos de casos nuevos que rondan el 3%, es decir, empieza a estabilizarse, y las autoridades son optimistas, aunque prudentes, con una posible reapertura de la actividad en mayo. Así que la pregunta obvia es: ¿qué ha hecho Portugal? ¿Ha sido ejemplar?

Los contagios llegaron mucho más tarde a Portugal que a Italia o España. El primer caso se confirmó el 2 marzo. Para ese día, ya había 2.000 contagiados en Italia —con 79 fallecidos— y 115 en España. Las noticias sobre estos dos países inundan los telediarios y la preocupación se extiende. Las autoridades portuguesas saben que es apenas cuestión de tiempo y se adelantan.

El 13 de marzo, se decreta el estado de alarma, que en Portugal no tiene en absoluto la carga que tiene en España. En el caso luso, sirve para reorganizar los efectivos de seguridad y protección de civil para que estén listos en todo momento para actuar y proteger bienes estratégicos. Es una medida de relativa frecuencia en el país, adoptada ante incendios de magnitud o huelgas que afectan la vida de la ciudadanía, como la realizada el año pasado por los transportistas de combustible. Costa, con todo, empieza a concienciar a la población con fuertes palabras: “Es una lucha por nuestra supervivencia”, dice ese día. Portugal solo contaba con 102 casos diagnosticados y ninguna muerte. En horas posteriores, cierra bares, discotecas y escuelas, limita aforos y prohíbe el desembarco de pasajeros de cruceros.

placeholder Un equipo de sanitarios practica test de diagnóstico a domicilio en Cascais (Portugal). (EFE)
Un equipo de sanitarios practica test de diagnóstico a domicilio en Cascais (Portugal). (EFE)

La medida fue el primer paso para poner en alerta a las autoridades, que activaron el estado de emergencia (este sí equivalente en gravedad al estado de alarma español) el 19 de marzo, cuando se contaba con cuatro fallecidos en Portugal. En España, se contaban ese día 800 muertos, un número que aterroriza a Portugal, donde el 21% de su población, de 10 millones, tiene más de 65 años.

Nadie en Lisboa duda de la necesidad de actuar deprisa. Todo el Parlamento lo apoya y el Gobierno da forma al decreto para que, dentro de la gravedad, sea “gradual”. El objetivo es “máxima contención con la mínima perturbación económica”, dice Costa. El confinamiento es solo obligatorio para contagiados y personas con síntomas, sospechosas de portar el virus, y los mayores deben quedarse en casa aunque podrán hacer “paseos higiénicos”. Al resto de la población se le pide teletrabajar siempre que se pueda. Si no, se debe salir de casa solo para trabajar.

Los portugueses cumplen prácticamente a rajatabla. La policía apenas tiene que actuar. Hay miedo por la magnitud de lo que se ve en Europa, también porque el virus golpea enseguida a figuras muy conocidas en el país: la segunda víctima mortal es el presidente del consejo de administración del Banco Santander en Portugal, António Vieira Monteiro, que fallece con 74 años.

Célebre es el dato de 2018, cuando se destinó a la Sanidad el 4,3% del PIB, su menor cifra en 15 años

También hay cierta inquietud por saber cómo responderá la sanidad pública, cuyos profesionales llevan años denunciando los recortes y la falta de medios. Célebre es el dato de 2018, cuando se destinó a la Sanidad el 4,3% del PIB, su menor cifra en 15 años. Y aunque las autoridades presumen de tener 500 médicos por cada 100.000 habitantes, bronce en el 'ranking' de la UE, el Colegio de Médicos denuncia que poco más de la mitad de los 56.000 profesionales inscritos trabaja en exclusiva en la sanidad pública, lo que resulta en demanda de más personal.

Además de la escasez humana, la falta de equipos le estalló a Costa en la cara al principio de la pandemia, cuando los colegios de Médicos, de Enfermeros y de Farmacéuticos escribieron indignados una carta dirigida al primer ministro, que había dicho que no faltaba ningún material en los hospitales, avisándole de que en ocasiones no tenían mascarillas, guantes, trajes de protección o desinfectantes.

Números demasiado bajos

Ha sido una de las dos polémicas en el país en la lucha contra el Covid-19. La segunda han sido los números oficiales, tan bajos que han levantado suspicacias tan serias como para llevar al Gobierno e incluso al presidente del país a defender su veracidad. Este fin de semana, sin embargo, el semanario 'Expresso', una de las publicaciones más respetadas del país, advertía de que “por cada muerte de coronavirus, hay otras tres sin explicar”. Un hecho que, sin embargo, no es excepcional en Portugal. Durante el primer mes de pandemia, Francia no incluyó entre sus muertos los que fallecían en residencias, al igual que Reino Unido. El propio estado de Nueva York, epicentro de la epidemia en EEUU, ha multiplicado en apenas una noche sus fallecidos al incluir aquellos muertos sospechosos de tener coronavirus pero que no habían llegado a ser diagnosticados oficialmente.

La publicación apunta que en marzo se registraron en Portugal “cerca de 800 muertes más que la media obtenida en esta altura del año, descontando ya los fallecimientos por Covid”. Los expertos preguntados por el semanario apuntan que aunque no sea posible establecer científicamente una relación causal directa —puesto que estos fallecidos no fueron testados—, el hecho de que no haya otros elementos que causen mayor mortalidad, como gripe o situaciones meteorológicas extremas, “hace plausible que la mortalidad esté asociada a la pandemia”.

Iba a ser una declaración tranquila hasta que una reportera preguntó por la propuesta de Países Bajos de investigar por qué España no tiene margen presupuestario para hacer frente a los efectos de la crisis del coronavirus. António Costa, de pie ante el atril en Lisboa, cambia el gesto, chasquea la lengua y entra de lleno al trapo. "Mire, ese discurso es repugnante en el marco de la Unión Europea", regaña el primer ministro de Portugal. Es 26 de marzo y acaba de nacer el nuevo héroe sin capa del sur de Europa. Dos semanas después, dejaba caer si Países Bajos estaría mejor fuera de la UE. Todo eso, unido a lo que parece una gestión impoluta de la crisis del coronavirus en sus propias fronteras, con el apoyo político sin fisuras de la oposición, ha reivindicado a uno de los 'patitos feos' de la UE, especialmente entre el público español.

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