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Amenaza Navalni: Rusia aguanta el aliento ante el juicio más importante del año
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Amenaza Navalni: Rusia aguanta el aliento ante el juicio más importante del año

Navalni tiene una vista judicial por el caso‘Yves Rocher, por el que el político ya recibió en 2014 una condena de tres años y medio, declarada “manifiestamente injusta” por el TEDH

Foto: Alekséi Navalni, esposado en una comisaría de Moscú. (EFE)
Alekséi Navalni, esposado en una comisaría de Moscú. (EFE)

Por primera vez en décadas, el pasado domingo 31 de enero, el centro de Moscú se blindó para evitar que los manifestantes llegaran a la famosa plaza de Lubianka, la que fuera sede del KGB, donde los aliados del opositor Alekséi Navalni habían convocado la segunda concentración de protesta de este año contra su encarcelamiento. El resultado, 5.000 detenidos en todo el país en la segunda ronda de protestas en ocho días, y el claro mensaje por parte de las autoridades de que la paciencia con las ‘concentraciones ilegales’ se ha agotado.

En medio de este polvorín, este martes 2 de enero, Navalni tiene una vista judicial por el caso Yves Rocher, por el que el político ya recibió en 2014 una condena de tres años y medio —declarada “arbitraria y manifiestamente injusta” por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos— que fue posteriormente suspendida. Ahora podría finalmente recibir la pena al haber faltado a su cita en los juzgados a finales del año pasado, cuando se encontraba en Alemania recuperándose de un intento de asesinato.

Protestas del Pacífico a Europa

El sábado 23 de enero, se habían producido las primeras manifestaciones en todo el país solicitando la liberación de Alekséi Navalni. Moscú amanecía con las noticias de las primeras muestras de solidaridad y detenciones en las ciudades orientales de Jabárovsk y Vladivostok, donde el reloj muestra siete horas de diferencia. A estas les siguieron decenas de concentraciones a lo largo y ancho del vasto territorio ruso. Merece una mención especial la gélida Yakutsk, capital de Yakutia —la subdivisión territorial y administrativa más grande del mundo, con más de tres millones de kilómetros cuadrados—, donde decenas de personas se manifestaron a -50 grados de temperatura.

Foto: Una protesta en frente de la Embajada rusa en Berlín tras el envenenamiento a Alexei Navalni. (Reuters)

Este domingo, la segunda ronda de protestas confirmó que se mantiene el pulso en la calle al Kremlin. Si bien la semana anterior las autoridades habían decidido aplicar un uso moderado de la violencia al mismo tiempo que se intensificaba la campaña mediática contra los protestantes y Navalni, el fuerte dispositivo desplegado este domingo forzó a los grupos de manifestantes en grupos reducidos hacia barrios más periféricos de la capital rusa, donde la policía se esmeró en ablandar con porras y tásers a los miles de personas que se atrevieron a salir desafiando la prohibición.

A pesar de la represión, “las manifestaciones están siendo una victoria táctica para Navalni", según explica Pavel Salin, director del Centro de Investigaciones Políticas de la Universidad Financiera del Gobierno ruso. "Una victoria total sería sin duda su puesta en libertad, ya que este es el objetivo final; o al menos un arresto domiciliario. Sin embargo, aún no está claro si las manifestaciones aumentan la presión en el Kremlin para que lo liberen o si, por el contrario, crecerán los incentivos para mantenerlo entre rejas”.

Foto: Alexéi Navalni en Estrasburgo en 2018. (EFE)

En cualquier caso, cabe afirmar que la reproducción de las manifestaciones por todo el país (a pesar de la cauta participación) ha sido el gran éxito de Navalni en esa jornada. Nadie duda de que Navalni es capaz de reunir a miles de personas en las calles de Moscú o San Petersburgo. De hecho, antes de comenzar las numerosas batallas judiciales que 'de facto' lo han inhabilitado para la política, Navalni logró un encomiable 27% de los votos en las elecciones a la alcaldía de Moscú de 2013. Sin embargo, movilizar simultáneamente a manifestantes en decenas de ciudades rusas resulta una hazaña inédita para muchos de los asistentes a las mismas, de apenas 20 años.

A la juventud de muchos participantes han contribuido las redes sociales rusas como VK. Estas han ardido estos días con debates entre partidarios y detractores de las movilizaciones. También se han producido muchísimos llamamientos a la participación en plataformas de moda como TikTok, obligando al censor ruso Roskomnadzor a trabajar a deshoras, rastreando y eliminando una gran cantidad de estos contenidos. TikTok es particularmente popular entre la llamada ‘generación Putin’, aquella nacida este siglo y que solamente ha visto a Putin en el poder (si Medvédev, que intercambió el cargo con Putin una legislatura, nos permite la hipérbole). Por lo tanto, uno de los efectos inmediatos e insoslayables de las manifestaciones de estas semanas será la polarización de la sociedad y la necesidad de posicionarse en esta crisis. No deberíamos denostar esta consecuencia, pues la baja participación en los sufragios en Rusia, alimentada por la falta de interés, es una constante que molesta tanto al Kremlin como a la oposición.

placeholder Protestas a favor de Navalni. (Reuters)
Protestas a favor de Navalni. (Reuters)

Tampoco deberíamos obviar que, sea cual sea el desenlace, lo cierto es que Navalni no es la alternativa carismática a Putin que muchos en Europa desean ver. Es más, a pesar de los esfuerzos de sus aliados por personalizar las protestas en torno a la figura de Navalni, muchos de los asistentes confiesan no sentir particular simpatía por el político y acuden a la manifestación por un amplio espectro de razones que poco tienen que ver con él. La razón de este fenómeno es que la imagen de Navalni en el exterior difiere mucho de la doméstica.

Navalni: nacionalismo, anticorrupción y ‘voto inteligente’

Durante los últimos seis meses, Alekséi Navalni ha visto aumentar con creces su popularidad, tanto en Rusia como en el exterior. Su envenenamiento en agosto cuando regresaba a Moscú desde la ciudad de Tomsk, donde había estado haciendo campaña por candidatos de la oposición, acaparó buena parte de la atención mediática durante semanas. Tras recuperarse en un hospital de Alemania, donde fue visitado por la canciller alemana, Angela Merkel, Navalni decidió aprovechar el 'momentum' y regresar a Rusia el pasado mes de enero, donde con toda seguridad le esperaría la cárcel. Sin embargo, Navalni es un viejo conocido en el panorama político ruso, donde cuenta con un largo historial de luces y sombras.

El opositor comenzó su carrera política en el año 2000 al unirse al partido liberal Yabloko, del que fue expulsado siete años más tarde por un conflicto con la dirección y por sus actividades nacionalistas. En particular, su decisión de participar en la Marcha Rusa, que incluía a grupos de extrema derecha, fue la gota que colmó el vaso para el partido.

Foto: Un carné del Ministerio para la Seguridad del Estado (Stasi) de la época de Putin como espía en Dresde. (BBC)

Es decir, a pesar de lo que a menudo se deja entrever en la prensa occidental, Navalni no es un liberal, y sus posiciones difieren enormemente de las de Bruselas o la mayoría de capitales europeas en cuestiones sustanciales. Más bien, el opositor se ha perfilado en el pasado como un nacionalista, conservador, con un discurso duro antIinmigración que podríamos catalogar de xenófobo. En 2007, Navalni no dudaba en comparar públicamente a los inmigrantes de regiones como el Cáucaso con caries e, incluso, con cucarachas. En el contexto de los atentados de Paris de 2015, Navalni afirmó que si bien existe “una orgía de tolerancia en Europa hacia los islamistas, en Rusia existe simplemente una Sodoma y Gomorra de mentiras, hipocresía, corrupción y un estímulo directo de un islamismo agresivo”.

Precisamente, exabruptos como este han dificultado en el pasado la estrategia del Kremlin de retratar a Navalni como una marioneta de Occidente. Al mismo tiempo, líderes europeos han sido reticentes a la hora de mostrar apoyo público por el opositor. Esto cambió gradualmente al comenzar la década pasada, en el contexto de las protestas masivas de 2010 y del asesinato del líder de la oposición Borís Nemtsov: Navalni creaba la Fundación Anticorrupción en 2011, que pronto se convertiría en uno de los mayores quebraderos de cabeza para las élites rusas. Sus investigaciones sobre la corrupción de las personas más cercanas al presidente ruso son vistas por decenas de millones de personas en YouTube. Su último vídeo, publicado cuando Navalni ya se encontraba en prisión en Rusia, atribuye la propiedad de un ‘palacio’ valorado en más de 1.000 millones de dólares en la región de Krasnodar a Putin y ha sido visto por más de 100 millones de personas.

placeholder Alekséi Navalni. (Reuters)
Alekséi Navalni. (Reuters)

Sin embargo, aún más amenazante para la estabilidad del régimen sustentado por Rusia Unida —partido en el Gobierno— es el llamado ‘voto inteligente’, una estrategia implementada por Navalni desde 2018 para unir al electorado opositor en cada región y municipio en apoyo de un candidato independiente. El Kremlin se beneficia del amplio espectro de partidos —muchos de ellos, dirigidos desde el mismo Kremlin— que dividen a la oposición. El equipo de Navalni estudia las distintas candidaturas alternativas y selecciona al político independiente con más posibilidades de ganar. Después, anima a aquellos que quieran ver su región o municipio libre de miembros de Rusia Unida a apoyar a dicho candidato. De hecho, Navalni se encontraba en Tomsk haciendo campaña por uno de ellos cuando fue envenenado el pasado agosto.

Stanislav Andreychuk, analista y representante del movimiento por unas elecciones libres Golos, considera el voto inteligente “una amenaza para Rusia Unida. Desde 2019, ha funcionado en varias ciudades: Moscú, San Petersbugo, Novosibirsk o Tomsk (aunque su efecto ha sido casi invisible en otras ciudades y en la zona rural)”. No obstante, apunta interpelado por El Confidencial, “en el actual contexto de protestas, su impacto potencial es mucho mayor”.

El voto inteligente es, por tanto, una instrumentalización del voto protesta, en tanto que no sigue una ideología o política concreta, más allá del rechazo al partido dominante, Rusia Unida, lo cual lleva al equipo de Navalni a proponer a candidatos de partidos tan diversos como el Partido Comunista o el partido liberal Yabloko.

Foto: Navalny denuncia que se trata del "edificio residencial más grande de Rusia" (palace.navalny.com)

Este activismo del opositor y su reciente atención mediática han provocado que aumente el porcentaje de rusos que lo conocen y aprueban su labor. Sin embargo, su pasado nacionalista y la narrativa promovida por el Kremlin, que asocia a Navalni con servicios de inteligencia extranjeros, explican que la popularidad del opositor entre la población rusa sea residual. De acuerdo a dos estudios de noviembre de 2020 elaborados por el Centro Levada, mientras el 20% de los encuestados aprueba la labor de Navalni, solamente el 2% votaría por él en unas hipotéticas elecciones presidenciales.

Según Pavel Salin, “la oposición rusa no tiene un líder ahora mismo. Hay una base social crítica creciente, pero ningún individuo ha sido capaz de emerger como su líder, de aglutinar tras de sí una parte sustancial de base social. Y, por supuesto, las élites toman medidas para que dicho líder no aparezca”.

Malas perspectivas para Navalni

La creciente disonancia entre el residual apoyo a Navalni declarado por los rusos y su notable capacidad de movilización es un síntoma del hastío de una parte importante de la población ante los casos de corrupción y de la notable falta de alternativas reales al 'statu quo'. En cualquier caso, el opositor es percibido por las élites rusas como una amenaza, ante la que proponen distintas soluciones.

En palabras de Salin, ”hay distintos puntos de vista entre las élites con respecto a Navalni. El dominante es el de los siloviki, según el cual Navalni debe ser encarcelado, hay que mostrar dureza, concesiones cero. Pero ahora hay información en algunos canales de Telegram según los cuales la Administración presidencial considera que hay que neutralizar las protestas con la ayuda de la manipulación y tecnologías políticas”.

El opositor es percibido por las élites rusas como una amenaza

No obstante, existen razones para pensar que Navalni pasará como mínimo la mayor parte del año en la cárcel. En primer lugar, su ‘voto inteligente’ puede suponer un verdadero reto durante las elecciones a la Duma (Cámara Baja rusa) de septiembre. Andreychuk explica que “el voto inteligente no es útil solo para votaciones dentro del sistema proporcional, sino también en el mayoritario. Teniendo en cuenta que la mitad de la Duma se forma en circunscripciones uninominales [un único diputado por distrito], donde la mayoría de escaños van a Rusia Unida, el impacto del voto inteligente puede ser determinante”. En segundo lugar, el poder de convocatoria de Navalni ha quedado de manifiesto, incluso desde la cárcel. Su liberación sería percibida como una victoria de la calle y daría aún más impulso al movimiento de protesta.

Este martes, se ha convocado otro acto de protesta durante la vista por el juicio a Navalni. La eventual resiliencia de los manifestantes a la inclemencia del invierno ruso y a la mano dura de las autoridades incluso entre semana será un buen indicador de lo que cabe esperar de estas protestas a corto y medio plazo.

Por primera vez en décadas, el pasado domingo 31 de enero, el centro de Moscú se blindó para evitar que los manifestantes llegaran a la famosa plaza de Lubianka, la que fuera sede del KGB, donde los aliados del opositor Alekséi Navalni habían convocado la segunda concentración de protesta de este año contra su encarcelamiento. El resultado, 5.000 detenidos en todo el país en la segunda ronda de protestas en ocho días, y el claro mensaje por parte de las autoridades de que la paciencia con las ‘concentraciones ilegales’ se ha agotado.

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