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El gato muerto de Corbyn: cómo su creciente autoritarismo enturbia aún más el Brexit
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PROMETE UN SEGUNDO REFERÉNDUM

El gato muerto de Corbyn: cómo su creciente autoritarismo enturbia aún más el Brexit

Todo el mundo habla del descalabro de Boris Johnson y no de la deriva de Corbyn al frente del partido laborista al que impone su agenda de "neutralidad" ante el Brexit apartando a los críticos

Foto: Jeremy Corbyn durante la conferencia anual del partido Laborista. (Reuters)
Jeremy Corbyn durante la conferencia anual del partido Laborista. (Reuters)

El estratega político Lynton Crosby dice que no hay mejor maniobra en campaña que “tirar un gato muerto encima de la mesa”. No importa de lo que se estuviera debatiendo antes. Todo el mundo empezará a hablar del gato. El australiano ha venido trabajando estrechamente durante los últimos años con Boris Johnson. Pero, ironías de la vida, la táctica ha sido ahora utilizada por Jeremy Corbyn. En realidad, el líder laborista se ha encontrado ya al animal muerto, pero a efectos prácticos, el resultado es el mismo. Después de que el Tribunal Supremo haya dictaminado que la decisión de cerrar Westminster es “ilegal”, nadie habla del fracaso que ha supuesto el último congreso anual del Partido Laborista.

Corbyn adelantó al martes la clausura del congreso para poder estar el miércoles en la reapertura de la Cámara de los Comunes. En el discurso que realizó ante los suyos en Brighton, horas después de que se diera a conocer el fallo de la Corte, prometió que él sería "un tipo de primer ministro diferente". "Estaré allí porque quiero poner al Gobierno de vuestro lado. El poder y la riqueza en vuestras manos", proclamó entre aplausos, con vistas a unas inminentes elecciones anticipadas.

Foto: Jo Swinson. (Reuters)

Sin embargo, pese al caos del Ejecutivo, las últimas encuestas sitúan al laborismo por debajo incluso de su peor ratio de 1983. La cúpula está completamente dividida, ha habido un intento fallido para cargarse al 'número 2' Tom Watson, las diferencias entre dirección, diputados, simpatizantes y sindicatos cada vez son más acentuadas, y el veterano político de 70 años sigue apostando por la neutralidad ante el Brexit, a pesar del desangre de votos de aquellos que le abandonan por los liberaldemócratas.

Se vuelve autoritario

Y con todo, el problema ya no es ese. La verdadera decepción es que el hombre que prometió "democratizar el Partido Laborista" ha sido acusado de frustrar la voluntad de las bases, las mismas que de manera inesperada le dieron las riendas de la formación en 2015 pese a la oposición de los diputados. Su héroe Tony Benn, que toda su vida hizo campaña por reequilibrar el poder entre la dirección y los activistas, debe estar revolviéndose en su tumba.

Pero ahora que es él quien está al cargo está utilizando métodos aún más extremos para imponer su voluntad y deshacerse de los que no piensan como él.

Al mismo tiempo, está radicalizando cada vez más a la formación. Las medidas presentadas en el último congreso no dejan lugar a dudas: abolir los colegios privados, jornada laboral de 32 horas a la semana en cuatro días (sin reducción de salario) y, entre otras, la nacionalización de algunos servicios públicos.

Foto: Jeremy Corbyn. (Reuters)

Con todo, el mejor ejemplo de que Corbyn quiere imponer su voluntad pese a todo ha sido la manera en la que se ha decidido la estrategia que el partido llevará a cabo con la cuestión europea, en la que el veterano político no logra deshacerse del fantasma euroescéptico que le acompaña desde que votara por salir de la entonces Comunidad Económica Europea en el referéndum que el Reino Unido celebró en 1975.

El plan que se presentó al congreso anual fue el siguiente: evitar Brexit sin acuerdo para el próximo 31 de octubre, forzar luego comicios adelantados y ganarlos para, una vez en Downing Street, cerrar un nuevo Acuerdo de Retirada que mantenga al país en una unión aduanera y alineado con el mercado único.

Un segundo referéndum

Pero el salto mortal viene ahora: cuando cierre el pacto, Corbyn quiere someterlo a un referéndum, donde se plantearía también la opción de la permanencia. La pregunta es: ¿qué postura tomarían los diputados durante la campaña? ¿Qué postura tomaría él mismo? ¿Defendería su propio pacto o la permanencia en el bloque?

El escenario es tan rocambolesco que los parlamentarios laboristas tienen serias dificultades estos días para salir del paso cuando les preguntan por la cuestión.

Además de la amplia mayoría de simpatizantes, pesos pesados del partido como Emily Thornberry (portavoz de Exteriores), Keir Starmer (portavoz de Brexit) o Sadiq Khan (el popular alcalde de Londres) querían que la formación se posicionara ya claramente como pro UE. Sin embargo, Corbyn defiende mantener la neutralidad hasta que se convoque el segundo referéndum que promete celebrar si llega al poder. Y ha conseguido salirse con la suya. Aunque no exento de polémica.

Pesos pesados del partido quieren que los laboristas se posicionen como pro UE, pero Corbyn se empeña en la neutralidad

La moción que pedía posicionarse como partido pro UE fue rechazada el lunes por la noche por los delegados en una votación a mano alzada cargada de controversia. Dos de los sindicatos más importantes, Unite y GMB, con gran poder en la formación, así como gran parte de los representantes del grupo de presión de izquierda Momentum (el mismo que convirtió a Corbyn en líder) votaron en contra. Tras la ajustada votación hubo gran caos. A pesar de las demandas para que fuera voto por papeleta, Jennie Formby, la secretaria general del partido, se negó.

Y luego empezaron a filtrarse más detalles. En realidad, no se permitió que el Comité Ejecutivo Nacional se reuniera para discutir la medida. En su lugar, sus miembros recibieron un correo electrónico de la oficina del líder donde se les daba sólo una hora para respaldar la postura de Corbyn.

Una emboscada política

En palabras de la columnista Rachel Sylvester "fue una emboscada política cínica, una hipocresía de primer orden". Incluso entre los antiguos aliados del líder hay una sensación de incredulidad sobre el enfoque cada vez más autoritario que está tomando el veterano político. Los moderados nunca confiaron en él, pero ahora la desilusión está creciendo incluso entre los que hasta ahora eran sus grandes defensores.

Jon Lansman, el fundador de Momentum, condenó la forma en que la que se está definiendo la política sobre el Brexit en la formación como una "parodia" e insistió en que los asistentes a la conferencia tendrían que haber podido votar libremente. “Apoyo completamente el liderazgo de Jeremy, pero estoy increíblemente decepcionado con el proceso”, escribió en Twitter. “No hubo reunión, ni discusión, ni consulta con los miembros”, matizó.

El domingo, Andrew Fisher -responsable del exitoso manifiesto de 2017 y uno de los pocos asesores pro UE que quedaban en la dirección- ya había presentado su dimisión denunciando la “falta de profesionalismo, competencia y decencia humana” en el equipo del líder y recalcando que estaba harto de la “tormenta de mentiras y excusas”.

Decepción con el 'líder'

El sentimiento de decepción es generalizado. Sobre todo entre los jóvenes, los mismos que corearon el nombre de Corbyn cual héroe en el festival de Glastonbury en 2017. Este año, por ejemplo, el 'Labor Students', cuyos miembros bailaron el año pasado la canción de la campaña de 1997 del Nuevo Laborismo de Tony Blair -“Things Can Only Get Better”- no han tenido espacio en el congreso de Brighton.

El último sondeo de YouGov otorga un 31% de intención de voto al Partido Conservador, frente al 23% del Partido Laborista y el 19% del Partido Liberal Demócrata. En definitiva, por debajo del ratio que los laboristas cosecharon en 1983, cuando tocaron fondo con Michael Foot.

Si al menos la neutralidad ante el Brexit fuera algo que le funcionara, se entendería la postura de Corbyn. Pero no es el caso

Si al menos la neutralidad ante el Brexit fuera algo que le funcionara, se entendería la postura de Corbyn. Pero no es el caso. A principios de abril, antes de la campaña de los comicios europeos de este año, los laboristas disfrutaban de un promedio del 46% del apoyo de aquellos que votaron por la permanencia.

Sin embargo, luego acabaron en tercer lugar (por detrás del Partido del Brexit de Nigel Farage), consiguiendo tan sólo el 14,6% de los votos y reduciendo a la mitad sus eurodiputados. Se quedaron tan sólo con 10. La formación obtuvo sus peores resultados desde 1910.

En la actualidad, el porcentaje de apoyo de los votantes que apoyaron por la permanencia se ha reducido al 36%. Casi una cuarta parte de los votantes laboristas que apostó por Corbyn en las generales de 2017, se ha cambiado ahora a los Liberal Demócratas o los Verdes, que tienen una clara política anti Brexit.

Igualmente, el apoyo entre los euroescépticos se ha reducido desde principios de abril del 21% al 12%. Alrededor del 15% de los votantes laboristas de 2017 han desertado, en una medida más o menos igual, al Partido Brexit y Conservadores.

El estratega político Lynton Crosby dice que no hay mejor maniobra en campaña que “tirar un gato muerto encima de la mesa”. No importa de lo que se estuviera debatiendo antes. Todo el mundo empezará a hablar del gato. El australiano ha venido trabajando estrechamente durante los últimos años con Boris Johnson. Pero, ironías de la vida, la táctica ha sido ahora utilizada por Jeremy Corbyn. En realidad, el líder laborista se ha encontrado ya al animal muerto, pero a efectos prácticos, el resultado es el mismo. Después de que el Tribunal Supremo haya dictaminado que la decisión de cerrar Westminster es “ilegal”, nadie habla del fracaso que ha supuesto el último congreso anual del Partido Laborista.

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