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Anatomía de un fiasco en Moscú: ‘procés’ y golpes bajos en el viaje de Borrell
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TENSIONES DIPLOMÁTICAS

Anatomía de un fiasco en Moscú: ‘procés’ y golpes bajos en el viaje de Borrell

El jefe de la diplomacia europea ha tenido una visita complicada a Moscú que ha concluido con la expulsión de varios diplomáticos europeos

Foto: Josep Borrell y Sergei Lavrov. (EFE)
Josep Borrell y Sergei Lavrov. (EFE)

No hay viaje fácil a Moscú si eres diplomático europeo. Todavía menos si eres Josep Borrell, Alto Representante de la Unión para Política Exterior y de Seguridad, y eres el primer jefe de la diplomacia europea que visitas el país en ocho años, justo en un momento en el que las relaciones entre la Unión Europea y Rusia se encuentran en uno de los puntos más bajos de los últimos años.

Borrell sabía que su visita a Moscú no iba a ser sencilla. Muchos Estados miembros mostraron sus reservas y consideraban que no era el momento. También señalaban que tras el arresto de Alexei Navalny, líder opositor ruso que acababa de aterrizar en Rusia cuando fue detenido, era el momento de dar un paso más allá en las sanciones. Alemania se oponía frontalmente. España y la mayoría de Estados miembros apoyaban a Berlín: había que optar por la vía pragmática.

El viaje finalmente se ha realizado, y se ha hecho sin sanciones. ¿El objetivo? Que Borrell tomara la temperatura en el Kremlin y las posibles acciones europeas se discutieran en el Consejo de Asuntos Exteriores del 22 de febrero. Pero ha acabado convertido en una gran emboscada rusa que ha convertido la misión del español en un fiasco. Un fracaso total que, en cualquier caso, no sorprende del todo a nadie, y todavía menos a él.

Foto: Borrell, junto al ministro Sergei Lavrov. (EFE)

El punto más bajo de la visita parecía ser una rueda de prensa conjunta que han ofrecido Borrell y el ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov. En ella el Alto Representante ha recriminado a su huésped la detención de Navalny, que había regresado al país tras un intento de asesinato por envenenamiento este verano en Rusia, del que se había estado recuperando en Alemania. Lavrov, en una estrategia diplomática común del Gobierno ruso, ha intentado ridiculizar a Borrell, y lo ha hecho con el ‘procés’.

El ministro ruso ha señalado que hay ocasiones en las que “se sospecha de que los tribunales adoptan decisiones motivadas políticamente", en referencia a los políticos huidos en Bélgica de la justicia española, Carles Puigdemont, Toni Comín y Clara Ponsatí, ahora eurodiputados. En realidad el ataque de Lavrov ha sido enormemente confuso, pero queriendo que quedara claro un mensaje: lo mismo que España pide que se respeten las decisiones judiciales que toma su país, Rusia hace lo mismo. Un intento de ataque a Borrell en el que en realidad defiende de forma indirecta que España tiene derecho a juzgar a Puigdemont. Porque el único objetivo de Lavrov era enfurecer al Alto Representante.

placeholder Josep Borrell. (Reuters)
Josep Borrell. (Reuters)

El Gobierno español ha reaccionado rápidamente. Arancha González Laya, ministra de Exteriores, ha recordado que “España es una de las 23 democracias plenas en el mundo (...) Rusia está en el puesto 124 de 167 países”. “Espero que Navalni tenga la oportunidad de participar y hacer campaña en las próximas elecciones rusas como lo están haciendo ahora los líderes independentistas catalanes que cumplen condena en España”, ha concluido González Laya.

Lo de menos para Lavrov era el fondo de su mensaje. Lo único que quería que quedara claro es que pensaba responder con agresividad a cualquier intento de la Unión Europea de opinar sobre el caso Navalny. Moscú ya había señalado que no pensaba admitir regañinas del Alto Representante durante su visita, para el que estas estrategias tampoco son una novedad: ha escuchado sin inmutarse y sin entrar en el fango. Sabía perfectamente que la visita podía tomar esa deriva y Borrell es un "perro viejo" de la diplomacia, que conoce de primera mano las estrategias rusas.

El ataque final

Parte del viaje de Borrell consistía en explorar la mínima posibilidad de que quedara algún puente entre Moscú y Bruselas que permitiera algo de diálogo. Y Lavrov ha contestado terminando de dinamitar las ruinas de los pocos puentes que quedaban. Ha señalado que Rusia no confía en la Unión Europea, ha atacado la “arrogancia” de los Veintisiete, y se ha comportado con Borrell de una forma arisca, agresiva, sin un solo gesto que indicara que quería que él estuviera en Rusia.

Borrell ha realizado el viaje con la intención sincera de estudiar qué posibles vías se pueden tomar para reconducir la relación. Esa posición inicial ha permitido a Lavrov, sin ninguna intención de conversar con el Alto Representante de forma seria, atacarlo una vez tras otra, montando una emboscada en forma de rueda de prensa con varias preguntas extrañas y algunas trampa, y atacando directamente al país de procedencia de Borrell.

Foto: El opositor ruso Alekséi Navalni. (EFE)

¿Cómo podría empeorar el viaje? Era una pregunta difícil de responder hasta que, en plena visita y durante una reunión, las autoridades rusas han anunciado la expulsión de diplomáticos de Alemania, Suecia y Polonia por haber participado en las protestas contra el encarcelamiento del líder opositor ruso Navalny.

“Durante mi reunión de hoy con el Ministro de Relaciones Exteriores Sergei Lavrov en Moscú, me enteré de que tres diplomáticos europeos serán expulsados de Rusia. He condenado enérgicamente esta decisión y he rechazado las acusaciones de que realizaban actividades incompatibles con su condición de diplomáticos extranjeros”, ha señalado Borrell en un comunicado del Servicio Europeo de Acción Exterior. Fuentes del Servicio señalan que, a pesar de los últimos acontecimientos, Borrell continuará con su visita, que concluye este sábado.

La escalada de tensión entre Moscú y los Veintisiete refuerza la exigencia de algunos países, como Polonia o Finlandia, que han defendido la línea dura con Rusia en los últimos días. El viaje de Borrell, criticado por algunos en Bruselas desde que se anunció, era para muchas capitales la prueba necesaria para poder discutir medidas más importantes contra el régimen de Vladimir Putin.

No hay viaje fácil a Moscú si eres diplomático europeo. Todavía menos si eres Josep Borrell, Alto Representante de la Unión para Política Exterior y de Seguridad, y eres el primer jefe de la diplomacia europea que visitas el país en ocho años, justo en un momento en el que las relaciones entre la Unión Europea y Rusia se encuentran en uno de los puntos más bajos de los últimos años.

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