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"No aceptéis ninguna pastilla de los soldados bielorrusos": larga noche en la frontera polaca
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Miles de personas atrapadas

"No aceptéis ninguna pastilla de los soldados bielorrusos": larga noche en la frontera polaca

El Gobierno de Polonia busca mantener fuera a los migrantes y lejos a los testigos molestos. La UE, mientras tanto, mira hacia otro lado

Foto: Migrantes se calientan frente a una hoguera en un campamento improvisado en la frontera entre Bielorrusia y Polonia. (EFE/Maxim Guchek)
Migrantes se calientan frente a una hoguera en un campamento improvisado en la frontera entre Bielorrusia y Polonia. (EFE/Maxim Guchek)

"La frontera polaca está cerrada. Las autoridades de Bielorrusia les han mentido. Regrese a Minsk. No tome ninguna pastilla de los soldados bielorrusos". Toda persona que se acerca al paso fronterizo de Kuznika, que limita la gélida frontera entre Polonia y Bielorrusia, recibe este SMS del Gobierno polaco. Según ha denunciado Varsovia en varias ocasiones, los soldados bielorrusos estarían proporcionando a los migrantes "extrañas píldoras", presuntamente de drogas como la metadona, para "ayudarles a sobrevivir" el cruce de la frontera.

La policía polaca está frenando a los medios de comunicación a apenas tres kilómetros del lugar donde permanecen atrapadas miles de personas, víctimas de estas nuevas "guerras híbridas" del Siglo XXI. Las cifras bailan. Según Varsovia, son unas 4.000; las cifras difundidas por Minsk reflejan alrededor de 2.000. Pero en cualquier caso, todas quedan eclipsadas ante los más de 15.000 soldados desplegados por Varsovia. Esta frontera invisible marcada por las fuerzas de seguridad de Polonia y cerrada a los observadores internacionales es atravesada, eso sí, por un trasiego constante de camiones militares.

La consigna del Gobierno del partido ultraconservador Ley y Justicia (PiS, en polaco) está clara: mantener fuera a los migrantes y lejos a los testigos molestos. La UE cierra filas con Polonia y también desvía su mirada de sus restricciones a las libertades fundamentales, como la libertad de prensa o el derecho al asilo. Las críticas de Bruselas a la gestión polaca, que ha rechazado la presencia de Frontex en la zona limítrofe, son, en el mejor de los casos, veladas.

El silencio europeo contrasta con el tono más duro empleado hace unas semanas cuando el Tribunal Constitucional desató el 'Polexit legal' al declarar la supremacía del derecho nacional sobre el comunitario. Y desentona especialmente con las críticas duras a Hungría por su ley anti-LGTBI, cuando algunos miembros del club como Países Bajos le enseñaron la puerta de salida. La Comisión Europea se mantiene de perfil ante la crisis geopolítica-migratoria actual, escudándose en la necesidad de mantener con su Estado miembro un equilibrio imposible.

La larga carretera que conduce a la frontera hacia la última dictadura de Europa, la Bielorrusia liderada por Aleksandr Lukashenko, supura tensión, oscuridad y un ambiente gélido que va más allá del frío invierno polaco. El bosque de Bialowieza, uno de los últimos vírgenes de Europa, es inmenso y oscuro. Allí, miles de personas soportan su destino a la intemperie bajo temperaturas y condiciones difíciles de imaginar y bajo la mirada indiferente de ciervos, jabalíes o zorros.

En términos puramente de cifras, la última crisis migratoria de Europa no es alarmante. Nada tiene que ver con el millón de personas que arribaron en 2015. Pero sus implicaciones geopolíticas son de primera gravedad. La UE se siente en medio de una guerra no convencional en la que todo —desde las personas hasta la energía— se instrumentaliza y se utiliza como un arma política destinada a ejercer coerción y chantaje.

Foto: Los migrantes se agolpan para recibir ayuda humanitaria en su campamento de la frontera bielorrusa-polaca en la región de Grodno. (EFE)

Nuevas rutas a la vista

"Hay que frenar las rutas aéreas, aunque eso está ya casi hecho. Durante estos días hemos hablado con países de origen y tránsito y creo que el flujo está bajo control", señalaba Josep Borrell, Alto Representante de Asuntos Exteriores de la UE, el lunes coincidiendo con el anuncio de las aerolíneas turcas e iraquíes de que prohibirían vuelos que podrían estar involucrados en este "tráfico de personas" con destino la UE vía Minsk. El propio Borrell ha reconocido que, si bien se han frenado las vías principales de llegadas, se han abierto otras nuevas, especialmente con origen en Asia Central.

La Comisión Europea acaba de aprobar un paquete de emergencia de 700.000 euros para asistir a las personas atrapadas en la frontera con comida, mantas y kits humanitarios. La experiencia lituana, donde comenzó la crisis en verano, demuestra que la crisis está enquistada y los migrantes continúan 'sine die' atrapados en campamentos improvisados con temperaturas bajo cero. La prioridad europea es acelerar los retornos, bien por vía voluntaria o a través de la cooperación con países terceros como Irak, que hoy mismo ayudará a regresar a más de 300 de sus ciudadanos. Entretanto, las informaciones que llegan desde el otro lado de las vallas de alambre de espino apuntan a que el régimen bielorruso estaría transportando a migrantes en autobuses hasta "lugares desconocidos".

Foto: Soldados polacos hacen guardia frente a la frontera con Bielorrusia. (Reuters/Irek Dorozanski)
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Lukashenko ha aprendido. Lituania no le dio el rédito y altavoz político que sí está consiguiendo con Polonia. Durante los últimos días, el presidente de la ex república soviética que mantiene la KGB ha mantenido conversaciones al más alto nivel con líderes como Angela Merkel, Emmanuel Macron y su principal aliado, Vladimir Putin. Busca así el reconocimiento y la legitimidad internacionales. También el levantamiento de sanciones europeas, que afectan ya a más de 160 funcionarios cercanos. De momento ha logrado llamar la atención, pero también se ha topado con una quinta ronda de castigo por parte del bloque comunitario.

Sin embargo, las imágenes que los cañones de agua y gases lacrimógenos de los efectivos polacos contra los migrantes dejaron el pasado martes y el constante reguero de muertos en el lado bielorruso (de frío, los que más) también pueden rebotarle a Lukashenko, que este jueves habría comenzado a trasladar -en autobús- a unos mil migrantes que acampaban en los bosques de la frontera con Polonia a unos refugios cerca del 'check point' de Kuznica. Según imágenes repartidas por la agencia estatal de noticias bielorrusa, Belta, el grupo de migrantes han sido trasladados a una instalación equipada con colchones en el suelo, algunas mantas y paquetes de comida.

Calma y tensión, las dos vidas de la frontera

La carrera de reuniones extraordinarias, llamadas diplomáticas y mecanismos de presión no termina de reflejar mejoras sobre el terreno. El frío y el hambre ponen en riesgo real a miles de personas que soportan condiciones extremas. Más de una decena habría perdido la vida por agotamiento e hipotermia y la crisis política amenaza con transformarse en una crisis humanitaria en el Viejo Continente.

Los días pasan, las temperaturas bajan y el cansancio hace mella. Durante las últimas horas se han reportado enfrentamientos entre los migrantes y las fuerzas de seguridad polacas, que habrían respondido al lanzamiento de piedras con cañones de agua y gases lacrimógenos. Una realidad difícil de verificar por las trabas del Ejecutivo. La versión de Varsovia es que el régimen bielorruso está armando a los migrantes para escalar todavía más la tensa situación. Por su parte, Minsk acusa a su vecino de denigrar a las personas que aguardan en su frontera al denegarles el derecho a pedir asilo.

Foto: Robert Biedrón (c), en una imagen de archivo. (EFE/EPA/Aleksander Kozminski)
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A escasos kilómetros de este drama, la vida se desarrolla con aparente normalidad. La presencia militar se ha triplicado en zonas como Sokolka, la localidad más próxima a la frontera que vive este trasiego de presencia internacional inusual entre la indiferencia y la sorpresa. Uno de sus locales afirma que "la población está dividida al 50%" entre la aprobación de la gestión del gobierno polaco y la repudia. Otro ciudadano se describe como perplejo ante esta situación: "Llegaban de turismo a Bielorrusia y aquí quieren pedir asilo".

Mientras tanto, la UE ultima las sanciones contra aerolíneas, agencias de viajes y, sobre todo, funcionarios próximos a Lukashenko que habrían orquestado a conciencia esta crisis migratoria "artificial" con ofertas y promesas irreales para empujar a miles de personas a las puertas de una UE cerrada a cal y canto, condenándolos a un destino incierto y a un invierno que solo comienza a enseñar los dientes.

"La frontera polaca está cerrada. Las autoridades de Bielorrusia les han mentido. Regrese a Minsk. No tome ninguna pastilla de los soldados bielorrusos". Toda persona que se acerca al paso fronterizo de Kuznika, que limita la gélida frontera entre Polonia y Bielorrusia, recibe este SMS del Gobierno polaco. Según ha denunciado Varsovia en varias ocasiones, los soldados bielorrusos estarían proporcionando a los migrantes "extrañas píldoras", presuntamente de drogas como la metadona, para "ayudarles a sobrevivir" el cruce de la frontera.

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