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El pedófilo que estafó a Scotland Yard: así fue la operación más vergonzosa de su historia
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SE PUBLICA LA INVESTIGACIÓN

El pedófilo que estafó a Scotland Yard: así fue la operación más vergonzosa de su historia

Entre 2014 y 2016, la policía se creyó las mentiras de Carl Beech, un hombre que aseguraba haber sido abusado por un grupo de políticos, militares y responsables de los servicios secretos

Foto:  Carl Beech, en una imagen de archivo de la revista del Servicio Nacional de Salud británico. (NHS)
Carl Beech, en una imagen de archivo de la revista del Servicio Nacional de Salud británico. (NHS)

Carl Beech, de 51 años, vivió un largo calvario. Desde los siete hasta los 16 años fue víctima de continuados abusos sexuales de un “círculo de personas VIP” que incluían, entre otros, a políticos, militares y responsables de los servicios secretos. Recibió brutales palizas, le encerraban en habitaciones llenas de avispas, le ponían arañas gigantes sobre su cuerpo desnudo y le amenazaban con hacérselas tragar si se atrevía a gritar. Le rompieron los huesos varias veces y estuvieron a punto de córtale los testículos con una navaja oxidada. Aunque lo peor fue presenciar el asesinato de otros tres menores que, como él, eran utilizados como dianas en orgías salvajes.

El problema es que todo era una gran mentira. Pero Scotland Yard le creyó.

Foto: Richard Ratcliffe, esposo de la británica de origen iraní Nazanin Zaghari-Ratcliffe. (EFE)

Entre 2014 y 2016, la policía llevó a cabo una investigación que supuso un coste de 4,5 millones de euros. Los medios creyeron a Beech. Los diputados de Westminster también. Llegó a recibir una indemnización de 23.000 euros de fondos públicos. Y, sin embargo, el pedófilo que acumulaba cientos de imágenes de abuso a menores e incluso había instalado una cámara para grabar en secreto en el baño de un joven… era él.

Beech, divorciado y padre de un adolescente, fue condenado el pasado mes de julio a 18 años de prisión por, entre otras cosas, obstrucción a la justicia y fraude. Pero no ha sido hasta ahora cuando se ha publicado la investigación llevada a cabo por el juez retirado Richard Henriques -el que fuera responsable del Tribunal Superior de Londres- sobre los fallos de la que posiblemente es la operación más desastrosa de la historia de la Policía Metropolitana.

Entre las figuras que durante años fueron investigadas destaca el que fuera primer ministro Sir Edward Heath; el que estuviera a cargo del MI6 (servicio de Inteligencia), Sir Maurice Oldfield; el 'extory' Harvey Proctor -que perdió su casa y trabajo-; o el exministro del Interior, Lord Brittan, que murió mientras se desarrollaba la pesquisa.

La pregunta es: ¿Cómo consiguió un exenfermero a cargo de dos escuelas de Gloucestershire engañar a todo el sistema?

Efecto Savile

La primera vez que Beech acudió a Scotland Yard para denunciar sus supuestos abusos fue en 2012. En aquel momento, el Reino Unido estaba conmocionado por el escándalo de Jimmy Savile. Se acababa de destapar cómo el presentador estrella de la BBC, el DJ excéntrico amigo de todos los niños, el mismo que había recibido de Isabel II el título de Sir, había abusado durante más de 200 menores en las décadas de los 60 y 70.

Pero en esa primera toma de contacto, los agentes de la Policía Metropolitana derivaron a Beech a las autoridades de Wiltshire, al estar al cargo de las zonas donde el estafador decía haber sufrido los abusos.

Foto: Kadiza Sultana, Shamima Begum y Amira Abase, las tres jóvenes que cruzaron el arco de seguridad de Gatwick rumbo a Turquía (Metropolitan Police)

Nacido como Carl Stephen Gass en 1968, sus padres se separaron cuando era pequeño. En 1976, su madre se volvió a casar, con Raymond Beech, un soldado destinado en Wiltshire, en el sur de Inglaterra. Se quedaría para siempre con el apellido de su padrastro, con el que convivió durante los pocos meses que duró el matrimonio. Tras el divorcio entre su madre y el militar, se mudó con su progenitora al condado de Oxfordshire, en el sureste de Inglaterra, y luego a un suburbio de Londres.

Beech contó a los agentes que había sido abusado por su padrastro y un grupo de otros abusadores que incluían a Savile, un militar y otros 20 hombres sin identificar. Pero tras examinar las acusaciones, la Policía de Wiltshire decidió no actuar. No había ningún tipo de pruebas.

El blog de "Carl el superviviente"

Tras su fallido intento, Beech no tiró la toalla. Participó en algún programa haciéndose pasar por víctima de Savile (utilizando su segundo nombre, Stephen), pero su verdadero momento de gloria llegó con la creación de un blog, que al que llamó “Carl el sobreviviente”. Sencillamente, hiló con maestría narrativa todas las teorías de conspiración sobre abusos que circulaban en ese momento por Internet. Demandaba una investigación internacional y soltaba rumores sobre qué personaje famoso podría convertirse en el próximo Savile.

Aquellos relatos llamaron la atención de Mark Conrad, quien trabajaba para Exaro News, una página de periodismo de investigación con sede en Londres, que ahora ya no existe. Reportero y supuesta víctima se reunieron en varias ocasiones y juntos recorrieron los lugares donde se habían realizado las supuestas agresiones, entre ellos, Dolphin Square, un bloque de apartamentos en el centro de la capital británica con varios diputados y personalidades como inquilinos, o la propia casa del exprimer ministro británico Sir Edward Heath. En los reportajes, se hablaba de Beech bajo el pseudónimo de “Nick”.

Fue cuando Scotland Yard decidió tomar cartas en el asunto. En su primera reunión con los agentes, Beech ofreció 20 horas de testimonio grabado. Al contrario que en sus intervenciones anteriores con la Policía de Wiltshore, ahora ofrecía todo lujo de detalles y nombres implicando a personas de gran poder en las décadas de 1970 y 1980.

Tres asesinatos

Aparte de las descripciones de sádicas palizas y abusos -que incluían incluso descargas eléctricas-, el caso se convirtió aún más grave cuando Beech aseguró que había sido testigo de tres asesinatos de menores. Para entonces, la llamada Operación Midland estaba en su máximo apogeo.

Foto: Imagen de archivo de una protesta contra la eutanasia. (Reuters)

El primer asesinato era de un compañero de escuela llamado Scott, que había sido atropellado como una especie de aviso por parte del grupo de abusadores. El segundo, un niño cuyo nombre no dio, que había sido acuchillado y estrangulado por Harvey Proctor (en aquel momento parlamentario 'tory') en una casa de Londres. El tercero, también desconocido, había sido golpeado hasta la muerte por Proctor y Michael Hanley (servicios secretos MI5) bajo la mirada de Leon Brittan (por aquel entonces ministro de Interior).

Todo era una auténtica farsa. En realidad, el estafador estaba utilizando datos de fotos de sospechosos y lugares potencialmente relevantes de casos de niños desaparecidos de los que había estado hablando la prensa, que mezclaba con grandes dosis de imaginación con otras historias involucrando sin ningún tipo de problemas de cargos gravísimos a personas públicas que jamás había visto en su vida.

El primer error: el Fred imaginario

En diciembre de 2014, el detective Kenny McDonald de Scotland Yard ofreció una rueda de prensa donde aseguraba que el testimonio de la supuesta víctima era “creíble u verdadero”. Beech tenía todo con lo que siempre había soñado: el apoyo de la mismísima Policía Metropolitana, la atención de todos los medios, el respaldo de la opinión pública.

Después de que los detectives examinaran la cuenta de correo encriptada descubrieron que era el propio Beech el que había mandado el mensaje

Pero el inicio del fin vino con “Fred”, un hombre que, como él, había sido víctima de aquellas atrocidades y con el que aún decía mantener contacto. Las autoridades quisieron contactarle, pero solo recibieron un correo: “Nick y yo atravesamos el infierno juntos, pero él ha lidiado con ello mucho mejor de lo que yo lo haré nunca. He recibido una amenaza que me tomo muy en serio. No he hablado con Carl (Beech) sobre esto, pero si me pueden rastrear a mí, pueden rastrearle a él también”. Después de que los detectives examinaran la cuenta de correo encriptada descubrieron que era el propio Beech el que había mandado el mensaje.

Empezaba a haber demasiados flecos sueltos. Y la guinda del pastel fue la rueda de prensa convocada por Harvey Proctor, uno de los políticos investigados, explicando la carencia de todo tipo de pruebas. Los medios retaron a Scotland Yard a explicar una serie de incongruencias.

Pillado y dado a la fuga

Scotland Yard refirió a Beech para ser investigado por la Policía independiente de Northumbria. Cuando los agentes llegaron a su casa de Gloucester el 2 de noviembre de 2016 comprobaron que él era el pedófilo. Tres de sus dispositivos -dos portátiles y un iPad- contenían cientos de imágenes de abuso sexual a menores, incluidas decenas que mostraban escenas de los abusos más graves.

También había instalado un dispositivo de grabación en un baño para filmar en secreto a un chico joven. Para aquel entonces, había recibido una indemnización de 23.000 euros, que utilizó para comprarse un Mustang. Asimismo, las autoridades también encontraron gran cantidad de relatos sexuales, la mayoría violentas historias de pedofilia, que evidenciaban que el estafador era un escritor prolífico.

Foto:  El enfermero Niels Högel (c) se cubre el rostro al entrar en la sala de los juzgados de Oldemburgo, en Alemania. (EFE)

Beech, que fue voluntario de la Sociedad Nacional para la Eliminación de la Crueldad con los Niños, fue despedido como director de dos escuelas locales y suspendido de su papel en la Comisión para la Calidad de los Cuidados británica.

Fue acusado de seis cargos relacionados con las imágenes y un cargo de voyerismo. Un año después fue acusado de 12 cargos de obstrucción de la justicia y uno de fraude. La navaja con la que le habrían intentado castrar, por ejemplo, la utilizaba su abuela para cortar fruta.

Cuando debía personarse ante los juzgados, Beech se dio a la fuga. Le encontraron en la estación de tren de Gotemburgo. Se había movido utilizando distintos nombres y seis teléfonos. En julio de 2019, fue condenado a 18 años de prisión.

Hasta 43 errores garrafales

Los agentes de la policía no leyeron la entrevista anterior de Beech con la Policía de Wiltshire, la cual habría revelado inconsistencias en su relato

En su investigación sobre la operación policial, el juez retirado Richard Henriques asegura que Scotland Yard cometió hasta 43 errores garrafales. El primero de ellos, anunciar en rueda de prensa, cuando las pesquisas estaban aún en fase inicial, que creían en el testimonio de la supuesta víctima sin cuestionarlo.

Los agentes de la Metropolitana no leyeron la entrevista anterior de Beech con la Policía de Wiltshire, la cual habría revelado inconsistencias en su relato del supuesto abuso. Asimismo, los detectives no priorizaron la búsqueda de testigos importantes. Querían evitar enfadar a Beech, quien expresaba su incomodidad y ped´ia que lo mantuvieran al tanto de los avances. Por ejemplo, su madre no fue contactada durante más de seis meses, a pesar de que su hijo había estado viviendo con ella a lo largo del periodo cuando se cometieron los supuestos abusos.

La Policía también tardó meses en encontrar a todos los chicos llamados Scott de la escuela secundaria de Beech para descartar la posibilidad de que alguno de ellos hubiera sido asesinado en Londres. Dos detectives fueron también innecesariamente enviados a Australia para hablar con un antiguo estudiante en persona.

Downing Street asegura que, ante la gravedad de los errores cometidos, va a pedir ahora una nueva investigación sobre lo sucedido.

Los verdugos son víctimas

La Policía ha tenido ahora que indemnizar a las personas que en su momento figuraron como serios sospechosos. Es más, la investigación ahora del juez Henriques denuncia que los registros que se llevaron a cabo en las casas de tres de ellos fueron ilegales, ya que los agentes no asesoraron adecuadamente a los magistrados para conseguir entonces el permiso. Los allanamientos fueron reportados a los medios de comunicación con la consiguiente pérdida de anonimato de los acusados.

Los afectados son el militar Lord Bramall; el exministro de Interior Lord Brittan -que murió mientras estaba bajo investigación- y el ex parlamentario conservador Harvey Proctor.

En enero de 2016, Bramall supo que no se emprenderían más acciones contra él. Su esposa, Dorothy, había muerto durante la investigación. La operación terminó en marzo de 2016 cuando Harvey Proctor, que perdió su casa y trabajo por este caso, supo también que no se le investigaría más. Ahora ha demandado a Scotland Yard. El caso está en el Tribunal Superior de Londres.

Proctor, que testificó en el juicio contra Beech, está pidiendo una investigación independiente completa sobre la Operación Midland, la cual califica como “el peor fracaso en la historia de la policía en los últimos 40 años”. Denuncia que la “criminalidad” de Beech y “la candidez de la Policía Metropolitana han amenazado la posición futura de personas que denuncien genuinamente casos de abuso infantil”.

Bomba para el laborismo

El escándalo salpica de lleno a Tom Watson, el que es hoy en día número dos del Partido Laborista. El diputado no solo se reunió varias veces con Beech y le apoyó públicamente. Sino que fue sumamente duro con el 'tory' Lord Brittan, ex ministro Interior, uno de los políticos acusados falsamente de abusos.

Foto: Jeremy Corbyn durante la conferencia anual del partido Laborista. (Reuters)

Cuando Brittan murió en enero de 2015, Watson escribió un artículo en el Sunday People para acompañar su revelación de que el conservador estaba siendo investigado por la Operación Midland. El laborista escribió cómo un “superviviente” le dijo que Brittan era “lo más cercano al demonio que puede estar un ser humano, en mi opinión”. (El superviviente en cuestión era Beech).

En el artículo, Watson escribió: “No me corresponde a mi juzgar si las acusaciones hechas contra Brittan son ciertas”. Pero el mes siguiente, tuiteó: “Creo que he dejado muy clara mi posición sobre Leon Brittan. Yo creo a la gente que dice que fue violada por él”.

El número dos del Laborismo asegura ahora que la investigación del juez Henriques “contiene múltiples inexactitudes” y que la Policía le pidió en su momento que “alentara a las personas que habían sufrido abuso para que denunciaran sus casos”. Las familias de los afectados piden ahora su dimisión.

Carl Beech, de 51 años, vivió un largo calvario. Desde los siete hasta los 16 años fue víctima de continuados abusos sexuales de un “círculo de personas VIP” que incluían, entre otros, a políticos, militares y responsables de los servicios secretos. Recibió brutales palizas, le encerraban en habitaciones llenas de avispas, le ponían arañas gigantes sobre su cuerpo desnudo y le amenazaban con hacérselas tragar si se atrevía a gritar. Le rompieron los huesos varias veces y estuvieron a punto de córtale los testículos con una navaja oxidada. Aunque lo peor fue presenciar el asesinato de otros tres menores que, como él, eran utilizados como dianas en orgías salvajes.

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