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Frente a la alianza Marruecos-Israel, el presidente de Argelia busca apoyos en China
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¿Casualidad del calendario?

Frente a la alianza Marruecos-Israel, el presidente de Argelia busca apoyos en China

El jefe de Estado argelino insiste, en Pekín, en solicitar su ingreso en los BRICS, el club que agrupa a Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica

Foto: El presidente chino, Xi Jinping, y el presidente argelino, Abdelmadjid Tebboune. (Reuters/Han Guan)
El presidente chino, Xi Jinping, y el presidente argelino, Abdelmadjid Tebboune. (Reuters/Han Guan)
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Es una dinámica endiablada la que se puso en marcha en el Magreb hace ya dos años y medio. Marruecos ahonda relaciones con Israel y se vanagloria de ese nuevo vínculo ante su vecino y enemigo, Argelia. Incluso ante el resto del mundo. Argelia, algo desamparada porque la guerra en Ucrania fragiliza a Rusia, su principal aliado, busca estrechar lazos con otras potencias. Pero no tiene mucho donde elegir.

Este lunes, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, anunciaba el reconocimiento por su país de la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental, colonia española hasta 1975. Por su parte, el presidente argelino, Abdelmajid Tebboune, iniciaba una visita a China. En esa fecha, también expiraba el protocolo que permitía a los pescadores europeos, sobre todo españoles, faenar en aguas del Sáhara y también, en menor medida, en las de Marruecos. ¿Casualidad del calendario?

Foto: Banderas marroquíes e israelíes ondean durante una ceremonia de bienvenida al inspector general de las Fuerzas Armadas Reales de Marruecos. (EFE/Aabir Sultan)

La carta de Netanyahu a Mohamed VI, desvelada mediante un comunicado de la Casa Real marroquí, prueba los tupidos lazos que Israel y Marruecos han forjado en dos años y medio. Fue en 2020 cuando establecieron relaciones diplomáticas aunque, con discreción, ya cooperaban en varios ámbitos. El presidente Donald Trump, que acababa su mandato, puso todo su empeño en ello. EEUU reconoció la soberanía marroquí sobre el Sáhara a cambio de que Marruecos se sumara a los Acuerdos de Abraham, a los que ya se habían incorporado tres países árabes (Emiratos Árabes Unidos, Sudán y Baréin).

La fórmula elegida por la Casa Real alauí —una carta del primer ministro al monarca— fue la misma que la aplicada, en marzo de 2022, con el presidente Pedro Sánchez. La diferencia consistió en que el jefe del Gobierno español se quedó un paso por detrás de Netanyahu. No reconoció la soberanía, pero sí respaldó la propuesta marroquí consistente en otorgar una autonomía al Sáhara Occidental para así sortear el referéndum de autodeterminación. El primer ministro israelí dejó incluso caer en su misiva que podría inaugurar un consulado en Dajla, la antigua Villa Cisneros.

Foto: Xi Jinping y Putin. (Maxim Shipenkov/Reuters) Opinión

No hay un país en el mundo que haya recibido tantas visitas de altos cargos israelíes como Marruecos. No importa que Israel tenga ahora el Gobierno más a la derecha de su historia. Por Rabat acaban de pasar, a finales de la primavera, el ministro de Interior israelí, el de Innovación y Ciencia, la ministra de Transportes, el presidente de la Knesset, el consejero de seguridad nacional de Netanyahu y otras personalidades de menor rango.

A diferencia de otros países árabes que tienen relaciones con Israel y que son más bien discretos, Marruecos cuenta la suya a los cuatro vientos, incluida la militar. Lo hace pese a que buena parte de su opinión pública la reprueba. Rabat firmó con Tel Aviv, en 2021, un acuerdo marco de cooperación militar y lo hizo público. Fue el primero que Israel selló con un país árabe.

Desde entonces, la prensa marroquí publica habitualmente noticias sobre compras de armas a Israel, desde drones SpyX a misiles Delilah, pasando por carros de combate Merkava. A veces son informaciones de su cosecha, que quizá no se concreten por lo menos en los plazos anunciados. Otras veces las fuentes son israelíes, como la de la empresa Elbit Systems, que anunció en junio su intención de montar en Marruecos dos fábricas de drones.

Foto: Merkava 4 en unas maniobras en Israel. (EFE/FDI)

Aunque tuvo un carácter simbólico, la Brigada Golani escenificó en junio esa cooperación militar. Una docena de hombres de esa unidad de élite israelí, que reprime protestas en los territorios palestinos, participó incluso en las maniobras African Lion que, encabezadas por el Ejército de EEUU, se desarrollaron en junio en el sur de Marruecos.

Sobre el papel, el Ejército de Argelia es el segundo de África, el número 21 del mundo y el primero del Magreb, muy por delante del marroquí. Su presupuesto este año (19.600 millones de euros) cuadruplica al marroquí. Equipado, en más de un 80%, con material ruso. Sin embargo, la guerra en Ucrania arroja dudas sobre su superioridad militar real frente al vecino marroquí. Las armas rusas han resultado ser algo obsoletas frente a las occidentales. El grueso del armamento que poseen las Fuerzas Armadas Reales es estadounidense, aunque Israel está llamado a convertirse en su segundo proveedor.

placeholder Soldados y oficiales de la Brigada Golani, en Marruecos, en junio pasado. (IDF/Unidad del portavoz)
Soldados y oficiales de la Brigada Golani, en Marruecos, en junio pasado. (IDF/Unidad del portavoz)

Pese a los reveses bélicos de Vladímir Putin, Argelia no ha renunciado a esta vieja amistad con Rusia. Prueba de ello es el viaje de Tebboune a Moscú, a mediados de junio. El presidente sabe que el país saldrá fragilizado de la guerra. Por eso, Tebboune estará cinco días en Pekín, tratando de forjar una nueva alianza y allanando el terreno para la firma de contratos armamentísticos, según fuentes diplomáticas.

En Pekín y en Moscú, Tebboune busca también obtener la aprobación de ambas capitales para su incorporación a los BRICS, ese club de cinco pesos pesados (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) que le brindaría un mayor respaldo con el que contrarrestar mejor la influencia de Marruecos y sus logros diplomáticos en el Sáhara Occidental. Todos ellos comparten la posición argelina sobre la antigua colonia de España. Argel presentó su candidatura a los BRICS en noviembre pasado.

Otro país con el que Argelia estrecha lazos es Irán, aunque de las informaciones oficiales publicadas no se deduce que negocien la adquisición de armas, excepto drones. Tebboune habló por teléfono con su homólogo iraní, Ebrahim Raisi, que viajará a Argel en noviembre para asistir a una cumbre. Una semana después de esa charla, el jefe de la diplomacia argelina, Ahmed Altaf, se desplazó a Teherán para reunirse con su homólogo, Hossein Ami Abdollahian.

El Ministerio de Defensa argelino sí aspira a comprar drones iraníes, los mismos que utiliza Rusia en Ucrania. El general Yahya Rahim Safavi, consejero del ayatolá Ali Khamenei, líder supremo del país, resaltó el éxito de esos aparatos no tripulados iraníes en noviembre pasado y reveló que se había constituido una lista de espera de 22 países que deseaban adquirirlos. Entre ellos, estaba Argelia.

"Israel ayuda ahora a mejorar las capacidades del Ejército marroquí y esto enfada enormemente a Argelia", resumía la situación Bruce Maddy-Weitzman, profesor de la Universidad de Tel Aviv. "Tenemos una especie de carrera armamentística con Marruecos, EEUU e Israel, por un lado, y Argelia, Rusia e Irán, por otro", explicó a unos periodistas marroquíes. La faltó añadir China si el viaje en curso de Tebboune resulta provechoso.

El Frente Polisario, que lucha por la independencia del Sáhara, ha intentado sacar algo de tajada de esta competición armamentística, pero, por ahora, Argelia no se lo ha permitido. Aunque las autoridades marroquíes le acusan de ser casi un apéndice de los ayatolás, no mantiene ningún tipo de colaboración con Irán ni con la poderosa milicia libanesa Hezbolá, que está a las órdenes de Teherán, según fuentes de inteligencia. Pese a que uno de sus responsables, Omar Mansour, anunció en Nuakchot que sus guerrilleros dispondrían pronto de drones, a día de hoy carecen de ellos. Los marroquíes sí los poseen y son su arma más dañina en el Sáhara.

Ni la carrera armamentística, ni la guerra de baja intensidad que el Polisario libra con Marruecos en el este del Sáhara Occidental parecen ser los factores que puedan desencadenar una conflagración a gran escala en el Magreb. El peligro vendría más bien de elementos descontrolados que podrían provocar un incidente que prendería el fuego en la región.

El Movimiento para la Autodeterminación de la Cabilia (MAK), que aspira a la independencia de esa región de Argelia, está hoy en día patrocinado por Rabat, que hasta sufraga a sus lobistas en Washington. La tutela marroquí no significa un control absoluto como el que ejerce Argel sobre el movimiento de liberación saharaui. ¿Y si a algún miembro del MAK le diese por empuñar las armas y tirotear a militares argelinos? Es un ejemplo entre muchos de cómo la guerra larvada del Sáhara puede convertirse en una de verdad.

Es una dinámica endiablada la que se puso en marcha en el Magreb hace ya dos años y medio. Marruecos ahonda relaciones con Israel y se vanagloria de ese nuevo vínculo ante su vecino y enemigo, Argelia. Incluso ante el resto del mundo. Argelia, algo desamparada porque la guerra en Ucrania fragiliza a Rusia, su principal aliado, busca estrechar lazos con otras potencias. Pero no tiene mucho donde elegir.

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