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Orbán rechaza negociar la adhesión de Ucrania a la UE pese al desbloqueo de fondos
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El dilema del apoyo a Kiev

Orbán rechaza negociar la adhesión de Ucrania a la UE pese al desbloqueo de fondos

La cumbre clave para la entrega de fondos a Ucrania y para la apertura de negociaciones con Kiev se encuentra amenazada por el primer ministro húngaro, Viktor Orbán

Foto: El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, habla de la postura del Gobierno sobre la adhesión de Ucrania a la UE. (EFE/Szilard Koszticsak)
El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, habla de la postura del Gobierno sobre la adhesión de Ucrania a la UE. (EFE/Szilard Koszticsak)

Los jefes de Estado y de Gobierno se reúnen este jueves y viernes en Bruselas en una cumbre que todo el mundo considera clave, especialmente para Ucrania, que está pendiente de dos decisiones que Viktor Orbán, primer ministro húngaro, mantiene bloqueadas por el momento. Por un lado, está la revisión del Marco Financiero Plurianual (MFP), que desbloquearía 50.000 millones de euros en ayudas para Kiev clave para que pueda seguir funcionando, y, por el otro, la luz verde a la apertura de las negociaciones de adhesión de Ucrania a la Unión Europea. Son dos asuntos en los que se requiere unanimidad y en los que Budapest ha mostrado que esta vez no está dispuesta a ceder fácilmente.

En lo que al segundo apartado se refiere, la cumbre no ha empezado con buen pie. Nada más llegar al encuentro, Orbán ha declarado a los periodistas presentes que la posición húngara sigue siendo la misma: Ucrania no cumple las condiciones previas para la adhesión a la UE y, por lo tanto, el Consejo no está en condiciones de tomar una decisión, por lo que Hungría no cederá. "La ampliación no es una cuestión teórica. La ampliación es un proceso legalmente detallado, basado en el mérito y que cuenta con condiciones previas. No hay razón para negociar la membresía de Ucrania ahora", sentenció.

Balázs Orbán, el director político del gabinete del primer ministro, había explicado en una entrevista previa con la agencia Bloomberg que estarían dispuestos a desbloquear la ayuda a Ucrania si la Comisión Europea desbloquea los cerca de 32.000 millones de euros que mantiene bloqueados por el deterioro del Estado de derecho. En la víspera de la cumbre, el Ejecutivo comunitario ha desbloqueado 10.000 millones de los fondos de cohesión, pero Bruselas defiende que no tenía margen de maniobra y que no se trata de una cesión al chantaje del primer ministro húngaro, aunque eso es justo de lo que lo acusan en el Parlamento Europeo, donde muchos eurodiputados acusan a la Comisión de haber cedido ante Orbán para intentar que ablande su oposición en el Consejo Europeo de este jueves y viernes.

En Bruselas, hay muchas opiniones que giran alrededor de unas pocas variables. Hay quienes son optimistas y creen que hay que dejar que la losa de las horas de la cumbre europea haga su trabajo. Los hay pesimistas, que creen que no hay solución en la cuestión de la ampliación, que requiere de unanimidad y para lo que no hay trucos ni recetas alternativas, y se conforman con que se pueden buscar soluciones creativas para los 50.000 millones a Ucrania. Los hay que creen que Orbán no llegará hasta el final, que acabará cediendo, que tiene un precio y hay que pagarlo, y los hay que creen que esta vez, tras muchos amagos, el primer ministro va en serio y que, incluso, si tiene precio, no hay que pagarlo.

Es una cumbre de grandes decisiones, pero también muy personal. Orbán es el veterano en la sala, el que más años lleva en el Consejo Europeo. Conoce la institución mejor que nadie, sabe cómo manejar los tiempos, cómo boicotear una cumbre y cómo leer la habitación. En qué momento se puede seguir estirando el chicle y en qué momento debe parar. Y, sin embargo, nadie tiene demasiado claro qué quiere Orbán. "Me encantaría saberlo", señala una fuente europea al ser preguntada sobre qué es lo que necesita el primer ministro húngaro para desbloquear la situación.

Foto: El primer ministro húngaro, Viktor Orbán. (Reuters / Bernadett Szabo)

El líder magiar es el mejor aliado del presidente ruso, Vladímir Putin, dentro de la UE, con el que se ha estrechado la mano recientemente en público, para enfado de alguno de sus socios europeos. Está relativamente aislado en el club comunitario y en los últimos meses ha endurecido su discurso contra Bruselas y contra la Unión Europea, centrando sus ataques especialmente en Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea. Ha amenazado en otras ocasiones, utilizando su poder de veto en el pasado, pero la sensación generalizada es que esta vez va en serio. Nadie termina de tener claro si es un problema de dinero, si esta vez es una cuestión política más profunda o si Orbán solamente está apretándole las tuercas a un Volodímir Zelenski, presidente ucraniano, que en ocasiones le ha ridiculizado en público frente al resto de sus colegas.

"Las verdaderas negociaciones empiezan mañana", ha explicado una fuente diplomática, que coincide en un análisis que se lleva escuchando desde hace días a diplomáticos, políticos y funcionarios: será una de esas cumbres difíciles y largas que, en ocasiones, marcan un punto de inflexión. Aunque hay cierta sensación de un "todos contra uno", un verdadero "todos contra Orbán", la realidad es algo distinta. Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, ha animado al resto de líderes a que en los últimos días hablaran con Orbán, intentaran presionarle de cara a la cumbre y conseguir que acabara cambiando de opinión. Pero ahora mismo algunas fuentes diplomáticas se quejan de que, en vez de eso, lo que se está viendo es a más países teniendo "segundos pensamientos" sobre Ucrania, buscando pescar en el río que ha revuelto el primer ministro húngaro.

Marco Financiero Plurianual

Uno de los dos temas principales de la cumbre es la revisión del Marco Financiero Plurianual (MFP), los presupuestos europeos que cubren de 2021 a 2027. La Comisión Europea pidió originalmente 66.000 millones de euros, una cifra "loca" en palabras de un diplomático europeo y que otra fuente europea calificaba hace días de "muy cara". "No hay dinero gratis", explicaba esta segunda fuente, que señalaba que la Comisión, como todos los Estados miembros, tendría que ajustarse el cinturón e intentar buscar el dinero que necesita para sus nuevas prioridades dentro de sus actuales programas.

Donde antes había 66.000 millones de fondos nuevos que debían aportar los Estados miembros, el llamado "dinero fresco", ahora hay 25.000 millones, según la última Negotiating Box, conocida como NegoBox en el argot comunitario. "Y todavía queda un poco" más de recorte, según una fuente de uno de los Estados miembros que creen que hay que ajustar todavía más el dinero que habrá que aportar al MFP. La idea es que de dentro de esta revisión del MFP salgan los 17.000 millones de euros en transferencias y 33.000 millones en créditos que Ucrania necesita antes de marzo para seguir funcionando. El objetivo inicial es ese: que salga del presupuesto europeo. Pero para eso hace falta unanimidad y Hungría dice que no está dispuesta a que Ucrania reciba un dinero del mismo MFP del que se mantienen congelados fondos a Budapest.

Por eso ya se está trabajando en un plan B. O en varios. "No hay un plan B, hay varios. Si hace falta llegaremos hasta el Z", explica una fuente diplomática. Si el dinero no puede salir del MFP, entonces los 26 Estados miembros restantes buscarán otra manera de que el dinero llegue a Ucrania, como, por ejemplo, con una asistencia macrofinanciera o con algún otro tipo de vehículo. "Si fracasamos será un serio golpe diplomáticamente", admite otro diplomático europeo, que sabe que la Unión Europea está bajo la atenta mirada de Ucrania, pero también de la Administración americana, que está siendo incapaz de lograr que el Congreso apruebe la ayuda a Ucrania por la oposición de los republicanos.

Ampliación

Luego está el otro gran debate de la cumbre, que es la ampliación de la Unión Europea, y concretamente la recomendación de la Comisión Europea de abrir negociaciones de adhesión con Ucrania, unas conversaciones que comenzarían en primavera. De nuevo, la oposición de Orbán es el principal obstáculo, pero, a diferencia de en la ayuda financiera, en este asunto no hay una vía alternativa de lograr el objetivo final. "La presión será enorme", explica una fuente europea.

Foto: El primer ministro húngaro, Viktor Orban, se dirige al Parlamento en Budapest. (Reuters /Bernadett Szabo)

Lograr que 2023 sea el año de la apertura de negociaciones de adhesión es un objetivo político claro de Von der Leyen, que lo ha impulsado desde el inicio de la guerra. Y precisamente la tesis de que Orbán se está moviendo también con cierta intención de venganza gana aquí fuerza: el húngaro quiere que no haya un segundo mandato de la alemana, contra la que ha lanzado una campaña de propaganda en el país similar a la que ya diseñó en 2019 contra su antecesor, Jean-Claude Juncker, y sabe que aquí está haciendo daño político a la presidenta de la Comisión.

El problema añadido —apunta una fuente diplomática— es que ahora hay varios países que aprovechan la confusión generada por Orbán para intentar sacar partido. Italia, por ejemplo, señala que está a favor de que comiencen las negociaciones con Ucrania para su adhesión a la Unión Europea y también de que Kiev reciba los 50.000 millones, pero pide, como otro grupo de países entre los que se incluyen Austria o Eslovenia, que se busque un "equilibrio" con la candidatura de Bosnia-Herzegovina, un país balcánico que se está quedando atrás en el proceso de adhesión a la UE, y que, si hay dinero para Ucrania, también se respeten las partidas del Marco Financiero Plurianual (MFP) en el que Roma tiene especial interés, como, por ejemplo, son los fondos destinados a la gestión migratoria.

Los jefes de Estado y de Gobierno se reúnen este jueves y viernes en Bruselas en una cumbre que todo el mundo considera clave, especialmente para Ucrania, que está pendiente de dos decisiones que Viktor Orbán, primer ministro húngaro, mantiene bloqueadas por el momento. Por un lado, está la revisión del Marco Financiero Plurianual (MFP), que desbloquearía 50.000 millones de euros en ayudas para Kiev clave para que pueda seguir funcionando, y, por el otro, la luz verde a la apertura de las negociaciones de adhesión de Ucrania a la Unión Europea. Son dos asuntos en los que se requiere unanimidad y en los que Budapest ha mostrado que esta vez no está dispuesta a ceder fácilmente.

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