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Este es el hombre que debe 'salvar' el Brexit con un acuerdo
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Geoffrey Cox

Este es el hombre que debe 'salvar' el Brexit con un acuerdo

"Anónimo" hasta hace poco, no frecuentaba los bares del Parlamento ni participaba en los grupos de WhatsApp de los 'tories'. Ahora, Cox es clave para cerrar un acuerdo del Brexit

Foto: Geoffrey Cox entrando en Downing Street. (Reuters)
Geoffrey Cox entrando en Downing Street. (Reuters)

Hasta hace pocos meses Geoffrey Cox era una persona bastante desconocida en Bruselas. Sí, era fiscal general del Reino Unido, pero en una capital comunitaria monopolizada por el Brexit no había espacio para hablar de él. Hasta que Cox estuvo en el ojo del huracán por la petición del Parlamento de la publicación del impacto del Brexit, especialmente en lo referido al "backstop" irlandés, que había preparado para Downing Street.

Tampoco era una pieza clave en el Reino Unido. Cuando el pasado mes de octubre apareció con su voz de barítono en el escenario del Congreso Anual del Partido Conservador, muchos en las gradas que no supieron reconocerle. Y no se les puede culpar. Antes de que fuera nombrado Fiscal General en verano, Geoffrey Cox, de 58 años y euroescéptico convencido, era una figura bastante ausente en la escena festiva de Westminster. No frecuentaba los bares del Parlamento ni participaba en ninguno de los diversos grupos de WhatsApp de los tories. Su trabajo como exitoso -y rico- abogado le mantenía bastante ocupado. Pero ahora este “anónimo” podría ser una de las claves para cerrar un acuerdo del Brexit.

Foto: La primera ministra británica charla con Donald Tusk. (Reuters)

Cuando el Gobierno se vio obligado a desvelar partes de su análisis legal, Cox explicó que temía que el Reino Unido pudiera quedar atrapado en el "backstop", el plan de emergencia para evitar una frontera dura en la isla de Irlanda. Confirmó los temores de los euroescépticos y reafirmo su voto en contra del actual acuerdo del Brexit.

Ha sido también una de las voces más cautas dentro de las reuniones en Downing Street. Cuando hubo un espejismo de fumata blanca, Cox advirtió a los ministros que cualquier acuerdo de salida tendrá rango de tratado internacional, con lo que resultará muy complicado enmendarlo en una votación posterior en Westminster.

Pero la figura de Cox alcanzó una nueva dimensión hace algunas semanas, cuando se produjo el primero de los tres encuentros entre Theresa May, primera ministra británica, y Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea. Ambos acordaron que sus equipos volvieran a discutir formas en las que se pudiera dar garantías al Parlamento británico que facilitaran la aprobación del texto acordado en noviembre entre el Reino Unido y la Unión Europea.

placeholder Geoffrey Cox durante una sesión en el Parlamento británico. (Reuters)
Geoffrey Cox durante una sesión en el Parlamento británico. (Reuters)

La discusión, que ni siquiera ha alcanzado el nivel de negociación, es muy farragosa y legalista. Se busca cualquier forma en la que una declaración interpretativa adjunta al acuerdo del Brexit junto a la ligera modificación de la declaración política de relaciones futuras, un texto adjunto al acuerdo sin validez jurídica, sirvan para calmar las aguas en Westminster.

Y para eso Cox se ha convertido en una pieza clave, como admiten distintas fuentes de las negociaciones, lo que ha ido dejando a un lado a Oliver Robbins, el funcionario que había dirigido las conversaciones hasta ahora. El fiscal general ha estado acompañando a los equipos técnicos para dar su opinión sobre si el terreno sobre el que se avanzaba, milímetro a milímetro, daba las garantías jurídicas necesarias para Londres.

La situación es compleja, porque las garantías que hoy por hoy puede dar Bruselas no son muchas: ni puede limitarse en el tiempo el backstop, ni puede haber una cláusula de salida unilateral, dos de las peticiones británicas. Así que la solución que se vislumbra en la capital comunitaria es buscar la forma en la que el Reino Unido obtenga una garantía de que en un determinado escenario, cumpliéndose una serie de requisitos, se podrá levantar el basckstop. Es la única forma de garantizar que la salvaguarda irlandesa tendrá un final.

Foto: Theresa May junto a Jean-Claude Juncker. (Reuters)

El problema es que eso ya existe, y tendrá que ser un comité conjunto elegido por ambas partes el que determine si ya se cumplen las garantías necesarias para levantar el backstop. En los despachos de Bruselas han intentado explicar de muchas formas cuáles son sus diferencias con el Reino Unido a este respecto. “La salvaguarda irlandesa no es time-limited (limitada en el tiempo), sino event-limited (limitada por los eventos)”, aseguraba hace poco una fuente de la negociación.

Bruselas confía en Cox porque ya no le queda otra opción. Es el hombre en el que May ha depositado en este momento las llaves de la negociación, y en la Comisión Europea saben por qué: es un hombre cercano a los círculos más euroescépticos dentro del Partido Conservador, él mismo hizo campaña por el Brexit y, por lo tanto, creen que convenciéndolo a él se logrará convencer a una parte de los tories eurófobos.

Cox, que tiene el conocimiento legal del que carecen muchos de los jugadores de esta batalla política, se ha convertido en un referente para los Brexiteers, que en esta recta final no quieren firmar ningún documento sin tener antes asesoramiento de las consecuencias de cada punto y coma.

placeholder Jacob Rees-Mogg, líder del núcleo duro de los euroescépticos. (Reuters)
Jacob Rees-Mogg, líder del núcleo duro de los euroescépticos. (Reuters)

Con la creciente presión a la que son sometidos los euroescépticos, ante el apoyo a un posible segundo referéndum por parte de los Laboristas y la amenaza de una extensión larga que pueda diluir el sueño del Brexit, en Bruselas creen que Cox puede ser la pieza clave para lograr que definitivamente algunos euroescépticos cedan y acaben aceptando un acuerdo que, si bien no es el ideal para ellos, sí que permite al Reino Unido abandonar de una vez por todas la UE.

En cualquier caso, en los corrillos de Westminster se dice que Jacob Rees-Mogg, líder del ERG -núcleo duro de los tories euroescépticos- no se acaba de fiar de Cox completamente porque sospecha que, a pesar de ser euroescéptico, está ahora ayudando a May.

En Bruselas desean que aparezca un acuerdo entre los Conservadores y los Laboristas, lleva siendo su apuesta desde hace semanas. Siguen esperando que haya algún tipo de pacto entre ambas partes de la cámara, o al menos que un grupo de diputados laboristas alcance un acuerdo con la bancada tory que permita aprobar el acuerdo. Pero a falta de ello, Cox es hoy la única esperanza en ambos lados del Canal para terminar de cerrar un culebrón que ha reventado el Parlamento británico y sus principales partidos y que ha consumido toda la energía de la UE durante los dos últimos años.

Hasta hace pocos meses Geoffrey Cox era una persona bastante desconocida en Bruselas. Sí, era fiscal general del Reino Unido, pero en una capital comunitaria monopolizada por el Brexit no había espacio para hablar de él. Hasta que Cox estuvo en el ojo del huracán por la petición del Parlamento de la publicación del impacto del Brexit, especialmente en lo referido al "backstop" irlandés, que había preparado para Downing Street.

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