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Camelar a Biden, surfear a Trump: la agenda de España para lidiar con los "nuevos" EEUU
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EL PLAN TRAS LAS ELECCIONES

Camelar a Biden, surfear a Trump: la agenda de España para lidiar con los "nuevos" EEUU

Cuatro fuentes del Gobierno describen un panorama complejo construido sobre un axioma fundamental: la relación de fondo entre EEUU y España, en lo esencial, no va a cambiar

Foto: Pedro Sánchez y Donald Trump. (EFE)
Pedro Sánchez y Donald Trump. (EFE)
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De cara al público, el Gobierno de España es -y será- exquisitamente neutral: Estados Unidos es un socio estratégico para nuestro país, no importa cuál sea su presidente. Pero de puertas para adentro, hay un favorito: Joe Biden. El fiasco de Hillary Clinton en 2016 hace que prime la cautela y en Moncloa también se preparan para una posible victoria de Donald Trump. ¿El plan? Entender que no valen los planes.

Cuatro fuentes del Gobierno y dos diplomáticos con conocimiento en la materia describen a El Confidencial un panorama complejo, lleno de matices, pero construido sobre un axioma fundamental: la relación de fondo entre EEUU y España, en lo esencial, no va a cambiar. El país norteamericano es nuestro principal socio comercial extracomunitario y el mayor inversor extranjero en España, así como uno de los grandes focos de destino para las empresas españolas desde la banca tradicional a las energías renovables o las emergentes tecnológicas.

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Pese a las sonadas polémicas de Trump con varios líderes extranjeros, del chino Xi Jinping a la alemana Angela Merkel o el canadiense Justin Trudeau, la relación primero con Mariano Rajoy y luego con Pedro Sánchez ha sido estable (aunque al primero lo recibió en la Casa Blanca y al segundo, no) y más bien discreta. Algo difícil con una persona que con un solo gesto ambiguo genera titulares tipo ‘Trump manda a sentar a Pedro Sánchez’. Hay desacuerdos -muchos inscritos en el marco europeo- pero los asuntos bilaterales están en orden y bien lejos de los mínimos de 2004, cuando el Gobierno de Rodríguez Zapatero salió de la guerra de Irak, o durante los devaneos de Felipe González con la OTAN en 1986.

“El Gobierno de España no tiene candidatos favoritos. España respetará la decisión del pueblo americano y trabajará con la administración que salga de estas elecciones”, dijo la ministra de Asuntos Exteriores y Cooperación, Arancha González Laya, en una reciente entrevista con El Confidencial.

Y esa es también la consigna interna en la coalición PSOE/Unidas Podemos. “La línea es la que ha compartido la ministra: hay que impulsar las relaciones con unos u otros. Hay una sensación de cautela, el 2016 pesa mucho”, explica una fuente cercana al consejo de ministros. “Así que se están trabajando los dos escenarios, pero sobre todo pensamos en la posibilidad de que gane Biden y estamos preocupados por un proceso prolongado y violento".

¿Otro presidente? Otro mundo

Pero las elecciones no ocurren en el vacío. El coronavirus nos ha sumergido en la mayor emergencia sanitaria global en un siglo. Las decisiones que se tomen hoy tendrán un impacto económico, político y social que marcará el mundo durante décadas. Para el Gobierno de Pedro Sánchez, como para la mayoría de las capitales europeas, la derrota de Trump supondría un alivio. El presidente agrega una capa de “incertidumbre, caos y egocentrismo” a todo lo que toca, describe una de las fuentes. Con las placas tectónicas de la geopolítica en pleno movimiento, los gobiernos apuestan a recuperar cierta estabilidad en Washington. Aunque sea mediática.

“Ahora mismo, hay instalada una visión en Washington que no es geoestratégica, es mercantilista”, aseguran fuentes de Exteriores. “Sabemos dónde quiere ir Trump, pero el camino es imprevisible. Hacer planes con él no tiene mucho sentido. Solo trabajar mucho la agenda bilateral a todos los niveles y ser flexibles”, agregan.

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La perspectiva de una presidencia de Biden abre varias vías de trabajo para el Ejecutivo. En el entorno de Sánchez se ven en una buena posición para forjar una mejor alianza. Creen que con los demócratas hay mejores perspectivas de reducir aranceles en productos clave y bajarle el voltaje a la presión en temas como el gasto militar. “Esperamos que uno de los primeros gestos de la Administración Biden sea cancelar los aranceles al aceite y al vino, porque necesitamos algo que vender en plena crisis económica”, afirma otra de las fuentes.

Aunque tampoco se hacen muchas ilusiones. Hay unas tendencias de fondo que van a seguir avanzando más allá de quien ocupe finalmente la Casa Blanca: el proteccionismo comercial, una menor implicación en defensa multilateral, más presión política para oponerse a la influencia económica, tecnológica y diplomática de China. Una evaluación que comparten los círculos diplomáticos. “Gane quien gane las elecciones en EEUU, entramos en una nueva fase de la globalización. Ya vivimos otro mundo. Para eso es para lo que hay que prepararse”, asegura un veterano diplomático europeo.

Ambos candidatos prometen un “nuevo” Estados Unidos este 3 de noviembre. Pero para España, la hoja de ruta está ya fijada. Estos son los principales puntos en la agenda bilateral con el próximo inquilino del Despacho Oval.

Cooperación militar y gasto en defensa

El primer punto de la agenda para ambos gobiernos es la renovación de sus acuerdos militares a mediados de 2021. Las bases son de soberanía española, pero cogestionadas por ambos países. Al Gobierno de Sánchez le conviene mantener estable la presencia de personal estadounidenses en las bases de Rota y Morón (unos 10.000 entre militares y civiles), manteniendo un acuerdo vigente desde 1953 y que ambos países consideran de interés mutuo (económico y defensivo).

Un aumento de tropas por encima de lo pactado podría generar fricciones en la coalición de gobierno, mientras que una reducción impactaría negativamente a la economía local y a Navantia, encargada del mantenimiento de los buques estadounidenses.

En caso de victoria de Trump, el mandatario podría utilizar este flanco para presionar a Madrid para que incremente su gasto en defensa hasta cumplir con el mandato de la OTAN del 2% del PIB. El republicano ya le había escrito una carta a Sánchez recordándole que Rajoy ya le había prometido el año anterior subir el presupuesto de Defensa para cumplir con los requisitos de la Alianza. Biden podría relajar esta urgencia, que se ha convertido en una de las prioridades en la política exterior de la Casa Blanca.

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Actualmente, España roza el 1% en el gasto, lo que le sitúa a la cola de países de la OTAN aunque el presidente del Gobierno, contradiciendo a la ministra de defensa Margarita Robles, ha llegado a asegurar que en 2024 se alcanzaría el objetivo del 2%. Los presupuestos aprobados este mes por el consejo de ministros contemplan destinar 9.400 millones de euros a Defensa en 2021, una subida del 4,6% -muy por debajo del casi 20% de incremento generalizado-.

“El gasto en defensa no es prioridad ahora mismo. Vamos a recibir unos fondos europeos que debemos invertir exclusivamente en lograr una transformación económica y salir de la crisis del coronavirus. Para nada más”, aseguró una de las fuentes cercana al Gobierno.

Aranceles y productos clave

Andalucía es el lugar de España en el que más se ha notado la presidencia de Trump. En esta región, que exporta cada año 500 millones de euros a Estados Unidos, los aranceles estadounidenses a las importaciones agroalimentarias han dolido mucho. Productos como el aceite de oliva, el jamón, los cítricos o los pimientos pasaron de tener un arancel del 10 a tenerlo del 25%. Estas medidas, que no se aplicaron a países como Italia, Grecia o Portugal, han puesto en clara desventaja competitiva a los olivareros españoles. La misma se ha vivido con el vino envasado español, cuyas exportaciones han sufrido caídas interanuales cercanas al 25% tras la imposición del arancel. Curiosamente, estos gravámenes vienen por una disputa comercial en el sector aeronáutico.

Desde el 18 de octubre de 2019, la Administración Trump emprendió una guerra arancelaria contra Europa después de que la Organización Mundial del Comercio fallara a favor de Washington en una larga disputa comercial relacionada con las ayudas ilegales a Airbus que habían perjudicado a su principal competidor estadounidense, Boeing. Estados Unidos atacó a los países que habían concedido esos subsidios y sus principales objetivos fueron los productos agroalimentarios de España, Alemania, Reino Unido y Francia.

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Afortunadamente para la economía española, la presión arancelaria se quedó ahí. Pese a que Trump llegó a amenazar a Europa con un 100% de aranceles en estos productos y el vino, este agosto la Oficina del Representante Comercial de EEUU mantuvo los aranceles al 25%. Reyes Maroto, ministra de Industria y Comercio, aseguró que la decisión en agosto de prorrogar los aranceles sin subirlos era “agridulce” pues, aunque no subía los aranceles, seguía dañando a un sector que estaba “devastado”.

Tasa Google y carrera tecnológica

Una de las medidas europeas para poner coto a la ingeniería fiscal de gigantes como Facebook, Google o Apple es la tasa Google. Con ella se pretende gravar a estas empresas por sus actividades digitales aunque no tengan presencia física en ese país. Pero con este impuesto, Bruselas choca con Washington: Trump ha advertido que aquel que instaure la tasa Google se enfrentará a una batería de aranceles estadounidenses.

placeholder María Jesús Montero, ministra de Hacienda. (EFE)
María Jesús Montero, ministra de Hacienda. (EFE)

En nuestro país, Pedro Sánchez ha recalcado en innumerables ocasiones que la tasa Google es una posible fuente de financiación, especialmente en un contexto de vacas flacas como el actual. “Es urgente y necesario que estas grandes corporaciones aporten recursos a la hacienda pública. Si se puede hacer a nivel internacional, estupendo, si puede ser a nivel europeo, el Gobierno de España, encantado, porque más fuerte será ese mensaje al mundo digital”, dijo hace unos meses.

De momento, Madrid prefiere ser cautelosa y se escuda en Bruselas. Otras capitales menos dubitativas, como París, gravarán a las grandes tecnológicas con un 3%, a lo que Washington respondió con un 25% de aranceles en productos cosméticos por valor de 1.150 millones de euros que se pondrán en marcha dentro de 180 días. Si gana Trump y Europa decide seguir adelante con el impuesto tecnológico, es probable que estos gravámenes se mantengan y afecten a más exportaciones españolas.

Unión Europea y frentes diplomáticos

Gran parte de la agenda española con Washington viene enmarcada por la estrategia europea, lo que significa que en muchos casos más que estrategia hay inercia. Tanto Trump como Biden han estado aumentando su beligerancia de su retórica hacia China durante la campaña y todo apunta a que Washington va a presionar más a sus aliados para alinearse contra Pekín.

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Esta aceleración pilla a contrapié a España, que lleva años cultivando una relación sin estridencias con China buscando un mayor acceso a sus mercados. Pero tampoco en la UE hay una visión común sobre cómo gestionar al gigante asiático. La propia ambivalencia alemana es ejemplo de cómo Europa todavía no está dispuesta a pasar a la confrontación -ni siquiera después de que la pandemia haya empeorado la imagen china en la mayoría de los países del bloque-.

“España todavía está en ese punto que solo ve en China sus grandes oportunidades comerciales. Solo un cambio de opinión generalizado en Europa haría que un gobierno español rompa la dinámica con China”, reconoce un diplomático con experiencia en las relaciones España-Asia.

Gane quien gane, Europa ya ha despertado de su sueño.

De cara al público, el Gobierno de España es -y será- exquisitamente neutral: Estados Unidos es un socio estratégico para nuestro país, no importa cuál sea su presidente. Pero de puertas para adentro, hay un favorito: Joe Biden. El fiasco de Hillary Clinton en 2016 hace que prime la cautela y en Moncloa también se preparan para una posible victoria de Donald Trump. ¿El plan? Entender que no valen los planes.

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