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El líder de Irlanda cae: ¿es esta la muerte de más de un siglo de bipartidismo?
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"Las labores de la mujer"

El líder de Irlanda cae: ¿es esta la muerte de más de un siglo de bipartidismo?

La dimisión del primer ministro ha pillado por sorpresa. Pero reafirma el cambio histórico que se está viviendo en la república, donde el bipartidismo que durante el último siglo ha dominado el Parlamento de Dublín ha terminado

Foto: El primer ministro irlandés, Leo Varadkar. (EFE/Robert Ghement)
El primer ministro irlandés, Leo Varadkar. (EFE/Robert Ghement)

Cuando el primer ministro irlandés, Leo Varadkar, convocó un referéndum para cambiar en la Constitución de 1937 los artículos referentes a la familia y el papel de la mujer en el hogar, considerados anticuados y sexistas, no se interpretó especialmente como una maniobra política de riesgo. En apenas unos años, el Tigre Celta ha pasado de ser uno de los bastiones del conservadurismo religioso a una de las democracias más tolerantes de Europa. No en vano, en 2015 se convirtió en el primer país del mundo en aprobar por votación popular el matrimonio entre personas del mismo sexo. Sin embargo, el doble plebiscito celebrado el 8 de marzo acabó siendo una gran derrota para el Taoiseach.

Fue un fuerte varapalo. Pero nadie esperaba que eso desembocara en su dimisión. Aunque la renuncia va más allá de los resultados de la consulta y reafirma el cambio histórico que se está viviendo en la república, donde el bipartidismo que durante el último siglo ha dominado el parlamento de Dublín ha llegado a su fin.

El Sinn Féin, el que fuera brazo político del ya inactivo IRA, es el que lidera ahora las encuestas para los comicios previstos para 2025. Los nacionalistas, que tienen por objetivo la reunificación de Irlanda e irrumpieron con fuerza en las elecciones de 2020, han hecho ya historia en Belfast liderando por primera vez desde la partición de la isla hace 103 años el ejecutivo de la provincia británica de Irlanda del Norte, a la que el Brexit ha dejado con un estatus diferente al del resto de Reino Unido. Todo avanza más rápido de lo que los analistas habían previsto.

Foto: El 'Taoiseach' irlandés, Leo Varadkar. (Europa Press)

En un emotivo discurso rodeado por su equipo, Varadkar —quien en 2022 se convirtió en el primer mandatario irlandés abiertamente gay y de origen indio— ha anunciado este miércoles que dejará de ser el líder del partido conservador Fine Gael, aunque permanecerá al frente del gobierno de Dublín hasta que anuncien a su sucesor. "El liderazgo implica saber cuándo ha llegado el momento de pasar la batuta y tener el coraje de hacerlo", ha matizado al anunciar su renuncia alegando motivos "personales, pero sobre todo políticos".

La decisión ha pillado por sorpresa a los propios socios de coalición, el centrista Fianna Fáil y el Partido Verde. Aunque, de momento, no está previsto un adelanto electoral para las próximas generales, cuya fecha límite se sitúa en marzo de 2025.

Las críticas hacia el Taoiseach se habían incrementado después de la aplastante derrota del gobierno en el referéndum que pretendía cambiar las referencias obsoletas a la familia y las mujeres, acusándole de haber hecho una campaña mediocre que fue apresurada por un deseo "efectista" de hacer que la votación coincidiera con el Día Internacional de la Mujer.

Foto: Arnaldo Otegi, con el expresidente del Sinn Féin, Gerry Adams. (EFE)

La primera enmienda —que proponía ampliar la definición de familia de una relación basada en el matrimonio a "relaciones duraderas", como las parejas que cohabitan y sus hijos— fue rechazada por un 67%. Por su parte, la enmienda que proponía sustituir una referencia a los "deberes de la madre en el hogar" por una cláusula que reconociera el cuidado prestado por miembros de la familia, fue rechazada por un 74%.

La confusión, apatía y las críticas a la redacción de las enmiendas fueron claves para entender unos resultados que, más que oposición al cambio constitucional, manifiestan el malestar de un electorado hacia una élite política a la que acusan de haber perdido el contacto con el pueblo.

Desde su independencia de Reino Unido en 1921, las formaciones de centro-derecha —el Fine Gael y Fianna Fáil— se han ido alternando en el poder. Ahora, sin embargo, se sitúan en tercera y cuarta posición en los sondeos de intención de voto, con el 19,5% y el 18,2% de apoyo.

Por su parte, el Sinn Féin ha sabido canalizar el descontento del electorado y con un respaldo del 28% en las encuestas lleva meses liderando la primera posición. Los nacionalistas de izquierda liderados por Mary Lou McDonald ya irrumpieron con fuerza en la Dáil en 2020, pero no lograron formar gobierno, ya que los dos partidos mayoritarios descartaron formar coalición con ellos reprochando su pasado violento y unas políticas económicas que tachan de populistas.

Pero los jóvenes irlandeses ya no lo asocian con el IRA. Ven los vínculos de los inicios de la formación con los terroristas como algo ya del pasado y se sienten ahora atraídos por su amplio programa de vivienda pública, en un país donde los alquileres están en sus picos más altos. En definitiva, más que por su objetivo nacionalista, la popularidad del Sinn Féin reside por ser un partido antisistema.

Con todo, ahora está luchando por mantener el apoyo de los votantes defraudados con el Establishment. Los nacionalistas respaldaron al bando perdedor en los dos referendos gubernamentales sobre el cambio de la constitución. Pese a que había criticado las controvertidas propuestas de redefinir la familia y los cuidadores y eliminar las referencias al papel de la mujer dentro del hogar por considerarlas demasiado tímidas, al final terminaron respaldándolas. Mejor esto que nada, fue su argumento. Pero los votantes no estuvieron de acuerdo.

No obstante, incluso antes de la debacle del referéndum, el Sinn Féin estaba bajo presión ante el pinchazo sufrido en las encuestas. El apoyo alcanzó un máximo del 36% en 2022, pero desde entonces ha caído al 28%. Parte de la base central de votantes de clase trabajadora se ha filtrado a pequeños partidos independientes en los últimos meses, incluidos grupos marginales que se oponen a la inmigración en un país sin formación de extrema derecha dominante.

Los nacionalistas siguen siendo la fuerza política más popular de Irlanda, pero el gran reto al que se enfrentan es el de abarcar una base variada de apoyo, que incluye tanto a jóvenes liberales como a votantes de clase trabajadora socialmente más conservadores.

Foto: Representantes del Sinn Féin MLA Conor Murphy, presidenta Mary Lou McDonald y vicepresidenta Michelle O'Neill. (EFE/Mark Marlow)

Si bien el partido ha dominado el debate sobre cómo solucionar la crisis de la vivienda, los manifestantes de extrema derecha también se han concentrado en el tema, protestando e incluso quemando sitios designados por el gobierno para alojar a los solicitantes de asilo. "El Sinn Féin tiene un apoyo muy fuerte entre los jóvenes, pero tienden a ser muy liberales en materia de inmigración", aseguraba recientemente Gail McElroy, profesora de ciencias políticas en el Trinity College de Dublín, a Financial Times. "Ese es un puente demográfico difícil de construir", añadió.

La líder de la formación también ha cometido errores recientemente, incluido el de pedir la dimisión del ministro de Justicia después de los disturbios en Dublín avivados por la extrema derecha el pasado noviembre, pero luego perder una votación sobre esta cuestión.

A medida que se acercan las elecciones, el Sinn Féin también enfrentará un mayor escrutinio sobre sus planes fiscales, incluido el impuesto propuesto a los más ricos. Eso sí, no se olvida de su misión. Ha prometido un referéndum sobre la reunificación irlandesa dentro de 10 años, pero solo Reino Unido puede convocar una votación, y solo si hay un gran cambio en la opinión pública de Irlanda del Norte a favor de la unidad. Las elecciones locales y europeas de junio serán la próxima prueba de fuego para la transición histórica que se vive en la república.

Cuando el primer ministro irlandés, Leo Varadkar, convocó un referéndum para cambiar en la Constitución de 1937 los artículos referentes a la familia y el papel de la mujer en el hogar, considerados anticuados y sexistas, no se interpretó especialmente como una maniobra política de riesgo. En apenas unos años, el Tigre Celta ha pasado de ser uno de los bastiones del conservadurismo religioso a una de las democracias más tolerantes de Europa. No en vano, en 2015 se convirtió en el primer país del mundo en aprobar por votación popular el matrimonio entre personas del mismo sexo. Sin embargo, el doble plebiscito celebrado el 8 de marzo acabó siendo una gran derrota para el Taoiseach.

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