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Tráfico de órganos en Pakistán: un país líder en producción de cítricos y riñones
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El mercado de la tragedia

Tráfico de órganos en Pakistán: un país líder en producción de cítricos y riñones

Detrás de la pobreza de Islamabad, se esconde un negocio sórdido que se aprovecha de las personas más desfavorecidas. En el centro de todo esto está uno de los países más influyentes en el tráfico de órganos

Foto: El sol se pone por última vez en 2022 en Lahore, Pakistán. (EFE / Rahat Dar)
El sol se pone por última vez en 2022 en Lahore, Pakistán. (EFE / Rahat Dar)

Son las tres de la mañana en Lahore, Pakistán. Aún quedan dos pacientes esperando en la sala de espera de una clínica de medicina estética. Su aspecto contrasta con las fotografías de pacientes de sonrisas voluptuosas y rellenos faciales; deben andar por los cuarenta y su apariencia física no se acerca ni por asomo a la de un paciente interesado en los tratamientos que la clínica ofrece.

"Me da igual si vienen por un dolor de estómago o a vender un riñón", se apresura a explicar mi anfitrión, que además de ser uno de los dueños de la clínica, es también cirujano y General de la Armada de Pakistán. "Muchos hospitales privados alquilan sus consultas a médicos de otras especialidades, que durante el día trabajan para el sistema de salud público y algunas noches a la semana reciben pacientes privados".

"Bienvenida a Pakistán: Aquí vendemos los mejores cítricos y los mejores riñones del mundo"

El General se convierte en uno de mis guías para comprender el funcionamiento del mercado negro de órganos en el país. "Bienvenida a Pakistán: Aquí vendemos los mejores cítricos y los mejores riñones del mundo", dice divertido.

Eventualmente, aprendo lo fácil que es bromear sobre el turismo de trasplantes, la corrupción y sobre todo tipo de crímenes que rozan lo gore. ¿Los temas intocables? Las armas nucleares, el sexo y Dios.

Según la Organización Mundial de la Salud, se venden aproximadamente unos 10.000 riñones al año en el mercado negro internacional. Pakistán es uno de los países clave de este negocio.

La extrema pobreza de la mayoría, la riqueza de unos pocos, la impunidad con la que la corrupción campa a sus anchas y la débil implementación de las leyes, conforman el sustrato perfecto para el auge de uno de los negocios ilegales más rentables del país.

¿No tienes dinero para pagar las medicinas de tu padre diabético? Véndeme tu riñón; total, tienes dos

Los intermediarios se benefician de la desesperación de los ciudadanos más vulnerables, ofreciéndoles soluciones inhumanas disfrazadas de salvación. ¿No tienes dinero para pagar las medicinas de tu padre diabético? Véndeme tu riñón; total, tienes dos.

Las leyes de copia y pega

El Dr. Ahmed, de Bahawalpur, sabe bien que el tráfico de órganos en su país es un problema casi imposible de abordar, no solo en calidad de médico, sino como involucrado.

Cuando estaba a punto de comenzar el penúltimo año en la facultad de Medicina, su padre, que hasta entonces había trabajado dieciocho horas diarias en uno de los bazares de su ciudad, perdió su trabajo. Ahmed tuvo que abandonar sus estudios para empezar a trabajar como ayudante en una clínica privada de Lahore, y así mantener a su familia. Trabajaba desde las nueve de la noche a cuatro de la madrugada, recibiendo pacientes extranjeros, en su mayoría procedentes de Arabia Saudí, Reino Unido o Norte América. Fue así como descubrió el funcionamiento de la compra-venta de riñones, que supuso para él una puerta abierta a la esperanza.

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Cuando comunicó en su casa que iba a someterse a una operación para vender un riñón y así ser capaz de continuar sus estudios, su padre se negó en banda y se ofreció a ser él mismo quién diera su órgano. Al fin y al cabo, Ahmed iba a necesitar toda su salud para terminar su carrera y especializarse.

Los riesgos de vender un riñón en la clandestinidad son innegables. Desde dolores intensos y complicaciones post-quirúrgicas hasta la incapacidad para trabajar o la muerte. No se cuenta con el seguimiento clínico adecuado y muchos de los pacientes no acuden al médico en caso de complicación por miedo a las represalias.

"Mi padre vendió el riñón, terminé la carrera gracias a él, pero la tercera muerte que certifiqué como médico recién graduado fue la suya", cuenta Ahmed. "Fallo renal".

Desde aquel momento, Ahmed dedicó el poco tiempo libre que tenía a tratar de luchar contra esta práctica. "Al año me di cuenta de que no solo mis esfuerzos caían en saco roto, sino que mi carrera y mi vida estaban en peligro", confiesa. "Lo dejé, como lo dejan los policías, los políticos y los médicos que alguna vez se han atrevido a señalar culpables".

Foto: Personas y equipos de rescate se encuentran en medio de los daños causados por una explosión suicida en una mezquita de Peshawar, Pakistán. (Reuters/Fayaz Aziz)

El tráfico de órganos fue penalizado en Pakistán en el año 2007 por la Ordenanza sobre Trasplante de Órganos y Tejidos Humanos. A dicha ordenanza le siguió una ley aprobada en 2010, por la que se establecen penas de prisión y multas para los criminales involucrados en este tipo de comercio. Se puso en marcha, además, la Autoridad de Trasplante de Órganos Humanos (HOTA), con el fin de garantizar que los trasplantes se lleven a cabo dentro de los márgenes legales y éticos.

Sin embargo, a pesar de los esfuerzos institucionales, y gracias a la corrupción y a la impunidad de las clases poderosas, el tráfico de órganos sigue siendo un negocio en alza. "La ley no ha provocado un descenso en los casos, sino un encarecimiento de los órganos en el mercado negro", aclara el General.

Garantizar el bienestar de los ciudadanos y los derechos humanos no es el fuerte del gobierno pakistaní, cuyas promesas y compromisos parecen ser motivados únicamente por cuestiones de poder y popularidad. Muchas de las leyes del país parecen un copia y pega mal encajado en la sociedad, como si los políticos no tuvieran mucha idea de la realidad con la que tratan.

"Uno de los políticos responsables de diseñar la ley de 2010, recibió un trasplante de riñón en 2019. Un riñón comprado", cuenta el General. "Cuando uno tiene salud es fácil posicionarse del lado de la ética y la legalidad, pero cuando es tu vida la que está en peligro, compras cualquier salvación a tu alcance". Los mercados se benefician de las carencias políticas, y es que el miedo a la muerte es más fuerte que el miedo a la ley. "Y en este país la muerte es el rey y el miedo su siervo", afirma el General.

Medidas desesperadas

Según datos del Observatorio Mundial de Donación y Trasplante, en 2021 el número de pacientes a la espera para recibir un trasplante llegó a 52.355. En la Unión Europea, murieron diez personas al día a causa de la falta de órganos disponibles.

"Por ese motivo, si uno puede permitirse pagar unos 200.000 dólares por un riñón, acude al paraíso del turismo de trasplante: El Punjab pakistaní", explica el General. "No cuestiono por qué alguien compraría un órgano, eso está claro, lo cuestionable aquí son las condiciones inhumanas que sufren las personas que dejan que les abran y les extirpen un riñón. Lamentablemente, y desde mi más sincero patriotismo, he de admitir que Pakistán debe dejar de buscar la culpa en la demanda y empezar a revisar a qué se debe el exceso de oferta".

El factor principal que lleva a muchos trabajadores pakistaníes a vender sus órganos, reside en la desigualdad estructural y en los sistemas laborales abusivos a los que muchas poblaciones susceptibles se ven condenadas.

Foto: María Luisa Carcedo, tras recibir la cartera de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, de manos de la exministra Carmen Montón. (EFE)

"Tenemos muchos casos de trabajadores que terminan vendiendo un riñón para liberarse de sus deudas", explica Afrah, activista por los Derechos Humanos en Lahore. "Hablamos de personas que trabajan por tres dólares al día. En caso de emergencia económica, por ejemplo la enfermedad de los padres, recurren a préstamos que sus jefes ofrecen con una tasa de interés de hasta el 60%. Se ven sumidos así en un ciclo de pobreza y deudas de la que parece imposible salir sin tomar medidas desesperadas".

Las campañas advierten: "La venta de órganos conduce a la miseria". ¿Pero cuál es la alternativa? ¿Morirse de hambre dentro de los límites de la legalidad?

Afrah se ríe ante las medidas de prevención del gobierno. "La vía legal en este país consiste en asegurar el sometimiento de los pobres. Nadie nos protege porque ponerse de nuestra parte conlleva el riesgo de perder el privilegio".

Se recurre a medidas desesperadas para acabar siendo parte de una trama de engaños en las que solo se benefician los de arriba.

"Los clientes pueden llegar a pagar entre 120.000 y 200.000 dólares por un riñón. La persona que vende el órgano recibe como máximo unos 1.500 dólares", afirma el General. “¿Quiénes se benefician? Los cirujanos, los directores médicos, los policías y los políticos que forman parte de estas mafias".

Foto: Un hombre sentado fuera de su negocio durante el apagón. (Reuters/Akhtar Soomro)

La involucración de personas poderosas e instituciones en este negocio se pone de relieve ante la alarmante falta de investigaciones en curso. La aplicación de la ley se da de bruces con la resistencia de los mismos agentes, políticos, médicos y enfermeros. El comercio de órganos es lucrativo y fácil de justificar. "De hecho, las medidas legales se reflejan en el encarecimiento del proceso; cuanto más elevada sea la posición de las personas involucradas, más caro es su silencio y más caro el trasplante", apunta el General. "Es común que los cirujanos se encuentren con ofertas muy atractivas que incluyen seguridad policial y respaldo de miembros de la misma HOTA".

Que miembros de la institución responsable de supervisar la legalidad de los trasplantes formen parte de esta actividad delictiva ofrece un panorama pesimista. "No importa cuántas medidas revolucionarias aprueben para luchar contra el tráfico ilegal de órganos si son incapaces de luchar contra la corrupción interna", afirma el Dr. Ahmed.

La lucha contra el tráfico de órganos en Pakistán, hasta el momento, es en vano. Su abordaje es erróneo; la venta de órganos no existe porque el sistema de salud sea deficiente, existe porque mueve millones de dólares. Tan simple y desesperanzador.

En octubre de 2022 salieron a la luz unas imágenes propias de película de terror. La azotea del hospital Nishtar, en Multan, se encontraba repleta de cadáveres en descomposición. Algunas fuentes afirman que se habían contado hasta quinientos cuerpos.

Los responsables alegaron que los restos humanos tenían fines educativos. Sin embargo, los cadáveres cubiertos de gusanos y a medio comer por las aves carroñeras no tenían pinta de ser los más adecuados para ser utilizados en clases de anatomía.

Foto: Familias afganas que regresan a Afganistán tras su paso por Pakistán (EFE)

"Las investigaciones 'post-mortem' mostraron que a los cadáveres les faltaban órganos", apunta el General. Al ser un caso mediático se abrieron las investigaciones pertinentes, la noticia se hizo viral durante tres días y los políticos juraron que llegarían al fondo del asunto. Unos meses más tarde no hay más que silencio. ¿Un escándalo más que cae en el saco roto de la impunidad?

Los expertos siguen debatiendo cómo acabar con el tráfico de órganos, la P-HOTA juega su papel facilitando la donación legal entre pacientes sin tener que tener lazos de parentesco. Se celebran conferencias de vez en cuando, algunos líderes se reúnen para hacerse una foto firmando algún documento bienintencionado. "Muchos de los que estamos ahí presentes conocemos a alguien involucrado directa o indirectamente en este negocio, esa es la realidad", dice el General. "Y todos sabemos lo que supone denunciarlo; ese es el debate necesario y el único que no tendrá lugar. Para unos cuantos, este negocio es otro tipo de cultivo y, como la agricultura, tiene un impacto importante en la economía del país".

Cítricos y riñones recién producidos por los pobres para el consumo de los ricos.

Son las tres de la mañana en Lahore, Pakistán. Aún quedan dos pacientes esperando en la sala de espera de una clínica de medicina estética. Su aspecto contrasta con las fotografías de pacientes de sonrisas voluptuosas y rellenos faciales; deben andar por los cuarenta y su apariencia física no se acerca ni por asomo a la de un paciente interesado en los tratamientos que la clínica ofrece.

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