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Rusia se prepara para enquistar la guerra en Ucrania… y puede salirle bien
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El gran temor de Europa

Rusia se prepara para enquistar la guerra en Ucrania… y puede salirle bien

Las contraofensivas ucranianas han provocado que se plantee por primera vez la posibilidad de que Ucrania gane la guerra. ¿Está preparada Kiev para sostener un conflicto a largo plazo? A las capitales europeas no les gusta la idea

Foto: Tropas prorrusas, en Donetsk. (Reuters/Alexander Ermochenko)
Tropas prorrusas, en Donetsk. (Reuters/Alexander Ermochenko)
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La euforia de Ucrania por la exitosa contraofensiva en Járkov, que ha empujado a las tropas invasoras hasta la frontera de Rusia, se ha visto empañada por los avances rusos en diversos lugares del Donbás. Según todos los indicadores, el Ejército ruso está teniendo problemas para reabastecerse y suplir las pérdidas en combate, pero lo que tiene lo está utilizando a fondo, concentrando fuerzas para maximizar su potencia de fuego. Esto concuerda con la idea de que, ante la imposibilidad de obtener una victoria total, Rusia se está preparando para consolidar sus conquistas territoriales, convirtiendo la guerra en un conflicto de menor intensidad y prolongándola el tiempo que sea necesario.

Las nuevas autoridades impuestas por los ocupantes rusos en Jersón ya han anunciado su intención de integrar la provincia dentro de la Federación Rusa, sin molestarse siquiera en someter la medida a un referéndum que, ante la hostilidad evidente de casi toda la población, puede deparar demasiadas sorpresas desagradables para el Kremlin (también lo hará, por cierto, la región separatista georgiana de Osetia del Sur, aunque allí sí habrá una consulta popular, cuya transparencia está por ver). Pero esto solo es viable si las dos repúblicas rebeldes del Donbás, Donetsk y Lugansk, lo hacen también, así como la franja territorial entre ambos. Tras la rendición de los últimos defensores de Azovstal, Mariúpol queda en manos rusas, abriendo la puerta a un corredor ribereño que una Jersón con la frontera rusa (y, si Rusia lograse conquistar Odesa, también con Crimea).

Foto: El capitán Chaika en Saltivka, un barrio de Járkov. (KAP)

El mayor obstáculo a este plan es, obviamente, la resistencia ucraniana. En Melitópol, bajo ocupación rusa, funciona una guerrilla que ya ha ejecutado a decenas de soldados y oficiales rusos. Las fuerzas ucranianas pelean a las puertas de la capital de Jersón, y otras ciudades cercanas al frente como Odesa y Zaporiyia están firmemente en manos ucranianas y funcionan como bases para las acciones contraofensivas. Pero las capacidades de Ucrania tienen un límite, empezando por las dificultades occidentales para seguir abasteciendo de armamento al Ejército defensor, como explicó hace unos días nuestro compañero Juanjo Fernández. Y luego está el sufrimiento económico: la Escuela de Economía de Kiev calcula que el coste de la guerra será de más de 500.000 millones de dólares. Cuanto más dure el conflicto, más se incrementará esta cifra.

Putin parece contar con que tarde o temprano la unidad y solidaridad occidentales saltarán por los aires, una posibilidad que también preocupa a muchos estrategas a ambos lados del Atlántico. La propaganda rusa en otros idiomas insiste de forma machacona en que las sanciones no están teniendo un efecto tangible en la economía rusa y han fracasado (falso), que debido a los altos precios de los hidrocarburos, Rusia ha tenido más ingresos que nunca incluso exportando menos cantidad (cierto) y que la factura de estas restricciones la están pagando los consumidores de a pie (parcialmente cierto).

Foto: La líder de la oposición bielorrusa, Svetlana Tijanóvskaya. (EFE/Rafal Guz)

El objetivo es agitar a las sociedades occidentales para que se rebelen contra el alto coste económico que la situación está teniendo para sus bolsillos. Y la jugada podría acabar saliéndole bien. Según un reciente artículo de 'Politico Magazine', en las cancillerías europeas existe una preocupación real de que Ucrania pueda acabar ganando la guerra, lo cual enquistaría la situación actual y alejaría para siempre el suministro energético desde Rusia. Eso podría explicar los comentarios del presidente Emmanuel Macron afirmando que “no hay que humillar a Rusia” y sugiriendo que Ucrania quizá debería aceptar algunas pérdidas territoriales en aras de la paz, y la posición ambigua del canciller alemán Olaf Scholz.

La directora nacional de Inteligencia de EEUU, Avril Haines, declaró la semana pasada que el Kremlin podría decretar la ley marcial y otras medidas. "Evaluamos que el presidente Putin se está preparando para un conflicto prolongado en Ucrania, durante el cual todavía tiene la intención de lograr objetivos mayores", afirmó Haines ante el Comité de Servicios Armados del Senado.

Analistas militares consideran que en las condiciones actuales Rusia tiene escasas posibilidades de hacer progresos significativos sobre el terreno, puesto que para acumular tropas en un frente debe moverlas desde otro, lo que por lo general se traduce en nuevos avances ucranianos en esos lugares. Pero un estancamiento tendría el beneficio añadido para Rusia de que le permitiría hacer una pausa y acumular fuerzas para lanzar una agresión renovada en el futuro. Expertos del Instituto para el Estudio de la Guerra advierten del riesgo de darle esa oportunidad al Kremlin: “Putin no ha abandonado sus ambiciones de controlar Kiev a largo plazo. Si Putin se anexiona territorio ocupado y el conflicto se asienta sobre nuevas líneas del frente, podría reconstituir sus fuerzas y renovar la anexión de Ucrania en los próximos días, desde una posición de mayor fortaleza”, escriben.

Mientras tanto, en Rusia, incluso sin declarar la ley marcial, ya han empezado las medidas para sostener esa 'larga guerra'. Se está produciendo una movilización encubierta, en la que ciudadanos de entre 30 y 40 años (una franja de edad que ya cuenta con experiencia militar, y cuyo reclutamiento es 'a priori' menos polémico que el de los jóvenes bisoños, que a menudo todavía viven con sus padres) están recibiendo cartas oficiales en que se les invita a unirse a las fuerzas armadas en su campaña en Ucrania. En principio se trata de una recomendación, cuyo cumplimiento no es obligatorio. Pero es un primer paso.

Foto: El ministro de Asuntos Exteriores de Ucrania, Dmytro Kuleba, junto a su homóloga canadiense y el Alto Representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad. (EFE/EPA/Stephanie Lecocq)

También se están lanzando algunas iniciativas de economía de guerra, como la expropiación de los activos de las empresas extranjeras que han abandonado el país. Las instalaciones de Renault, por ejemplo, se dedicarán a volver a fabricar coches marca Moskovich, según ha anunciado el alcalde de Moscú. La gobernadora del Banco Central ruso, Elvira Nabiullina, ha advertido a la Duma (Parlamento) de que la economía está entrando en un periodo de “transformación estructural” por la falta de repuestos extranjeros. El experto británico Mark Galeotti considera septiembre como el mes en que los rusos empezarán a sentir de verdad el impacto de las sanciones. Pero mientras tanto, existen indicios de que la lucha entre los tecnócratas económicos y los partidarios de restablecer el control estatal sobre la economía podría empezar a saldarse en favor de los segundos.

Por eso, algunas voces sugieren que es el momento de hacer todo lo posible por ayudar a Ucrania a obtener una victoria decisiva que le permita reconquistar todo el territorio perdido a manos de Rusia, antes de que esta tenga la capacidad de recuperarse. Esto, sin embargo, no es lo que quieren oír en muchos ministerios europeos. Pero tras la anexión de Crimea y la desestabilización del Donbás en 2014, Rusia esperó ocho años antes de lanzar esta segunda y más agresiva ronda. Y si el este de Ucrania regresa a una situación de 'conflicto congelado', nada le impide volver a ese estado de hibernación hasta que vuelva a estar preparada.

La euforia de Ucrania por la exitosa contraofensiva en Járkov, que ha empujado a las tropas invasoras hasta la frontera de Rusia, se ha visto empañada por los avances rusos en diversos lugares del Donbás. Según todos los indicadores, el Ejército ruso está teniendo problemas para reabastecerse y suplir las pérdidas en combate, pero lo que tiene lo está utilizando a fondo, concentrando fuerzas para maximizar su potencia de fuego. Esto concuerda con la idea de que, ante la imposibilidad de obtener una victoria total, Rusia se está preparando para consolidar sus conquistas territoriales, convirtiendo la guerra en un conflicto de menor intensidad y prolongándola el tiempo que sea necesario.

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