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Pekín mueve ficha a lo grande en el mar del Sur de China
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Pekín mueve ficha a lo grande en el mar del Sur de China

La actitud cada vez más asertiva de China hacia las disputadas aguas es una muestra de la impotencia de la región —y la falta de voluntad de EEUU— para pararle los pies

Foto: Barcos chinos en el Mar del Sur. (Reuters)
Barcos chinos en el Mar del Sur. (Reuters)

Filipinas exigió el lunes a China que retire una enorme flota pesquera —presuntamente dirigida por la marina china— de las aguas sobre las que Manila tiene derechos exclusivos en el Mar de China Meridional. Pekín, como era de esperar, negó estar involucrado, pero este último hito en la estrategia cada vez más agresiva de China para hacer valer sus reclamos en una de las vías marítimas más disputadas del mundo revela mucho.

Los ‘hombrecitos azules’

Una de las tácticas preferidas de China para ganar control en el Mar de China Meridional es el despliegue de su milicia marítima armada para hacer el trabajo sucio de su marina con el pretexto de "pescar". Sus miembros han sido apodados los 'hombrecitos azules' de China porque su papel es similar al de los famosos 'hombrecitos verdes' de Vladímir Putin, los soldados rusos sin insignias oficiales que invadieron el este de Ucrania en nombre de Moscú en 2014.

Contar con miembros de la marina china disfrazados de pescadores en el Mar de China Meridional no es nada nuevo. Lo que es diferente esta vez es la enorme escala de la flotilla: la friolera de 220 embarcaciones, un rival con el que la marina y la guardia costera de Filipinas, deficientemente equipadas, no pueden lidiar. Eso, sin mencionar los barcos de pesca locales, los cuales se han quejado durante mucho tiempo de que China los expulsa de sus propias aguas.

Foto: Un marine chino, delante de un cartel de Xi Jinping. (Reuters)

China está ganando en el Mar de China Meridional. Durante décadas, el país ha reclamado derechos marítimos indiscutibles sobre casi toda la zona, la principal puerta de entrada comercial y de navegación a Asia Oriental. Aproximadamente un tercio del transporte marítimo mundial pasa por estas aguas, las cuales también son inmensamente ricas en pesca e hidrocarburos. Por ello, China hará lo que sea necesario para controlar la zona, parte de las cual también es reclamada por Brunei, Malasia, Filipinas, Taiwán y Vietnam.

Conforme el poder de China ha aumentado en los últimos años, también lo ha hecho la determinación de Pekín de afirmar su dominio sobre el Mar de China Meridional. Todos los intentos de otros reclamantes y de la marina estadounidense de plantar cara a sus numerosas provocaciones —como la construcción de instalaciones militares en islas artificiales, la interrupción de la libertad de navegación o el agotamiento de las poblaciones locales de peces— no han logrado disuadir a China.

Estados Unidos, la única nación con el poder militar suficiente para representar una amenaza para China, ya no es un jugador importante en la disputa. El verano pasado, Washington reconoció un dictamen internacional de 2016 —en respuesta a una demanda presentada por Filipinas— que anuló los reclamos de soberanía de China (Pekín rechaza el veredicto). Pero ambas partes saben que los estadounidenses tienen poco apetito por empezar una guerra con China, y mucho menos por un mar al otro lado del mundo.

Duterte y China

El último incidente con China en el Mar de China Meridional ha puesto al presidente filipino, Rodrigo Duterte, en un aprieto. El abrasivo líder usa una voz suave hacia China, argumentando que Filipinas es demasiado débil como para arriesgarse a una confrontación con un rival tan poderoso.

Muchos filipinos que sienten una creciente desconfianza hacia China se oponen a la aparente pleitesía rendida por Duterte a Pekín a cambio de inversiones para reparar la decadente infraestructura del país. La promesa de ese dinero tan necesario explica su renuencia a exigir el cumplimiento del dictamen de 2016 al Gobierno chino y su respaldo a la exploración conjunta de petróleo y gas en áreas en disputa.

Foto: Barcos de cuatro naciones en las aguas del Mar de China Meridional. (EFE)

Pero esta vez Duterte tiene al menos dos razones para demostrar que no es el títere de Xi Jinping. Aunque sus índices de aprobación popular siguen siendo altos, su Gobierno se ha enfrentado a fuertes críticas por su pésima respuesta a la pandemia y por retrasar la campaña de vacunación en el país al priorizar las vacunas contra el covid-19 fabricadas en China sobre otras. Además, es probable que las relaciones con China se conviertan en un tema importante de campaña en las elecciones de mayo de 2022 (donde el propio Duterte podría estar en la boleta electoral como candidato a vicepresidente para eludir el límite presidencial de un mandato).

¿Qué pasa después? La debilitada economía filipina depende tanto del comercio chino que parece poco probable que Duterte tome alguna medida significativa para contrarrestar el último golpe de Pekín, sin importar el riesgo político. Y con Washington centrado en problemas más urgentes que resolver con Pekín, los 'hombrecitos azules' de China están listos para gobernar las olas en el Mar de China Meridional.

*Este artículo fue publicado originalmente en inglés en GZERO Media. Si te interesa la política internacional, pero quieres que alguien te la explique, suscríbete a la 'newsletter' Signal aquí.

Filipinas exigió el lunes a China que retire una enorme flota pesquera —presuntamente dirigida por la marina china— de las aguas sobre las que Manila tiene derechos exclusivos en el Mar de China Meridional. Pekín, como era de esperar, negó estar involucrado, pero este último hito en la estrategia cada vez más agresiva de China para hacer valer sus reclamos en una de las vías marítimas más disputadas del mundo revela mucho.

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