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Es la tecnología, estúpido: un discurso para entender la visión americana de esta década
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Es la tecnología, estúpido: un discurso para entender la visión americana de esta década

"Preservar nuestra ventaja en ciencia y tecnología no es un asunto interno o un asunto de seguridad nacional. Es ambas cosas", sostienen en Washington, que cada vez mira con más temor a Pekín

Foto: Una funcionaria del Consejo prepara las banderas para una visita del secretario de Estado de EEUU. (Reuters)
Una funcionaria del Consejo prepara las banderas para una visita del secretario de Estado de EEUU. (Reuters)

En algún momento entre el final del verano y diciembre en la Unión Europea, los líderes hicieron un inquietante descubrimiento: la Ley de Reducción de la Inflación aprobada este agosto por la administración americana, y con la que se pretende inyectar 400.000 millones de euros en las industrias verdes, es un riesgo para la industria europea. Resulta que empezaron a ver con toda claridad que ni iba sobre la reducción de la inflación, ni iba sobre la transición verde. El asunto se discutirá en una cumbre extraordinaria de líderes europeos el próximo 9 y 10 de septiembre.

Nada de lo que haga Estados Unidos a partir de ahora debería sorprender a nadie. La administración americana está siendo transparente sobre qué piensa y cómo ve el futuro. Está siendo tan clara que parece que en algunos sectores se está tomando menos en serio de lo que debería. Todo está reflejado en un discurso público del pasado 16 de septiembre por parte de Jake Sullivan, asesor de Seguridad Nacional de los Estados Unidos. Podría resumirse en una adaptación de aquella frase que el estratega de campaña de Bill Clinton, James Carville, convirtió en un eslogan para siempre: "La economía, estúpido". En este caso sería algo así como "es la tecnología, estúpido".

placeholder Jake Sullivan, asesor de Seguridad Nacional de los Estados Unidos. (Reuters)
Jake Sullivan, asesor de Seguridad Nacional de los Estados Unidos. (Reuters)

Sullivan refleja en su discurso una hoja de ruta con un objetivo muy claro, expresado con brutal sinceridad, en materia tecnológica: "Debemos mantener la mayor ventaja posible". ¿Respecto a quién? También se refiere a ellos sin darle demasiadas vueltas: respecto a China. Sullivan habla de una "contrarrevolución autoritaria" tecnológica liderada por China que siguió a la primera revolución digital y asegura que EEUU y sus aliados deben prepararse para una "tercera ola de la revolución digital". "Asegurar que las tecnologías emergentes trabajan a favor, no contra, nuestras democracias y seguridad", explica.

El discurso está lleno de referencias que ayudan a entender la obsesión americana con la tecnología. "Preservar nuestra ventaja en ciencia y tecnología no es un asunto interno o un asunto de seguridad nacional. Es ambas cosas", añade Sullivan, que empieza entonces a enumerar los cuatro pilares de las prioridades americanas: el primero es invertir en su ecosistema de ciencia y tecnología; el segundo es acaparar el talento STEM (es decir, aquellos profesionales que se dedican a la ciencia, la tecnología, la ingeniería y la matemática); el tercero proteger su "ventaja tecnológica" y el último integrar esta estrategia en sus alianzas.

Foto: El prototipo del Jiuzhang 2, un ordenador cuántico basado en fotones. (University of Science and Technology of China)

Sullivan no cree que haya que fijarse en la tecnología en general, algo inabarcable. Señala que la administración cree que "hay una selección de pocas tecnologías que van a jugar un papel desproporcionadamente importante en la próxima década". Entre ellas están las tecnologías de computación, la biotecnología y las energías limpias. La última es una de las pocas en las que la Unión Europea tiene un plan claro y, si es capaz, puede jugar sus cartas. Y no se trata únicamente de lograr una transición ecológica, se trata, como apunta el asesor de seguridad americano, de "asegurar la independencia a largo plazo y la seguridad energética", algo de lo que Europa debería haber aprendido mucho en el último año.

El discurso es claro sobre qué son estas tecnologías: son fuerzas "multiplicadoras". "Y el liderazgo en cada una de ellas es un imperativo de seguridad nacional", añade Sullivan. No se trata de un discurso idealista de un mundo verde, ecológico y digital: es pura geopolítica. En este contexto debe comprenderse el acta de Chips y Ciencia de la administración americana (52.000 millones en inversiones para "restaurar el liderazgo de Estados Unidos en la manufactura de semiconductores"). En este caso, la Unión Europea está intentando sacar adelante su propia Acta de Chips con el objetivo de aumentar la cuota de mercado del 10% actual al 20% global en 2030. Y en este marco del "imperativo de seguridad nacional" debe entenderse también la Ley de Reducción de la Inflación.

placeholder Banderas de Estados Unidos y de la Unión Europea en el Consejo Europeo. (Reuters)
Banderas de Estados Unidos y de la Unión Europea en el Consejo Europeo. (Reuters)

La clave: la ventaja tecnológica

El pilar clave, el fundamental, es el dedicado a la protección de la ventaja tecnológica. Este es el eje de rotación de toda la estrategia americana. Es la Piedra de Rosetta que permite leer todas las acciones que EEUU va a emprender en el futuro próximo. Sullivan señala que la costumbre ha sido que EEUU mantuviera una "ventaja relativa" frente a los competidores: "Antes defendíamos que necesitábamos mantenernos solamente unas pocas generaciones por delante". Pero las cosas han cambiado.

"Este no es el ambiente estratégico en el que nos encontramos hoy", señala el discurso, añadiendo una de las frases claves de la alocución: "Debemos mantener la mayor ventaja posible". Usa el ejemplo de la limitación de exportación de material tecnológico crítico a Rusia durante la guerra de Ucrania que ha llevado a Moscú a tener que utilizar chips de lavadoras para su equipamiento militar. "Esto demuestra que los controles a la exportación de tecnología pueden ser más que una herramienta preventiva", señala Sullivan. Ese es el tipo de ventaja que quiere tener EEUU, porque en todo el discurso se filtra una idea: la tecnología, en última instancia, acaba impactando en el campo de batalla. Y ese escenario nunca se descarta para Estados Unidos.

Foto: Joachim Nagel, presidente del Bundesbank. (Reuters/Heiko Becker)

Sullivan pasa entonces a centrarse en el elemento clave para mantener esa ventaja tecnológica: los controles a las exportaciones. EEUU ha establecido nuevos controles sin precedentes para evitar que China siga recortando distancias con norteamérica. "Estamos enfrentándonos a un competidor que está decidido a superar el liderazgo tecnológico de EEUU y está dispuesto a dedicar recursos casi ilimitados a ese objetivo", concluye Sullivan. Ahora EEUU quiere que otros grandes productores de semiconductores, como Países Bajos o Japón, se sumen y establezcan controles de exportaciones.

En un discurso un mes después, Sullivan hizo una reflexión que ahora Europa debería recoger. China está desarrollando una versión más autoritaria dentro y fuera de sus fronteras con una "visión iliberal a través de la economía, la seguridad y la tecnología". Puede que haya otros países que compartan su visión, pero China "es el único competidor con la intención de volver a dar forma al orden internacional y una capacidad creciente para hacerlo".

placeholder Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, durante una cumbre UE-China. (EFE)
Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, durante una cumbre UE-China. (EFE)

Por eso las palabras que Sullivan aplica para Estados Unidos son también claves para Europa. "Hoy, nuestro mundo está, de vuelta, en un punto de inflexión. Estamos en los primeros años de una década decisiva. Los términos de nuestra competencia con China se establecerán (en estos años)", señaló el asesor de Seguridad Nacional.

Los controles de exportaciones han venido para quedarse, y su aplicación en EEUU acabará afectando a los productores europeos, por muchos que sus Estados miembros intenten mantener sus puertas abiertas hacia China. La experiencia de la Ley de Reducción de la Inflación demuestra que EEUU está dispuesto a asumir que el empobrecimiento y la desindustrialización de Europa (o incluso el de los propios Estados Unidos) sea un daño colateral en su competencia con China. Es un precio que está dispuesto a pagar, aunque prefiera no hacerlo: para ello Europa debe tener una visión sobre esa competencia con China, a la que desde 2019 considera un rival sistémico, aplicar las lecciones aprendidas de las dependencias estratégicas de los últimos dos años y tener un plan claro sobre qué tipo de relación quiere establecer con Pekín.

Por ahora no lo ha hecho. Europa necesita una postura común urgente. Necesita discutir y acordar una única posición respecto a los controles de exportación, al mismo tiempo que consigue que los actuales controles sean más efectivos. Necesita saber qué piensa sobre China y tomarse en serio la conexión entre comercio y geopolítica. Es una discusión urgente. La cumbre del 9 y 10 de febrero irá sobre los efectos de la Ley de Reducción de la Inflación, pero debería ir sobre algo más elemental, más subterráneo, más importante: qué piensa realmente Europa del futuro que viene y qué pretende hacer ante él.

En algún momento entre el final del verano y diciembre en la Unión Europea, los líderes hicieron un inquietante descubrimiento: la Ley de Reducción de la Inflación aprobada este agosto por la administración americana, y con la que se pretende inyectar 400.000 millones de euros en las industrias verdes, es un riesgo para la industria europea. Resulta que empezaron a ver con toda claridad que ni iba sobre la reducción de la inflación, ni iba sobre la transición verde. El asunto se discutirá en una cumbre extraordinaria de líderes europeos el próximo 9 y 10 de septiembre.

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