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El líder más prorruso de Europa no es Orbán, sino este hombre que tiene una bomba para dinamitar los Balcanes
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El líder más prorruso de Europa no es Orbán, sino este hombre que tiene una bomba para dinamitar los Balcanes

Mientras otros políticos en el vecindario han mostrado ciertas ambivalencias sobre qué posición mantener respecto a Rusia, Milorad Dodik apuesta firmemente por la alianza con el líder ruso Vladímir Putin

Foto: El presidente de la república Srpska, Milorad Dodik, saluda al presidente ruso Vladímir Putin este mayo. (EFE/Alexey Filipov)
El presidente de la república Srpska, Milorad Dodik, saluda al presidente ruso Vladímir Putin este mayo. (EFE/Alexey Filipov)

Cinco años después de la firma de los Acuerdos de Dayton, que pusieron fin a la sangrienta guerra de Bosnia, la entonces secretaria de estado de EEUU, Madeleine Albright, solo tenía palabras de halago para el líder serbobosnio Milorad Dodik. De él dijo que era "un soplo de aire fresco en los Balcanes". Pero dos décadas después, el líder más influyente de la República Srpska, la entidad de mayoría serbia dentro del complejo puzle político que es Bosnia-Herzegovina, hace tiempo que decidió desviar su agenda de Washington para orientarla a Moscú.

Mientras otros políticos en el vecindario, como Viktor Orbán en Hungría, Aleksandar Vučić en la tradicionalmente prorrusa Serbia o Dragan Čović entre la población bosniocroata de Bosnia-Herzegovina, han mostrado ciertas ambivalencias sobre qué posición mantener respecto a Rusia tras la invasión a gran escala de Ucrania, Milorad Dodik apuesta firmemente por la alianza con el líder ruso Vladímir Putin.

Foto: Protesta a favor de Vladímir Putin y Rusia, en abril de 2022. (Reuters/Zorana Jevtic)

El mismo 23 de mayo de este año, Dodik y Putin tuvieron una reunión en Moscú, durante la cual se anunciaba que la Republika Srpska y Rusia habían aumentado el año anterior el intercambio económico en un 57%. La entidad bosnia recibe gas de Rusia vía Bulgaria, aunque Sofía no se encuentra conectada a la red, al negarse a pagar en rublos.

Durante el encuentro, Dodik declaró: "Entendemos que esta no es una guerra entre Ucrania y Rusia, es un enfrentamiento entre [Rusia y] Occidente, que está tratando de usar a Rusia como una forma de inflamar aún más esta guerra". Entre los votantes serbios de la región hay una intensa rusofilia con raíces religiosas e históricas, pero también con motivo de las sanciones actuales a Rusia, que recuerdan en el imaginario colectivo a las que sufrieron los serbios durante los años noventa, incluidos los bombardeos de la OTAN a Yugoslavia.

Con motivo de la cita en Moscú, Putin otorgó a Dodik la Orden de Alexander Nevsky por su "gran contribución al desarrollo de la cooperación entre Rusia y Bosnia y Herzegovina y al fortalecimiento de la asociación con la República Srpska". El 9 de enero anterior, durante el día nacional (no reconocido constitucionalmente) de la Republika Srpska, el mandatario serbobosnio le entregó in abstentia a Putin la medalla de honor de la entidad bosnia. Las relaciones de interés son recíprocas.

Foto: Borrel junto al presidente Zeljko Komsic (c) y el miembro de la presidencia Sefik Dzaferovic (d). (EFE/Fehim Demir)

Durante los dos últimos años, la entidad bosnia ha pasado dificultades económicas, con rumores de bancarrota, aunque gracias a la ayuda de Hungría y de los mercados internacionales, ha conseguido estabilizar la deuda que venía arrastrando la Administración local. La República Srpska busca cada vez más apoyo en China, muy presente en los balances de deuda pública de los países de la región.

Sin embargo, la situación institucional bosnia nunca ha estado peor desde el final de la guerra. Ya hubo caras de sorpresa entre muchos analistas cuando el 13 de diciembre de 2022, al calor de la nueva política de ampliación que ha activado la UE y los países miembros, con motivo de la invasión de Ucrania, Bosnia y Herzegovina adquiría la condición de candidato a la UE.

Crisis judicial

Bosnia-Herzegovina sigue padeciendo la camisa de fuerza etnocrática, que viene a significar que el poder se reparte entre los representantes de los tres grupos nacionales constituyentes: bosníacos, croatas y serbios, dificultando la funcionalidad del Estado. La última crisis surge como consecuencia del nombramiento de los jueces del Tribunal Constitucional. El organismo está compuesto por nueve miembros. Cuatro miembros son seleccionados por la Cámara de Representantes de la Federación de Bosnia y Herzegovina (la otra entidad bosnia, de mayoría bosníaca y croata) y dos miembros son seleccionados por la Asamblea Nacional de la República Srpska (de mayoría serbia). Los tres restantes son jueces internacionales.

La Asamblea de la República Srpska, controlada por el partido de Dodik, la Alianza de Socialdemócratas Independientes (SNSD), ha venido retrasando el nombramiento de los jueces que le corresponde y operando en contra del Tribunal Constitucional, especialmente después de que el alto tribunal anulara dos leyes sobre propiedad estatal adoptadas en Banja Luka, que transferirían esta a la entidad de la República Srpska. La ausencia de nombramiento de los "jueces serbios" implicó que se aprobara un quorum de mayoría para no bloquear la acción del alto tribunal, lo que supuso la reacción de Dodik. El gobierno de Dodik busca terminar con la figura de los tres jueces internacionales y socavar, además, la autoridad de Sarajevo, para impedir cualquier forma de cohesión estatal que amenace la autonomía de la República Srpska.

Foto: Choques en el norte de Kosovo. (Reuters/Valdrin Xhemaj)

La crisis se agravó cuando el pasado 9 de julio se publicó en el Boletín Oficial serbobosnio el decreto por el cual las decisiones del Tribunal Constitucional de Bosnia y Herzegovina ya no se aplicarían en el territorio de la República Srpska, como, a su vez, se ignorarían también las decisiones tomadas por el alto representante, cuya legitimidad es constantemente desacreditada por Dodik. El director del Boletín fue nombrado el día anterior después de que la directora precedente hubiera dimitido. Hay que recordar que hace un año la Asamblea Nacional de la República Srpska aprobó unilateralmente la Ley de Productos Farmacéuticos y Dispositivos Médicos, de competencia estatal, cuestionada por la UE y por el alto representante por violar la Constitución bosnia.

Dodik ha venido desde la independencia de Montenegro en 2006 amenazando con la celebración de un referéndum de independencia. En abril de 2011, se realizó una propuesta formal por parte de la Asamblea serbobosnia, que fue retirada tras intensas negociaciones. Y, también, otros pulsos equivalentes se anunciaron en 2015 contra la autoridad judicial estatal o a favor de la oficialidad del 9 de enero como día nacional de la República Srpska. Cada una de estas tentativas genera un estado de tensión política permanente, una vez la mayoría bosníaca siente que la soberanía territorial se encuentra en peligro; y, además, alimenta aspiraciones similares entre los bosniocroatas. El resultado es que los recuerdos de la guerra de los noventa se avivan encapsulando las tres narrativas nacionales.

Estabilidad o seguridad

Este miércoles, Dodik volvió a destensar la situación tras anunciar que "nadie discute la integridad territorial de Bosnia y Herzegovina, ni siquiera nosotros" y proponer un pliegue de condiciones para la desescalada. Durante la conmemoración del genocidio de Srebrenica no realizó ninguna declaración que exasperara los ánimos, pero cada vez se escuchan más voces que presionan para la imposición de sanciones contra el mandatario serbobosnio. De momento, ha reconocido querer volver "a posiciones iniciales", mientras que la Agencia Estatal de Investigación y Protección (SIPA) ha iniciado sus primeras acciones para controlar, a petición de la Fiscalía General, el Boletín Oficial de la entidad de mayoría serbia.

Entre los países de la Quinta —EEUU, Francia, Alemania, Reino Unido e Italia— y la propia UE hay disenso sobre cómo actuar en relación con estos órdagos que zarandean la arquitectura de seguridad europea en una zona tremendamente sensible, cuyos ecos llegan también a Kosovo. Putin puede instrumentalizar la movilización del nacionalismo serbio azuzada por Dodik sin ningún esfuerzo político o militar. El objetivo es poder desestabilizar, alejar al país de la UE y de la OTAN y tener una carta con la que poder negociar en otros frentes del espacio postsoviético, como podría ser Ucrania.

Foto: Jovana Gligorijević. (Cedida)

Sobre el escenario regional se consolidan dos claves. Dodik parece no estar dispuesto a cruzar una línea roja que pondría patas arriba los Balcanes occidentales, como es la declaración de independencia de la República Srpska. Y, en segundo lugar, cualquier aventura que dividiera Bosnia y Herzegovina, de momento, no es secundada desde Belgrado por el presidente serbio Aleksandar Vučić, quien, a partir del comienzo de la guerra en Ucrania, ha estrechado vínculos ligeramente con la Administración estadounidense sin renunciar a la conexión rusa.

Mientras tanto, Bosnia y Herzegovina sigue sumida en una crisis de disfuncionalidad sin que se evidencie una alternativa ciudadana que ponga en cuestión el dominio político de la trojkael SDA bosníaco, el HDZ croata y el SNSD serbio—, es decir, los tres partidos étnicos que marcan los tiempos de la política local desde hace dos décadas. El contexto de la guerra en Ucrania, además, ha asentado una política de estabilidad y seguridad donde todo hace entender que la diplomacia occidental quiere estar centrada en el desafío ucraniano y no estar desdoblándose con soluciones impulsivas en el intrincado tablero balcánico.

Cinco años después de la firma de los Acuerdos de Dayton, que pusieron fin a la sangrienta guerra de Bosnia, la entonces secretaria de estado de EEUU, Madeleine Albright, solo tenía palabras de halago para el líder serbobosnio Milorad Dodik. De él dijo que era "un soplo de aire fresco en los Balcanes". Pero dos décadas después, el líder más influyente de la República Srpska, la entidad de mayoría serbia dentro del complejo puzle político que es Bosnia-Herzegovina, hace tiempo que decidió desviar su agenda de Washington para orientarla a Moscú.

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