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Marcos 2.0 en Filipinas: ¿cómo va a gobernar el hijo del dictador?
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Marcos 2.0 en Filipinas: ¿cómo va a gobernar el hijo del dictador?

La dinastía más poderosa de Filipinas ha recuperado el poder casi 40 años después de la caída de Ferdinand Marcos. Su hijo se enfrenta a un país polarizado, pese a ganar con más del 50%

Foto: Ferdinand 'Bongbong' Marcos visita la tumba de su padre tras ganar las elecciones. (Reuters)
Ferdinand 'Bongbong' Marcos visita la tumba de su padre tras ganar las elecciones. (Reuters)

Los Marcos han vuelto al poder en Filipinas. Lo que parecía impensable hace unos meses se hizo realidad el lunes. Ferdinand Marcos Jr., el hijo del difunto dictador, está a punto de ganar las elecciones presidenciales por goleada. Es más, es el primer candidato que obtiene más del 50% de los votos en la carrera a una sola vuelta desde que su familia fue expulsada del poder en 1986.

Este triunfo decisivo es la culminación de una búsqueda de décadas por parte de la dinastía más famosa y polarizante de la política filipina moderna para restaurar su legado y volver al Palacio de Malacañang. Pero ¿gobernará Marcos como el autócrata de su padre o cumplirá su vaga promesa de "unidad" para calmar a los filipinos que guardan un amargo recuerdo del férreo gobierno y la cleptocracia de su padre?

Foto: Acto de final de campaña de Bongbong Marcos. (Reuters/Eloisa López)

Una segunda presidencia de Marcos pondría a la democracia del país en peligro de muerte, sostiene Aries Arugay, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Filipinas Diliman. "La democracia filipina se ha erosionado a gran velocidad bajo [el actual presidente Rodrigo] Duterte según todos los parámetros", dice Arugay. No cree que el sistema democrático se derrumbe con Marcos, sino que se encamine hacia "la más mínima definición procedimental de la democracia": elecciones que pueden ser fácilmente manipuladas por el Estado. En cualquier caso, Arugay espera que la tendencia antiliberal continúe. Es sólo cuestión de tiempo, teme, que Marcos recurra a estrategias populistas-autoritarias para consolidar el poder -como la eliminación de los límites de los mandatos presidenciales- porque ganar la mayoría absoluta le da un cheque en blanco.

Pero tal vez Marcos sea el unificador que dice ser, dice Antonio Contreras, profesor de ciencias políticas en la Universidad De La Salle y partidario de Marcos. En su opinión, Marcos demostrará a los filipinos que puede tener éxito donde los anteriores presidentes han fracasado, seduciendo a sus críticos. "No va a ser conflictivo", explica Contreras. "Va a intentar hacer mucha diplomacia hablando con la gente que está en contra de él" -incluidos los que siguen sospechando de sus motivos porque "no pueden separar al hijo del padre".

Foto: Simpatizantes de la vicepresidenta filipina Leni Robredo durante un acto electoral. (EFE/EPA/Rolex Dela Pena)

Aun así, el amplio margen de victoria de Marcos sugiere que muchos filipinos sienten nostalgia por el gobierno caudillesco de su padre, lo que pudo haberles impulsado a votar por Duterte hace seis años. "Todavía existe ese recuerdo, ese anhelo, esa nostalgia", dice Contreras. La democracia posterior a 1986, señala, no ha cumplido a los ojos de muchos filipinos porque ni transformó la sociedad ni demostró ser mejor que el "antiguo régimen".

De hecho, la campaña de Marcos ha impulsado con éxito la narrativa de la "era dorada" en las redes sociales. Su ejército de bots se dirigió a la generación Z con vídeos virales de desinformación en TikTok, y la estrategia funcionó: la "base" del hombre de 64 años son los filipinos menores de 40 años, que representan más de la mitad del electorado. Una vez que asuma el poder, Arugay espera que Marcos siga los pasos de Duterte y utilice las redes sociales como arma para seguir cultivando su figura y proteger su régimen contra las críticas.

Foto: Protesta en Quezon City, Filipinas, contra la candidatura de Marcos y Duterte. (EFE/Rolex Dela Pena))

"Dada la perniciosa polarización en la que se encuentra el país en este momento, esta red de desinformación es necesaria para movilizar a sus seguidores, señalar a sus enemigos y ocultar la posible incompetencia y mala gestión de su gobierno", afirma. "Será una máquina de arrojar propaganda, ágil y eficaz".

Un área en la que Marcos haría bien en seguir el manual de su padre es la política exterior. El mayor de los Marcos fue un maestro a la hora de aprovechar el valor estratégico de Filipinas para la guerra de EEUU en Vietnam con el fin de obtener beneficios de Washington, que le apoyó casi hasta el final y concedió a su familia el exilio en Hawai. Ahora, su hijo se enfrenta a un reto similar con su país atrapado en el fuego cruzado de la rivalidad entre Estados Unidos y China.

Foto: Trincheras de EEUU en la guerra de Filipinas. (iStock)

"Va a ser un acto de equilibrismo", dice Contreras. Si bien Filipinas tiene una larga relación con EEUU, Duterte acercó el país a China, y Pekín está ansioso por mantener su influencia sobre Manila debido a sus intereses en el disputado Mar de China Meridional. Por lo tanto, sería "suicida" para Marcos "poner todos los huevos en la misma cesta", como hizo Duterte con China.

Arugay está de acuerdo. Si está bien asesorado, Marcos se mantendrá al margen de la relación entre Estados Unidos y China, como hicieron (la mayoría de) sus predecesores. Pero si los estadounidenses lo presionan demasiado, podría redoblar la apuesta de Duterte y abrazar a China con más fuerza, lo que sin duda resentiría la mayoría de los filipinos.

*Este artículo fue publicado originalmente en inglés en GZERO Media. Si te interesa la política internacional, pero quieres que alguien te la explique, suscríbete a la 'newsletter' Signal aquí.

Los Marcos han vuelto al poder en Filipinas. Lo que parecía impensable hace unos meses se hizo realidad el lunes. Ferdinand Marcos Jr., el hijo del difunto dictador, está a punto de ganar las elecciones presidenciales por goleada. Es más, es el primer candidato que obtiene más del 50% de los votos en la carrera a una sola vuelta desde que su familia fue expulsada del poder en 1986.

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