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Adiós a más gasoductos: Ucrania cerrará la penúltima arteria entre Rusia y la UE
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El fin de las tuberías

Adiós a más gasoductos: Ucrania cerrará la penúltima arteria entre Rusia y la UE

El Gobierno de Volodímir Zelenski ha dejado claro que no está por la labor de prorrogar el acuerdo de suministro de gas ruso hacia la UE a través de su territorio, que concluirá al final de 2024

Foto: Mapa de gasoductos ucranianos. (Reuters/Valentyn Ogirenko)
Mapa de gasoductos ucranianos. (Reuters/Valentyn Ogirenko)

Fue un acuerdo dramático y en el último minuto. El 31 de diciembre de 2019, horas antes de comenzar el año nuevo —y de concluir el contrato anterior—, la gasística rusa Gazprom y la ucraniana Naftogaz firmaron acuerdos para continuar el tránsito de gas hacia la Unión Europea y a través de Ucrania. Con una Crimea anexionada ilegalmente por Vladímir Putin y el conflicto del Donbás ardiendo a fuego lento, representantes de Kiev, Moscú, Bruselas y otros países europeos lograron postergar el flujo del combustible hasta el final de 2024, con una prórroga negociable de 10 años más.

Pero ahora, tras más de 500 días de la invasión rusa a gran escala, el Gobierno de Volodímir Zelenski ha dejado claro que no está por la labor de prorrogar el acuerdo. En entrevista con Politico, el ministro ucraniano de Energía, German Galushchenko, afirmó que las negociaciones bilaterales con Rusia son imposibles debido a la guerra y que es muy poco probable que los contratos sean renovados. “Creo que, para el invierno de 2024, Europa no necesitará gas ruso en absoluto”, sentenció el ministro.

El anuncio del Ejecutivo ucraniano vaticina el fin de una de las mayores anomalías de la guerra. Mientras Rusia intentaba conquistar Ucrania y derrocar al Gobierno de Zelenski, su compañía gasística estrella ha continuado transfiriendo miles de millones de euros cada año a las arcas del país invadido para continuar exportando gas a la Unión Europea.

La ruta a través de Ucrania, compuesta por los gasoductos Brotherhood-Progress y Soyuz, es una de las dos únicas que quedan en activo entre Rusia y el resto de Europa. Dos días antes del inicio de la guerra, Alemania anunció la suspensión de la aprobación del Nord Stream 2, la polémica tubería submarina que estaba a punto de inaugurarse. Moscú más adelante cerró el grifo del ducto Yamal como represalia por el apoyo polaco a Kiev y un atentado contra el Nord Stream 1, cuya autoría todavía se desconoce, lo dejó inutilizado. Además del tránsito ucraniano, solo el TurkStream continúa proporcionando el combustible ruso a los países de la UE.

De confirmarse, el fin del acuerdo supondría un nuevo golpe a las importaciones europeas de gas ruso, que antaño suponían el 40% del total del suministro de los Veintisiete y que se vieron reducidas drásticamente a raíz de la invasión. “Pasamos de comprar anualmente a Rusia 150 bcm (miles de millones de metros cúbicos) de gas por tubería a los 60 bcm actuales. Ahora vamos hacia los 20 bcm”, explica Phuc Vinh Nguyen, investigador del Instituto Jaques Delors en París especializado en energía, en entrevista con El Confidencial.

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Es poco probable que el anuncio ucraniano pille a Bruselas por sorpresa. La Comisión Europea se ha comprometido a detener las importaciones del combustible ruso por completo para 2027 y los Estados miembros están manteniendo conversaciones con el objetivo de reducir la llegada de gas natural licuado (GNL) a sus costas. Además, el inicio de 2025 marcará un importante hito en la producción global de gas con la entrada en vigor de nuevos e importantes suministros de GNL por parte de Qatar y Estados Unidos, lo que hará que el hidrocarburo procedente de Moscú sea menos vital para la seguridad energética del continente.

Pero aunque la UE en conjunto pueda estar preparada para absorber un nuevo corte en el suministro de gas ruso, no puede decirse lo mismo de los casos individuales de todos sus estados miembros. “Países como Italia, Austria, Hungría o Eslovaquia han seguido recibiendo grandes cantidades de gas ruso por tubería a través de la ruta ucraniana”, señala Nguyen. “Y algunos de estos Gobiernos no han logrado reducir de forma convincente su dependencia de este suministro”, en gran medida, debido a su carencia de salida al mar, lo que dificulta su capacidad de comprar GNL, agrega el experto.

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El caso de Austria es emblemático de este problema. Aunque su Gobierno, como el del resto de estados europeos, ha manifestado su voluntad de sustituir el hidrocarburo por energías renovables en el largo plazo, el país carece de un plan inmediato para reducir significativamente su dependencia de Moscú. Desde el inicio de 2023, el gas ruso ha representado entre el 47% y el 74% de las importaciones austriacas, de acuerdo con datos de la Comisión Europea. Para este país, igual que para Hungría, que firmó este mismo año un acuerdo con Gazprom para incrementar el suministro gasístico hacia Budapest, reaccionar a tiempo antes del fin de 2024 podría suponer un importante desafío.

El fin de la ruta a través de Ucrania supondrá un indudable impacto económico para Moscú. A diferencia del petróleo, donde Rusia ha podido reemplazar el embargo europeo con clientes asiáticos, especialmente India y China, el volumen de gas que ha dejado de enviar a Europa resulta muy difícil de redirigir. Aunque el Kremlin ha intentado impulsar al máximo posible su industria de GNL para dar salida a la enorme cantidad de combustible que tiene almacenado, los ingresos por gas cayeron casi un 45% entre enero y mayo de este año en comparación con el mismo periodo de 2022, según datos del Ministerio de Finanzas ruso.

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Por último, la decisión ucraniana también supone un símbolo de una ruptura definitiva de los países europeos con Moscú que cada día se hace más inevitable. Como recordaba el investigador de Bruegel Georg Zachmann en la exclusiva de Politico, “si se detienen los flujos, existe el riesgo de que (los gasoductos) se desmantelen por completo, y el privilegio que estos países tuvieron en el pasado de obtener acceso al gas siberiano barato desaparecerá para siempre”.

Nguyen coincide con este análisis y apunta a que la propia Ucrania está dispuesta a rechazar una importante fuente de ingresos con tal de dejar claro que, tanto para Kiev como para la UE, no existe marcha atrás. “No renovar el contrato implica que nos estamos alejando del gas ruso durante mucho, mucho tiempo. No será cuestión de cuatro o cinco años”, concluye.

Fue un acuerdo dramático y en el último minuto. El 31 de diciembre de 2019, horas antes de comenzar el año nuevo —y de concluir el contrato anterior—, la gasística rusa Gazprom y la ucraniana Naftogaz firmaron acuerdos para continuar el tránsito de gas hacia la Unión Europea y a través de Ucrania. Con una Crimea anexionada ilegalmente por Vladímir Putin y el conflicto del Donbás ardiendo a fuego lento, representantes de Kiev, Moscú, Bruselas y otros países europeos lograron postergar el flujo del combustible hasta el final de 2024, con una prórroga negociable de 10 años más.

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