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El Pegasus marroquí no llegó a España, pero Rabat sí acabó con González Laya
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Cómo ataca Marruecos a España

El Pegasus marroquí no llegó a España, pero Rabat sí acabó con González Laya

Un abogado malagueño, con vínculos con Marruecos, empeñado en que un juez de Zaragoza impute al que fue jefe de gabinete de la ministra de Asuntos Exteriores por autorizar la entrada de Brahim Ghali en España

Foto: El nuevo ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, junto a su predecesora, Arancha González Laya. (EFE)
El nuevo ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, junto a su predecesora, Arancha González Laya. (EFE)
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El Gobierno de España respira con alivio porque entre los objetivos de los servicios secretos de Marruecos no hay ningún móvil español, excepto el de un periodista, según indican fuentes diplomáticas. De lo contrario, hubiera quedado entorpecida la operación de reconciliación con la nación vecina que el nuevo ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, anunció el 12 de julio en su toma de posesión. Su objetivo es, dijo entonces, “reforzar las relaciones con Marruecos, gran amigo y vecino del sur”. Fue el único país que nombró.

La sustitución en Exteriores de la ministra Arancha González Laya, bestia negra de las autoridades marroquíes, fue el primer guiño que Pedro Sánchez hizo a Rabat. El 27 de mayo, la embajadora marroquí en España, Karima Benyaich, llegó a acusarla de “tergiversar los hechos” con “comentarios inapropiados”. Cuando se produjo su relevo, la prensa oficialista marroquí se llenó de análisis, como los firmados por los politólogos Atik Essaid y Mohamed Boudan, que resaltaban ese “primer paso” dado por Sánchez hacia Marruecos. Era, sin embargo, insuficiente.

Foto: El nuevo ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares. (EFE)

El Ejecutivo de Sánchez guarda silencio sobre esta ofensiva de la Inteligencia marroquí, a diferencia de países afectados, como Francia o Argelia, o de otros no directamente afectados, como Alemania, o instituciones como la Comisión Europea, que sí se han pronunciado ante el escándalo revelado por el consorcio periodístico liderado por Forbidden Stories. Berlín lo hizo el martes, pese a que ningún móvil alemán estaba entre los blancos del programa malicioso Pegasus que habría utilizado la Dirección General de Supervisión del Territorio (DGST), el servicio marroquí sospechoso del ataque.

Por el momento, ni Sánchez ni su Gobierno siquiera han manifestado en público empatía con Francia y su presidente, Emmanuel Macron, quien era uno de los objetivos del espionaje marroquí —junto con su ex primer ministro Edouard Philippe, 14 ministros y al menos 1.000 usuarios de móviles con números franceses identificados en la lista filtrada con más de 50.000 números amenazados o intervenidos por Pegasus en todo el mundo—. Esto, pese a que el portavoz de la diplomacia francesa sí expresó, el 19 de mayo, su solidaridad con España en la crisis que vivía con Marruecos —se acababa de producir la 'invasión' migratoria de Ceuta facilitada por Rabat— y que el ministro de Asuntos Exteriores, Jean-Yves Le Drian, la reiteró el 9 de julio durante una visita a Madrid.

Foto: Emmanuel Macron, en un discurso reciente. (EFE)

La diplomacia española está incluso convencida de que la tensión que ahora aflora entre París y Rabat es beneficiosa para sus intereses. Francia es el principal valedor de Marruecos en la Unión Europea y en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Cuanto más aislado esté el reino alauí, más deseoso estará de normalizar su relación con su vecino del norte —con el que desencadenó una crisis el 10 de diciembre, aplazando 'sine die' una cumbre bilateral con el Gobierno español, y la acentuó a finales de abril, cuando supo que el líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, había sido hospitalizado en secreto en Logroño—.

Sin embargo, muchos de los que ocupan puestos de responsabilidad relacionados con la seguridad en el Estado español hubiesen preferido que en la lista de espiados hubiesen figurado unos cuantos números españoles. Están convencidos de que, aunque no hayan aflorado, un buen número de personalidades españolas han sido vigiladas a distancia por la Inteligencia marroquí. La aparición de una lista española hubiese sido un aldabonazo para la clase política, incluidos miembros del Gobierno, poco celosa de su privacidad.

¿La lista española?

¿Cómo es posible que en el listado de espiados marroquíes aparezca hasta el gerente de una explotación agrícola de Moulay Hicham, el príncipe 'rojo', y en la francesa haya diputados nada influyentes y no exista una española con pesos pesados de la política nacional y altos funcionarios? Por ahora, no hay respuesta a esta pregunta.

Foto: Foto: EFE.

Desde los diferentes servicios de seguridad del Estado, han asistido impávidos estos últimos meses al despliegue de los servicios marroquíes en España. Fueron capaces de descubrir la presencia de Ghali, enfermo de covid, en el hospital San Pedro de Logroño, pese a que había sido registrado con nombre falso por un personaje desconocido que se encargó de ese trámite. Después, filtraron su ingreso a dos diarios amigos, 'Le 360' en Marruecos y 'Jeune Afrique' en Francia, que dieron la exclusiva. A continuación, el ministro de Exteriores marroquí, Nasser Bourita, publicó dos comunicados de protesta, convocó al embajador de España en Rabat y después retiró a su embajadora en Madrid.

Ahmed Charai, un empresario de prensa que actúa como relaciones públicas del servicio secreto exterior (DGED), y sus colaboradores en España publicaron varios artículos en un par de diarios españoles. Charai fue condenado en 2011 por difamar al expresidente José María Aznar atribuyéndole la paternidad de la hija que esperaba la ministra de Justicia de Francia, Rachida Dati. En el llamado Wikileaks marroquí, que se publicó en 2014, discute por correo varios planes con Mourad el Ghoul, jefe de gabinete del director de la DGED.

Foto:  El avión medicalizado que trasladó a Argel al líder del Frente Polisario, Brahim Gali. (EFE)

Cuando se repuso parcialmente de la enfermedad, Ghali tuvo que declarar como imputado ante el juez Santiago Pedraz, de la Audiencia Nacional. La Asociación Saharaui de Derechos Humanos con sede en España, pero con vínculos con Rabat, le acusó de torturas, genocidio y otros crímenes. Ghali encargó su defensa a Manuel Ollé Sesé, quien recuerda cómo súbitamente empezó a tener “una retahíla de acompañantes no deseados” tanto en Madrid, donde reside, como en Logroño, donde viajaba para ver a su cliente. “Aparecieron hasta en los pasillos del hospital”, relata el abogado sobre los que eran, con toda probabilidad, agentes marroquíes. Finalmente, el magistrado dejó al veterano líder saharaui en libertad sin cargos.

La demanda que tiene en vilo a Exteriores

Pese a la salida de González Laya del ministerio, Marruecos tiene en marcha otro intento de golpear a la exministra a través del que fue su jefe de gabinete, el diplomático Camilo Villarino, quien también desempeñó el mismo cargo con el popular Alfonso Dastis y el socialista Josep Borrell. El mes pasado, un abogado de Torremolinos, Antonio Urdiales, puso una denuncia ante el Juzgado de Instrucción número 7 de Zaragoza, cuyo titular es Rafael Lasala. Urdiales acusa a las autoridades españolas de prevaricación, malversación y encubrimiento por haber permitido la entrada de Ghali y de su hijo en España a través de la base aérea de Zaragoza el pasado 18 de abril, desde donde viajó hasta Logroño en una ambulancia del Servicio Riojano de Salud. El juez admitió a trámite la denuncia y envió sendas providencias a los ministerios de Defensa y Exteriores formulando preguntas sobre las circunstancias de la llegada del líder del Polisario.

Villarino contestó la semana pasada al magistrado identificándose como el funcionario que contactó el 18 de abril con la sección de relaciones internacionales del Estado Mayor del Aire para dar instrucciones sobre las modalidades de entrada de Ghali en España. “No era necesario un control de frontera”, afirma, porque su pasaporte diplomático argelino le eximía de ese trámite en aplicación del Código Schengen, el espacio de libre circulación europeo. Está ahora por ver si el juez archiva la denuncia o, como pide Urdiales, le imputa.

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¿Por qué un abogado de Torremolinos se toma la molestia de emprenderla contra el que fue jefe de gabinete de González Laya? En una entrevista publicada la semana pasada por el digital 'InfoTalQual', que dirige desde Barcelona Rachid el Younoussi, y el diario marroquí 'Risalat al Oumma', Urdiales afirma que España “provocó un conflicto diplomático con Marruecos que viene perjudicando moral y materialmente a millones de personas”.

“Yo soy uno de los perjudicados”, afirmó Urdiales más tarde en una conversación telefónica con este periodista. “Estoy casado con una marroquí; tengo familia en Marruecos y no puedo ir a visitarles desde hace meses, como hacía antes con regularidad, embarcando en Tarifa (Cádiz), a causa de esta crisis entre nuestros dos países”, añade.

“Nadie me ha pagado un dírham [divisa marroquí] por poner esta denuncia”

Urdiales afirma además que él es su propio cliente. “Nadie me ha pagado un dírham [divisa marroquí] por poner esta denuncia”, precisa una y otra vez al teléfono. Los ferris de pasajeros entre Andalucía y Tánger están interrumpidos desde marzo de 2020 por razones sanitarias y no por culpa de la crisis que se agudizó hace tres meses.

El ministro Albares tienen ahora en sus manos la suerte de Camilo Villarino. El Gobierno solicitó su plácet como embajador a Rusia cuando González Laya era aún ministra. Está a punto de ser concedido. Si Villarino es imputado por el juez zaragozano, es posible que Albares no proponga al Consejo de Ministros su nombramiento como embajador en Moscú, haciendo así un gesto hacia Marruecos. Después de haber atizado a la ministra hasta lograr que Sánchez la sustituya por Albares —quien ha sido el embajador español más fugaz en Francia, con apenas 18 meses de servicio—, Rabat propinaría así un golpe al que fue el brazo derecho de González Laya en Exteriores.

El Gobierno de España respira con alivio porque entre los objetivos de los servicios secretos de Marruecos no hay ningún móvil español, excepto el de un periodista, según indican fuentes diplomáticas. De lo contrario, hubiera quedado entorpecida la operación de reconciliación con la nación vecina que el nuevo ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, anunció el 12 de julio en su toma de posesión. Su objetivo es, dijo entonces, “reforzar las relaciones con Marruecos, gran amigo y vecino del sur”. Fue el único país que nombró.

Arancha González Laya Rabat
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