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'Auf wiedersehen', Putin: Berlín empieza a superar en Qatar su divorcio energético de Moscú
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15 años de compromiso

'Auf wiedersehen', Putin: Berlín empieza a superar en Qatar su divorcio energético de Moscú

Qatar y Alemania han firmado el primer acuerdo de gas que durará 15 años, el contrato que confirma que Berlín se está despidiendo de la idea de hacer negocios con Vladímir Putin

Foto: El canciller alemán, Olaf Scholz, en una reunión con el emir Tamim bin Hamad Al-Thani en Doha. (EFE/EPA)
El canciller alemán, Olaf Scholz, en una reunión con el emir Tamim bin Hamad Al-Thani en Doha. (EFE/EPA)
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La noticia llegó de forma inesperada en la última semana de noviembre, cuando la selección alemana todavía estaba en Qatar y ciertos gestos de los europeos generaban tensiones en el emirato. Mientras los futbolistas germanos protestaban contra la FIFA y contra el controvertido anfitrión mundialista tapándose la boca en señal de censura antes de su primer partido, ambos países ultimaban con muchos menos remilgos un suculento acuerdo: un contrato para el suministro de millones de toneladas de gas natural licuado (GNL) catarí para Alemania.

No es ningún secreto que Berlín está muy necesitada del hidrocarburo desde que la guerra iniciada por Rusia en Ucrania hiciera saltar por los aires su modelo energético. El pacto comercial con Qatar, no obstante, plantea muchas preguntas. ¿Está tomando forma por fin el futuro sin Rusia en Alemania? ¿Es el emirato, a diferencia de Vladímir Putin, un socio aceptable? ¿Y qué pasará con la tan citada transición energética germana?

Foto: Niños posan junto al peluche chino gigante de un panda en Al Khor, Qatar. (Reuters/Hamad Mohammed)

Una rápida mirada a las cifras deja claro que el primer contrato con Qatar no sirve ni de lejos para suplir el antiguo suministro ruso. El emirato enviará a partir de 2026 dos millones de toneladas de GNL al año, algo que cubriría apenas el 3% del consumo actual de Alemania. Sin embargo, el acuerdo es considerado "un primer paso importante en un largo viaje para diversificar nuestro suministro de gas", según subrayó Tim Kehler, presidente de la asociación de las principales empresas del sector, Zukunft Gas. "Eso significa que tenemos mucho trabajo por delante para asegurar el suministro a largo plazo", advirtió.

Situación crítica

El inicio de los envíos cataríes está previsto para 2026, lo que significa que el GNL del Golfo no servirá para aliviar en el corto plazo la sed de gas del mayor consumidor de Europa. Pese a que los vaticinios más agoreros —miles de hogares sin calefacción y una industria colapsando por la falta de energía— no se cumplirán este invierno, Berlín sabe que los años 2023 y 2024 pueden ser aún críticos tras la ruptura con Putin. La energética rusa Gazprom bombeaba a Alemania hasta mediados de este año unos 55.000 millones de metros cúbicos anuales a través del gasoducto Nord Stream. Los envíos por el primer acuerdo catarí, en comparación, equivaldrán a 2.700 millones anuales.

Estrictamente, el actual ni siquiera es un acuerdo directo entre empresas de Qatar y Alemania, porque la estatal Qatar Energy ha firmado un contrato con la estadounidense ConocoPhilips, que será proveedora de una de las futuras terminales de GNL alemanas, actualmente en construcción. Pero la previsión es que varias compañías germanas empiecen a anunciar pronto también sus respectivos contratos para llevar gas del Golfo a Alemania, ahora que el primer acuerdo ha levantado la veda. Según el diario económico Handelsblatt, las energéticas RWE, Uniper y EnBW negocian con Qatar Energy y con proveedores de Abu Dabi. Con el objetivo de moldear el futuro energético alemán, viajaron a Qatar en los últimos meses el propio canciller, Olaf Scholz, y también su vicecanciller, el líder verde y ministro de Economía, Robert Habeck.

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​Qatar se sale con la suya

Otro punto que llamó la atención en el primer pacto catarí fueron los 15 años de suministro estipulados en el contrato. Hasta hace poco, Berlín siempre había dejado entrever que su opción preferente eran los acuerdos de menor duración. "15 años es estupendo", aseguró, sin embargo, Habeck en su primera reacción al anuncio. Al final, para el contrato pesaron más las condiciones de Qatar.

Foto: Olaf Scholz, canciller de Alemania. (EFE)

El emirato dejó claro desde el comienzo que le interesaban sobre todo los contratos a largo plazo, no ventas rápidas y breves para sacar de apuros a una Alemania con el agua al cuello por la ruptura con Rusia. Los cataríes se tomaron su tiempo después de que el verde Habeck, siempre elocuente para recordar los altos estándares morales y ecológicos de su partido, viajara casi suplicante a Doha en marzo, en pleno shock en Alemania y Europa por el inicio de la guerra de Putin. En Berlín, se llegó a dar en los meses posteriores por perdido un acuerdo con Qatar. Y qué bien han invertido los papeles. En un extenso reportaje, la emisora pública ARD recordaba recientemente cómo en 1997, cuando el emirato empezaba a forjar su ascenso económico a punta de energías fósiles, Alemania rechazó todavía comprar gas catarí. Muy caro, se decía entonces.

Ahora, el primer acuerdo ha salido adelante gracias al pragmatismo comercial de los cataríes y también de los alemanes, conscientes de que tienen que asumir compromisos. En el país, además, prácticamente nadie espera que Rusia vuelva a suministrar energía a corto ni medio plazo. Esa certeza ha calado hondo incluso en el partido socialdemócrata del canciller Scholz, tradicionalmente abierto a considerar los intereses de Moscú y en algunas fases incluso demasiado rusófilo.

Rusia "ha dejado de ser socio fiable en el suministro de gas", decía un resignado Scholz en octubre. Puede sonar a poco, pero para los fundamentos de la política alemana se trata de un movimiento sísmico. Hasta antes del comienzo de la invasión rusa en Ucrania, en Berlín regía la convicción de que Moscú cumplía siempre con sus contratos, como demostró la Unión Soviética incluso en los tiempos más gélidos de la Guerra Fría. El SPD se prepara ahora para redefinir en 2023 su política exterior y se espera que los socialdemócratas, además de entonar el mea culpa, pasen a ver Rusia como una amenaza para la seguridad de Europa. Los negocios con Putin son por eso, por ahora, una quimera, por más que algunas voces recalcitrantes de la extrema derecha y de la izquierda más radical lo pidan a gritos.

Cambio climático y valores: los dos dolores de cabeza

El debate alemán, a cambio, se centra más en el problema que muchos ven para los ambiciosos objetivos climáticos del país, ahora que se empieza a concretar la llegada de gas catarí. "Si queremos cumplir con el Acuerdo de París, algo a lo que se ha comprometido el Gobierno, tenemos que dejar el gas como tarde en 2035. Pero con el acuerdo con Qatar llegará gas a Alemania por al menos 15 años", recordó también con sorna el influyente movimiento ecológico Fridays for Future Germany.

El verde Habeck ha intentado algo que parece la cuadratura del círculo. "Las empresas deben ser conscientes de que habrá menos compradores en Alemania si queremos cumplir con los objetivos climáticos", subrayó. Sobre el papel, el primer contrato firmado con Qatar vence en 2041, cuatro años antes del momento que la locomotora económica europea ha fijado para alcanzar la neutralidad climática.

Foto: Una mujer vota en las elecciones de Qatar el pasado octubre de 2021. (EFE/NOUSHAD THEKKAYIL)

El otro dolor de cabeza, para algunos, lo genera el hecho de que uno de los próximos grandes proveedores de gas de Alemania vaya a ser justamente Qatar, un país al que, con todos los reflectores puestos en él por la celebración de la mayor fiesta deportiva del planeta, le han llovido las críticas por los atropellos de los derechos de trabajadores y la falta de libertades para las mujeres. Se trata del debate, muy alemán, que se enciende de tiempo en tiempo sobre si el país no debería ser más consecuente con sus principios democráticos y dejar de hacer negocios con regímenes autoritarios. Otra quimera para el que quiera ver bien, teniendo en cuenta el volumen de negocios con China.

La ministra de Exteriores, la también verde Annalena Baerbock, intenta mostrar un poco el camino. "Hay que decir las cosas", dijo Baerbock hace unos días en un encuentro con periodistas extranjeros hablando de Corea del Norte. "Eso no significa que las cosas van a cambiar de inmediato, pero dejamos claro que estamos atentos a cuando se violan normas". Como corresponde a las expectativas de su partido, Baerbock ha puesto la valla alta al prometer una política exterior "guiada por valores" cuando asumió el cargo.

El dilema con los valores y la necesidad de cierto pragmatismo se reflejan ahora en el acuerdo con Qatar. Para ambas partes. En el emirato, ha sentado mal el moralismo alemán, como demuestran las mofas en un talk show televisivo en que los tertulianos se burlaban de la eliminación de la Mannschaft del Mundial tapándose la boca, como hicieron los futbolistas germanos en el arranque del torneo. Pero ninguno de los dos gestos impedirá que el gas catarí llegue en los próximos años a Alemania.

La noticia llegó de forma inesperada en la última semana de noviembre, cuando la selección alemana todavía estaba en Qatar y ciertos gestos de los europeos generaban tensiones en el emirato. Mientras los futbolistas germanos protestaban contra la FIFA y contra el controvertido anfitrión mundialista tapándose la boca en señal de censura antes de su primer partido, ambos países ultimaban con muchos menos remilgos un suculento acuerdo: un contrato para el suministro de millones de toneladas de gas natural licuado (GNL) catarí para Alemania.

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