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La estrategia de España con Rusia salta por los aires: "Putin no nos respeta nada"
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Madrid, en el radar del Kremlin

La estrategia de España con Rusia salta por los aires: "Putin no nos respeta nada"

La sensación de creciente hostilidad rusa contra España en un contexto de máxima tensión entre Bruselas y Moscú ha roto el ‘statu quo’ en la Administración sobre cómo lidiar con el Kremlin

Foto: Vladimir Putin, en una imagen de archivo. (Reuters)
Vladimir Putin, en una imagen de archivo. (Reuters)

A principios de marzo, un alto funcionario del Ministerio de Exteriores se dio cuenta de que su cuenta de correo electrónico había sido bloqueada e intervenida por el Centro Criptológico Nacional. “Nos dijeron que sospechaban que ‘hackers’ rusos se habían infiltrado en nuestras comunicaciones internas —explica esta fuente a El Confidencial— y querían tenderles una trampa”.

No se sabe el alcance de la operación ni si tuvo éxito. Otras fuentes diplomáticas confirmaron que sus cuentas resultaron afectadas. Una de ellas aseguró que la intervención tan solo había afectado al servicio consular. Tampoco hay forma de contrastar si efectivamente se trataba de un ciberataque ruso. Más allá de los detalles concretos, este episodio viene a confirmar una tendencia preocupante. España, cada vez más, parece estar en el radar de la estrategia de interferencia y desinformación de Rusia. Porque esto no ha sido un hecho aislado.

Por esas mismas fechas, el 9 de marzo, el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) sufrió un ciberataque de origen desconocido que 'secuestró' la web y todo el sistema, afectando a las gestiones de decenas de miles de ciudadanos. Los servicios de Inteligencia españoles sospecharon inmediatamente de los rusos, dados el ‘timing’ de la operación y la ausencia de una petición de rescate, según relataron en su momento fuentes del Ejecutivo a El Confidencial. Días después, el Gobierno aseguraba a 'El País' que el ataque fue obra de ciberdelincuentes rusos sin nexo conocido con el Kremlin.

Foto: El presidente ruso, Vladímir Putin. (EFE)

Ahora, mes y medio después y gracias a la colaboración de otras agencias internacionales, el Gobierno está “bastante seguro” de que el ataque llevaba la firma rusa, según explica un cargo en la Administración a El Confidencial. Sin embargo, no se atreven a señalar directamente a Moscú sin tener pruebas al 100% por miedo a represalias.

“Somos neutrales con Rusia y casi nunca les molestamos. Pero ellos no hacen distinción entre política europea y española, y nos ven como un eslabón más de la OTAN y de la Unión Europea”, afirma esta misma fuente, que sospecha que se han producido más 'ataques' de los que han trascendido a los medios. “Actualmente, Rusia nos trata como un actor muy débil, Putin no nos respeta nada”.

Foto: El alto representante junto al ministro ruso de Asuntos Exteriores, Sergei Lavrov. (EFE)

Preguntado por estos supuestos ciberataques y un posible cambio de rumbo en las relaciones con Moscú, un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores se limitó a decir que "la estrategia de España [respecto a Rusia] está en línea con el marco conceptual que los propios Estados miembros de la UE nos hemos dado en el seno del Consejo: los denominados cinco principios-guía". Además, afirmó que si hubiese algún cambio "se haría de manera coordinada con nuestros socios europeos".

Por su parte, la embajada de Rusia en Madrid tan solo ha recordado que España se puede dirigir al Centro Nacional de Coordinación para Incidentes Informáticos ruso cuando quiera "para esclarecer cualquier ciberincidente y examinarlo para resolver el problema". Este periódico también ha contactado con el Centro Criptológico Nacional para incluir sus comentarios, pero al cierre de esta edición no ha recibido respuesta.

¿Cómo lidiar con Putin?

En septiembre de 2020, el Gobierno empezó a preparar la visita a España de Svetlana Tijanóvskaya, la líder opositora de Bielorrusia que había tenido que huir del país ante la campaña represiva del dictador Aleksandr Lukashenko. En una reunión preparatoria, un alto cargo del Ministerio de Exteriores se preguntó si sería buena idea para las relaciones de España con Rusia. “¿Pero esto no va a molestar a Putin?”, cuestionó el funcionario.

Foto: González Laya, con su homóloga estonia. (EFE)

La escena, relatada por un asistente a la reunión, es una muestra de la estrategia de apaciguamiento y contención seguida hasta la fecha por los sucesivos gobiernos españoles. Sin embargo, la sensación de creciente hostilidad contra España en un contexto de máxima tensión entre Bruselas y Moscú ha roto el ‘statu quo’ en la Administración sobre cómo lidiar con Rusia. Cada vez más técnicos, políticos y diplomáticos se están uniendo a las otrora voces minoritarias que llevan tiempo advirtiendo de que tratar al mismo tiempo de contener y contentar a Putin no funciona. Algunos abogan incluso por presionar más a Rusia mediante la acción común europea.

“Llevamos años de deterioro de la relación entre Moscú y Madrid, y cada vez hay una mayor actividad rusa encubierta, más hostil y desacomplejada”, afirma Nicolás de Pedro, investigador sénior del Institute for Statecraft de Londres, a El Confidencial. “La experiencia está demostrando, tanto a nivel español como europeo, que la política de apaciguamiento con Moscú hace que el Kremlin lo interprete como un incentivo para aumentar su presión”.

El factor Borrell

Entonces, si hasta ahora España había tratado de esquivar los conflictos diplomáticos, ¿a qué se debe esta repentina animosidad rusa? Muchos expertos señalan el controvertido viaje de Josep Borrell a Moscú en febrero, cuando el jefe de la diplomacia europea criticó públicamente al Kremlin por el trato dado al opositor ruso Alekséi Navalni, arrestado en enero y sentenciado pocas semanas más tarde por un supuesto caso de estafa de 2014.

Foto: La Audencia Nacional. (EFE)

El ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov, respondió orquestando una encerrona mediática contra la comitiva europea. En una de las ruedas de prensa más tensas que se recuerdan en los últimos años, el funcionario ruso criticó la “arrogancia” de la UE y comparó delante de Borrell el caso de Navalni con el de los líderes independentistas catalanes que “están en prisión por organizar un referéndum”.

El ‘impasse’ —señalan diversas fuentes y analistas conocedores de la situación— hizo que España ganara visibilidad en el radar de las operaciones híbridas de interferencia política, ciberguerra y desinformación que habitualmente se atribuyen a Moscú. Por un lado, nuestro país, explican estas fuentes, forma parte de un objetivo más amplio en la estrategia rusa de debilitar a los socios de la UE y la OTAN como parte del pulso geopolítico que sostiene con Occidente. Por otro, los expertos interpretan un claro mensaje a Madrid para que no interfiera en sus asuntos internos.

España forma parte de un objetivo más amplio en la estrategia rusa de debilitar a los socios de la UE y la OTAN como parte del pulso geopolítico

Este nivel de hostilidad no se veía desde los convulsos días del referéndum ilegal de independencia en Cataluña hace casi cuatro años, cuando el Gobierno de Mariano Rajoy denunció ante la UE una supuesta interferencia rusa que avivó el sentimiento antiespañol. “Lo que pasó con Borrell en Moscú no fue una anécdota, sino el preámbulo de algo que está ganando consistencia”, avisa De Pedro.

Una muestra de este deterioro diplomático se puede ver en la narrativa de la propaganda rusa sobre la fallida rueda de prensa de Borrell. Los medios afines al Kremlin desplegaban días después toda su artillería para denunciar el encarcelamiento del rapero Pablo Hasél y los disturbios que se generaron en Cataluña. “España ha tomado la voz cantante para condenar [las acciones de Rusia]”, afirmaba el medio estatal 'Sputnik Mundo' en un artículo que afirmaba en un mismo párrafo que lo de España era una “represión durísima”, pero las acciones policiales contra los manifestantes pro Navalni no eran sino “hacer cumplir la ley”.

Foto: Foto: Reuters

En febrero, ante el ataque verbal ruso equiparando a Navalni con los políticos catalanes presos en España, la ministra de Exteriores, Arancha González Laya, respondió de forma inmediata a Moscú: “Sin entrar en comparaciones, que siempre son odiosas, quisiera recordar al ministro Lavrov que España es una de las 23 democracias plenas en el mundo, y solo hay 23. Rusia está en el puesto 124 de un total de 167 países".

Justo dos meses después, el 5 de abril, en una visita a los países bálticos, la ministra española destacó el interés de España por la seguridad en la región, en un velado mensaje al Kremlin. En Letonia, 300 soldados españoles participan actualmente en la misión de la OTAN para disuadir a Moscú de llevar a cabo cualquier operación militar en la frontera.

Debilitar a todos

Mientras, las relaciones entre Rusia y Europa están en uno de sus peores momentos de los últimos años. En las últimas semanas, a raíz de la imposición de sanciones por el caso Navalni, los medios estatales rusos han intensificado su retórica antieuropea, acusando a la UE de “golpista”, “mamporrera de EEUU”, “marca blanca de la OTAN” o de estar bajo ocupación militar estadounidense. La comunicación con Washington también está bajo mínimos desde que el presidente Joe Biden llamara “asesino” a Putin, a lo que Rusia respondió enviando 150.000 soldados a la frontera con Ucrania —que esta semana ha comenzado a retirar—.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la presentación de Plan de Recuperación Económica con los fondos de la UE. (EFE)

La lógica que siguen las maniobras diplomáticas rusas es simple: debilitar ambos bloques —tanto la Alianza Atlántica como la Unión Europea— exacerbando sus tensiones internas para fomentar la división y evitar frentes cohesionados. Para ello, Moscú utiliza todo —energía, medios de comunicación, diplomacia, influencia en las instituciones internacionales, derechos humanos— como arma geopolítica al servicio de la nación. Algo que están descubriendo los países europeos que han buscado mantener una relación cordial con Rusia como Alemania, separando la tensión política de la relación comercial.

“En el caso ruso, no tiene sentido distinguir entre élites políticas y económicas, porque son las mismas personas”, dice un avezado observador de la política rusa con un cargo en la Administración española.

Foto: El ruso Sukhoi Su-34 caza-bombardero de rango medio y el Su-30SM multiusos de combate vuelan sobre el Kremlin durante el ensayo para un desfile militar en la Plaza Roja de Moscú. (EFE)

Por eso, los medios rusos aprovechan para amplificar y enquistar la polémica. En Alemania, están dando toda la visibilidad posible a los llamados ‘querdenker’, los negacionistas del covid-19, cubriendo sus protestas, por minoritarias que sean, y dando espacio a los portavoces del movimiento. Una táctica similar a la utilizada con los ‘chalecos amarillos’ en Francia, pese a los intentos de Emmanuel Macron de —precisamente— tratar de apaciguar sus relaciones con Rusia. Los ejemplos se repiten en Italia, Grecia, Polonia…

Sin embargo, en la mayoría de estos casos —como ha sucedido con el ciberataque contra el SEPE— existe la dificultad añadida de probar que es Moscú quien está detrás de estos episodios de desinformación o guerra híbrida. Los analistas apuntan a que Putin ha aprendido a borrar sus huellas de la escena del crimen.

“En los últimos años, el Kremlin ha llevado a cabo una externalización y subcontratación de este tipo de operaciones y ciberataques”, afirma De Pedro. “En cualquier caso, resulta poco creíble que el Kremlin no esté como mínimo al corriente de este tipo de operaciones y cabe suponer que supervisa y controla su dirección estratégica”.

A principios de marzo, un alto funcionario del Ministerio de Exteriores se dio cuenta de que su cuenta de correo electrónico había sido bloqueada e intervenida por el Centro Criptológico Nacional. “Nos dijeron que sospechaban que ‘hackers’ rusos se habían infiltrado en nuestras comunicaciones internas —explica esta fuente a El Confidencial— y querían tenderles una trampa”.

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