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El gran problema de la reconstrucción de Ucrania es que falta el sector privado
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El gran problema de la reconstrucción de Ucrania es que falta el sector privado

Según las últimas cifras del Banco Mundial, el coste total de la reconstrucción de Ucrania se eleva hasta los 430.000 millones de dólares (algo más de 390.000 millones de euros) hasta 2033

Foto: Conferencia sobre la Reconstrucción de Ucrania, en Londres. (EFE/Chris J. Ratcliffe)
Conferencia sobre la Reconstrucción de Ucrania, en Londres. (EFE/Chris J. Ratcliffe)

Este 21 y 22 de junio, centenares de delegados de una miríada de países, organizaciones internacionales y empresas se han dado cita en la Conferencia de Recuperación de Ucrania, celebrada en Londres. Allí, la Unión Europea y Estados Unidos, así como el Banco Central y otras organizaciones, propondrán nuevos millonarios paquetes financieros para Ucrania. Pero el verdadero desafío de la conferencia es otro: estimular la inversión del sector privado, que será clave en la reconstrucción, como defienden asociaciones, empresas e incluso admiten políticos, desde Londres a Berlín, pasando por el propio Kiev. Más allá de las promesas, el reto es convencer a los inversores privados que, aunque interesados, todavía son escépticos de considerar un país aún en guerra como buen destino para sus proyectos.

Según las últimas cifras del Banco Mundial, el coste total de la reconstrucción de Ucrania se eleva hasta los 430.000 millones de dólares (algo más de 390.000 millones de euros) hasta 2033. Ya el martes, la Comisión Europea anunció hasta 50.000 millones de euros en apoyo financiero a Ucrania de 2024 a 2027, dividido en unos 33.000 millones de euros en préstamos y 17.000 millones en subvenciones. Además, la Comisión también está en conversaciones con el Banco Europeo de Inversiones para proporcionar garantías presupuestarias de la UE para financiar otros 100 millones de euros en préstamos a Ucrania. Reino Unido, anfitrión de la conferencia, ha anunciado que ofrecerá garantías de exportación de miles de millones de libras al Banco Mundial. Se espera que Estados Unidos también anunciará un importante paquete de ayuda económica.

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Pero un Plan Marshall no es suficiente, y la propia Ucrania lo ha admitido. Hasta el momento, la financiación de sus aliados extranjeros en más de 32.000 millones ha servido para sostener su presupuesto gubernamental y ha ayudado a que, sorprendentemente para un país en guerra total, el PIB haya limitado su caída a un 30% y el sistema bancario haya seguido funcionando. Pero, ya bien entrado el segundo año de conflicto, no es suficiente: Ucrania necesita estimular su economía para continuar.

Eso, por un lado. Por otro, Kiev ha admitido que el sector público tendrá dificultades para absorber los miles de millones esperados, entre otras razones, por simple falta de manos y capacidad de procesamiento. “Se trata de la capacidad de trabajar con esta cantidad de dinero. Históricamente, la mayor cantidad de dinero con la que hemos trabajado fue de 6.000 millones de dólares al año en 2014. Ahora esperamos mucho más, y será muy difícil para la industria de la construcción de Ucrania, las instituciones gubernamentales y las instituciones privadas lograr este resultado. No es que los ucranianos sean malos o corruptos. Muéstrame el país que puede hacerlo”, aseguró Mustafa Nayyem, jefe de la Agencia Estatal de Ucrania para la Restauración y el Desarrollo de Infraestructura, al diario The Guardian. Un extremo del que ya venían avisando a El Confidencial fuentes cercanas al proceso desde el Ministerio de Exteriores español.

Y la reconstrucción de Ucrania tiene que salir bien. Tanto para el propio país como para la Unión Europea, si mantiene abiertas sus perspectivas de que se convierta en un socio más de la Unión.

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De hecho, sobre la factura de los 390.000 millones de euros, estudios publicados en los últimos meses apuntan a que solo una cuarta parte será requerida en sectores financiados únicamente por el gasto público, como escuelas, hospitales y otras áreas específicas. El resto, en áreas que van desde la agricultura, transporte o vivienda, podría financiarse con capital privado.

“El sector privado está esperando por la reconstrucción. Todo el mundo querría participar, pero hablando con franqueza, no puedo decir que el sector privado sienta que se estén dedicando muchísimos recursos financieros a este tema. La mayor parte del apoyo [extranjero] va al presupuesto estatal, no al sector privado”, apunta Anna Derevyanko, directora ejecutiva de la European Business Association de Ucrania, asociación que aglutina a varios centenares de empresarios ucranianos, en entrevista con El Confidencial. “Vemos, por supuesto, los esfuerzos del Ministerio de Infraestructura para renovar rápidamente áreas destruidas de carreteras o vías férreas. Pero este dinero, muy a menudo, no va a los sectores privados”.

Derevyanko incide en la necesidad de atraer inversiones del sector privado cuanto antes, sin esperar a que finalice el conflicto, para que el país empiece a generar sus recursos propios en lugar de depender de la ayuda extranjera. Según cuenta, tras una permanente gira por distintos países europeos (Dinamarca, Suecia, Reino Unido, Polonia, Suiza, la propia España) estableciendo contactos, ha detectado que hay interés, pero también importantes impedimentos que están dificultando que esas empresas extranjeras tomen las riendas de la inversión.

Foto: Destrucción en Borodyanka (Alicia Alamillos)

“Es necesario que los gobiernos ofrezcan estímulos y mecanismos para proteger las inversiones, así como para apoyar aquellas empresas que estarían dispuestas a invertir en Ucrania incluso en el momento actual”, sostiene.

La cuestión de unas garantías de seguridad es clave. Aunque desde hace casi un año los combates se han concentrado en el este y sur, y ya hay grandes multinacionales (Nestlé, por ejemplo) reiniciando sus inversiones en fábricas en el oeste del país, lejos del frente, es natural que el sector privado tema que un misil ruso eche a perder sus proyectos.

El vicepresidente de la Comisión Europea, Valdis Dombrovskis, dijo la semana pasada que Bruselas está en conversaciones sobre un posible esquema para incentivar a la industria de seguros para lanzar pólizas de seguro de guerra para Ucrania. En la conferencia de Londres, el primer ministro británico, Rishi Sunak, ha anunciado un "marco para el seguro de riesgos de guerra", destinado a ayudar a las aseguradoras a suscribir inversiones en Ucrania y aumentar la confianza de los inversores. Se espera que se anuncien más detalles el jueves.

Para Derevyanko, los países que antes se movilicen en este sentido antes generarán los suficientes incentivos para sus empresas nacionales de entrar en el mercado ucraniano, que ve como una gran oportunidad incluso con la guerra, desde por su tamaño a sus capacidades minerales, energéticas o agrícolas. “El Gobierno alemán proporciona seguros a las empresas alemanas, la DFC [International Development Finance Corporation, de EEUU], también. Polonia proporciona apoyo a la exportación para los polacos…”, enumera.

“No es justo esperar que todos los países financien los gastos de Ucrania. Así que es necesario estimular el sector privado, porque sin las inversiones del sector privado será imposible que la economía ucraniana funcione correctamente”, apunta. Y hay que hacerlo desde ya, porque incluso si la contraofensiva avanza, la amenaza rusa no va a desaparecer. “Tendremos que aprender de Israel. Llevan tiempo en guerra, pero, sin embargo, su economía sigue funcionando y tienen muchas empresas”.

Este 21 y 22 de junio, centenares de delegados de una miríada de países, organizaciones internacionales y empresas se han dado cita en la Conferencia de Recuperación de Ucrania, celebrada en Londres. Allí, la Unión Europea y Estados Unidos, así como el Banco Central y otras organizaciones, propondrán nuevos millonarios paquetes financieros para Ucrania. Pero el verdadero desafío de la conferencia es otro: estimular la inversión del sector privado, que será clave en la reconstrucción, como defienden asociaciones, empresas e incluso admiten políticos, desde Londres a Berlín, pasando por el propio Kiev. Más allá de las promesas, el reto es convencer a los inversores privados que, aunque interesados, todavía son escépticos de considerar un país aún en guerra como buen destino para sus proyectos.

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