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Operación perro negro: Alemania, Putin y el corte de gas que todos temen
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La hora de la verdad

Operación perro negro: Alemania, Putin y el corte de gas que todos temen

El juego del gas llega a su momento álgido tras dos décadas de complacencia alemana y juegos psicológicos rusos

Foto: Merkel, Putin y el perro negro. (EFE/Sergei Chirikov)
Merkel, Putin y el perro negro. (EFE/Sergei Chirikov)

Si usted no quiere leer este artículo entero, quizá le valga con este resumen: a Angela Merkel la mordió una vez un perro y ahora Putin amaga con cortarle el gas a Alemania y sembrar el caos energético en Europa. Fin del resumen.

Alemania vive estos días una inquietante cuenta atrás: el suministro del gasoducto Nord Stream 1 —de 1.200 kilómetros en Rusia y el norte de Alemania— se ha detenido durante 10 días por trabajos habituales de mantenimiento. Lo que no es habitual es la sensación de zozobra…

Foto: Un gasoducto. (Reuters/Hannibal Hanschke)

El gas debería volver a fluir la mañana del próximo jueves, pero nadie está seguro de que eso vaya a ocurrir. La posibilidad de que Putin corte el gas del todo está ahí.

La tensión gasística entre los dos países no ha parado de crecer los últimos meses.

La empresa estatal rusa Gazprom lleva tiempo reduciendo los volúmenes de suministro del gasoducto alegando problemas técnicos originados por las sanciones de Occidente. Alemania lo niega.

La estrategia de la tensión.

Alemania lleva tiempo preparándose para lo peor. "Estamos ante una crisis del gas", aseguró, a finales de junio, el ministro de Economía y Clima, Robert Habeck. "Tenemos que estar preparados para el invierno. El gas es a partir de ahora un bien escaso", añadió el ministro.

Todo ello pese a que Alemania ha conseguido reducir 20 puntos su dependencia del gas ruso desde la invasión de Ucrania (del 55% al 35%).

Alemania autorizó esta semana la reanudación de sus centrales de carbón jubiladas (en la lucha contra el cambio climático) para ahorrar gas. O la alianza gubernamental verde surfeando como puede sus contradicciones.

Foto: Una bombilla. (EFE/Raquel Manzanares)

¿Qué pasaría si Moscú cortara la llave del gas? Los expertos hablan de recesión alemana asegurada e incertidumbre europea general.

Más claro es que Alemania no supo leer a tiempo los riesgos de su dependencia energética rusa. Y que los juegos psicológicos Putin/Alemania/gas están en máximos históricos, aunque vengan de lejos.

La cumbre perruna

En enero de 2007, hubo una cumbre energética de urgencia entre Putin y Merkel en la residencia del presidente ruso en el balneario de Sochi, en el mar Negro. El suministro de gas ruso a Europa se había cortado temporalmente por un conflicto con Bielorrusia.

La cumbre acabó con Putin anunciando la construcción en Alemania de grandes depósitos de gas ruso-alemanes para convertir Alemania en "uno de los mayores centros de distribución de gas en Europa". De gas ruso.

Merkel: "Entiendo por qué Putin tiene que hacer esto: para demostrar que es un hombre. Tiene miedo de su propia debilidad"

Pero lo que se recuerda de esa cumbre es un episodio costumbrista. Merkel y Putin posaban sentados para la prensa cuando irrumpió por sorpresa uno de los perros de Putin, Koni, que se puso a olisquear a la canciller alemana.

El problema es que a Merkel la había mordido un perro en 1995. Tenía fobia a los canes y Putin lo sabía.

Merkel se quedó congelada en su sillón mientras el perro de Putin la rondaba; Putin observó la escena con cara de disfrutar del momento. El presidente ruso quitó hierro luego al incidente ("No pretendía asustar a Merkel"), pero la presidenta alemana tomó nota. Luego seguimos con lo del perro…

El enemigo en casa

El mandato de Merkel acabó hace unos meses con gran boato internacional, pero su legado está ahora en revisión. Tras la invasión de Ucrania, es fácil decir que Merkel y Alemania cometieron un error geopolítico de bulto por estrechar sus lazos comerciales con Rusia.

Lo que salva (de momento) a Merkel de la hoguera es que lo suyo es una broma comparado con lo de su predecesor en la presidencia, el socialdemócrata Gerhard Schröder, cuyos vínculos con Putin son más estrechos que los de Chimo Bayo con la Ruta del Bakalao.

Según recordó ‘The New York Times’ en un perfil reciente, 17 días después de dejar la presidencia alemana, Schröder fichó por Putin. 17 días.

Hablamos de una de las puertas giratorias más gruesas y vertiginosas de la historia de la UE, pues el canciller venía de impulsar la construcción de uno de los gasoductos Rusia/Alemania (Nord Stream), y Putin le ofreció un cargazo en la gasista estatal rusa que controlaba el gasoducto: Gazprom. El político alemán dijo sí. Desde entonces, está a sueldo de Moscú.

Cuando Putin llamó a Schröder para ofrecerle trabajo, hizo una de sus clásicas bromas/juegos psicológicos/geopolítica para machos alfa; preguntó a Schröder: "¿Te da miedo aceptar el trabajo?".

Schröder se subió al barco de Putin. Nunca ha dado muestras de arrepentimiento. Sostiene (a día de hoy) que el 'establishment' alemán nunca protestó por los lazos energéticos de Alemania con Rusia.

Poco antes de que empezara la guerra de Ucrania, Putin dijo lo siguiente sobre Schröder: "Los clientes [alemanes] deberían agradecer a Schröder poder comprar gas ruso por menos del 80% de su precio". Schröder ha sido todos estos años presidente del consejo de supervisión de Nord Stream 2 y presidente del consejo de administración de la petrolera rusa Rosneft.

Ahora, volvamos con el perro.

Peor que un chucho loco

En un perfil sobre Merkel publicado en ‘The New Yorker’ hace unos años, se contó algo más sobre el 'perrogate': "La prensa alemana reaccionó furiosa y con ganas de atacar a Putin", según un reportero testigo de la escena. Más tarde, Merkel describió así el comportamiento de Putin: "Entiendo por qué Putin tiene que hacer esto: para demostrar que es un hombre. Tiene miedo de su propia debilidad. Rusia no tiene nada, ni una política ni una economía exitosa. Todo lo que tienen [Putin y Rusia] es esto".

Todo lo que tenía Putin era un perro negro que asustaba a las visitas, según Merkel, pero no era cierto. Lo que sacó Putin de la cumbre del perro fue que Alemania profundizara su dependencia energética con Moscú. Mucho más peligroso a largo plazo que un chucho revoltoso.

Ahora Putin tiene la sartén del gas por el mango, y está pensando en soltar la madre de todas las jaurías de perros negros sobre Alemania y Europa.

Si usted no quiere leer este artículo entero, quizá le valga con este resumen: a Angela Merkel la mordió una vez un perro y ahora Putin amaga con cortarle el gas a Alemania y sembrar el caos energético en Europa. Fin del resumen.

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